5° Domingo de Cuaresma, 25 de Marzo de 2012


San Juan 12, 20-33          

 Morir para Vivir 
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  1. Ver a Jesús: significa compartir su vida y su destino: «donde esté yo, allí estará mi servidor». Esto es ser cristiano: estar donde quiere Jesús, ocuparnos de lo que se ocupaba él, tener las metas que él tenía, asumiendo la cruz como la asumió él para estar un día a la derecha del Padre donde está Él.
  2. La Vida: el pensamiento de Jesús es claro. No se puede engendrar vida sin dar la propia. No se puede hacer vivir a los demás si uno no está dispuesto a «des-vivirse» por los otros. La vida es fruto del amor, y brota en la medida en que sepamos entregarnos.
  3. Morir: con la vida sucede lo mismo que con el grano de trigo, que tiene que morir para liberar toda su energía y producir un día fruto. Si «no muere», se queda solo encima del terreno. Por el contrario, si «muere» vuelve a levantarse trayendo consigo nuevos granos y nueva vida. La espiga, es el grano renovado.
  4. El Amor: cuando uno ama y vive intensamente la vida, no puede vivir indiferente al dolor grande o pequeño de las gentes. El que ama se hace vulnerable, pues amar a los demás incluye sufrimiento, «Compasión», solidaridad en su dolor. «Por amor, no existe ningún sufrimiento que nos pueda ser ajeno».
  5. Llevar la Cruz: no significa añadir a la vida nuevos sufrimientos y nuevas cargas, como si esto nos identificara sin más con el Crucificado. Quien quiere seguir a Cristo de verdad no se pone a buscar sufrimientos, se dispone a desvivirse por los demás. La renuncia y la cruz le llegan no como recorte de su libertad, sino como fruto de una plenitud y como consecuencia de esa experiencia positiva de servicio y entrega, como sirvió y se entregó el Señor.
REFLEXIÓN
   El Señor afirmó: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto». El fruto comienza en el mismo grano que muere. Así sucede también en la vida. El don total de sí es lo que hace que la vida de un hombre pueda ser realmente fecunda. 
   Jesús es para nosotros la semilla plantada y enterrada que dio mucho fruto porque no almacenó para sí sino que se entregó y lo dio todo por salvar a todos. Ojalá muera el Yo del orgullo humano para que crezca en nosotros el Yo de Jesús y nos llegue la hora de la verdad, la del Señor Jesús: ser examinados en el amor

PARA PENSAR
    Un compañero de trabajo le preguntó a su amigo que acababa de hacer el cursillo de cristiandad cómo le había ido. Y éste le contestó: "allí morí". Perplejo, el compañero le preguntó qué quería decir. Fui al cursillo sin gran ilusión pero a lo largo del fin de semana fui descubriendo que mi vida se ocultaba detrás de una máscara. 
   No había permitido a nadie, ni a mi mujer ni a mis hijos que me vieran tal como soy, me ocultaba detrás de la máscara y ni yo mismo me conocía. A medida que me la iba quitando, moría una y otra vez. Estoy convencido de que tenía que pasar por esta experiencia de mi muerte para convertirme en la nueva persona que espero ser a partir de hoy. 

4° Domingo de Cuaresma, 18 de Marzo de 2012


San Juan 3, 14-21         
“  Atraídos por Dios 
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  1. La Cruz: acostumbrados desde niños a ver la cruz por todas partes, no hemos aprendido a mirar el rostro del Crucificado con fe y con amor. Nuestra mirada distraída no es capaz de descubrir en ese rostro la luz que ilumina nuestra vida en los momentos más oscuros, más duros y más difíciles.
  2. Jesús el Don de Dios: sólo quien se acerca a Jesucristo como el gran regalo de Dios, puede ir descubriendo en todos sus gestos, con emoción y gozo, la cercanía de Dios a todo ser humano. Dios nos da a Jesús, quien vino «no para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él». No obstante, muchos preferimos vivir en las tinieblas…
  3. El Amor: «Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único».Dios ama al mundo entero, no sólo a aquellas comunidades cristianas a las que ha llegado el mensaje de Jesús. Ama a todo el género humano, no sólo a la Iglesia. Dios no es propiedad de los cristianos. No ha de ser acaparado por ninguna religión. No cabe en ninguna catedral, mezquita o sinagoga. Dios habita en todo ser humano acompañando a cada persona en sus alegrías o tristezas. Dios no sabe, ni quiere, ni puede hacer otra cosa sino amar, pues en lo más íntimo de su ser es amor, don gratuito y divino para todos.
REFLEXIÓN
   La catequesis que Jesús despliega ante Nicodemo es la del hombre nuevo. La de renacer a una vida de luz, alejada de la tiniebla. Pero el Salvador enseña a Nicodemo que el episodio de la Cruz es necesario y que forma parte de una realidad salvadora como lo fue la serpiente de bronce que Moisés se construyó para salvar al pueblo errante en el desierto de las mordeduras venenosas de las serpientes. 
  Una vez elevado en la Cruz, una simple mirada servirá para salvarse. En un mundo lleno de serpientes que nos acechan y nos muerden y nos envenenan, Dios nos ha dejado, por su gran Amor, el remedio de la curación, de la salud y de la vida, en Cristo clavado y destrozado en la cruz, de cuyo pecho herido manan los sacramentos, teniendo en cuenta que no basta con mirar a Cristo, hay que seguirle
PARA LA VIDA
    Los aficionados al fútbol americano seguro que han oído hablar de Tim Tebow, jugador que se ha hecho famoso en el campo por su juego y controvertido en la sociedad por sus expresiones religiosas. Tim Tebow además de su uniforme lleva algo muy especial. Debajo de su ojo derecho lleva escrito Juan y debajo de su ojo izquierdo 3,16, la cita del Evangelio de hoy. Su cara es su púlpito, su rodilla hincada en el césped es su credo. Cuando escribió esta cita bíblica por primera vez noventa millones de personas cliquearon en Google Juan 3,16 para descifrar el código secreto. Pensemos lo que pensemos, Tim Tebow da un magnífico testimonio de su fe al mundo.
 “Señor mío y Dios mío, quítame todo lo que me aleja de ti. Señor mío y Dios mío, dame todo lo que me acerca a ti. Señor mío y Dios mío, despójame de mi mismo para darme todo a ti.” San Nicolás de Flue. 

3° Domingo de Cuaresma, 11 de Marzo de 2012


San Juan 2, 13-25         



“Templos de Dios

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  1. El Templo: Jesús nos recuerda que no debemos sentir nostalgia del templo antiguo. Jesús, «destruido» por las autoridades religiosas, pero «resucitado» por el Padre, es el «nuevo templo». Para quienes ven en Jesús el nuevo templo donde habita Dios, todo es diferente. Para encontrarse con Dios, más que entrar en una iglesia, será necesario acercarse a Jesús, entrar en su proyecto, seguir sus pasos, vivir con Él y adorarlo en Espíritu y Verdad.
  2. El Cuerpo: el cuerpo no es algo vacío y hueco, privado de interioridad. En nuestro cuerpo crece y se expande el Espíritu de Dios que alimenta nuestro ser. Cuando esto se olvida, el ser humano se cosifica y su vida puede convertirse en verdadera tragedia.
  3. El Culto al Dinero: cuantas personas, sin atreverse a confesarlo, saben que en su vida, lo decisivo, lo importante y definitivo es ganar dinero, adquirir un bienestar material, lograr un prestigio económico. Sin embargo, hay poca gente feliz. El dinero abre todas las puertas, pero nunca abre la puerta de nuestro corazón a Dios, verdadera riqueza.El templo deja de ser lugar de encuentro con el Padre cuando nuestra vida es un mercado donde sólo se rinde culto a las cosas y la vida se vuelve comercio. 
  4. El Amor: por algo repetía Jesús, que Dios «quiere amor y no sacrificios». Quien conoce «la sensación de la gracia» y ha experimentado alguna vez el amor sorprendente de Dios, se siente invitado a irradiar su gratuidad y, probablemente, es quien mejor puede introducir algo bueno y nuevo en su vida. 
REFLEXIÓN
   El contenido esencial de la escena del evangelio se puede resumir así: allí donde se busca el propio beneficio no hay sitio para un Dios que es Padre de todos los hombres. 
Es fácil entonces la tentación de negociar incluso con Dios. Se le obsequia con algún culto para quedar bien con él, se pagan misas o se hacen promesas para obtener de él algún beneficio, se cumplen ritos pero no cambiamos nuestro corazón.
 Lo grave es olvidar que Dios es amor y el amor no se compra. Las puertas de este nuevo templo que es Jesús están abiertas a todos. Nadie está excluido. Pueden entrar en él los pecadores, los impuros e, incluso, los paganos. El Dios que habita en Jesús es de todos y para todos cuando en todos reina su amor
PARA PENSAR
    Una señora fue al médico y le presentó la lista de todas sus enfermedades. Después de examinarla el médico concluyó que era su actitud negativa ante la vida, la ira, el coraje, el resentimiento… lo que hacía que estuviera enferma. 
     El médico le mostró una estantería llena de frascos y le dijo: "¿Ve esos frascos? Todos tienen distinta forma pero todos están vacíos." Yo puedo tomar un frasco y llenarlo con veneno o una medicina. La decisión es mía. 
   Cada día que estrenamos es como un frasco vacío. Podemos elegir llenarlo con actitudes positivas: amor, servicio a Dios y a los hermanos…o con el veneno del odio, el rencor, la indiferencia, el pesimismo… la elección es siempre nuestra. 

2° Domingo de Cuaresma, 4 de Marzo de 2012


San Marcos 9, 2-10
         
“Transfigurarse

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  1. Escuchar: cada vez tenemos menos tiempo para escuchar. No sabemos acercamos con calma y sin prejuicios al corazón del otro. Los discípulos se asustan al sentirse envueltos por las sombras de una nube, sólo escuchan estas palabras: «Este es mi Hijo amado: escuchadle». La experiencia de escuchar a Jesús hasta el fondo puede ser dolorosa, pero nos lleva a su Gloria.
  2. La Fe: para ser cristiano, lo importante no es qué cosas cree una persona sino qué relación vive con Jesús. Las creencias, por lo general, no cambian nuestra vida. Uno puede creer que existe Dios, que Jesús ha resucitado y muchas cosas más, pero no ser un buen cristiano. Es la adhesión con todas las fuerzas, la relación personal con Jesús y el contacto con él lo que nos puede transformar.
  3. El Miedo: probablemente es el miedo lo que más nos paraliza a los cristianos en el seguimiento fiel a Jesucristo. Hay miedo para asumir las tensiones y conflictos que lleva consigo el buscar la fidelidad al Evangelio. Hay miedo a comprometernos en construir un mundo donde reine Dios y, ojalá, donde impere su misericordia por encima de todo. Es el mismo Jesús quien se acerca, nos toca y nos dice: «Levantaos, no tengáis miedo». Sólo el contacto vivo con Cristo nos puede liberar de tanto miedo. 
  4. La Cruz: nadie quiere cruces en su vida y todos tenemos más de las que quisiéramos tener. Nos asusta, nos espanta, incluso nos escandaliza la cruz. No hay otro camino. Sólo llegaremos a la luz por la cruz. El grano de trigo para producir fruto tiene que morir. 
REFLEXIÓN
  La liturgia del segundo domingo de cuaresma nos lleva a contemplar a Jesús transfigurado. Tras el doloroso y desconcertante primer anuncio de la Pasión y la llamada de Jesús a seguirle por el camino de la cruz, se hace necesario alentar a los discípulos abatidos. El Antiguo Testamento –La ley y los profetas– personificado en «Moisés y Elías», presentan a Jesús como aquel en quien halla su cumplimiento. Y es Dios mismo –desde la nube– quien proclama: “Este es mi Hijo amado…ESCUCHADLO”
PARA PENSAR
   Hace unos 40 años, un hombre era juzgado de asesinato en Los Ángeles. Su abogado defensor al dirigirse al jurado lo desafió con un ingenioso argumento. “Señores y señoras del jurado, ustedes tienen que encontrar a mi cliente no culpable si tienen la más mínima duda de que no es el autor del crimen. Y ahora tengo un último testigo. El verdadero criminal que va a entrar por esa puerta”. Todos los ojos se dirigieron a la puerta, pero nadie entró. 
   El abogado continuó: “Veo señores del jurado que hay dudas en sus mentes, si no, no habrían mirado a la puerta. El jurado se retiró a deliberar y al cabo de unas horas emitió el veredicto de culpable. El abogado les increpó: “Yo he demostrado que ustedes tenían dudas, ¿cómo han condenado a mi cliente? Un miembro del jurado le contestó: ”Yo observé a su cliente. Es el único que no miró a la puerta porque sabía que nadie iba a entrar. Sabía que él era el único culpable”. 

1° Domingo de Cuaresma, 26 de Febrero de 2012


San Marcos 1, 12-15          


“La Tentación


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  1. El Espíritu Empuja a Jesús: lo lleva por caminos de pruebas, riesgos y tentaciones. Jesús se mantendrá vigilante para enfrentar a "Satanás" en las circunstancias más inesperadas. Como a Jesús, es el Espíritu de Dios el que nos está empujando al desierto. En las luchas, saldremos victoriosos porque no estamos solos, el Espíritu de Dios nos lleva con Él.
  2. El Desierto: es al mismo tiempo el mejor lugar para escuchar, en silencio y soledad, la voz de Dios. Esta experiencia de desierto, es un tiempo privilegiado de gracia y purificación que hemos de agradecer a Dios. El seguirá cuidando su proyecto. Sólo se nos pide rechazar con lucidez las tentaciones que nos pueden desviar una vez más de la conversión a Jesucristo. En esta cuaresma, Jesús nos habla al oído.
  3. La Tentación: la seducción ya no es algo que se produce sólo en las relaciones interpersonales, sino que se va convirtiendo en un elemento que tiende a regular el consumo, la organización de la vida, la educación, las costumbres. En nuestro lenguaje coloquial echamos las culpas de nuestras caídas y pecados a un personaje malísimo que llamamos diablo y nosotros nos lavamos las manos como si no tuviéramos arte ni parte en las caídas. Todo es obra del tentador que aprovechando nuestra debilidad busca ejercer su poder y separarnos de Dios. En el principio de la tentación está el  apetito y deseo incontenible de dominar y apropiarnos de manera incontrolable de todo aquello que nos aleja de Dios y nos hace contentar con un puñado de billetes falsos que nos prometen la felicidad o el poder total. 
REFLEXIÓN
  Podemos decir que todo el mensaje de Jesús es una llamada al cambio, a la conversión. No se trata de corregir un determinado defecto o arrepentimos de un pecado concreto. Se nos invita a pasar de la increencia a la fe, de la pereza a la decisión, de la soledad a la amistad con Dios, del egoísmo al amor, de la defensa de mi pequeña felicidad a la solidaridad más radical. 
   Se nos anima a reavivar la capacidad de generosidad, desinterés y fraternidad adormecidas quizás en nuestro ser. A veces los cristianos hemos olvidado que la fe es una llamada a crecer como hombres, un estímulo a crear siempre una vida más humana. La figura de Jesús enfrentándose a la tentación sigue siendo también hoy una llamada que nos interpela.
PARA PENSAR
   Un ingeniero construyó un puente para que el tren atravesara un río anchísimo. Terminado el puente, mandó colocar en medio del puente unos vagones cargados con todo tipo de materiales pesados y ordenó que permanecieran allí 24 horas. 
   Uno de los obreros le dijo: ¿Quiere usted hundir el puente? No, le contestó, quiero demostrar que, a pesar de semejante peso, el puente no se hundirá. Del mismo modo las tentaciones de Jesús no tienen por objeto ver si Jesús iba a pasar la prueba sino para demostrarnos que no podía caer en la tentación.