San Lucas 11, 1 - 13
“ Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá "
La Oración debe ser para el cristiano como el aire que respiramos cada momento.De hecho, aunque sus tres invitaciones apuntan hacia la misma actitud básica de confianza en Dios, su lenguaje sugiere diversos matices.
- Pedir: es la actitud propia del pobre que necesita recibir de otro lo que no puede conseguir con su propio esfuerzo. En cualquier momento y desde cualquier lugar, de día y de noche, desde lo alto de una montaña, desde el banco de una iglesia o desde el lecho de un hospital se pueden elevar los ojos al cielo para invocarlo como Padre querido.
- Buscar: no es solo pedir. Es, además, moverse, dar pasos para alcanzar algo que se nos oculta porque está encubierto o escondido. Así ve Jesús a sus seguidores: como «buscadores del reino de Dios y su justicia». Es normal vivir hoy en una bataola de cosas que hacen incierto un futuro Lo extraño es que no nos implicamos para buscar juntos caminos nuevos para sembrar el Evangelio en la cultura moderna.
- Llamar: es gritar a alguien al que no sentimos cerca, pero creemos que nos puede escuchar y atender. Así gritaba Jesús al Padre en la soledad de la cruz. Es explicable que se oscurezca hoy la fe de no pocos cristianos que aprendieron a decirla, celebrarla y vivirla sin profundidad. Lo lamentable es que no nos esforcemos lo suficiente por aprender a seguir hoy a Jesús gritando a Dios desde las contradicciones, conflictos e interrogantes del mundo actual.
REFLEXIÓN
Cuando, en el Evangelio de hoy, uno de los discípulos, al observar su recogimiento, le ruega que les enseñe a hablar con Dios, Jesús responde: «Cuando oréis, decid: ‘Padre, santificado sea tu nombre…’» (Lc 11,2). La oración consiste en una conversación filial con ese Padre que nos ama con locura. El relato tiene cuatro momentos:
- Jesús orando.
- Los discípulos que desean aprender a orar.
- Jesús, en respuesta, les enseña el Padre Nuestro, y
- Les muestra las características de la oración, la perseverancia y la confianza, enfatizadas con ejemplos tomados de la vida cotidiana y familiar que hace más digerible la enseñanza.
" Y yo les digo: Pidan y se les dará, busquen y encontraran, llamen y se les abrirá "
En las primeras comunidades cristianas se recordaban unas palabras de Jesús dirigidas a sus seguidores en las que les indica en qué actitud han de vivir: «Os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide, recibe, quien busca, halla, y al que llama, se le abre».- «Pedid y se os dará». En la Iglesia se planifica, y se trabaja buscando eficacia y rendimiento. Pero, con frecuencia, sólo contamos con nuestro esfuerzo. No hay sitio para el Espíritu. Ni lo pedimos, y así, cómo vendrá
- «Buscad y hallaréis». Con frecuencia, no sabemos buscar más allá de nuestro pasado o de lo inmediato. Nos da miedo abrir nuevos caminos. No nos atrevemos a dar por terminado lo que ya no genera vida y ahogamos nuestra creatividad para iniciar algo realmente nuevo y bueno. Sin buscadores es difícil que la Iglesia encuentre caminos para evangelizar el mundo de hoy.
- «Llamad y se os abrirá». Si nadie llama al Espíritu, no se nos abrirán nuevas puertas. Defenderemos el presente con todas nuestras fuerzas. Tendremos miedo a los cambios pues si este presente se nos viene abajo, no hay nada más. Nos falta fe en el Espíritu creador que da nueva vida.
PARA LA VIDA
Un hombre soñó que era llevado al cielo. Deambulaba por el cielo cuando se encontró con Jesucristo que le invitó a asomarse y contemplar lo que pasaba en la tierra. Vio una iglesia donde se celebraba la misa del domingo. El organista tocaba entusiasmado y sus dedos se movían con gran agilidad y las teclas subían y bajaban, pero no podía oír ningún sonido.
Veía el grupo de cantores, bocas abiertas, pronunciando todas las palabras, pero no podía oír ningún sonido. Veía al sacerdote y a los fieles que se levantaban y se sentaban y abrían sus bocas para recitar las oraciones, pero no podía oír ningún sonido. Asombrado, se dirigió a Jesús y le preguntó por qué no podía oír nada. Jesús le contestó: "Tienes que entender que si no oran y cantan con sus corazones aquí no podemos oírles".
Orar es tener alguien a quien podemos dar las gracias, alguien con quien podemos hablar de todas nuestras cosas, sabiendo que no se cansará de nuestras explicaciones y de nuestras peticiones. Pero tenemos que terminar nuestra oración. ¿Qué habría pasado si Abraham hubiera terminado su oración, si hubiera llegado hasta el final de la lista? Probablemente no había en la ciudad ni un inocente y aquí tampoco, pero eso es lo de menos. Dios quiere que persistamos en la oración