San Mateo 5, 17 - 37
“ Desarmar La Palabra”
La Ley:
Cuando se busca la voluntad del Padre con
la pasión con que la busca Jesús, se va siempre más allá de lo que dicen las
leyes. Para caminar hacia ese mundo más humano que Dios quiere para todos, lo
importante no es contar con personas observantes de leyes, sino con hombres y
mujeres que se parezcan a él.
El
Amor: nos permite cuidar mejor actitudes como la
paciencia, el respeto, la discreción, la dulzura, la honradez, el sentido del
deber..., si queremos vivir de manera más humana en una sociedad donde el
individualismo, la búsqueda de eficacia o el éxito fácil parecen invadirlo
todo.
La Fidelidad: No se trata de ser fiel sólo a una institución o vínculo
jurídico, sino a esa persona a la que ahora amo y prometo amar. Por otra parte,
la fidelidad a esa persona amada ha de ser siempre «nueva» y «creativa» pues la
pareja, efectivamente, va cambiando a lo largo de los años. El «amor muerto» o
la convivencia soportada en el aburrimiento no es propiamente fidelidad. Esta
se vive en cada momento de manera
diferente, siempre abierta a situaciones nuevas.
REFLEXIÓN
Nos
tenemos que dar cuenta que si queremos ser auténticos, a la luz del Evangelio
es necesario que aprendamos cada día a “cortar” o “arrancar” de nosotros esas
manos, pies, ojos, oídos y tantas cosas que nos apartan de la realidad de Dios
para suplantar en nosotros nuestras realidades que a la larga son simples
necedades, si tu mano no te acerca a los demás, si se alza contra los otros, si
sólo se estira para recibir… mala cosa.
Lo mismo los pies, si caminan por otros
caminos lejos de Dios y de los hermanos, del necesitado, lo mismo los ojos, si
solamente ven lo que queremos ver y no la realidad de la vida, y así todo,
según el Evangelio.
PARA LA VIDA
Érase
una vez un escultor a quien un obispo le había encargado una estatua para la
catedral. Cuando llegó el día de entregarla, el escultor se sentía mal, no
estaba satisfecho de su trabajo y no le gustaba su estatua. Llamó a su ayudante
para que le ayudara a transportarla y le dijo: ya tenía ganas de quitarme de
encima este muerto. Su ayudante de mal humor miró para otro lado.
Entonces el
escultor recordó las veces que le había maltratado e insultado durante el
trabajo. Éste le pidió perdón y el viaje hasta la catedral se hizo más
agradable. En el camino se encontró con su mujer que le miró con desprecio y no
quería viajar con ellos. Pero el escultor, con humildad, le pidió perdón y ella
con una sonrisa se lo dio y se sentó junto a su marido. Más adelante se
encontró con el cantero que le había vendido la piedra para hacer la estatua.
El cantero le miró con ira porque no le había pagado a pesar de sus promesas.
El escultor se disculpó una vez más y pagó su deuda y viajó con ellos a la
catedral. Cuando llegaron a la catedral, la mujer del escultor invitó al obispo
para que viera la estatua mientras el escultor, su ayudante y el cantero la
descargaban. Cuando la descubrieron
todos se maravillaron de su extraordinaria belleza. El más sorprendido fue el
escultor y es que cada vez que pedía perdón y se reconciliaba la estatua se
hacía más hermosa.