17° Domingo del Tiempo Ordinario, 24 de Julio 2016, Ciclo C


San Lucas  11, 1 - 13

  Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá     


La Oración debe ser para el cristiano como el aire que respiramos cada momento.De hecho, aunque sus tres invitaciones apuntan hacia la misma actitud básica de confianza en Dios, su lenguaje sugiere diversos matices.

  1. Pedir: es la actitud propia del pobre que necesita recibir de otro lo que no puede conseguir con su propio esfuerzo. En cualquier momento y desde cualquier lugar, de día y de noche, desde lo alto de una montaña, desde el banco de una iglesia o desde el lecho de un hospital se pueden elevar los ojos al cielo para invocarlo como Padre querido.
  2. Buscar: no es solo pedir. Es, además, moverse, dar pasos para alcanzar algo que se nos oculta porque está encubierto o escondido. Así ve Jesús a sus seguidores: como «buscadores del reino de Dios y su justicia». Es normal vivir hoy en una bataola de cosas que hacen incierto un futuro Lo extraño es que no nos implicamos para buscar juntos caminos nuevos para sembrar el Evangelio en la cultura moderna.
  3. Llamar:  es gritar a alguien al que no sentimos cerca, pero creemos que nos puede escuchar y atender. Así gritaba Jesús al Padre en la soledad de la cruz. Es explicable que se oscurezca hoy la fe de no pocos cristianos que aprendieron a decirla, celebrarla y vivirla sin profundidad. Lo lamentable es que no nos esforcemos lo suficiente por aprender a seguir hoy a Jesús gritando a Dios desde las contradicciones, conflictos e interrogantes del mundo actual.

REFLEXIÓN

   Cuando, en el Evangelio de hoy, uno de los discípulos, al observar su recogimiento, le ruega que les enseñe a hablar con Dios, Jesús responde: «Cuando oréis, decid: ‘Padre, santificado sea tu nombre…’» (Lc 11,2). La oración consiste en una conversación filial con ese Padre que nos ama con locura. 
El relato tiene cuatro momentos: 
  1. Jesús orando. 
  2. Los discípulos que desean aprender a orar. 
  3. Jesús, en respuesta, les enseña el Padre Nuestro, y 
  4. Les muestra las características de la oración, la perseverancia y la confianza, enfatizadas con ejemplos tomados de la vida cotidiana y familiar que hace más digerible la enseñanza. 
" Y yo les digo: Pidan y se les dará, busquen y encontraran, llamen y se les abrirá "
   En las primeras comunidades cristianas se recordaban unas palabras de Jesús dirigidas a sus seguidores en las que les indica en qué actitud han de vivir: «Os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide, recibe, quien busca, halla, y al que llama, se le abre».
  • «Pedid y se os dará». En la Iglesia se planifica, y se trabaja buscando eficacia y rendimiento. Pero, con frecuencia, sólo contamos con nuestro esfuerzo. No hay sitio para el Espíritu. Ni lo pedimos, y así, cómo vendrá
  • «Buscad y hallaréis». Con frecuencia, no sabemos buscar más allá de nuestro pasado o de lo inmediato. Nos da miedo abrir nuevos caminos. No nos atrevemos a dar por terminado lo que ya no genera vida y ahogamos nuestra creatividad para iniciar algo realmente nuevo y bueno. Sin buscadores es difícil que la Iglesia encuentre caminos para evangelizar el mundo de hoy.
  • «Llamad y se os abrirá». Si nadie llama al Espíritu, no se nos abrirán nuevas puertas. Defenderemos el presente con todas nuestras fuerzas. Tendremos miedo a los cambios pues si este presente se nos viene abajo, no hay nada más. Nos falta fe en el Espíritu creador que da nueva vida.
PARA LA VIDA

  Un hombre soñó que era llevado al cielo. Deambulaba por el cielo cuando se encontró con Jesucristo que le invitó a asomarse y contemplar lo que pasaba en la tierra. Vio una iglesia donde se celebraba la misa del domingo. El organista tocaba entusiasmado y sus dedos se movían con gran agilidad y las teclas subían y bajaban, pero no podía oír ningún sonido. 

   Veía el grupo de cantores, bocas abiertas, pronunciando todas las palabras, pero no podía oír ningún sonido. Veía al sacerdote y a los fieles que se levantaban y se sentaban y abrían sus bocas para recitar las oraciones, pero no podía oír ningún sonido. Asombrado, se dirigió a Jesús y le preguntó por qué no podía oír nada. Jesús le contestó: "Tienes que entender que si no oran y cantan con sus corazones aquí no podemos oírles".

   Orar es tener alguien a quien podemos dar las gracias, alguien con quien podemos hablar de todas nuestras cosas, sabiendo que no se cansará de nuestras explicaciones y de nuestras peticiones. Pero tenemos que terminar nuestra oración. ¿Qué habría pasado si Abraham hubiera terminado su oración, si hubiera llegado hasta el final de la lista? Probablemente no había en la ciudad ni un inocente y aquí tampoco, pero eso es lo de menos. Dios quiere que persistamos en la oración

16° Domingo del Tiempo Ordinario, 17 de Julio 2016, Ciclo C


San Lucas  10, 38 - 42

“  Jesús, El Señor, lo Único Necesario    


  1. La Acogida: la hospitalidad es, ha sido y será siempre  una expresión de la capacidad humana de apertura, para entrar en relación con el otro. Abrir las puertas al otro es más que poner en sus manos las llaves de un hotel, o de servirle una comida;  es sentarse a su lado y escuchar sus palabras, interesarse por su historia, su vida, su experiencia;  es conocer al que visita el hogar y abrirle las puertas del corazón, es brindarle amistad y acogida. No olvidemos que es más fácil abrir la puerta de la casa que abrir la del corazón. Y a veces, aunque hacemos obras buenas, mantenemos el corazón cerrado a muchos.
  2. La Escucha: colocados a la escucha de la Palabra de Dios, lejos de desentendernos de la realidad, descubrimos que “los gozos, las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo”. Esa disposición a la escucha es condición necesaria de una contemplación que ha de verificarse en la calidad de nuestro empeño por construir de relaciones fraternas basadas en la justicia y el amor.
  3. La Oración:  es el descanso del alma, es como el aire que respiramos. Sin oración no se puede vivir la vida cristiana con madurez y responsabilidad.Contemplación y acción, las dos caras de la misma moneda. Jesús oró y actuó.En el mundo corremos tan rápido. La enseñanza del Evangelio es quizás más urgente que nunca. Por eso hace falta: Volver a rezar TODOS LOS DIAS en familia, el Rosario, o sobre todo visitar al Santísimo. Los invito a la capilla del Santísimo. De martes a viernes, de 9 a.m. a 6:20 pm el Santísimo está expuesto para que lo adoremos.

REFLEXIÓN

   El Evangelio de hoy nos recuerda que todo es importante pero cuando estamos con Jesús, Él es el más importante y sólo una cosa es necesaria, escucharle y descansar en sus brazos.
   La distinción entre acción y contemplación, a propósito de Marta y María, no es una justa interpretación de este pasaje evangélico. Las dos hermanas solo tienen una preocupación común: recibir bien a su huésped y dividirse las obligaciones en función de tal servicio. Marta, mientras, se ocupa de la cocina, María, por su parte, se dedica a escuchar al Maestro. Deberes complementarios de una misma caridad y de una misma hospitalidad común. Pero Marta se impacienta, tal vez preparando un platillo complicado, mientras hay una sola cosa de la que se tiene verdaderamente necesidad. 
   Sobrecargada, pide ayuda a la hermana. En este momento la hospitalidad pierde su equilibrio y Jesús se lo recuerda mostrando cómo los cuidados materiales están perdiendo su dimensión. La espera del Reino se realiza, por lo tanto, en una subordinación de lo secundario a lo esencial, y lo esencial es siempre la escucha de la palabra (la oración, el factor decisivo). Una escucha no solo contemplativa, sino que compromete todo el comportamiento, exigiendo una conversión radical.
   No todos han recibido la vocación de María, la hermana de Marta, a ser contemplativos y llevar una vida de oración y entrega total al Señor. Todos podemos ser como Marta siempre dispuesta al servicio, y como María, puestos a los pies del Señor en constante diálogo con él. No olvidemos que, al final de nuestra vida seremos examinados en la caridad y el amor hacia todos. 

PARA LA VIDA 

   Érase una vez un leñador muy robusto que fue a pedir trabajo a un maderero y éste lo contrató. El sueldo y las condiciones del trabajo eran muy buenas. Así que nuestro leñador, agradecido, se propuso trabajar duro. El jefe le dio un hacha y le mostró la zona donde tenía que trabajar. El primer día el leñador cortó 18 árboles. “Le felicito”, le dijo el jefe. “Siga así”. Muy motivado por las palabras del feje, el leñador trabajó más duro al día siguiente, pero sólo pudo cortar 15 árboles. 
   El tercer día se esforzó aún más, pero sólo consiguió 10. Día tras día a pesar de su gran esfuerzo conseguía cortar menos árboles. “Debo estar perdiendo fuerza”, pensó el leñador. Fue al jefe y le pidió disculpas y le dijo que no entendía lo que le pasaba. “¿Cuándo fue la última vez que afiló el hacha?”, le preguntó el jefe. “¿Afilar? No tuve tiempo de afilar el hacha. He estado muy ocupado tratando de cortar árboles”.
    “El hombre de hoy necesita recuperar momentos de silencio que permitan que Dios pueda hacer oír su Voz y a la persona comprender y aceptar lo que Dios desee comunicarle” (JP II, 30-4-96). Me doy cuenta que en muchas ocasiones me afano, me preocupo por cosas vanas. Estas cosas vienen y van… y me doy cuenta qué poca atención te presto a Ti Señor.

15° Domingo del Tiempo Ordinario, 10 de Julio 2016, Ciclo C


San Lucas  10, 25 - 37

“  Jesús le dijo: -Anda, haz tú lo mismo    




  1. Prójimo: ser “prójimo” es ayudar al necesitado porque el prójimo es aquel que necesita de nuestro compromiso, de nuestra palabra, de nuestro consejo y de nuestra presencia. Lo contrario y lo más fácil, a veces, es dar un rodeo a las personas y a los acontecimientos, a los problemas y a las cruces que salen a nuestro encuentro: “ojos que no ven… corazón que no siente”. Es quien constantemente me pregunta, con aquellas interpelaciones de San Ignacio, “qué he hecho por Cristo, qué hago por Cristo y qué debo hacer por Cristo” .
  2. El Samaritano: era despreciable para los judíos. Pero para Jesús no hay razas, sino hombres: “un hombre”. El amor es compasivo y por eso al samaritano “le dio lástima” del necesitado. No es indiferente ante el caído. Cuando ves la miseria y no te conmueves, y sigues con tu vida, tus caprichos..., es porque no amas. No tiene fuerza el amor - donación en ti, sino el egoísmo: Generosidad a la medida de la necesidad. Misericordia a la medida de la miseria. Hoy tienes ante ti muchos hombres heridos y postrados en el polvo, agonizando lentamente: ¿los curarás tú? ¡Te necesitan!.
  3. La Caridad:  Es dejarse tocar por la vida de los demás, es practicar antes que nada la compasión, sobre todo hacia quienes más sufren. Es ser solidarios con cualquier persona que se encuentra en situación de crisis. Seguir el modelo de Jesús consiste en amar al prójimo antes que cualquier etiqueta impuesta a cualquier persona. La misericordia está en las entrañas de Dios, porque Dios es amor. Y Dios, que es misericordia, quiere que cada uno de los creyentes practique la misericordia. Nuestro interrogante hoy seria: ¿hacemos algo por nuestro prójimo o, tal vez, nos hemos cansado de ayudar al ver tantas llagas abiertas en medio de nuestro mundo?
    “Bienaventurados los misericordiosos…”
REFLEXIÓN 

   El Evangelio de Jesús no es el libro del saber, es el libro del amor y del bien para con todos. Jesús no dice que este samaritano sea un santo, no le llama tampoco héroe. Le llama con un nombre mejor: prójimo. Los héroes hacen cosas maravillosas y hay pocos. Los santos nos parecen lejanos y dedicados sólo a Dios y sus cosas y nadie les hace caso. Antes de ser santos o héroes, Dios quiere que seamos prójimos. "Vete y haz tú lo mismo". 
   Cuenten las veces que Jesús nos manda "hacer" y se convencerán de que el evangelio de Jesús no es el libro del saber sino del hacer el bien, ser prójimo, de todos y siempre. En aquel tiempo muchos se negaban a reconocer como prójimos a los que no pertenecían a su pueblo, a su religión y a su cultura. Otros, rechazaban a los vecinos que no cumplían la ley. El buen samaritano obedeció a su corazón. Simplemente hizo el bien al herido. 
   Nosotros también, a través de un gesto, una ayuda, una sonrisa, somos prójimo de alguien que sufre. Imitemos la compasión del samaritano, el amor de Jesús. El Señor nos pide en este domingo que redoblemos nuestros esfuerzos a la hora de estar cerca del que sufre. “Haz el bien sin mirar a quien” Que el Señor nos ayude a superar nuestras diferencias, al tiempo que pedimos por los enfermos, los que sufren o los que están solos. Acordémonos: SINO VIVO PARA SERVIR, NO SIRVO PARA VIVIR”. “HOY POR MI…MAÑANA POR TI”

PARA LA VIDA

   Una mujer salió de casa y vio a tres hombres con largas barbas blancas sentados a la puerta. No los reconoció. Ella les dijo: "Creo que no les conozco, pero deben tener hambre. Pueden entrar y comer algo". "¿Está el señor de la casa dentro?, preguntaron. "No", respondió la señora. "Está fuera". "Entonces no podemos entrar", contestaron. Al anochecer cuando llegó el marido, ella le contó lo que le había pasado. "Ve e invítalos". 
   La mujer salió y los invitó. Pero ellos le dijeron: "Nosotros no entramos en una casa los tres a la vez". "¿Por qué?" les preguntó curiosa. Uno de los tres le explicó: "Ese es Mister Riqueza y aquel es Mister Éxito y yo soy Mister Amor. Ahora entra en casa y dile a tu esposo quién de nosotros quiere que entre en su casa." "Qué interesante". Invitemos a Mr. Riqueza y que nos llene la casa con sus riquezas", dijo el marido. 
   Su mujer no estaba de acuerdo. "¿Por qué no invitamos a Mr. Éxito? Su nuera que estaba escuchando saltó diciendo: "¿No sería mucho mejor invitar a Mr. Amor y así nuestra casa se llenaría de amor"? Los tres se pusieron de acuerdo e invitaron a Mr. Amor.  
   Mr. Amor se levantó y se dirigió hacia la casa. Los otros dos también se levantaron y le siguieron. Sorprendida la señora preguntó a Mr. Riqueza y Éxito: "Sólo invité a Mr. Amor, ¿por qué quieren entrar también ustedes?" 
   Y los dos respondieron al unísono: "Si usted hubiera invitado a Mr. Riqueza o Mr. Éxito los otros dos se habrían quedado afuera, pero como invitó a Mr. Amor, adonde él va también vamos nosotros. Donde hay amor hay también riqueza y éxito.¿A quién de los tres invitaría usted?

14° Domingo del Tiempo Ordinario, 3 de Julio 2016, Ciclo C


San Lucas  10, 1 - 12 . 17 - 20

“  La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies    


  1. El Envío: para hacer el trabajo de Dios no necesitamos poder, ni millones ni doctorados, ni mucho equipaje… Para hacer el trabajo de Dios necesitamos el poder de Dios. Una profunda relación con el que nos envía es más importante que cualquier otra cosa. Los discípulos tienen que recordar que es Dios quien tiene que trabajar a través de nosotros. Nunca debemos caer en la tentación de creer que la misión y el éxito es nuestro. Todos somos pecadores, vasijas de barro. No obstante, el agua de la salvación que llevamos es obra de Dios, para calmar la sed del sediento.
  2. La Tarea: el anuncio del reino no admite dilaciones, estorbos ni entretenimientos, por eso deben ir ligeros, deben evitar quedar atrapados por las formalidades sociales. Las acciones de los discípulos se concretan en predicar, curar a los enfermos y rezar, ya que no todo depende de su esfuerzo (Dios es el dueño de la mies). El anuncio del reino no siempre hallará acogida, pero esto no debe provocar el silencio ni el desánimo. El enviado ya sabe que hallará oposición, como el mismo Jesús.
  3. El Gozo: estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo": Pero el gozo de los discípulos no sólo proviene de que han vencido al mal, sino porque Dios los ha inscrito en el libro de los salvados. No todo está en sus manos, es Dios quien tiene la última palabra de salvación.
  4. La Paz:  cuando hay justicia, hay paz. Si no hay justicia, no hay paz. Paz es el fruto del orden querido por Dios, pero que los hombres tienen que conquistar como un gran bien en medio de la sociedad. Y para nosotros, ésta revela la presencia de Dios en nosotros. La paz en la gracia de Dios, la paz del que sale del pecado y no siente las pasiones más que para dormirlas, la paz de las almas santas. Es la paz que Cristo decía: "Mi paz os dejo, mi paz os doy…”
REFLEXIÓN 

   El Evangelio encaja muy bien con las ideas que venimos exponiendo. Hay tres momentos en este texto de misión: primero, el envío; segundo, la tarea de los misioneros; tercero, el balance gozoso de la tarea. Esos tres momentos sintetizan la vida misma de la Iglesia, primero enviada por el Resucitado; luego peregrina en esta tierra; finalmente, moradora de los cielos, precisamente con el nuevo nombre de Jerusalén. Así resulta que la visión del profeta Isaías tiene su consumación en lo anunciado por el evangelio. 
   El lenguaje del envío es directo y realista hasta la crudeza: Jesús habla de una cosecha para recoger pero también de tierra plagada de lobos; menciona expresamente las privaciones y la prisa del camino, propias de quien se dedica a su tarea y renuncia a todo lo demás; además, no olvida mencionar el caso del rechazo expreso que habrán de encontrar los que vayan en su nombre. El contenido doctrinal de esta gran misión es notoriamente breve: "el Reino de Dios está cerca." Esto hay que decirlo a todos, a los que les interesa y lo reciben con gratitud, y a los que no les interesa y rechazan a los enviados. 
   Jesús no es un misionero aislado. No quiere realizar a solas su misión. Decide contar con la colaboración de sus discípulos para anunciar el Reino de Dios. El gesto es muy significativo. Jesús quiere difundir el amor de Dios ya con el mismo estilo de la comunión y la fraternidad. 
   Se puede subrayar las cualidades que se requieren del discípulo. Ligereza para anunciar la llegada del Reino de Dios. Pobreza para no confiar tan solo en sus instrumentos, sino sobre todo en el mismo mensaje que anuncia. Generosidad para llevar la palabra y los gestos de la paz a todas partes. Sencillez para aceptar la hospitalidad. Y libertad para dejar los lugares en los que no se acoja su palabra.

PARA LA VIDA

   Un acarreador de agua tenía dos grandes vasijas para llevar el agua a casa de su patrón. Una vasija era perfecta y llegaba a casa llena de agua. La otra tenía algunas grietas y llegaba medio vacía. Ésta avergonzada le dijo un día a su patrón: "Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo puedo entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir". 

   El acarreador le dijo a la vasija agrietada: "Cuando regresemos a casa, quiero que mires las bellas flores que crecen a lo largo del camino". Así lo hizo. Vio las flores pero aun así se sintió apenada. El aguador le dijo: "¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen de tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y sembré semillas de flores por donde tú ibas para que las regaras todos los días y así he podido recoger estas hermosas flores para la mesa de mi Maestro. Si no fueras exactamente cómo eres, con todos tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza.

13° Domingo del Tiempo Ordinario, 26 de Junio 2016, Ciclo C


San Lucas 9, 51 - 62

“  Te Seguiré Donde Vayas   

  1. El Llamado: la iniciativa de toda VOCACIÓN y DISCIPULADO parte siempre de Dios. Lo nuestro es una colaboración a esta gracia divina que esdada gratis.  Parte de la vida de la persona es el discernimiento de la llamada de Dios a la santidad, al servicio a los demás,  los distintos estados de la vida.  A veces la llamada aparece con claridad meridiana y no hay dudas en la misma.  A veces hay que discernir, interpretar los signos de la vida, de nuestra propia experiencia, y a través de la oración llegar a una decisión de respuesta.
  2. La Respuesta: la llamada de Dios a construir su Reino nos reta a una respuesta que intenta tener unas cualidades muy especiales. Puede ser en un ideal para todos: RADICAL, PRONTA, TOTAL, GENEROSA, INCONDICIONAL. Como en las respuestas de esos modelos de vocación y de misión que encontramos tantas veces en las Escrituras  Las imágenes del Evangelio hoy nos dejan entrever que aquellos espontáneos que pedían tiempo, o CONDICIONES, para seguir a Jesús no son aptos para seguirle.  Jesús, con palabras quizá cortantes y duras, lo deja bien claro.
  3. La Misión:  exige sacrificio, urgencia, entrega incondicional. Es tarea de AHORA, no de después.  A veces puede parecer que es una tarea imposible.  Pero, Jesús, en su invitación a la colaboración de construir este Reino, de justicia, de amor y de paz, en el mundo, lejos por la solidaridad y la oración, y a nuestro lado, con los detalles de cada día, no nos deja solos.  Él pone a nuestra disposición el auxilio y la fuerza de su Gracia.  Esta se nos da en amplia generosidad, hoy, aquí, al reunirnos como asamblea de Fe, y al compartir este Pan Eucarístico que nos fortalece para salir hacia el mundo, y hacer el anuncio, como Profetas, del mensaje del reino que Jesús nos trae del Padre.
REFLEXIÓN 

   Las tres conversaciones en el evangelio, tres supuestos viajeros y discípulos, implican también tres actitudes. Al primero Jesús le dice que el Mesías tiene que sufrir y ser crucificado. Éste probablemente esperaba un viaje cómodo, en primera clase. Para él el Mesías era triunfador y glorioso. No cabía en su cabeza un Mesías fracasado y derrotado. "Los pájaros tienen nidos"… En Israel todo el mundo se sentía en su casa menos Jesús que es el verdadero Israel. 
   Viajar con Jesús es unirse a la oposición. La segunda conversación: "Déjame ir a enterrar a mi padre". Enterrar a un padre significaba quedarse en casa hasta que los padres ancianos morían y eran enterrados respetuosamente. Podían pasar años y años. Seguir a Jesús es algo que pertenece al ahora, es una decisión para hoy. Jesús va camino de Jerusalén e irá contigo o sin ti. El tercer supuesto discípulo le pide a Jesús le permita ir a despedirse de los suyos. Oh ¡cómo me gustaría seguirte pero tendría que preguntar, pedir permiso…! Jesús le dice que no hay mayor autoridad que Él. Ser discípulo es un compromiso de toda la vida. ¿Cómo respondieron los tres candidatos? No nos interesa saberlo. 
   A fin de cuentas se trata de cada uno de nosotros, y ñas disculpas que colocamos para no seguir al Señor.
   Cuando el creyente se esfuerza por seguir a Jesús día a día, va experimentando de manera creciente que sin ese "seguir a Jesús", su vida sería menos vida, más inerte, más vacía y más sin sentido.
   Este seguimiento no consiste primariamente en apropiarnos de un conjunto de ideas nuevas, ni en pasar a pertenecer a un grupo de selectos, sino en hacer de Jesús el eje único de nuestro vivir diario y en ponernos decididamente al servicio de los que él llamaba al reino de Dios.

PARA LA VIDA

   Cuando se conquistó el Oeste, la gente viajaba en diligencia. Lo que, tal vez, no sabemos es que había tres clases de viajeros: viajeros de primera, de segunda y de tercera. Los viajeros de primera, pasara lo que pasara, permanecían sentados durante todo el viaje. Los viajeros de segunda, cuando surgía un problema, tenían que bajarse hasta que el problema se resolvía. No tenían que mancharse las manos, simplemente miraban. 
   Los viajeros de tercera tenían que salir de la diligencia, empujar, arreglar la rueda rota o solucionar cualquier otra avería. No sé qué clase de billete compró cuando decidió viajar en la diligencia de Jesús. Pero si sé que la mayoría de los católicos se comportan como viajeros de primera clase. 
   Lucas nos dice que Jesús "tomó la decisión de viajar a Jerusalén". Nosotros también decidimos viajar con Jesús, viaje de aprendizaje, de crecimiento y de servicio. Viaje que exige elecciones y compromisos.