16° Domingo del Tiempo Ordinario, 21 de Julio de 2019, Ciclo C


San Lucas 10, 38-42

“Ora et Labora” 


Homilía PadreLuis Guillermo Robayo M.
  1. Acoger: dar de comer al hambriento y de beber al sediento es una obra de misericordia y una demostración de acogida al prójimo. No olvidemos que es más fácil abrir la puerta de la casa que abrir la del corazón. Y a veces, aunque hacemos obras buenas, mantenemos el corazón cerrado a mucha gente. Hoy podríamos examinarnos también sobre la acogida que damos a las personas que nos son desconocidas, o nos caen pesadas, o no pertenecen a nuestra raza, a nuestro pueblo, o incluso a nuestra religión.
  2. Escuchar: actitud que exige romper con el ritmo loco e interminable de la vida cotidiana para ponerse, serena y atentamente, a los pies del Maestro. Esta elección que a los ojos de la eficiencia puede parecer superficial e inútil, es una condición fundamental para llegar a ser un auténtico discípulo.
  3. Contemplación: lleva a la acción y la acción se sustenta en la contemplación. Las dos son necesarias para un cristiano. Siempre es bueno recordar la hazaña de aquel enamorado de los automóviles y de las carreteras, que viajaba, no se detenía ante nada ni para nadie; sólo pensaba en sí mismo y en su coche. Hasta que, en cierta ocasión, un buen consejero le dijo: tarde o temprano, amigo, tendrás que detenerte a echar gasolina o no llegarás a donde pretendes.
  4. Predicar: Cristo revela la riqueza de Dios en la pobreza de la cruz y el apóstol será el distribuidor de la misma a hombres y mujeres. La Palabra de Dios está hecha para caminar con nosotros paso a paso, día a día, minuto a minuto. Para enseñarnos a vivir en comunidad la solidaridad que hace efectivo aquí y ahora el reinar de Dios. 
 REFLEXIÓN

   Las lecturas de este Domingo nos invitan a reflexionar sobre el tema de la hospitalidad y de la acogida. Sugieren, sobre todo, que la existencia cristiana consiste en la acogida de Dios y de sus propuestas; y que la acción (aún en favor de los hermanos) tienen que partir de un verdadero encuentro con Jesús y de la escucha de su Palabra. Eso es lo que nos permite encontrar el sentido de nuestra acción y de nuestra misión.

   El verdadero seguimiento de Jesús nos tiene que llevar muy por encima de las preocupaciones e inquietudes; tiene que llevarnos a encontrar Paz en la Palabra.

   "El Evangelizador" es aquel cuyo corazón late con Cristo y de esos latidos surge el encuentro amoroso con los demás. No defiende ideas ni consignas. Su misión es caminar y aprender en el camino de la vida, sin juzgar, sin acusar, sin querer ser más que nadie. Es tan libre que hasta puede escoger lo que quiere y siente. No hace propaganda. Vive lo que dice y dice cómo vive. No sigue una idea: sigue sólo a Cristo. Tiene paz interior como fruto del amor aprendido de Dios. Sabe escuchar para tener vida.

   María dio prioridad a quien realmente la merecía.  María ha escogido la mejor parte, o sea, el mejor camino para llegar al encuentro con el Señor. Marta, en cambio, estaba llena del ruido de lo cotidiano; de los platos; de la vida... No tenía tiempo para escuchar, ni para oír, ni para estar con Jesús. Una de las luchas de los cristianos de todos los tiempos es lograr el equilibrio para que las cosas de la vida no nos dejen sordos de Dios y de nosotros mismos. Es necesario tener el corazón de María y las manos de Marta, y, sobre todo, tener mucho tiempo para dedicar a Dios y a los que encontramos en el camino de la vida rodeados del ruido de los acontecimientos. 

PARA LA VIDA

   Dice una antigua leyenda que, cuando Dios estaba creando el mundo, se le acercaron cinco ángeles: Uno le preguntó ¿Que estás haciendo? Otro: ¿Por qué haces esto? El tercero : ¿Puedo ayudarte en algo? Otro: Uy, qué extraordinario! ¿Cuánto vale todo esto? Dicen que el primero es el ángel de los investigadores (¿Qué estás haciendo?); el segundo el ángel de los filósofos (¿Por qué haces esto?); el tercero el ángel de los que saben servir (¿Puedo ayudarte?); el cuarto el ángel de los empresarios (¿Cuánto vale todo esto?) Pero dijimos que había cinco ángeles, ¿saben qué hacía el quinto?. El quinto, miraba y aplaudía con entusiasmo .....ERA EL ÁNGEL DE LOS SABIOS 

   Hay una frase muy conocida que dice: "Ora et Labora", “Ora y Trabaja”. Cada cosa en su momento oportuno. Pero el que nos se toma suficiente tiempo para la oración y para escuchar la Palabra de Dios, no podrá ser efectivo en su vida cristiana.

   Muchas veces el apuro de la acción ha matado la oración. Y la oración, nos une a Dios, nos permite relacionarnos con él, escucharlo. Esa oración, si es signo de verdadera unión a Dios, también va a desembocar en un servicio a los demás. Y cuando nuestro servicio, surge de una relación íntima con Dios, va a dar los frutos esperados, porque será más obra de Dios que nuestra propia obra.

15° Domingo del Tiempo Ordinario, 14 de Julio de 2019, Ciclo C


San Lucas 10, 25-37

Anda, Haz Tú Lo Mismo” 


Homilía PadreLuis Guillermo Robayo M.
  1. La Ley:la norma moral, está cerca como Dios mismo; sin la ayuda de Dios el hombre no llega a cumplirla. Los mandamientos de Dios son la guía segura que el Señor ha puesto a nuestra disposición para actuar conforme a su voluntad.
  2. La Búsqueda: todo el que busca al Señor, vivirá. La oración alcanza a Dios y, por tanto, la vida. La oración es expresión de la búsqueda. A Dios no hay que ir a buscarlo lejos, arriba al cielo, o más allá del mar, porque él mismo vino a buscamos, se hizo prójimo nuestro: “El Señor está cerca de quien lo busca”.
  3. El Prójimo: aquel que usó de misericordiaEs todo aquél que se encuentra en necesidad y nos tiende la manoJesús es el Buen Samaritano, el Médico Bueno de la Humanidad enferma. Hay que salir al paso de la necesidad del prójimo, sea cual sea su condición, raza o estado. El amor no tiene límite. Sólo ese amor nos abrirá las puertas del cielo.
  4. El Samaritano: comienza con acercarse al herido, se le «aproxima». No puede haber amor efectivo y eficaz si no hay alguna proximidad igualmente real y física. El amor del prójimo comienza frecuentemente con los propios pasos, que interrumpen un camino preciso, para ir al encuentro con otro.
  5. Hacer el Bien: buscar realizar el bien, sin mirarse así mismo, e intentando recuperar al necesitado debe ser la máxima de nuestra vida, el orgullo de nuestra Iglesia. Es verdad que, nunca como hoy, a través de los medios de comunicación social se nos cuelan en nuestros hogares imágenes de pobreza de los cinco continentes del mundo que nos llevan a pensar que “es imposible que podamos hacer nosotros más”. ¡Si podemos! No perder la sensibilidad. 
REFLEXIÓN

   En la parábola del samaritano llevaba consigo los "ungüentos curativos" del día; Vino para la limpieza, aceite para favorecer la curación. La parábola nos sugiere que con el Espíritu de Dios tenemos los elementos necesarios para sanar y ayudar.

   El buen samaritano se acerca a aquél hombre herido, lo primero que hay que hacer es acercarse al hermano sufriente, le vendó las heridas, hizo lo que sabía y lo que podía y después lo llevó a la posada para que lo atendieran, lo puso en manos de aquellas personas que podían ayudarlo mejor que él para que se repusiera totalmente y además de hacerse cargo de los gastos, prometió volver para visitarlo. El samaritano puso su corazón en la miseria y pobreza de aquél hombre.

   Esto es lo que debemos hacer nosotros. No solamente cuidar y hacer que cada creyente sea buen samaritano, sino tener capacidad para comprometer a otros a realizar esta misma tarea Esta capacidad de atracción para estimular a otros no la tendremos si no realizamos la tarea con el amor misericordioso del Señor, de situar al hombre frente a la vida, dando bien aunque a él le venga el mal. 

   La tarea entusiasma cuando se hace algo importante; a los hombres les entusiasma amar con la misma fuerza de Dios, transformar la realidad con esa fuerza de Dios, ya que sus propias fuerzas, muchas veces debilitadas, no producen el suficiente entusiasmo o es pasajero. La tarea del buen samaritano, como tarea de Dios, sí que enardece y tiene atractivo para toda la vida. Nuestra Iglesia necesita hombres que realicen la tarea pastoral desde estas dimensiones y desde esta manera de entender la actuación de Dios entre los hombres.

PARA LA VIDA 

   Hace un tiempo leí una historia en la revista Time titulada "Una conspiración de bondad". Johtje y Art Vos eran una pareja holandesa que arriesgó sus vidas durante el Holocausto para esconder a los judíos de los nazis. Formaban parte de un grupo llamado "Rescatadores" que salvó casi 500,000 vidas. Cuando se les preguntó a Johtje y Art qué los hizo correr tales riesgos, ellos y otros respondieron de una manera similar, que sonaba bastante común: "No lo pensamos". Uno de los rescatistas lo expresó de esta manera: "Comenzaste a guardar una maleta para un amigo y antes de que te dieras cuenta, ya no sabías nada. Hicimos lo que haría cualquier ser humano". Bueno, ¡ningún ser humano! no veían a los judíos como "judíos" primero, sino como seres humanos.

   El samaritano no vio a un judío al lado de la carretera, vio a una persona lesionada. Dibuja tus propios paralelos a nuestro día. El artículo se titulaba "Conspiración de la bondad". La conspiración no siempre es una noción amenazadora, significa "respirar con". Eso es lo que somos como iglesia; Somos una conspiración de la bondad. Respiramos juntos el mismo aliento del Espíritu de Dios para hacer el bien, independientemente de los orígenes, estado civil, raza, orientación sexual o religión de las personas. El Espíritu respira en nosotros para hacer que el instinto de ayudar a otros sea una respuesta natural; Tan natural como respirar y exhalar.

14° Domingo del Tiempo Ordinario, 7 de Julio de 2019, Ciclo C



San Lucas 10,1-12. 17-20

La Paz del Misionero es la Paz de Dios” 

Homilía PadreLuis Guillermo Robayo M.
  1. El Envío: a pesar de ser obra de Dios, ha de ofrecer serias dificultades a los misioneros. La obra se presenta difícil. No siempre han de ser acogidos. No todos les han de dar la bienvenida. Indiferencia, animosidad, persecución, odio. En las palabras de Cristo no hay lugar para triunfalismos. Hablará de "tomar la cruz" a este respecto. Hay que estar preparados.  Su misión es algo de extrema grandeza.
  2. El Misionero: lleva consigo "la paz"La paz del misionero es la Paz de Dios, y su "evangelio", presencia del reino de los cielos. El misionero no va solo. Dios va con El. Cristo lo acompaña. Su voz es la voz de Dios, y sus manos van cargadas de maravillas. Los mueve y dirige el Espíritu Santo. Han de sanar enfermos; han de lanzar demonios; han de realizar "signos". Sus obras han de gritar: ¡El Reino de Dios está cerca! La palabra de Dios es una espada de doble filo. Abre los corazones y deposita en ellos la paz.
  3. La Oración: la gravedad y urgencia del Evangelio lo exigen. Tenemos que mover el ánimo de los fieles en esa dirección. Hay que fomentar también las vocaciones. En estos tiempos la Iglesia se resiste de falta de evangelizadores. Oremos por ello. La Iglesia entera, los fieles cristianos, deben salir al paso de las necesidades de los enviados. Son los mensajeros de la Paz. Son los que anuncian el Reino. Tienen derecho a ser atendidos. Por otra parte, no estará demás recordar que sus pretensiones no deben ser exageradas. Es el anunciador de la vida. ¡Dios lo ha inscrito en el Libro de la Vida! ¿Nos parece poco? No es ajeno al pensamiento cristiano el consuelo que le espera.

REFLEXIÓN 

   Este Domingo la Palabra de Dios nos invita a transformarnos en mensajeros de Jesús y constructores de su paz El Señor quiere que nos preguntemos nosotros también, ¿para qué somos llamados y para qué seguimos a Cristo, qué misión nos encomienda? Intentemos descubrir hoy, nuestro para qué. 

   Cuando escuchamos hablar de misioneros o evangelizadores, inconscientemente pensamos en ciertas personas dedicadas a esa función: pensamos en sacerdotes, religiosos, o tal vez catequistas o dirigentes de algún grupo. 

   Y esto es un error. Esa actitud es la que tenemos que cambiar, porque en esos 72 que el Señor envió delante suyo, estamos cada uno de nosotros, con nuestros talentos y particularidades, enviado a anunciar la Buena Noticia.

Y es un serio compromiso el que nos da Jesús, porque anunciar la Buena Noticia, necesita en forma imprescindible del testimonio de vida , además de nuestra palabra. Nosotros somos responsables de actualizar el mensaje de Cristo en el mundo, primero con nuestra vida, y después con nuestra palabra. 

   El Señor nos dice que nos envía como ovejas en medio de lobos. Los caminos de Dios no son los caminos de los hombres. 

   El mundo y la sociedad actual ofrecen un estilo, una manera de ser y ciertos criterios que nada tienen que ver con la escala de valores del cristiano. Por eso Jesús nos dice que nos envía como ovejas en medio de lobos. Y nos lo dice, porque las ovejas en medio de los lobos, corren el peligro de ser comidas por ellos. El mundo es el lobo que nos comerá si nos enreda con sus equívocos, si nos hace creer que la felicidad está en el poder y en el dinero y no en el amor y la libertad.

PARA LA VIDA 

   Una vez visitó un cristiano a un maestro Zen y le dijo: “Permíteme que te lea algunas frases del Sermón de la MontañaLas escucharé con sumo gusto”, replicoel maestro. El cristiano leyó unas cuantas frases y se le quedó mirando. El maestro sonrió y dijo: Quienquiera que fuese el que dijo esas palabras, ciertamente era un hombre iluminado”. Esto agradó al cristiano, que siguió leyendo. 

   El maestro le interrumpió y le dijo. Al hombre que pronunció esas palabras podría realmente llamársele Salvador de la humanidad”.  El cristiano estaba entusiasmado y siguió leyendo hasta el final. Entonces dijo el maestro: “Ese sermón fue pronunciado por un hombre que irradiaba divinidad”. La alegría del cristiano no tenía límites.
   Se marchó decidido a regresar otra vez y convencer al maestro Zen de que debería hacerse cristiano. De regreso a casa, se encontró con Cristo, que estaba sentado junto al camino. “¡Señor, le dijo entusiasmado, he conseguido que aquel hombre confiese que eres divino”! Jesús se sonrió y dijo: Y tú has conseguido que se hinche tu “ego” cristiano”. 

   El misionero ha de caminar ligero, sin nada que pueda comprometer el claro, directo, robusto anuncio del Reino, como cosa única de valor único. Nada debe entretener ni preocupar al que anuncia la Paz. La encomienda es seria y la entrega total. Puede que nos falte algo de convencimiento. Los mensajeros de la Paz. Son los que anuncian el Reino.




13° Domingo del Tiempo Ordinario, 30 de Junio de 2019, Ciclo C



San Lucas 9, 51–62


¡Te Seguiré a Donde Quiera que Vayas!” 



Homilía PadreLuis Guillermo Robayo M.
  1. El Seguimiento: no puede ser fruto de sentimentalismos, sino fruto de una seducción y de una decisión firme, dispuestos a relativizar todos los valores. La tarea de anunciar el reino, tarea que asume todo cristiano por el mero hecho de serlo, no es fácil. El propio Jesús tuvo serias dificultades a la hora de realizar su misión, acabó con un grupo reducido y aún estos le abandonaron en los últimos momentos.
  2. La Respuesta: requiere de un corazón totalmente entregado a Él, indiviso en sus afectos, fiel no sólo por un día, por un mes, por un año o diez, sino por todos los días de su vida. Ante el llamado del Señor sólo una respuesta es la adecuada: «Dejándolo todo, lo siguieron» (Lc 5, 11). Como Cristo mismo, el convocado debe “endurecer el rostro”, responder con decisión y firmeza al llamado, asumir con coraje la misión que Dios le confía y llevarla a su pleno cumplimiento con el don total de su propia vida.
  3. El Camino: El Señor, que nos conoce a cada uno, sabe cuál es el momento apropiado. Comenzar el camino de la santidad es de muchos, pero perseverar en él hasta el fin, de pocos. No es una carrera de velocidad, sino de resistencia y perseverancia. Hay que luchar hasta el final para llegar a la meta. Hay que permanecer en la opción fundamental por la santidad. Dios recompensará con la 'vida eterna a los que por su perseverancia en las buenas obras buscan gloria, honor e inmortalidad'. 

REFLEXIÓN

   Las lecturas de este domingo tocan la médula del cristiano, y están dirigidas a la intimidad de nuestras convicciones: ¿por qué seguimos a Jesús y hasta dónde estamos dispuestos a ir con él? 

   Jesús es más provocador en la propuesta de su seguimiento. La escena bíblica nos presenta al Maestro de camino, en marcha, peregrino hacia la ciudad de Jerusalén, el sitio del evento pascual: pasión, muerte y resurrección. Y mientras va de camino le salen a su encuentro nuevos seguidores que el evangelista tipifica en tres modalidades distintas, sugiriendo tres tipos distintos de repuestas, todas con excusas. 

   El primer “estilo de discípulo lo podríamos definir como el talante del cristiano que se siente fascinado por Jesús, por sus palabras y gestos. La iniciativa de seguir a Jesús la emprende la persona misma. No obstante, la motivación del impulso del seguimiento no es nítida, responde más bien a un deseo de autosatisfacción, de afirmación del propio yo. En cambio, la lógica del mensaje evangélico va en otra dirección: es la lógica de la entrega, de la gratuidad, de la generosidad y sobre todo de la seguridad puesta en Dios y no en las cosas. 

   El segundo: “cristiano de vida resuelta”. Cuando Jesús le lanza la invitación al seguimiento “este tal” se disculpa con el motivo de enterrar primero al padre, es decir, de cumplir su deber de hijo, pero, sobre todo, de beneficiarse de la herencia del mismo. Los hay quienes, muy cristianos, por cierto, comentan que uno de los días más felices de su vida es cuando reciben la herencia, y del padre quizá poco se acuerdan. El seguimiento de Jesús supone el desprendimiento de todo aquello que ata el corazón del hombre, le quita la paz y lo hace menos libre. 

   El tercero. “El creyente con tortícolis”, que camina hacia delante, pero con la mirada vuelta atrás, con el peligro que ello supone. Es el estilo de cristiano adulto que mendiga el seno materno, es decir, seguridad, protección, cariño, pero de forma infantil. El seguimiento de Jesús supone progresividad en la fe, un fiarse responsablemente de Dios.

PARA LA VIDA 

   Un hombre iba sentado en mí mismo vagón en el tren. En cada estación se ponía de pie y miraba fuera de la ventanilla con ansiedad. Luego se sentaba y suspiraba refunfuñando en voz alta el nombre de la estación que acababa de pasar. Después de cuatro o cinco estaciones, el vecino de asiento le preguntó preocupado: - ¿Le pasa algo? Me parece tan tremendamente angustiado. El hombre lo miró y respondió: . Ciertamente habría debido cambiar de tren hace ya un buen rato, porque voy en la dirección contraria…Pero aquí se está tan a gusto y tan calentito.
   Nos pasa lo que al del cuento, que incluso no nos damos cuenta de que amos en la dirección equivocada, que estamos viviendo los valores contrarios al evangelio, pero no queremos cambiar de tren, preferimos este cristianismo cómodo y fácil, y estamos tan a gusto y calentitos así. 

   Francisco Pizarro, de camino al Perú, se vio ante un peligro inminente, y su tripulación se rebeló y exigió la vuelta. Pero el general se puso en medio de sus hombres, trazó una línea en tierra y les pidió una opción tajante: o seguir con él hasta la victoria, o echar marcha atrás como cobardes. Los pocos valientes que le siguieron fueron los conquistadores del imperio Inca. Hernán Cortés hizo otro tanto con sus tropas: mandó quemar las naves para que nadie pudiera huir.