3° Domingo Tiempo Ordinario, 27 Ene 2019, Ciclo C


San Lucas 1,1-4; 4,14-21

La Buena Noticia 


Homilía Padre Rector Luis Guillermo Robayo M.

  1. El Profeta: Jesús no ha sido ungido con aceite de oliva como se ungía a los reyes. Ha sido "ungido" por el Espíritu de Dios. No viene a gobernar ni a regir. Es profeta de Dios dedicado a liberar la vida. Solo le podremos seguir si aprendemos a vivir con su espíritu profético. Cristo realiza su función profética, no sólo a través de la jerarquía, sino también por medio de los laicos. Él los hace sus testigos y les da el sentido de la fe y la gracia de la palabra. Enseñar a alguien para traerlo a la fe es tarea de todo creyente. Desde el bautismo, todos somos profetas.
  2. La Buena Noticia:Jesús es la PALABRA con mayúsculas que Dios nos ha dirigido a todos nosotros. Él es la Palabra de Dios hecha carne, hecha vida. Cada vez que nos acercamos a la Palabra, nos acercamos a Jesús, para conocerle mejor, amarle más y seguirle más de cerca. “desconocer la Escritura es desconocer a Cristo”. La Buena Noticia es que Dios es amor…
  3. La Liberación:  Jesucristo vino a liberar al hombre en su totalidad a fin de hacerlo apto para construir "hoy y aquí" el Reino de Dios que El anunció y quiso construir como tarea prioritaria de su vida. La libertad que da Cristo quita, además del pecado, el obstáculo que impide las relaciones de amistad y alianza con Dios. Desde este punto de vista, es una reconciliación.

REFLEXIÓN 

   Cristo vino a traernos las Buenas Noticias de un Dios que ama a sus hijos. A nosotros nos toca difundirlas en todos los ambientes y situaciones. Al esposo o a la esposa que ya no saben luchar más, al limitado físico, al anciano que empieza a sentirse inútil para todos, al obrero que no es calificado, al sacerdote que flaquea, al hijo que se equivoca procurando estrenar la libertad, hemos de llevar la buena noticia de Jesús, con frases de amor y de esperanza.

   En determinados momentos, cada uno de nosotros comprueba que es pobre, que está cautivo, que sufre en la opresión, que lo aqueja una ceguera interior. Jesús habló del "Año de gracia del Señor". Un año se vive en cada minuto. En cada instante en que los hombres de buena voluntad anunciamos las buenas noticias de Jesucristo.

  Si no somos pobres de espíritu no somos aptos para el Evangelio, porque de la pobreza sale la humildad y sólo el humilde puede escuchar bien a Dios y sintonizar con él. Jesús se proclama el liberador de los cautivos, y nosotros somos cautivos de muchos males. Somos cautivos de nuestra soberbia. Somos cautivos de nuestro orgullo. Con la fe de Cristo, podemos encontrar la libertad de los hijos de Dios. Jesús también nos da la vista como la dio a tantos ciegos. No la vista exterior sino la vista de la fe, la iluminación interior. Hoy vamos a pedirle al Señor, que la admiración que los primeros oyentes de Jesús sintieron por sus palabras, despierte en nosotros una mayor fe en nuestro Señor. 

PARA REFLEXIONAR 

  Una princesa recibió por su cumpleaños de su prometido un paquete pesado de forma esférica. Impaciente por la curiosidad lo abrió y encontró….una gruesa bala de cañón. Desilusionada y furiosa tiró contra el suelo el negro proyectil de bronce. Al caer a tierra, el caparazón exterior de la esfera se abrió y apareció una bola más pequeña de plata. 

   La princesa la recogió en seguida. Al darle vueltas en la mana hizo una ligera presión sobre la superficie. La bola de plata de abrió también y apareció un pequeño estuche de oro. Esta vez la princesa abrió el estuche con facilidad. En su interior, sobre una blanda superficie de terciopelo negro, destacaba una magnífica sortija engarzada con espléndidos brillantes, que hacían corona a dos sencillas palabras: “TE AMO”. 

  Cuando algo en la vida se repite mucho, puede ocurrir que al final ya no tenga ninguna resonancia especial para nosotros, o simplemente pierda la fuerza transformadora original. Eso nos ha pasado a veces con nuestra fe cristiana y con el mensaje del Evangelio: que al final no sabemos qué es lo importante., aquello original y único.

   No tengamos miedo: el Espíritu nos acompaña y nos dará palabras adecuadas y nos fortalecerá y nos enviará a ser testigos del verdadero Evangelio de Cristo.

2° Domingo Tiempo Ordinario, 20 Ene 2019, Ciclo C


San Juan 2, 1 -11

Las Bodas de Caná 


Homilía Padre Rector Luis Guillermo Robayo M.

  1. El Matrimonio: no es sólo un sacramento, sino un estado sacramental. Cuando dos creyentes se casan por la Iglesia, lo que buscan es convertir su amor en sacramento, es decir, en signo o señal del amor que Dios vive hacia sus criaturas. Esto es lo que los novios quieren decir con su gesto en el momento de la boda: «Nosotros nos queremos con tal hondura y fidelidad, con tanta ternura y entrega, de manera tan total, que nos atrevemos a presentaros nuestro amor como “sacramento”, es decir, como signo del amor que Dios nos tiene y que queremos prolongar.
  2. El Amor: es un «vino» que comienza a escasear. Pero no lo olvidemos. Sin este «vino» no es posible la verdadera alegría entre los esposos. Un «vino» que sólo lo saborean quienes han creído en el amor gratuito de Dios Padre y viven animados por un espíritu de verdadera fraternidad. Sólo si se dispone, y en abundancia, de este vino se pueden celebrar estas bodas.
  3. La Fe: se despierta y aviva en nuestro corazón cuando somos capaces de captar en medio de la vida signos que nos invitan a abrirnos al misterio de Dios. Según el evangelista, la fe de los discípulos comenzó a crecer cuando pudieron ver “los signos” que Jesús inició en la aldea de Caná.

REFLEXIÓN 

   La imagen de las bodas ocupa un puesto central en la liturgia de hoy. En el Evangelio se habla de las bodas de Caná, pero sobre todo se insinúa a Jesús como esposo. Jerusalén ya no será llamada "Abandonada" ni "Devastada", sino que será llamada "Desposada" y su tierra tendrá un esposo. La comunidad cristiana, esposa de Cristo, goza de la diversidad de carismas que el único y mismo Espíritu derrama sobre ella para ponerlos al servicio de todos, y que constituyen las arras de Cristo-esposo. 

   Las arras del Mesías-Esposo. Las arras son el símbolo de la alianza entre los esposos. Las arras que Jesús-esposo ofrece a la Iglesia-esposa son los carismas, que otorga mediante su Espíritu. Todos y cada uno de los carismas se los entrega Cristo a su Iglesia para que pueda realizar su vocación esponsal. El Espíritu distribuye estos carismas con gran libertad, pero a la vez endereza todos ellos a la utilidad común de toda la Iglesia.

   No es fácil vivir en el amor para unos esposos. Pero hoy la liturgia nos recuerda dicho amor. Nos lo recuerda para que también nosotros seamos fieles al amor de Cristo. Fidelidad y amor se unen, como una es la Iglesia a la que todos pertenecemos y debemos sentirnos útiles y activos en la misma. 

   Las bodas de Caná nos recuerdan el amor de María, siempre atenta a ver las necesidades de los demás, y el amor de Jesús que no duda en manifestar en Caná el amor de Dios. En cada Eucaristía también se hace presente el amor de Dios que convierte nuestras realidades de la vida en sacramento de salvación. Que vivamos con la alegría de sentirnos esposados en Cristo y que sepamos vivir el valor de ser fieles a nuestro Bautismo. 

PARA LA VIDA 

   Una niña pequeña volvía de casa de una vecina que acababa de perder a su hija de seis años en un trágico accidente. - ¿Qué tenías que hacer tú en casa de la vecina? – le preguntó el padre - Fui a consolar a la madre - Y, ¿qué podías hacer tú para consolarla? - Me senté sobre sus rodillas y me puse a llorar con ella. Si a tu lado hay alguien que sufre, llora con él. Si alguien es feliz, ríe con él. El amor no sólo ve, sino mira; no le basta oír, sino puede escuchar. No necesita palabras para expresar los sentimientos. Amar es participar plenamente con todo el ser. Quien ama descubre en sí un montón de recursos para consolar y compartir. Somos ángeles con una sola ala. Sólo podemos avanzar, si volamos abrazados. 

   Una frase que resume toda la vida cristiana: “Haced lo que El os diga”. Fe absoluta de María. Fe que consigue el milagro a pesar de no ser todavía “la hora” de Jesús. La María que dio a luz a Jesús, nos manifiesta de nuevo con su fe al Mesías, al Vino Nuevo y Mejor, al que ha llevado a plenitud las promesas del Antiguo Testamento. Porque nada de lo antiguo era pleno, era perfecto. Cristo es la felicidad definitiva, el vino que aporta la verdadera alegría. 

   Menos palabras, más hechos. Por nuestras obras de amor, reconocerán que somos discípulos de Jesús. Que esta semana renueve cristo en nosotros su amor y nos haga estar sensibles y atentos a quienes nos necesitan, como lo hizo maría y como quiere Jesús que lo hagamos.

Solemnidad Bautismo del Señor, 13 Ene 2019, Ciclo C


San Mateo 3, 15-16. 21-22

Este Es Mi Hijo Muy Amado 


Homilía Padre Rector Luis Guillermo Robayo M.
  1. El Bautismo: todo bautizado es el hijo esperado sobre el que se posa el Espíritu del Señor. Y así nosotros creyentes somos llamados, como la primera comunidad cristiana, a dar testimonio del camino recorrido por Jesús, que es el único que salva al hombre y lo conduce a la comunión con Dios.
  2. El Padre: Dios Padre busca hacer de la humanidad una familia más justa y fraterna. El mundo debe saber lo bueno que es este Dios que busca y acoge siempre a sus hijos perdidos porque sólo quiere salvar, no condenar. Quien no habla este lenguaje de Jesús, no hable le lenguaje del amor.
  3. El Hijo: Jesús, al ser bautizado por Juan, escuchó la bendición de Dios: «Tú eres mi Hijo, el amado». También a nosotros nos alcanza esa bendición de Dios sobre Cristo. Cada uno de nosotros puede escucharla en el fondo de su corazón: «Tú eres mi hijo amado». Eso será también este año lo más importante.
  4. El Espíritu Santo: nos hace invocar a Dios como Padre. Necesitamos el divino Espíritu que nos enseñe a pasar de lo puramente exterior a lo que hay de más íntimo en el hombre, en el mundo y en la vida. El divino Espíritu que nos enseñe a acoger a ese Dios que habita en el interior de nuestras vidas y en el centro de nuestra existencia, con sus siete dones. 

REFLEXIÓN 

   Hoy de nuevo se manifiesta Dios en su Hijo Jesús. Se manifiesta como Siervo que viene a restaurar la justicia y ser luz de las naciones. El viene a liberar, por eso el cristiano debe sentirse liberado desde su bautismo y enviado a ser como Jesús: luz que alumbre a su alrededor con amor. Ser bautizado es optar por luchar en hacer el bien y a favor de los demás. 

   La fiesta del bautismo de Jesús concluye el Tiempo de Navidad. Todo lo que en este tiempo festejamos con gozo que Dios, con la Encarnación de su Hijo, se haya vinculado de manera definitiva a la humanidad; que la venida de Jesús esté determinada por el Espíritu Santo y que él sea el Hijo del Altísimo.
   Como Jesús, todos los cristianos son llamados por Dios y consagrados por Él para evangelizar y colaborar en la construcción del Reino. Así el Reino llega a todos y con la colaboración de todos. 

   En el Evangelio se resalta la gran diferencia entre el bautismo de Juan y el de Jesús. El bautismo de Jesús es un bautismo en el que se hace presente el Espíritu Santo. Jesús nace para ser el salvador, pero el Espíritu Santo lo consagra como el enviado de Dios y su siervo en el bautismo del Jordán. 

   En su bautismo en el río Jordán, Jesús fue elegido por Dios como su enviado; allí fue llenado con la fuerza del Espíritu para que comience su predicación del Reino y para que realice los signos del Reino, aún con dificultades y a riesgo de su vida. El cristiano es alguien que, tras ser elegido por Dios para ser su hijo y mensajero, acepta esa elección y se entrega o consagra a Dios de por vida. 

PARA LA VIDA 

   Un hombre encontró un huevo de águila y lo puso en el nido de una gallina, en un corral. El aguilucho fue incubado junto con la nidada de polluelos, y creció con ellos. Y ella águila hacía lo que hacían los pollos del corral, creyendo que era uno de ellos. Escarbaba la tierra en busca de gusanos e insectos. Piaba y cacareaba. Y movía las alas y volaba unos pocos metros. 

   Pasaron los años y el águila envejeció. Un día vio un ave magnífica volando por encima de ella, en el cielo sin nubes. Se deslizaba con graciosa majestad entre las poderosas corrientes de aire, moviendo sus fuertes alas doradas. 

   La vieja águila miraba hacia arriba con asombro. - ¿Quién es ella? —peguntó. - Ella es el águila, la reina de las aves —le dijo su vecina—. Nadie vuela como ella, nadie puede cazar como ella. Ella pertenece al cielo. Nosotras, en cambio, pertenecemos a la tierra; somos gallinas. ¡Tú eres una gallina! Así, aquella pobre águila vivió y murió creyendo que en verdad era una gallina. 

   Estamos llamados a ser divinos, a volar alto, a soñar horizontes de paz, a ser cada día mejores, a vivir la plenitud del amor, hemos nacido con alas de águila, no de gallina. 

   Pero, mientras llega eso, tú y yo, cada uno de los que nos llamamos cristianos podemos intentar vivir en serio las consecuencias de nuestro bautismo. Este es el mensaje del Bautismo de Jesús y el mensaje de las consecuencias de nuestro propio bautismo. 

¡Que esta Semana y cada día se nos Note que Somos Bautizados y Testigos Alegres del Evangelio de Cristo¡

Solemnidad Epifanía del Señor, 6 de Ene 2019, Ciclo C


San Mateo 2, 1-12

“Niño de Todos y para Todos” 


Homilía Padre Rector Luis Guillermo Robayo M.

  1. Epifanía: es la manifestación de Dios. Es la historia de un viaje de ida y vuelta. Dios vino a los suyos en pobreza y debilidad y los suyos no lo reconocieron ni lo recibieron. Este viaje es la Epifanía, la manifestación de Dios a los hombres. La vida del creyente es también la historia de un viaje, un viaje al encuentro de Dios. Si Dios sale a mi encuentro, yo también tengo que salir a su encuentro.
  2. Los Tres Reyes Magos: sabían que era importante seguir la estrella, es la búsqueda personal, su gran oportunidad de encontrarse y adorar al Rey de Reyes. Guiados por el niño Dios, como los tres reyes tenemos que viajar, tenemos que buscar y tenemos que decidir creer en Jesús personalmente y con la gracia de Dios.
  3. El Viaje: en el viaje de la fe hay muchas personas que nos pueden ayudar si somos osados y sabios para preguntar. Todos necesitamos de los demás y en el terreno de la fe necesitamos toda la ayuda que los demás y Dios nos pueden brindar.
  4. La Luz: la luz que apareció en la Navidad y hoy se manifiesta a las naciones es el amor de Dios, revelado en la persona del Verbo encarnado. Esa Luz, que es Cristo, tiene que ser conocida. Es deber nuestro comunicarla. Impulsado por el amor, cada uno de nosotros ha de esforzarse por iluminar y por comunicar esa Luz, para que las tinieblas del error y del pecado desaparezcan, para que el amor de Dios revelado en la persona del Verbo sea conocido y correspondido, para que la sociedad viva de acuerdo con los planes de Dios.

REFLEXIÓN

   El relato de los magos ha sido visto por los Padres de la Iglesia como ejemplo de unos hombres que, aun viviendo en las tinieblas del paganismo, han sido capaces de responder fielmente a la luz que los llamaba a la fe. Lo importante es descubrir que vivimos en tinieblas. Que hemos perdido el sentido fundamental de la vida. Quien descubre esto se encuentra ya muy cerca del verdadero camino. Ojalá en medio de nuestro vivir diario, no perdamos nunca la capacidad de estar abiertos a toda luz que pueda iluminar nuestra existencia, a toda llamada que pueda dar profundidad a nuestra vida. 

   Por eso el día de hoy nos invita a renacer a una vida que manifiesta a Jesús. A ser Reyes Magos que llevan a los demás la alegría del perdón, del amor, de la paz, del detalle, del saber escuchar, del saber estar con quien lo necesita, de abrir la puerta al vecino, de ser generoso y darlo todo. Y no es fácil, nos envuelven en regalos y no vemos el corazón de las cosas. 

   Manifestemos nuestra fe con alegría, sembremos de estrellas de esperanza nuestro mundo y seamos auténticos cristianos. Así como en Belén, Dios se dejó encontrar por los magos, así también quiere que nosotros lo encontremos y le entreguemos nuestros dones. El Señor no necesita de lo que podamos darle, es que nosotros, para encontrarlo, necesitamos poner a sus pies cuanto somos y cuanto de valor tenemos. 

PARA LA VIDA 

   Hace ya un tiempo, un hombre castigó a su pequeña niña de 3 años por desperdiciar un rollo de papel de envoltura dorado. El dinero era escaso en esos días por lo que explotó en furia cuando vio a la niña tratando de envolver una caja para ponerla debajo del árbol de navidad. Mas sin embargo la niña le llevó el regalo a su padre la siguiente mañana y dijo: "Esto es para ti, Papito". Él se sintió avergonzado de su reacción de furia, pero éste volvió a explotar cuando vio que la caja estaba vacía. 

   Le volvió a gritar diciendo: "Qué no sabes que cuando das un regalo a alguien se supone que debe haber algo adentro?" La pequeñita volteó hacia arriba con lágrimas en los ojos y dijo: "Oh, Papá, no está vacía, yo soplé besos adentro de la caja, todos para ti." El padre se sintió morir; puso sus brazos alrededor de su niña y le suplicó que lo perdonara. 

   Se ha dicho que el hombre guardó esa caja dorada cerca de su cama por años y siempre que se sentía derrumbado, él tomaba de la caja un beso imaginario y recordaba el amor que su niña había puesto ahí. En una forma muy sensible, cada uno de nosotros humanos hemos recibido un recipiente dorado, lleno de amor incondicional y besos de nuestros hijos, amigos, familia o de Dios. Nadie podría tener una propiedad o posesión más hermosa que esta.

Es decir, hoy es la fiesta del regalo, sobre todo del regalo de la fe que nos trae Jesús, el principal de los regalos, que nos otro que regalarnos su amor, su paz y su propia vida divina. Jesús nos acoge como humanos para llevarnos a Dios y abrirnos su corazón de Padre.