San Juan 2, 1 -11
“Las Bodas de Caná”
Homilía Padre Rector Luis Guillermo Robayo M.
- El Matrimonio: no es sólo un sacramento, sino un estado sacramental. Cuando dos creyentes se casan por la Iglesia, lo que buscan es convertir su amor en sacramento, es decir, en signo o señal del amor que Dios vive hacia sus criaturas. Esto es lo que los novios quieren decir con su gesto en el momento de la boda: «Nosotros nos queremos con tal hondura y fidelidad, con tanta ternura y entrega, de manera tan total, que nos atrevemos a presentaros nuestro amor como “sacramento”, es decir, como signo del amor que Dios nos tiene y que queremos prolongar.
- El Amor: es un «vino» que comienza a escasear. Pero no lo olvidemos. Sin este «vino» no es posible la verdadera alegría entre los esposos. Un «vino» que sólo lo saborean quienes han creído en el amor gratuito de Dios Padre y viven animados por un espíritu de verdadera fraternidad. Sólo si se dispone, y en abundancia, de este vino se pueden celebrar estas bodas.
- La Fe: se despierta y aviva en nuestro corazón cuando somos capaces de captar en medio de la vida signos que nos invitan a abrirnos al misterio de Dios. Según el evangelista, la fe de los discípulos comenzó a crecer cuando pudieron ver “los signos” que Jesús inició en la aldea de Caná.
REFLEXIÓN
La imagen de las bodas ocupa un puesto central en la liturgia de hoy. En el Evangelio se habla de las bodas de Caná, pero sobre todo se insinúa a Jesús como esposo. Jerusalén ya no será llamada "Abandonada" ni "Devastada", sino que será llamada "Desposada" y su tierra tendrá un esposo. La comunidad cristiana, esposa de Cristo, goza de la diversidad de carismas que el único y mismo Espíritu derrama sobre ella para ponerlos al servicio de todos, y que constituyen las arras de Cristo-esposo.
Las arras del Mesías-Esposo. Las arras son el símbolo de la alianza entre los esposos. Las arras que Jesús-esposo ofrece a la Iglesia-esposa son los carismas, que otorga mediante su Espíritu. Todos y cada uno de los carismas se los entrega Cristo a su Iglesia para que pueda realizar su vocación esponsal. El Espíritu distribuye estos carismas con gran libertad, pero a la vez endereza todos ellos a la utilidad común de toda la Iglesia.
No es fácil vivir en el amor para unos esposos. Pero hoy la liturgia nos recuerda dicho amor. Nos lo recuerda para que también nosotros seamos fieles al amor de Cristo. Fidelidad y amor se unen, como una es la Iglesia a la que todos pertenecemos y debemos sentirnos útiles y activos en la misma.
Las bodas de Caná nos recuerdan el amor de María, siempre atenta a ver las necesidades de los demás, y el amor de Jesús que no duda en manifestar en Caná el amor de Dios. En cada Eucaristía también se hace presente el amor de Dios que convierte nuestras realidades de la vida en sacramento de salvación. Que vivamos con la alegría de sentirnos esposados en Cristo y que sepamos vivir el valor de ser fieles a nuestro Bautismo.
PARA LA VIDA
Una niña pequeña volvía de casa de una vecina que acababa de perder a su hija de seis años en un trágico accidente. - ¿Qué tenías que hacer tú en casa de la vecina? – le preguntó el padre - Fui a consolar a la madre - Y, ¿qué podías hacer tú para consolarla? - Me senté sobre sus rodillas y me puse a llorar con ella. Si a tu lado hay alguien que sufre, llora con él. Si alguien es feliz, ríe con él. El amor no sólo ve, sino mira; no le basta oír, sino puede escuchar. No necesita palabras para expresar los sentimientos. Amar es participar plenamente con todo el ser. Quien ama descubre en sí un montón de recursos para consolar y compartir. Somos ángeles con una sola ala. Sólo podemos avanzar, si volamos abrazados.
Una frase que resume toda la vida cristiana: “Haced lo que El os diga”. Fe absoluta de María. Fe que consigue el milagro a pesar de no ser todavía “la hora” de Jesús. La María que dio a luz a Jesús, nos manifiesta de nuevo con su fe al Mesías, al Vino Nuevo y Mejor, al que ha llevado a plenitud las promesas del Antiguo Testamento. Porque nada de lo antiguo era pleno, era perfecto. Cristo es la felicidad definitiva, el vino que aporta la verdadera alegría.
Menos palabras, más hechos. Por nuestras obras de amor, reconocerán que somos discípulos de Jesús. Que esta semana renueve cristo en nosotros su amor y nos haga estar sensibles y atentos a quienes nos necesitan, como lo hizo maría y como quiere Jesús que lo hagamos.