3° Domingo de Cuaresma, 11 de Marzo de 2012


San Juan 2, 13-25         



“Templos de Dios

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  1. El Templo: Jesús nos recuerda que no debemos sentir nostalgia del templo antiguo. Jesús, «destruido» por las autoridades religiosas, pero «resucitado» por el Padre, es el «nuevo templo». Para quienes ven en Jesús el nuevo templo donde habita Dios, todo es diferente. Para encontrarse con Dios, más que entrar en una iglesia, será necesario acercarse a Jesús, entrar en su proyecto, seguir sus pasos, vivir con Él y adorarlo en Espíritu y Verdad.
  2. El Cuerpo: el cuerpo no es algo vacío y hueco, privado de interioridad. En nuestro cuerpo crece y se expande el Espíritu de Dios que alimenta nuestro ser. Cuando esto se olvida, el ser humano se cosifica y su vida puede convertirse en verdadera tragedia.
  3. El Culto al Dinero: cuantas personas, sin atreverse a confesarlo, saben que en su vida, lo decisivo, lo importante y definitivo es ganar dinero, adquirir un bienestar material, lograr un prestigio económico. Sin embargo, hay poca gente feliz. El dinero abre todas las puertas, pero nunca abre la puerta de nuestro corazón a Dios, verdadera riqueza.El templo deja de ser lugar de encuentro con el Padre cuando nuestra vida es un mercado donde sólo se rinde culto a las cosas y la vida se vuelve comercio. 
  4. El Amor: por algo repetía Jesús, que Dios «quiere amor y no sacrificios». Quien conoce «la sensación de la gracia» y ha experimentado alguna vez el amor sorprendente de Dios, se siente invitado a irradiar su gratuidad y, probablemente, es quien mejor puede introducir algo bueno y nuevo en su vida. 
REFLEXIÓN
   El contenido esencial de la escena del evangelio se puede resumir así: allí donde se busca el propio beneficio no hay sitio para un Dios que es Padre de todos los hombres. 
Es fácil entonces la tentación de negociar incluso con Dios. Se le obsequia con algún culto para quedar bien con él, se pagan misas o se hacen promesas para obtener de él algún beneficio, se cumplen ritos pero no cambiamos nuestro corazón.
 Lo grave es olvidar que Dios es amor y el amor no se compra. Las puertas de este nuevo templo que es Jesús están abiertas a todos. Nadie está excluido. Pueden entrar en él los pecadores, los impuros e, incluso, los paganos. El Dios que habita en Jesús es de todos y para todos cuando en todos reina su amor
PARA PENSAR
    Una señora fue al médico y le presentó la lista de todas sus enfermedades. Después de examinarla el médico concluyó que era su actitud negativa ante la vida, la ira, el coraje, el resentimiento… lo que hacía que estuviera enferma. 
     El médico le mostró una estantería llena de frascos y le dijo: "¿Ve esos frascos? Todos tienen distinta forma pero todos están vacíos." Yo puedo tomar un frasco y llenarlo con veneno o una medicina. La decisión es mía. 
   Cada día que estrenamos es como un frasco vacío. Podemos elegir llenarlo con actitudes positivas: amor, servicio a Dios y a los hermanos…o con el veneno del odio, el rencor, la indiferencia, el pesimismo… la elección es siempre nuestra.