5° Domingo de Pascua, 24 de Abril 2016, Ciclo C

San Juan 13, 31 - 33a.34-35

 El Mandamiento Nuevo del Amor 


  1. Un Mandamiento Nuevo:  «Nuestro Señor Jesucristo declara que da a sus discípulos un mandato nuevo de amarse unos a otros (Jn 13,34). Este amor renovó ya entonces a los justos de la antigüedad, a los patriarcas y profetas, como renovó después a los Apóstoles y es el que también ahora renueva la mente y el corazón de todas las gentes...»
  2. El Amor Fraterno: Jesús es la fuente del amor de la cual deben vivir los discípulos. Y la presencia de este amor de los cristianos en medio del mundo es la misma presencia de Jesús. Una presencia ante la cual el mundo debe abrir los ojos a la luz, tal como lo ha tenido que hacer ante el mismo Jesús.
  3. El Servicio: la primera comunidad aparecía corresponsable, unida, informada: «reunieron a la comunidad y les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos»; comparten, se animan los unos a los otros; así se puede realizar lo que individualmente es imposible. En medio de un mundo egoísta y de una sociedad fragmentada, unos cristianos que se amen, dan vigencia al amor de Cristo.
  4. La Eucaristía: es el banquete de los que creen en Jesús, escuchan su Palabra, oran y cantan, dan gracias y participan en la mesa eucarística, que se sienten unidas y a la vez enviadas en misión a mejorar este mundo. Y todo ello, animadas visiblemente por los ministros ordenados que representan al Señor.
REFLEXIÓN 
   Los textos bíblicos de este quinto domingo de Pascua hablan de "novedad". "Vi un cielo nuevo y una tierra nueva" dice el Apocalipsis. "Os doy un mandamiento nuevo," afirma Jesús. Evidentemente que el amor no es algo nuevo. El afecto, el gozo, el cariño, la pasión, el consentimiento son la expresión constante del amor humano. 
  El amor es sentimiento imperecedero del hombre en la tierra. La novedad cristiana del amor está en la referencia "como yo os he amado", que manifiesta su perfección y su meta. El amor no es una fría ley, no se puede reducir a un organigrama caritativo y a una institución social. No debe someterse a un calendario con días fijos para amar, ni admite límites cortados por un reglamento, una campana o un reloj. 
   El amor auténtico germina y vive siempre en la libertad de poderse expresar siempre. Cristo nos amó hasta dar su vida. Por eso tiene sentido que el cristiano se consagre al servicio exclusivo de sus hermanos hasta la muerte, como lo haría una madre por su hijo.

PARA LA VIDA 


   Hay en Tierra Santa dos lagos alimentados por el mismo río: el río Jordán. Están situados a unos kilómetros de distancia el uno del otro. Pero, ambos poseen características asombrosamente distintas. 
   Uno es el Lago de Genesaret, conocido también como Mar de Galilea o Lago de Tiberíades. 
   El otro es el Mar Muerto llamado también lago Asfaltites, por los depósitos de asfalto que se encuentran en sus orillas, conocidos y explotados desde la Edad Antigua. 
   El primero es azul, lleno de vida y de contrastes, de calma y de borrasca. En sus orillas se reflejan delicadamente las flores amarillas de sus bellísimas praderas. 
   El Mar Muerto es una laguna salitrosa y densa, donde no hay vida y queda estancada el agua que viene del río. ¿Qué es lo que hace tan diferentes a los dos lagos alimentados por el mismo río? 
Es sencillamente esto: 
  • El Lago de Genesaret trasmite generosamente lo que recibe. Su agua una vez llegada allí, se desagua del lago por su lado sur y parte inmediatamente para remediar la sequía de los campos. Saciar la sed de los hombres y de los animales; es un agua altruista. Provee cerca de un 30% del agua potable para riego y consumo de Israel.
  • El agua del Mar Muerto se estanca, se adormece, es salitrosa, mata. Es agua egoísta, estancada, inútil. 
   Amar es gozar de la alegría de la Pascua, dejarse tocar por el Señor e inspirarse en Él para servir y darse a los demás; sobre todo al pobre, al enfermo, al débil.

4° Domingo de Pascua, 17 de Abril 2016, Ciclo C

San Juan 10, 27 - 30

 Mis ovejas escuchan mi voz, las conozco y ellas me siguen


  1. El Pastor:  a veces aparece Cristo como Maestro y Guía, como Salvador y Señor. Hoy le miramos como a nuestro Pastor, que nos acompaña en nuestro camino y se nos da él mismo como alimento y bebida, sobre todo en la Eucaristía. Él es nuestro verdadero alimento, nuestro Guía. No faltan los buenos pastores, pero se hallan en uno solo. Los que están divididos son muchos. Aquí se anuncia uno solo porque se recomienda la unidad. En efecto, si hay ovejas buenas, hay también pastores buenos, pues de las buenas ovejas salen buenos pastores.
  2. Las Ovejas: "Ellas escuchan su voz, él va llamando por el nombre a sus ovejas". Las ovejas hacen uso de la puerta, es decir, los que aceptan a Jesús, están a salvo, gozan de plena libertad y tienen abundancia de Vida eterna. Aquel que se cierra a la llamada de Dios conscientemente, reiteradamente, pierde la sintonía con Jesús y perderá la alegría de ser cristiano para ir a pastar a otras pasturas que no sacian ni dan la vida eterna. Sin embargo, Él es el único que ha podido decir: «Yo les doy la vida eterna» (Jn 10,28).
  3. La Puerta: Cristo es el Mediador único por el que pueden salvarse los hombres, en virtud de su muerte y resurrección: "Tenemos entrada libre al santuario, en virtud de la sangre de Jesús; contamos con el camino nuevo y vivo que él ha inaugurado para nosotros a través de su carne". Es, pues, la misma humanidad pascual de Cristo la que se ha convertido en puerta de acceso al cielo, a los bienes de la salvación, a "los pastos", a "la vida abundante"

REFLEXIÓN
   Hoy, la mirada de Jesús sobre los hombres es la mirada del Buen Pastor, que toma bajo su responsabilidad a las ovejas que le son confiadas y se ocupa de cada una de ellas. Entre Él y ellas crea un vínculo, un instinto de conocimiento y de fidelidad: «Escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen» (Jn 10,27). La voz del Buen Pastor es siempre una llamada a seguirlo, a entrar en su círculo magnético de influencia. 
   Cristo nos ha ganado no solamente con su ejemplo y con su doctrina, sino con el precio de su Sangre. Le hemos costado mucho, y por eso no quiere que nadie de los suyos se pierda. Y, con todo, la evidencia se impone: unos siguen la llamada del Buen Pastor y otros no. El anuncio del Evangelio a unos les produce rabia y a otros alegría. 
   ¿Qué tienen unos que no tengan los otros? San Agustín, ante el misterio abismal de la elección divina, respondía: «Dios no te deja, si tú no le dejas»; no te abandonará, si tú no le abandonas. No des, por tanto, la culpa a Dios, ni a la Iglesia, ni a los otros, porque el problema de tu fidelidad es tuyo. Dios no niega a nadie su gracia, y ésta es nuestra fuerza: agarrarnos fuerte a la gracia de Dios. No es ningún mérito nuestro; simplemente, hemos sido “agraciados”.

PARA LA VIDA

   Después de una copiosa cena en una de esas grandiosas mansiones de Hollywood, un famoso actor entretenía a los convidados recitando pasajes famosos de las obras de Shakespeare. Al final aceptó una última petición. Un tímido y anciano sacerdote le preguntó si conocía el salmo 23. Sí, lo conozco y lo recitaré con una condición, que cuando yo termine de recitarlo, recite usted el mismo salmo. 
   El sacerdote un tanto confundido aceptó el reto. El actor lo dijo maravillosamente y le aplaudieron entusiasmados. El sacerdote se levantó y dijo las mismas palabras pero esta vez no hubo aplausos, sólo un silencio contenido y alguna lágrima. El actor saboreó el silencio durante unos momentos y se levantó. Señoras y señores espero hayan comprendido lo que acaba de suceder aquí. Yo conozco las palabras del salmo pero este sacerdote conoce al Pastor.

https://sites.google.com/a/santaanacentrochia.org/www/reflexiones-dominicales/PapaBuenPastor.png?attredirects=0

3° Domingo de Pascua, 10 de Abril 2016, Ciclo C

San Juan 21, 1 - 19

  Echad las Redes a la Derecha y Encontraréis 


  1. Presenciaestá en la playa, sin que las acometidas del mar le puedan afectar; y pese a todo dirige la "pesca". No es suficiente, para una buena pesca, la decisión de Pedro y las ganas de los demás discípulos; es el Señor que ordena -que da misión- cómo debe pescarse. El esfuerzo será de los discípulos. Pero es también una complementariedad en relación con la acción de pescar: el Señor que envía a pescar es el mismo que reúne a los discípulos en su mesa. Está, aún, el proceso de la fe. Una cosa es la fe proclamada y otra la fe hecha experiencia de comunión. En ambos casos, sin embargo, es la fe propia del discípulo; también el Señor en el que se cree es el mismo.
  2. La Alegría: la alabanza que tratamos de contagiar a los fieles tiene que ser también invitación a contemplar, por la fe, la gloria del Resucitado. Hoy, el Apocalipsis nos invita a compartir la visión del trono de Dios, rodeado de los ángeles y de los ancianos que aclaman el Cordero que ha sido degollado.
  3. El Panla comida no es fruto del trabajo de los discípulos pescadores: es don del Resucitado. Ya lo había advertido Jesús: "Es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo"Hay una admirable correspondencia entre el fragmento de hoy, del capítulo 21 de Juan, y el capítulo 6 del mismo evangelio. Lo que Jesús había anunciado multiplicando los panes y los peces cerca del lago de Tiberíades, una vez resucitado, lo cumple cerca del lago. Los discípulos reconocen ahora a Jesús con una expresión de fe pascual: "Es el Señor". "Jesús se acerca, toma el pan y se lo da; y lo mismo el pescado". Igual como en el capítulo 6,11. "Era la tercera vez que Jesús se aparecía a los discípulos".
REFLEXIÓN 
   El ímpetu del Resucitado en primer lugar nos describe una noche de trabajo sin resultado alguno. Estaban los apóstoles, tenían los arreos propios de la pesca, pero faltaba Jesús. Con la luz del amanecer se les aparece Jesús resucitado y toma la iniciativa de la operación. Los resultados de la pesca milagrosa será una lección permanente para toda comunidad cristiana que quiera realizar la misión que ha recibido. 
   Jesús es el Señor de la misión y es su ímpetu -la acción del Espíritu Santo- lo que hará fructuosa la actividad de los pastores y de los agentes de pastoral. Quizá en más de una ocasión no contamos con esta novedad de la Pascua en nuestra programación pastoral. Pedro con tantos esfuerzos para sacar la red, no se había dado cuenta de quien le hablaba. 
   Es necesario que su amigo Juan le indique: "es el Señor" y entonces va el primero a su encuentro, ya que no ha sido el primero en identificarle. A nosotros nos puede pasar lo mismo ante los afanes de este mundo y los esfuerzos por lo inmediato. No descubrimos al Señor presente, a Cristo resucitado, al Hijo de Dios que está a nuestro lado. 
PARA LA VIDA 
   Dos amigos, mientras estaban sentados en la entrada de casa, oyeron que en un lago cercano había muchos peces gordos. Uno de los dos entró en trepidación: busco información más segura sobre la noticia, después habló con varios pescadores sobre la veracidad de los rumores, procuró sacarles pistas sobre los lugares para pescar mejor, y también procuró conocer los distintos tipos de cebo que irían mejor. 

   El segundo tomó enseguida una caña, iba pillando algunos insectos por el camino para usarlos como cebo, y al llegar al lago corriendo echó los anzuelos. Cuando el primero llegó al lago, el segundo tenía ya las cestas llenas de peces gordos. A él no le quedaban más que unos cuantos pececitos. 

   Moraleja: prontitud en las decisiones.

2° Domingo de Pascua, 3 de Abril 2016, Ciclo C


San Juan 20, 19 - 31


  Señor mío y Dios mío, ten Misericordia de mí 


  1. La Paznace de la alegría después de la tristeza. Es cuando vemos enterrar a la semilla que muere y luego brota la planta, crece y da frutos. La paz es un don de Dios que se conquista con las armas del Espíritu. No es la paz de los cementerios donde no hay vida. La paz del resucitado es una paz activa, una paz que lleva a una acción inmediata, primero por la alegría y luego por la necesidad de comunicar la alegría recibida.
  2. La Misión: así como el Padre me envió, yo los envío a ustedes. Jesús ya resucitado, - como en la primera página de la Biblia Dios sopla sobre el barro y surge la vida,- Él sopla sobre los Discípulos entregándoles el Espíritu Santo. Es la nueva vida en Cristo. Los discípulos reciben el don del Espíritu Santo y ahora tienen el poder de Dios, de perdonar los pecados. ¡Gran responsabilidad! aquella que Jesús confía a su Iglesia: a través de los Apóstoles y nosotros, Jesús continúa su historia salvífica.
  3. La Fees verdad que la fe de Tomás es auténtica y sincera, pero ella tuvo necesidad de la prueba concreta: ver con los propios ojos y tocar con las propias manos al Resucitado. Cuando llega a este punto, el evangelista plantea el problema de cómo llegarán a la fe los que no han podido ver al Señor Jesús: ¿éstos podrán creer? La respuesta es: SI. No sólo será posible su fe, sino que ésta será superior y más meritoria que la de los primeros discípulos. SEÑOR AUMÉNTANOS LA FE!

 
REFLEXIÓN
   San Juan nos hace compartir la emoción que experimentaron los Apóstoles durante el encuentro con Cristo, después de su resurrección. Nuestra atención se centra en el gesto del Maestro, que transmite a los discípulos temerosos y atónitos la misión de ser ministros de la misericordia divina. Les muestra sus manos, sus pies y su costado con los signos de su pasión, y les comunica: “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. 
   E inmediatamente después “exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos”" (Jn20, 22-23). Jesús les confía el don de “perdonar los pecados”, un don que brota de las heridas de sus manos. De sus pies y sobre todo de su costado traspasado emana su infinita misericordia.
   Quien cree realmente en el Señor resucitado, no puede vivir dominado por un estado de tristeza permanente, de miedo y de angustia, porque el sol fulgurante de la pascua aclara todo su cielo y le da confianza, paz y gozo. ¿Ha crecido en esta pascua mi fe, mi paz, mi alegría? ¿He tomado en serio la pascua, como el paso del Señor en mí? 
PARA LA VIDA
    Cuentan que un hombre subió a un avión para viajar a Nueva York. Padecía de ansiedad y le daba mucho miedo volar. Tomó varias pastillas relajantes y procuró descansar un poco. En esto un niño de unos 10 años entró buscando su asiento y se sentó justo a su lado. El niño era muy educado, lo saludó y se puso a colorear en su libro de pintar. El niño no presentó rasgos de ansiedad ni nerviosismo al despegar el avión. 
   El vuelo no fue nada tranquilo, hubo varias tormentas y mucha turbulencia. En un momento dado hubo una sacudida muy fuerte en el avión, y aunque todos los pasajeros estaban muy nerviosos, el niño mantuvo su calma y serenidad en todo momento. ¿Cómo lo hacía?, ¿Por qué su calma? Se preguntaba aquel hombre. Ya al final del vuelo, intrigado, le preguntó: "Niño: ¿no has tenido miedo?". "No señor" - contestó el niño - y mirando su libro de pintar le dijo: "Mi padre es el piloto".

Domingo de Resurrección, 27 de Marzo 2016, Ciclo C


San Juan 20, 1 - 9

  Felices Pascuas de Resurrección


  1. La Resurrección:  Cristo ha resucitado. Cristo vive. Aleluya. Esta es la gran noticia. ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado. Dios ha resucitado a Jesús. El rechazado por todos ha sido acogido por Dios. El despreciado ha sido glorificado. El muerto está más vivo que nunca. Ahora sabemos cómo es Dios. Un día él «enjugará todas nuestras lágrimas, y no habrá ya muerte, no habrá gritos ni fatigas. Todo eso habrá pasado». 
  2. La Pascua: estamos alegres, no porque han desaparecido el hambre y las guerras, ni porque han cesado las lágrimas, sino porque sabemos que Dios quiere la vida, la justicia y la felicidad de los desdichados. Y lo va a lograr. Un día, «enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte, ni habrá más llanto, ni gritos, ni dolor» Un día, todo eso habrá pasado. Esta alegría pascual impulsa al creyente a perdonar y acoger a todos los hombres, incluso a los más enemigos, porque nosotros mismos hemos sido acogidos y perdonados por Dios.
  3. La Vida«Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos». Los hombres podrán destruir la vida de mil maneras, pero si Dios ha resucitado a Jesús, esto significa que sólo quiere la vida para sus hijos.
REFLEXIÓN
   Cristo obedeció a su Padre hasta el último momento. La Resurrección de Cristo es un signo de esperanza para nosotros los hombres ya que sabemos que Cristo nos liberó del pecado y que nos está esperando en el Cielo. 
   Tenemos que estar en una actitud de agradecimiento a Cristo por su sufrimiento y debemos seguir lo que El nos ha enseñado. Ahora El nos invita a negarnos a nosotros mismos y a seguirlo, a seguir con sus mandamientos, a imitar sus virtudes y a predicar su evangelio no con nuestra boca sino con acciones. 
   Debemos de vivir en torno a la vida eterna ya que lo que al final de la vida contará será lo que hayamos hecho por Dios y por los demás. Aprendamos a vivir realmente como buenos católicos siendo siempre ejemplo en el lugar que nos encontremos.


PARA LA VIDA

   Un sabio teólogo había ido, cuando él estaba todavía de novicio, a celebrar la Pascua en el convento. El Sábado Santo por la mañana había subido al púlpito con varios libros. 
   Durante dos largas horas, había predicado a los ingenuos monjes, empleando palabras sabias, para explicarles el misterio de la Resurrección. Hasta entonces los monjes consideraban la resurrección de Cristo como cosa simplísima, naturalísima; jamás se habían preguntado acerca del cómo ni del por qué… 
  La Resurrección de Cristo les parecía tan simple como la salida diaria del sol y ahora este teólogo erudito con todos sus libros y toda su ciencia embrollaba todas las cosas… Cuando se hubieron recogido en las celdas, el viejo Manasés dijo a Manuel: Que Dios me perdone, hijo, pero este año es la primera vez que no he sentido a Cristo resucitar". (Nikos Kazantzakis).
“FELICES PASCUAS, EL SEÑOR RESUCITÓ, ALELUYA, ALELUYA”

      ¡Qué hermoso! Una mujer, María Magdalena, predicó el primer sermón de Pascua de Resurrección. Se lo predicó a unos hombres que, muertos de miedo, habían echado la piedra al cenáculo. Menos mal que la escucharon y creyeron y así comenzó a caminar un pueblo nuevo, el pueblo del Día de la Pascua de Resurrección. 
       "María Magdalena fue corriendo donde estaba Simón Pedro con el discípulo preferido de Jesús y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto" Jn 20,2 ¿Ese "no sabemos" se refiere también a nosotros? Son muchas las cosas que no
    Sabemos o que nunca sabremos.  Hoy, Día de Pascua, sí sabemos que Cristo ha resucitado, que Cristo vive, y que todo y todos tendremos un "final feliz".

    PARA PENSAR



       Cristo ha resucitado. Cristo vive. Aleluya. Esta es la gran noticia que inundará de alegría y resonará en todas las iglesias del mundo. Este gran acontecimiento, no visto por nadie, estará grabado por siempre en el fondo de cada corazón y alegrará al mundo entero. Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera. 
    A todos les deseo de corazón:

    !FELICES PASCUAS¡
    EL SEÑOR HA RESUCITADO, ¡ALELUYA!, ¡ALELUYA!. Y VIVE ENTRE NOSOTROS ALELUYA, ALELUYA