San Juan 13, 31 - 33a.34-35
“ El Mandamiento Nuevo del Amor "
- Un Mandamiento Nuevo: «Nuestro Señor Jesucristo declara que da a sus discípulos un mandato nuevo de amarse unos a otros (Jn 13,34). Este amor renovó ya entonces a los justos de la antigüedad, a los patriarcas y profetas, como renovó después a los Apóstoles y es el que también ahora renueva la mente y el corazón de todas las gentes...»
- El Amor Fraterno: Jesús es la fuente del amor de la cual deben vivir los discípulos. Y la presencia de este amor de los cristianos en medio del mundo es la misma presencia de Jesús. Una presencia ante la cual el mundo debe abrir los ojos a la luz, tal como lo ha tenido que hacer ante el mismo Jesús.
- El Servicio: la primera comunidad aparecía corresponsable, unida, informada: «reunieron a la comunidad y les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos»; comparten, se animan los unos a los otros; así se puede realizar lo que individualmente es imposible. En medio de un mundo egoísta y de una sociedad fragmentada, unos cristianos que se amen, dan vigencia al amor de Cristo.
- La Eucaristía: es el banquete de los que creen en Jesús, escuchan su Palabra, oran y cantan, dan gracias y participan en la mesa eucarística, que se sienten unidas y a la vez enviadas en misión a mejorar este mundo. Y todo ello, animadas visiblemente por los ministros ordenados que representan al Señor.
REFLEXIÓN
Los textos bíblicos de este quinto domingo de Pascua hablan de "novedad". "Vi un cielo nuevo y una tierra nueva" dice el Apocalipsis. "Os doy un mandamiento nuevo," afirma Jesús. Evidentemente que el amor no es algo nuevo. El afecto, el gozo, el cariño, la pasión, el consentimiento son la expresión constante del amor humano.
El amor es sentimiento imperecedero del hombre en la tierra. La novedad cristiana del amor está en la referencia "como yo os he amado", que manifiesta su perfección y su meta. El amor no es una fría ley, no se puede reducir a un organigrama caritativo y a una institución social. No debe someterse a un calendario con días fijos para amar, ni admite límites cortados por un reglamento, una campana o un reloj.
El amor auténtico germina y vive siempre en la libertad de poderse expresar siempre. Cristo nos amó hasta dar su vida. Por eso tiene sentido que el cristiano se consagre al servicio exclusivo de sus hermanos hasta la muerte, como lo haría una madre por su hijo.
PARA LA VIDA
Hay en Tierra Santa dos lagos alimentados por el mismo río: el río Jordán. Están situados a unos kilómetros de distancia el uno del otro. Pero, ambos poseen características asombrosamente distintas.
Uno es el Lago de Genesaret, conocido también como Mar de Galilea o Lago de Tiberíades.
El otro es el Mar Muerto llamado también lago Asfaltites, por los depósitos de asfalto que se encuentran en sus orillas, conocidos y explotados desde la Edad Antigua.
El primero es azul, lleno de vida y de contrastes, de calma y de borrasca. En sus orillas se reflejan delicadamente las flores amarillas de sus bellísimas praderas.
El Mar Muerto es una laguna salitrosa y densa, donde no hay vida y queda estancada el agua que viene del río. ¿Qué es lo que hace tan diferentes a los dos lagos alimentados por el mismo río?
Es sencillamente esto:
- El Lago de Genesaret trasmite generosamente lo que recibe. Su agua una vez llegada allí, se desagua del lago por su lado sur y parte inmediatamente para remediar la sequía de los campos. Saciar la sed de los hombres y de los animales; es un agua altruista. Provee cerca de un 30% del agua potable para riego y consumo de Israel.
- El agua del Mar Muerto se estanca, se adormece, es salitrosa, mata. Es agua egoísta, estancada, inútil.
Amar es gozar de la alegría de la Pascua, dejarse tocar por el Señor e inspirarse en Él para servir y darse a los demás; sobre todo al pobre, al enfermo, al débil.