6° Domingo de Pascua, 22 de Mayo 2022, Ciclo C

 San Juan 14,23-29

La Paz os Dejo, mi Paz os Doy

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.- Paz: «Os estoy dejando la paz; os estoy dando la paz». No sólo les desea la paz. Les regala su paz. Si viven guiados por el Espíritu, recordando y guardando sus palabras, conocerán la paz. No es una paz cualquiera. Es la paz del mismo Dios. Por eso les dice: «No os la doy yo como la da el mundo». La paz de Jesús no se logra con firmas, o con estrategias inspiradas en la mentira o en la injusticia, sino actuando con el Espíritu de la verdad. Esa es la paz que han de contagiar siempre que lleguen a un lugar. Lo primero que difundirán al anunciar el reino de Dios para abrir caminos a un mundo más sano y justo. Nunca han de perder esa paz. Jesús insiste: “Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde”

2.- Espíritu Santo: «El Espíritu Santo que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho». Esta es la promesa de Jesús. Del Espíritu no habría que hablar mucho. Es mejor desearlo, esperarlo en oración anhelante, invocarlo y dejamos penetrar, reanimar y conducir por Él. Ven Espíritu Santo. Sin Ti, nuestra lucha por la vida termina sembrando muerte, nuestros esfuerzos por encontrar felicidad acaban en egoísmo amargo e insatisfecho.

 3.- Tranquilidad: ven a alegrar nuestro mundo tan sombrío. Ayúdanos a imaginarlo mejor y más humano. Ábrenos a un futuro más fraterno, limpio y solidario. Entra hasta el fondo de nuestras almas. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro. Mira el poder del pecado cuando Tú no envías tu aliento. Ven Señor y dador de vida. Pon en los hombres gozo, fuerza y consuelo, en sus grandes y pequeñas decisiones, en sus miedos, luchas, esperanzas y temores. Ven Espíritu Santo y enséñanos a creer en Ti como ternura y cercanía personal de Dios, como fuerza y como gracia que puede conquistar nuestro interior y dar vida a nuestra vida.

 

REFLEXIÓN

   El Evangelio nos habla hoy de la Paz, como prolongación del precioso regalo del amor, que el domingo pasado nos lo dio como mandamiento nuevo. La paz de Dios no hay que confundirla con cualquier cosa. No es una ausencia de conflictos y tensiones. Tampoco una sensación de bienestar o una búsqueda de tranquilidad interior.

   Según el Evangelio de Juan, es el gran regalo de Jesús, la herencia que ha querido dejar para siempre en sus seguidores. Así dice Jesús: Os dejo la paz, os doy mi paz, sin duda, recordaban lo que Jesús había pedido a sus discípulos al enviarlos a construir el reino de Dios: En la casa en que entréis, decid primero: paz a esta casa. Para humanizar la vida, lo primero es sembrar paz, no violencia; promover respeto, diálogo y escucha mutua, no imposición, enfrentamiento y dogmatismo.

   ¿Por qué es tan difícil la paz? ¿Por qué volvemos una y otra vez al enfrentamiento y la agresión mutua? Hay una respuesta primera, tan elemental y sencilla, que nadie la toma en serio: sólo quienes poseen a Dios en sus corazones, conoce la paz y pueden ponerla al servicio de los demás y de la sociedad.

   Con un corazón lleno de resentimiento, intolerancia, solo se moviliza por impulsos odiosos e intereses egoístas, pero no es posible aportar verdadera paz a la convivencia. No se ayuda a acercar posturas y a crear un clima amistoso de entendimiento, mutua aceptación y diálogo.

   No es difícil señalar algunos rasgos de la persona que lleva en su interior la paz de Cristo. Busca siempre el bien de todos, no excluye a nadie, respeta las diferencias, no alimenta la agresión, fomenta lo que une, nunca lo que nos enfrenta.

   Se puede caminar con ojos suficientemente tranquilos para contemplar la vida con sus destellos de bondad y sus tragedias, y descubrir a Dios en el rostro cansado de la gente y el agobio y la insatisfacción de tantos.

   Jesús nos da su paz, ésa que el mundo no puede dar. Sólo necesitamos abrir los cerrojos de nuestros corazones.

PARA LA VIDA

   Había una vez un rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos artistas lo intentaron. El rey observó y admiró todas las pinturas, pero solamente hubo dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas. La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban.

   Sobre estas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos quienes miraron esta pintura pensaron que esta reflejaba la paz perfecta. La segunda pintura también tenía montañas. Pero estas eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no se revelaba para nada pacífico.

   Pero cuando el Rey observó cuidadosamente, vio tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en medio del rugir de la violenta caída de agua, estaba sentado plácidamente un pajarito en su nido...- ¿Paz perfecta...?- ¿Cuál crees que fue la pintura ganadora? El Rey escogió la segunda.- ¿Sabes por qué? Explicó el rey: 'Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de todas estas cosas permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón. Este es el verdadero significado de la paz'.

5° Domingo de Pascua, 15 de Mayo 2022, Ciclo C

 San Juan 13.31-33ª. 34-35

La Medida del Amor de Dios

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.- Regalo: Jesús les hace un regalo: «Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado». Si se quieren mutuamente con el amor con que Jesús los ha amado, no dejarán de sentirlo vivo en medio de ellos. El amor que han recibido de Jesús seguirá difundiéndose entre los suyos.

2.- Amigo: lo primero que los discípulos han experimentado es que Jesús los ha amado como a amigos: "No os llamo siervos... a vosotros os he llamado amigos". En la Iglesia nos hemos de querer sencillamente como hermanos. Y entre hermanos se cuida la igualdad, la cercanía y el apoyo mutuo. Nadie está por encima de nadie. Ningún amigo es señor de sus amigos. Jesús se está despidiendo de sus discípulos. Dentro de muy poco, ya no lo tendrán con ellos. ¿Quién llenará su vacío? Jesús les dice: Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado. Si saben amarse como Jesús los ha amado, no dejarán de sentirlo vivo en medio de ellos. El amor hace presente a Jesús.

 3.- Comunidad:  La comunidad de Jesús será la   comunidad amada. Pero ya desde ahora, estamos llamados a construir esa “tierra nueva”, a superar todas aquellas cosas que impiden al ser humano vivir en plena libertad, a superar un mundo de oscuridad que nos sumerge en la cultura de la muerte y de la infelicidad.  Estamos llamados a superar el egoísmo, la codicia, los rencores, la vanidad, los miedos, las inseguridades.  Estamos llamados a construir un mundo nuevo que no esté dominado por la injusticia, la dominación de unos sobre otros, la muerte, la violencia y tantas cosas negativas como tiene hoy nuestro mundo.

 

REFLEXIÓN

   El Evangelio nos habla hoy del Amor.  El amor es lo que identifica a los que sigamos a Jesús.  Para poder amar, como Jesús nos lo pide hoy, hay que cambiar muchas cosas en nuestra vida y a muchos no les gustan los cambios porque es más cómodo vivir de la manera a la que estamos acostumbrados. Igual que todo grupo humano necesita líderes, las comunidades cristianas también los necesitan.  Por ello, Pablo y Bernabé, animados con la oración y la fuerza del Espíritu Santo, nombraron obispos y presbíteros en las comunidades que se iban formando. 

   Pocas veces se ha hablado tanto de amor, como en nuestros días, pero también jamás se ha maltratado tanto su contenido más hondo, divino y humano, como en nuestros días. Hay revistas de amor, canciones de amor, películas de amor, citas de amor, cartas de amor, Pero, ¿qué es el amor? ¿Cómo se vive y se alimenta el amor?

El amor sólo será amor, en la medida en que deje resplandecer en sus manifestaciones el amor de quien lo grabó en su cruz y en nuestros corazones: Jesús, que por amor vino a redimirnos. 

   Hay tantas cosas a las que llamamos “amor” y en realidad son formas de desintegrar el verdadero amor. Para otros, amor es someter a otros a sus intereses egoístas. Otros creen vivir el amor cuando sólo buscan en realidad un refugio y un remedio para la soledad que, de otro modo, les resultaría insoportable. se habla mucho del amor, pero en la realidad se confunde amor con placer o interés propio. Que ese sea nuestra identidad, nuestra marca, nuestra señal como cristianos: hablar menos del amor, y amar más, amarnos más.  No es sólo un amor humano, sino un amor que deriva del amor divino. Es decir, que Dios no es un ser aislado que nos manda amar, sino que es el mismo Amor del que podemos participar y del que debemos dar testimonio con nuestra propia vida. Nuestra vida debe pasar por esta prueba: la del AMOR. Sin el testimonio del amor no podemos hablar de Dios y nadie nos creerá.

PARA LA VIDA 

   Tuve padres muy estrictos, desde la más tierna infancia y especialmente en mi adolescencia, se encargaron de alejar cualquier posible chico, joven y hombre que pudiera enamorarme. Ya saben, no todos los padres son perfectos y desequilibrarse y ser controladores es muy sencillo. Lo cierto es que pude tener un par de novios a escondidas, pero todos huían al descubrir las dificultades que entrañaba el estar conmigo. 

   Con el tiempo dejé de creer en el amor. ¿No se supone que por amor lo sacrificas todo? No fue sino hasta la universidad que pude respirar aires de libertad. Pero el daño estaba hecho. Los chicos me revoloteaban, me divertí con un algunos durante las fiestas de la facultad e incluso salí un tiempo con un compañero de mi trabajo de medio tiempo, pero en el fondo sabía que no estaban dispuestos a sacrificarlo todo por amor. Hasta que un día lo conocí.

   Era un joven tímido que visitaba el café donde yo trabajaba como barista. Siempre pedía un café  y al recibirlo, se escurría hasta el fondo del lugar, donde una mesa solitaria y pequeña lo esperaba. Por alguna razón, nadie quería sentarse ahí, ni siquiera las parejas. Con el paso del tiempo empezamos a intercambiar más de diez palabras. 

   Me intrigaba este chico tan misterioso y retraído, podía decir que incluso me atraía, así que colé mi número en la factura de su café y esperé su llamada. Un mes después, me llamó. Me confesó que le había tomado tanto tiempo porque pensaba que era inalcanzable, que había algo en mis ojos, una barrera que nadie podría derribar, pero se había atrevido y quería una cita conmigo para conocerme mejor. Ahora vamos camino al altar. El amor es el sentimiento más hermoso derribando cualquier miedo.

4° Domingo de Pascua, 8 de Mayo 2022, Ciclo C

 San Juan 10, 27 -30

“Jesús Buen Pastor”

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.- Escuchar: «Mis ovejas escuchan mi voz... y me siguen». Después de veinte siglos, los cristianos necesitamos recordar de nuevo que lo esencial para ser la Iglesia de Jesús es escuchar su voz y seguir sus pasos. Lo primero es despertar la capacidad de escuchar a Jesús. Desarrollar mucho más en nuestras comunidades esa sensibilidad, que está viva en muchos cristianos sencillos que saben captar la Palabra que viene de Jesús en toda su frescura y sintonizarse con la Buena Noticia de Dios.

2.- Amor: Jesús es el buen pastor que ama a su rebaño, él vino al mundo para demostrar su amor, muriendo en la cruz dando la vida por sus ovejas.  Preguntémonos: ¿Nos sentimos parte de su rebaño?  Él nos dice que sus ovejas escuchan su voz y lo conocen, sencillamente si escuchas su voz, pones en práctica lo que has escuchado, y lo sigues eres parte de su rebaño.  Hay dos características importantes para escuchar la voz de Jesús y seguirlo: La docilidad y la obediencia.

 3.- Esperanza: cada día, tenemos la experiencia de la alegría y de la esperanza, pero también del dolor, de la incomprensión, del miedo, del sufrimiento, de la desesperación.  Caemos en el pesimismo que nos ata y nos limita, nos esclaviza y nos impide saborear el don de la vida. Por ello, esta lectura nos dice que hay esperanza y que no estamos condenados al fracaso, sino destinados a formar parte de esa nueva humanidad; estamos destinados a esa vida nueva y plena; a la libertad auténtica, a la felicidad total. Lo que necesitamos para formar parte de esa nueva humanidad es acoger la salvación que Dios nos ofrece; acoger el mensaje de Jesús y seguirlo por el camino del amor, de la entrega, para que obtengamos la felicidad plena. 

REFLEXIÓN

El Evangelio presenta a Cristo como el Buen Pastor, cuya misión es llevar a la vida plena a las ovejas de su rebaño; las ovejas, a su vez, son invitadas a escuchar al Pastor, a acoger su propuesta y seguirle. Así encontrarán la vida en plenitud. Hoy se nos propone descubrir la figura bíblica del Pastor: una figura que evoca donación, sencillez, servicio, dedicación total, amor gratuito. Es alguien que es capaz de dar la propia vida para defender de las garras de las fieras a las ovejas que le fueron confiadas. Como somos sus ovejas, nuestra tarea será reproducir en nuestra vida los rasgos misericordiosos del Buen Pastor.

El Buen Pastor, el único que nos da la vida eterna. En nuestro mundo hay mucha gente que “viven sin vivir”, llenos de sufrimientos, sin norte en la vida, en definitiva, como ovejas sin pastor.  El creyente, a pesar de los problemas de la vida, se sabe salvado, porque tenemos la seguridad de que nada, ni nadie, puede acabar con nosotros. Tenemos la seguridad de la victoria final.  Claro, que vamos a tener dificultades en el camino de la vida, pero, como cristianos, sabemos que no podemos hacer como muchos hacen: “viviendo sin ilusiones ni esperanzas”, porque tenemos un camino que recorrer con Cristo.

Como “ovejas” del rebaño de Jesús tendremos que “escuchar la voz” del Pastor y seguirle. Eso significa, concretamente, recorrer el mismo camino que Jesús, en una entrega total a los proyectos de Dios y en una donación total, de amor y de servicio a los hermanos. ¿Cómo distinguiremos la voz de Jesús, nuestro Pastor, de tantas llamadas, propuestas engañosas, ¿de “cantos de sirena” que no nos conducen a la vida plena? A través de un encuentro permanente con su Palabra, a través de la participación en los sacramentos donde se nos comunica la vida que el Pastor nos ofrece y en un permanente diálogo íntimo con él. 

PARA LA VIDA

   Al final de una cena en un castillo inglés, un famoso actor de teatro entretenía a los huéspedes declamando textos de Shakespeare. Luego se ofreció a que le pidieran algún “bis”. Un sacerdote muy tímido preguntó al actor si conocía el salmo 22. El actor respondió: si, lo conozco y estoy dispuesto a recitarlo solo con una condición: que después también lo recite usted. El sacerdote se sintió un poco incómodo, pero accedió a la propuesta. 

   El actor hizo una bellísima interpretación, con una declamación perfecta, de “El Señor es mi pastor, nada me falta. Los huéspedes aplaudieron vivamente. Llegó el turno del sacerdote, que se levantó y recitó las mismas palabras del salmo 22. Esta vez, cuando terminó, no hubo aplausos, sólo un profundo silencio y lágrimas en algún rostro. El actor se mantuvo en silencio unos instantes, luego se levantó y dijo: Señoras y Señores, espero que se hayan dado cuenta de lo que ha ocurrido aquí esta noche. Yo conozco el salmo, pero este sacerdote conoce a su Pastor.

3° Domingo de Pascua, 1 de Mayo 2022, Ciclo C

 San Juan 21, 1 -19

“Comunidad en Misión”

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.-Misión: esta comunidad es presentada pescando: bajo la imagen de la pesca, los evangelios representan la misión que Jesús confía a los discípulos liberar a todos los hombres que viven sumergidos en el mar del sufrimiento y de la esclavitud. Jesús les da indicaciones y las redes se llenan de peces: el fruto se debe a la docilidad con la que los discípulos siguen las indicaciones de Jesús. Se subraya que el éxito de la misión no se debe al esfuerzo humano, sino a la presencia viva y a la Palabra del Señor resucitado.

2.-Tiempo:  la pesca se realiza durante la noche. La noche es el tiempo de las tinieblas, de la oscuridad: significa la ausencia de Jesús “Tenemos que trabajar en las obras del que me ha enviado mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo”. El resultado de la acción de los discípulos (de noche, sin Jesús) es un fracaso rotundo (“sin mí, nada podéis hacer”. La llegada de la mañana (de la luz) coincide con la presencia de Jesús (él es la luz del mundo)

 3.- Amor: la figura del “discípulo amado”, que reconoce al Señor en los signos de vida que brotan de la misión comunitaria, nos invita a ser sensibles a los signos de esperanza y de vida nueva que acontecen a nuestro alrededor y a ver en ellos la presencia salvadora y vivificadora del resucitado. Él está presente, vivo y resucitado en cualquier lugar en donde haya amor, solidaridad, donación que generan vida nueva. El diálogo final de Jesús con Pedro llama nuestra atención hacia una dimensión esencial del discipulado: “seguir” al “maestro” es amar mucho y, por tanto, ser capaz de, como él, andar el camino del amor total hasta la entrega de la vida.

REFLEXIÓN 

   El mensaje fundamental que brota de este texto nos invita a constatar la centralidad de Cristo, vivo y resucitado, en la misión que nos fue confiada. Podemos esforzarnos mucho y dedicar todas las horas del día al esfuerzo de cambiar el mundo; pero, si Cristo no estuviera presente, si no escucháramos su voz, si no oyéramos sus propuestas, si no estuviésemos atentos a la Palabra que él continuamente nos dirige, nuestros esfuerzos no tendrían ningún sentido y no tendrían ningún éxito duradero. Es necesario tener la conciencia nítida de que el éxito de la misión cristiana no depende del esfuerzo humano, sino de la presencia viva del Señor Jesús. 

   Es preciso tener, también, la conciencia de solicitud y de amor del Señor que, continuamente, acompaña nuestros esfuerzos, los anima, los orienta y que reparte con nosotros el pan de vida. Cuando el cansancio, el sufrimiento, el desánimo tomen posesión de nosotros, él estará allí, dándonos el aliento que nos fortalece. Es necesario tener conciencia de su constante presencia, amorosa y vivificadora a nuestro lado y celebrarla en la eucaristía. 

   Seguir a Cristo es tratar de conocer y vivir los valores que Cristo vivió. Se trata de creer lo que Él creyó, amar lo que Él amó y esto significa, dar importancia a lo que Él dio, interesarse por lo que Él se interesó, defender la causa que Él defendió, mirar a las personas como Él las miró, acercarse a los necesitados como Él lo hizo, confiar en el Padre como Él confió, enfrentarse a la vida con la esperanza con que Él se enfrentó. Buscar a Dios que está presente en la vida, como Él lo buscó. Hay que aprender a confiar en Dios, no en nuestras fuerzas.  El Señor está ahí, en la orilla, sigue estando aquí también, con nosotros. Y una vez más el Señor nos dice “¡ánimo, volved a echar las redes!”  

   Los discípulos lograron aquél día una gran pesca porque se fiaron del Señor. Nosotros estamos llamados también a fiarnos de Él, a seguir echando las redes. Que esta eucaristía nos ayude a tomarnos en serio nuestra vida cristiana, y que el Señor se manifieste en nuestro corazón para darnos ánimo y alegría.

PARA LA VIDA

 

   En una vasta sabana africana, un león vagaba perdido. Tenía más de veinte días deambulando alejado de su manada, por lo que el hambre y la sed estaban acabando con su vida. Por suerte, encontró un lago de agua fresca y cristalina. Emocionado, el león corrió hacia él para beber y calmar su sed, y con esto poder continuar buscando a su familia. Pero al acercarse, vio el rostro de un león en las aguas y pensó: -¡Qué lástima! Este lago le pertenece a otro león.

   Aterrorizado, huyó del lugar sin beber una gota de agua. Pero la sed cada vez era mayor y el león sabía que si no bebía agua moriría. Al día siguiente, se armó de valor y volvió al lago. Igual que el día anterior, volvió a ver el rostro en el agua y, víctima de su pánico, se fue corriendo sin beber. Y así pasaron los días. El león volvía al lago y huía cuando veía al otro león. Pero un día, cansado de escapar, se armó de valor y finalmente comprendió que moriría pronto si no se enfrentaba a su rival.

    Tomó la decisión de beber agua sin importar lo que pasara. Se acercó al lago con determinación, pero cuando metió su cabeza para beber, su rival desapareció. ¡Era su reflejo en el agua lo que había estado observando todo este tiempo!