San Lucas 1, 39 - 45
"Dichosa Tú que has Creído”
Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.
- El Saludo de María: hay muchas maneras de «saludar» a las personas. María trae paz, alegría y bendición de Dios. Lucas recordará más tarde, que Jesús pedía a sus seguidores: en cualquier casa que entréis, decid lo primero: Paz a esta casa. Todo saludo debe llevar la huella de Dios…como María a Isabel.
- La Vida: las madres portadoras de vida, son mujeres «bendecidas» por el creador: el fruto de sus vientres es bendito. María es la «bendecida» por excelencia: con ella nos llega Jesús, la gran bendición de Dios al mundo. Isabel termina exclamando: Dichosa tú, que has creído.
- La Felicidad: feliz el pueblo donde hay madres creyentes, portadoras de vida, capaces de irradiar paz y alegría. Feliz la Iglesia donde hay mujeres bendecidas por Dios, mujeres felices que creen y transmiten fe y vida a sus hijos. La auténtica alegría no se fabrica desde fuera, brota del interior. En realidad, la alegría emerge cuando aprendemos a vivir en la verdad.
- Relacionarse: la relación íntima y personal del Espíritu Santo con María ha hecho posible que el Verbo de Dios asuma carne y se vaya formando hombre en su seno materno. La relación de María con el Verbo de Dios es extremamente misteriosa y delicada: Misteriosa porque la fecundación de su seno es obra de Dios mismo; delicada, porque está dando a Dios su carne y su sangre, pero sobre todo su amor, su dedicación y su entrega total.
REFLEXIÓN
Si tuviésemos que escribir la mejor historia de amor, seguramente escogeríamos como protagonista a María... Si tuviésemos que escribir la mejor historia de entrega y confianza, seguramente escogeríamos como protagonista también a la Virgen María. Y si tuviésemos que escribir una historia sobre el mejor discípulo que Jesús tuvo, la protagonista sería igualmente, la Virgen María.
Así es presentada María en este cuarto domingo de Adviento: como la mejor oyente de Dios. Porque si es cierto que el mejor discípulo es aquel que transmite lo que lleva dentro casi sin necesidad de hablar, ese discípulo es entonces María. Y sé que ni Isabel, ni el hijo que llevaba en sus entrañas sabían lo que le había ocurrido a María. Pero nada más entrar en casa de su prima, y sin hablar, los dos se dan cuenta de que hay algo especial en ella.
Las palabras que Isabel usa para saludar a María: « ¡Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! las usamos cada vez que rezamos el Avemaría. Jesús es esperado. Jesús es amado con su primer amor. Bendita tú eres,... bendito es tu hijo...Y Santa Isabel pregunta con humildad ¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor?
Estas dos mujeres, María e Isabel, están inmersas en el misterio: Evidentemente hay cosas extrañas en torno a los os nacimientos. Isabel se da cuenta de ello en forma inmediata y con sus palabras refleja la adoración y el agradecimiento a Dios por el don recibido. Nos alienta esta escena a pedir al Señor que estemos siempre atentos a reconocer su presencia y a saber reconocer sus signos.
PARA LA VIDA
Érase una vez un rey generoso y sabio. Trataba a los ricos y a los pobres del mismo modo y era muy bondadoso con los niños. Un año todos sus súbditos decidieron celebrar una gran fiesta en el día de su cumpleaños. Y lo hicieron de manera distinta a los años anteriores. Como trataba a todos por igual decidieron que todos los regalos iban a estar envueltos con papel blanco para que parecieran iguales. Cuando llegó el día todos trajeron sus regalos blancos al rey.
Unos eran un puñado de arroz pero envuelto en papel blanco. Otros regalos eran joyas o marfil pero estos también estaban envueltos en papel blanco. Todos parecían iguales y cuando el rey los abrió trató a todos por igual porque sabía que todos llevaban el mismo amor y devoción.
Y los que no tenían regalos que ofrecer, firmaban en un libro blanco para ofrecerle su tiempo y sus talentos. ¿Ya ha encontrado el regalo perfecto para esta Navidad? ¿Ya ha practicado la elegancia social del regalo? Sus hijos no necesitan un nuevo juguete, le necesitan a usted. Su esposa no necesita el último perfume de Calvin Klein, le necesita a usted. Sus padres ya mayores no necesitan guantes nuevos, necesitan que usted les caliente sus manos con su calor. Dar cosas es fácil, darse uno mismo es lo difícil. Jesús es el regalo de Dios para todos nosotros y no necesita nada pero nos necesita a nosotros.
- El Saludo de María: hay muchas maneras de «saludar» a las personas. María trae paz, alegría y bendición de Dios. Lucas recordará más tarde, que Jesús pedía a sus seguidores: en cualquier casa que entréis, decid lo primero: Paz a esta casa. Todo saludo debe llevar la huella de Dios…como María a Isabel.
- La Vida: las madres portadoras de vida, son mujeres «bendecidas» por el creador: el fruto de sus vientres es bendito. María es la «bendecida» por excelencia: con ella nos llega Jesús, la gran bendición de Dios al mundo. Isabel termina exclamando: Dichosa tú, que has creído.
- La Felicidad: feliz el pueblo donde hay madres creyentes, portadoras de vida, capaces de irradiar paz y alegría. Feliz la Iglesia donde hay mujeres bendecidas por Dios, mujeres felices que creen y transmiten fe y vida a sus hijos. La auténtica alegría no se fabrica desde fuera, brota del interior. En realidad, la alegría emerge cuando aprendemos a vivir en la verdad.
- Relacionarse: la relación íntima y personal del Espíritu Santo con María ha hecho posible que el Verbo de Dios asuma carne y se vaya formando hombre en su seno materno. La relación de María con el Verbo de Dios es extremamente misteriosa y delicada: Misteriosa porque la fecundación de su seno es obra de Dios mismo; delicada, porque está dando a Dios su carne y su sangre, pero sobre todo su amor, su dedicación y su entrega total.