30° Domingo del Tiempo Ordinario, 25 de Octubre 2020, Ciclo A

 San Mateo 22, 34 – 40

"Amarás al Señor, tu Dios, y a tu Prójimo como a ti Mismo"

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M. 

1.-El que Ama a Dios: es decir, que nadie puede amar cristianamente a Dios si no ama cristianamente al prójimo y nadie puede amar cristianamente al prójimo si no ama cristianamente a Dios. Este debe ser siempre nuestro camino, el camino cristiano: amar a todos cristianamente y atender preferentemente a los que más lo necesitan. El amor nace de Dios porque "Dios es amor".

2.-Ser Justos en la Ayuda: los cristianos no debemos apostar siempre por los más fuertes y poderosos, sino mirar con especial predilección a los más débiles y marginados de la sociedad donde vivimos. Hagamos un esfuerzo para ayudar como mejor sepamos y podamos a estas personas que, por las circunstancias que sea, se encuentran en los márgenes más apartados y olvidados de la sociedad. Ya sabemos que no es fácil, pero, como digo, que cada uno ayude como mejor sepa y pueda y, en cualquier caso, animemos a las pocas personas que tan generosamente ayudan.

3.-Anunciar el Amor de Dios: en una sociedad donde abunda el anonimato, la soledad, el vacío de cariño, es necesario anunciar que "Dios es compasivo". No basta con la justicia, con lo debido, hay que amar, porque el hombre de hoy necesita ser amado. Podemos gritar la respuesta del salmo: "Yo te amo, Señor, Tú eres mi fortaleza". Pero el amor de Dios se hace visible y concreto en el amor al prójimo. Ya lo dice San Juan: "el que dice que ama a Dios y odia a su hermano es un mentiroso" (1 Jn 4,20). Al final de nuestra vida se nos examinará del amor, no de si hemos cumplido muchas leyes, o hemos ido mucho al templo, o si sabemos mucho de religión o de vidas de santos.

4.-Nuestra Misión: de sobra sabemos que amar a Dios y al prójimo es el resumen o la síntesis de todo el evangelio. quien ama a Dios, sobre todas las cosas y quien se vuelca en el prójimo como en uno mismo es porque, a la fuerza, cumple a la perfección el resto de los mandamientos. 

REFLEXIÓN 

   La liturgia del 30º Domingo del tiempo ordinario nos dice, de forma clara e incuestionable, que el amor está en el centro de la experiencia cristiana. Lo que Dios pide, o incluso, lo que Dios exige, a cada creyente, es que deje que su corazón se sumerja en el amor.

   La primera lectura nos asegura que Dios no acepta la perpetuación de situaciones intolerables de injusticia, de arbitrariedad, de opresión, de desprecio de los derechos y de la dignidad de los más pobres y de los más débiles. A título de ejemplo, la lectura habla de la situación de los extranjeros, de los huérfanos, de las viudas y de las pobres víctimas de la especulación de los usureros: cualquier injusticia o arbitrariedad practicada contra un hermano más pobre o más débil, es un crimen grave contra Dios, que nos aleja de la comunión con Dios y nos sitúa fuera de la órbita de la Alianza.

   La segunda lectura nos presenta el ejemplo de una comunidad cristiana (de la ciudad griega de Tesalónica) que, a pesar de la hostilidad y de la persecución, aprendió a caminar con Cristo y con Pablo por el camino del amor y de la donación de la vida; y ese camino, realizado en la alegría y en el dolor, se convirtió en simiente de amor, que dio frutos en otras comunidades cristianas del mundo griego. De esa experiencia común, nació una inmensa familia de hermanos, unida alrededor del Evangelio y extendida por todo el mundo griego.

   El Evangelio nos muestra que toda la revelación de Dios se resume en el amor, amor a Dios y amor a los hermanos. Estos dos mandamientos no pueden separarse: “amar a Dios” es cumplir su voluntad y establecer con los hermanos relaciones de amor, de solidaridad, de servicio, hasta dar la vida entera. Todo lo demás es explicación, desarrollo, aplicación práctica de estas dos coordenadas fundamentales de la vida cristiana.

PARA LA VIDA

   Cuentan que una mujer dirigía siempre su oración y nunca era respondida por Dios. Pidió entonces ayuda a un sabio que habitaba en un convento muy alejado, quien le dijo: - "¿Cómo oras a Dios?" Ella respondió: - "Señor, este día tengo muchos problemas, muchas dificultades, necesito ayuda y ya no se que hacer. Te pido que tengas compasión de mí pues mis fuerzas se han agotado. Mi familia no me ayuda y tengo muchos enemigos" A lo que el sabio respondió: - "Tu problema radica en algo muy sencillo, cuando oras, debes ver a Dios y no ver tus problemas. 

   Dirigirte a Dios confiando en que El escucha, y sabiendo que su poder está sobre todas las cosas. De esta forma reconocerás a Dios como centro de tu vida, y entonces tu oración será escuchada, y aún así, Dios escucha intentos, nunca dejes de orar. Haz hecho bien y por eso Dios te ha escuchado." ¿Saben? A veces Dios se convierte en un pañuelito de lágrimas a quien nos acercamos pero no para que nos libre de nuestros problemas, sino para "quejarnos" y en nuestras oraciones decimos de todo, nos quejamos y enojamos, pero casi nunca decimos a Dios que confiamos en que El conoce nuestros problemas y los puede solucionar. 

   Cuando Pedro caminaba por el agua, cuenta la Biblia que quitó su mirada de Cristo, y entonces empezó a hundirse. Cada vez que sientas que te hundes, debe volver tus ojos a Jesús, el vendrá a ti, extenderá su mano y entonces te levantará. Pero no quites tus ojos de El. De la misma forma, tampoco en la oración debes tener a tus problemas como centro, sino a Jesús.

29° Domingo del Tiempo Ordinario, 18 de Octubre 2020, Ciclo A

 San Mateo 22, 15 – 21

"Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios"

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M. 

1.-A Dios lo que es de Dios: somos cristianos las veinticuatro horas del día, somos cristianos cuando pensamos, cuando hablamos y cuando actuamos. Y como cristianos que somos, debemos siempre actuar en cristiano amando a Dios y al prójimo siempre y al mismo tiempo, no primero a Dios y después al prójimo, o al revés. Cuando Jesús les dice a los fariseos que paguen al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios, no les dice que primero es una cosa y después otra, sino que las dos son siempre necesarias, al mismo tiempo. 

2.-Amar a Dios y al Prójimo:  es un solo mandamiento; quien de verdad ama a Dios está amando al mismo tiempo al prójimo, y quien ama de verdad al prójimo está amando al mismo tiempo a Dios.

3.-La Fe y La Esperanza: en los tiempos difíciles es cuando tenemos que demostrar los cristianos la fuerza de nuestro espíritu cristiano y nuestra profunda convicción cristiana. No vivimos hoy en una sociedad que nos facilite el ejercicio de la fe, la esperanza y el amor cristiano, pero esto, en lugar de desanimarnos, lo que debe hacer es fortalecernos con la fuerza del Espíritu de Cristo.

4.-Nuestro Compromiso: el cristiano, no obstante, no debe desentenderse de lo que ocurre en la sociedad, porque somos ciudadanos del mundo y hemos aceptado el compromiso de transformarlo según los criterios evangélicos. La comunidad cristiana está llamada a ser la comunidad pública donde el corazón de Dios sigue latiendo en medio de la sociedad y donde es posible dar crédito al amor. La cercanía y la comunión humanas tienen que ser signos de la comunión en la fe.

5.-Evangelizar: ser católico no significa desentenderse de la realidad cotidiana; de los conflictos que sacuden nuestra convivencia. Jesús, con su respuesta sabia y ocurrente, huía de una trampa con la que le pretendían acorralar o desautorizar los fariseos. Les importaba, por todos los medios, ponerlo contra las cuerdas, presentarlo como aquel que iba en contra de los principios establecidos. Como cristianos estamos llamados a iluminar las decisiones de los “nuevos césares” con la luz del evangelio. No tenemos más Dios que Aquel que está en los cielos. Algunos, sobre todo los enemigos de todo lo que huela a Iglesia, se convertirán de repente en afamados teólogos oportunistas al repetirnos “a Dios lo que es Dios y al César lo que es del César”. 

REFLEXIÓN

   La liturgia del domingo 29 del tiempo ordinario nos invita a reflexionar acerca de la forma cómo debemos establecer la relación entre las realidades de Dios y las realidades del mundo. Nos dice que Dios es nuestra prioridad y que es a él a quien debemos subordinar toda nuestra existencia; pero nos avisa también que Dios nos convoca a un compromiso efectivo en la construcción del mundo.

   La primera lectura sugiere que Dios es el verdadero Señor de la historia y que es el que conduce el camino de su Pueblo rumbo a la felicidad y a la realización plena. Los hombres que actúan e interviene en la historia, son instrumentos de los que Dios se sirve para realizar sus proyectos de salvación.

   La segunda lectura nos presenta el ejemplo de una comunidad cristiana que pone a Dios en el centro de su camino y que, a pesar de las dificultades, se compromete de forma decidida con los valores y los esquemas de Dios. Elegida por Dios para ser testigo suyo en medio del mundo, vive anclada en una fe activa, en una caridad esforzada y en una esperanza inamovible.

   El Evangelio enseña que el hombre, sin dejar de cumplir sus obligaciones con la comunidad en la que está inserto, pertenece a Dios y debe poner toda su existencia en las manos de Dios. Todo lo demás debe ser relativizado, incluso el poder político.

PARA LA VIDA

   Cierta vez, durante el verano un grupo de excursionistas viajó a la playa, llegando ya cuando había oscurecido debido a muchos retrasos. Debían caminar 2 Km. por la playa hasta el campamento, pero no llevaban linternas, aún así decidieron caminar el trecho en medio de la oscuridad. Llevaban ya cierto trecho recorrido cuando encontraron la saliente de un río, pero no podían apreciar que tanto debían atravesar ni qué tan hondo era. 

   No sabían que hacer, y aún teniendo un radio no se comunicaron, y se aventuraron a cruzar a ciegas. Pero el río era muy profundo y con una corriente muy fuerte, así que perdieron sus bolsos y todo lo que llevaban y apenas llegaron al otro lado. Continuaron finalmente hasta llegar al campamento. Al día siguiente volvieron a ver si había quedado algo de sus cosas, y vieron que apenas unos metros arriba de donde cruzaron había unos troncos que hacían de puente. 

   Muchas veces, nos sucede esto mismo. Y tomamos decisiones en medio de dificultades, problemas o angustias, y lo peor es que no pedimos guía ni ayuda. Por este motivo, nos suceden cosas de las cuales luego nos arrepentimos, generalmente culpando a Dios por ellas. La mayoría de las veces suele haber un puente que Dios nos facilita, sin embargo, por todo lo que nos rodea solemos no poder verlo.

28° Domingo del Tiempo Ordinario, 11 de Octubre 2020, Ciclo A

 San Mateo 22, 1 – 14

"Inviten al Banquete Nupcial a Todos los que Encuentren"

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M. 

1.- EL Banquete: Dios convoca en su Templo a todas las naciones, prometiéndoles la salvación, la victoria definitiva sobre el mal y la muerte. que nuestro encuentro con él nos vivifique y nos conforte por dentro, que nos haga fuertes ante los problemas de cada día. “Lo santo” debe estar reñido con “lo triste”, porque sentir la santidad de Dios dentro de nosotros es sentir la fuerza de Dios superando todas nuestras flaquezas y enfermedades de nuestra alma y de nuestro cuerpo.

2.- La Pobreza y la Abundancia: debemos ser sobrios y austeros en la pobreza y en la abundancia, saber vivir con poco y no olvidarnos nunca de los que tienen menos que nosotros. Nuestra fuerza interior no debe dárnosla el dinero, sino el espíritu de Cristo, el vivir nuestro cristianismo con verdad y sinceridad. Una persona que vive en lo económico usando y abusando de bienes superfluos nunca podrá ser buen cristiano. No olvidemos nunca la famosa frase de san Agustín: los bienes superfluos de los ricos son los bienes necesarios de los pobres. Una persona que vive superfluamente, de alguna manera está robando a los pobres.

3.- Compartir: es signo de fraternidad y de alegríaLa invitación de Dios es, pues, universal. No hay duda de que Dios no hace acepción de personas, para El todos somos iguales, a todos nos invita a participar en su fiesta. A la invitación responden tanto buenos como malos. San Agustín hace referencia al Bautismo, don que reciben todos los cristianos, también la fe la reciben muchos y muchos también han recibido el sacramento del altar. Pero no todos llevan el vestido nupcial.

4.- La Llamada: el Señor nos sigue llamando. Y no precisamente tres veces como el evangelio de este día nos narra. ¡Cien! ¡Mil! ¡Cien mil veces! Las veces que sean necesarias, como un padre que disfruta viéndose rodeado por sus hijos. Dios nos convoca. Lo hace con nombre y apellidos. Cada silla en la eternidad, por si lo hemos olvidado, está reservada para cada uno de nosotros en particular. Ninguno somos imprescindibles, pero, para Dios, todos somos necesarios.  

REFLEXIÓN 

   La liturgia del 28º Domingo del tiempo ordinario, utiliza la imagen del “banquete” para describir ese mundo de felicidad, de amor y de alegría sin fin que Dios quiere ofrecer a todos sus hijos. 

   En la primera lectura, Isaías anuncia el “banquete” que un día Dios va a ofrecer en su propia casa a todos los Pueblos. Acoger la invitación de Dios y participar en ese “banquete” es aceptar vivir en comunión con Dios. De esa comunión resultará, para el hombre, la felicidad total, la vida en abundancia. 

   En la segunda lectura, Pablo nos presenta un ejemplo concreto de una comunidad que aceptó la invitación del Señor y vive en la dinámica del Reino: la comunidad cristiana de Filipos. Es una comunidad generosa y solidaria, verdaderamente empeñada en la vivencia del amor y en testimoniar el Evangelio ante todos los hombres. La comunidad de Filipos constituye, verdaderamente, un ejemplo que las comunidades del Reino deben tener presente. 

   El Evangelio sugiere que es necesario “agarrar” la invitación de Dios. Los intereses y las conquistas de este mundo no pueden distraernos de los desafíos de Dios. La opción que hicimos el día de nuestro bautismo es un compromiso serio que debemos vivirlo de forma coherente.

   La Eucaristía es, en efecto, la «Fiesta de la fe», como la definía J. Ratzinger en uno de sus conocidos ensayos teológicos. En ella confluye la esencia del misterio cristiano: el misterio de un Dios que se aproxima a la humanidad compartiendo su caminar histórico, hasta el punto de ofrecer su propia vida por la salvación de los hombres, se renueva realmente en la celebración eucarística, la cual, por tanto, se hace «fiesta». 

PARA LA VIDA

   Ayer en la noche mi hija pequeña, de 3 años, me dijo que necesitaba buscar su cobija en el cuarto que estaba oscuro. Yo le dije que estaba justo sobre su cama, y que podía ir a recogerla. En un inicio, y aunque no le teme a la oscuridad, no quería ir porque no sabía si efectivamente la cobija estaba en la cama pero yo le dije que fuera, que yo estaba en la sala y me podía llamar si algo pasaba. 

   Me preguntó: ¿vas a estar aquí? y yo por supuesto le dije que si. Eso fue suficiente para que ella fuera al cuarto, a oscuras, y confiando en que lo que buscaba estaba donde yo le dije, encontrara la frazada. Muy contenta me llegó a mostrar lo que había hecho. 

   Cuán difícil es caminar por la vida muchas veces en incertidumbre u oscuridad, sin saber lo que hay más allá o que va a pasarnos. Puede ser que hoy o desde hace tiempo ya sientas temor de caminar hacia lo desconocido porque tienes miedo de quedarte sola o solo. Pero hoy debes confiar en el Señor y confiar como una niña o niño en que si Dios te permite ir, es porque sabe que tienes la capacidad para hacer las cosas y que si necesitaras ayuda, El estará ahí para ayudarte, pues te ama. 

   Si supieras el don de Dios y su amor por ti, caminarías sin miedo aunque andes en valles de sombra y de muerte como dice el salmo. Dios te llama hoy a que tengas fe y confianza, pues no te ha abandonado y ante la prueba o la dificultad más oscura Él siempre estará ahí contigo. Escucha su voz y camina porque eres princesa, eres príncipe. Hijos del Rey del Cielo y de la Tierra. No tengas miedo y escucha la voz de Dios.

27° Domingo del Tiempo Ordinario, 4 de Octubre 2020, Ciclo A

 San Mateo 21, 33 - 43

"Arrendará la Viña a otros Labradores"

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M. 

1.-La Viña: antes que nada, la Viña no es de los viñadores. La experiencia fundamental de la vida humana se encuentra en que nos es «dada». Nadie es dueño de la vida, porque ninguno es autor de la vida. La vida es un don y, con ella, el cosmos en el cual estamos nos es dado.

2.-Condición Para Trabajar en la Viña:  para ser partícipes de la obra del Reino, es dar fruto. Si como cristianos no damos fruto y no reconocemos humildemente que cada fruto deriva de la gracia de Dios, con la que cooperamos libremente, nos autoexcluimos de la viña.

3.-Los Trabajadores: todos somos trabajadores activos en la viña del Señor. En nuestras comunidades parroquiales se anuncia estos días el plan del nuevo curso con multitud de grupos y actividades -pequeñas parcelas- en las que los miembros de la comunidad pueden colaborar. Has recibido un carisma por parte de Dios, no lo entierres miserablemente, sé generoso.

4.-Los Peligros: resulta difícil, y a veces doloroso, ser enviados una y otra vez a la viña del Señor. Entre otras cosas porque, las resistencias o contradicciones con las que nos encontramos, pueden llegar a mermar o debilitar nuestras iniciativas. ¡Cuándo llegaremos a comprender que no podemos ser más que el Maestro: Jesús también se topó con incomprensiones y descalificaciones! Seguimos, un domingo más, en la viña y como viña del Señor.

5.-La Evangelización: los cristianos debemos afrontar los nuevos tiempos con una actitud abierta, debemos escuchar la voz de Dios que nos invita a trabajar en su viña y la voz del pueblo de Dios que espera de nosotros una actitud más evangélica. No basta con querer ir a trabajar a la viña, hay que hacerlo con los medios actuales, para que nuestros frutos no sean raquíticos, sino abundantes. 

REFLEXIÓN 

   La liturgia del 27º Domingo del Tiempo Ordinario utiliza la imagen de la “viña de Dios” para hablar de ese Pueblo que acepta el reto del amor de Dios y que se pone a su servicio. A ese Pueblo, Dios le exige frutos de amor, de paz, de justicia, de bondad y de misericordia. 

   En la primera lectura, el profeta Isaías muestra el amor y la solicitud de Dios por su “viña”. Ese amor y esa solicitud no pueden, sin embargo, tener como contrapartida frutos de egoísmo y de injusticia. El Pueblo de Yahvé tiene que dejarse transformar por el amor siempre fiel de Dios y producir frutos buenos que Dios aprecia: la justicia, el derecho, el respeto por los mandamientos, la fidelidad a la Alianza. 

   En la segunda lectura, Pablo exhorta a los cristianos de la ciudad griega de Filipos, y a todos los que forman parte de la “viña de Dios”, a que vivan en la alegría y en la serenidad, respetando lo que es verdadero, noble, justo y digno. Son esos los frutos que Dios espera recoger de su “viña”. 

   En el Evangelio, Jesús retoma la imagen de la “viña”. Critica fuertemente a los líderes judíos que se apropiaron en beneficio propio de la “viña de Dios” y que se niegan siempre a ofrecer a Dios los frutos que le deben. Jesús anuncia que la “viña” va a serles quitada y se les va a confiar a trabajadores que produzcan y que entreguen a Dios los frutos que él espera. 

El Papa Francisco no se cansa de repetir que Dios no se cansa de buscarnos. Y, por supuesto, esto es verdad. Pero también es verdad que nosotros, nuestra sociedad, muchas veces y en muchos momentos y circunstancias no nos dejamos encontrar por Dios. Y es que, para salvarnos, no es suficiente con que Dios nos busque, es necesario que nosotros nos dejemos encontrar por Dios. 

PARA LA VIDA

   El rey, en su avaricia, había apresado y encarcelado a Háyarat Saheb, a quien todo pueblo veneraba y reverenciaba como a hombre de Dios y profeta de su pueblo, e hizo saber que no lo pondría en libertad hasta que el pueblo pagase una muy elevada cantidad de dinero por su rescate. Una manera un poco primitiva y salvaje de cobrar impuestos. El rey sabía que el pueblo veneraba al santo, y pagaría. Pagaron mucho, en efecto, pero la cantidad recaudada no llegaba aún a lo estipulado. 

   Una viejecita de un pueblo muy lejano se enteró también de lo que sucedía y quiso contribuir en su pobreza. Era hilandera, y todo su capital en aquel momento eran cinco ovillos de hilo. Las tomó y se encaminó a palacio a entregarlas para el rescate. La gente, al verla pasar, se contaba unos a otros su caso, y no podían menos de sonreírse ante la ingenuidad de su gesto y la inutilidad de su esfuerzo. ¿Qué valían cinco ovillos de hilo en un rescate de millones? 

   Pero ella seguía su camino y contestaba: No sé si pondrán en libertad a Háyarat Saheb o no. Lo único que pretendo es que cuando Dios en su juicio me pregunte qué hice yo cuando Háyarat Saheb estaba en la cárcel, no tenga yo que bajar los ojos avergonzada. Y presentó su ofrenda. El rey, a cuyos oídos había llegado ya su historia, liberó al hombre de Dios.

Cuántas veces nosotros tratamos de hacer esfuerzos para mejorar nuestras vidas, pero sin embargo dejamos de lado el hecho de que para avanzar requerimos mas que buena voluntad. Requerimos soltar amarras que nos atan al puerto para poder seguir adelante.

26° Domingo del Tiempo Ordinario, 27 de Septiembre 2020, Ciclo A

 San Mateo 18, 21 – 35

"Recapacitó y Fue"

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M. 
SIN GRABAR AÚN

1.-La Viña: podríamos decir que representa a todo el universo creado que, gracias a la venida de Cristo, se convierte de una manera particular en propiedad de Dios. La invitación evangélica a trabajar en la viña del Señor resuena en la vida y en el corazón de todo hombre y toda mujer, llamados a comprometerse concretamente en la viña divina y a participar en la misión de salvación. 

1.-Decir “NO”: se ha convertido incluso en una costumbre, casi en una regla de mi conducta. Digo que «no», sin darme cuenta de poder agraviar con ello a alguien… Pero necesito ese «no» para poder reflexionar, meditar sobre todos los «pros» y los «contras». Para tomar una decisión finalmente. Y, como resultado, después de haber dicho primero «no», al final digo que «sí». 

3.-Decir “SI”: hay muchos que tienen los labios llenos de amor y servicio, pero su corazón va por el lado contrario. Las personas que se dicen en el camino de Jesús y no viven y, lo que es aún más terrible, no quieren vivir el Evangelio. Unas veces por temor, otras por comodidad y otras por indiferencia, la viña sigue sin ser trabajada. Uno puede echar a perder lo bueno que haga por la manera como lo haga.

4.-Nuestra Misión: es ir a trabajar por el mundo llevando el mensaje del Señor; es la obediencia alegre y confiada al Señor. El que honra a Dios no es el que observa unos ritos externos, sino el que cumple su voluntad.

5.-La Libertad: Dios nos hace libres, y desde esa libertad, estamos llamados a cooperar con El.  ÉL conoce de antemano los sentimientos más profundos de nuestros corazones.

REFLEXIÓN 

   La liturgia del Domingo 26º del Tiempo Ordinario deja claro que Dios llama a todos los hombres a empeñarse en la construcción de ese mundo nuevo de justicia y de paz que Dios soñó y que quiere que alcance a toda la creación. Ante la propuesta de Dios, podemos tomar dos actitudes: o decir “sí” a Dios y colaborar con él, o elegir el camino del egoísmo, de la comodidad, del aislamiento y desentendernos del compromiso que Dios nos solicita. La Palabra de Dios nos exhorta a un compromiso serio y coherente con Dios, un compromiso que signifique un empeño real y exigente en la construcción del mundo nuevo, de la justicia, de la fraternidad y de la paz.

   En la primera lectura el profeta Ezequiel invita a los israelitas exiliados en Babilonia a comprometerse de forma seria y consecuente con Dios, sin rodeos, sin evasivas. Cada creyente debe tomar conciencia de las consecuencias de su compromiso con Dios y vivir, con coherencia, las implicaciones prácticas de su adhesión a Yahvé y a la Alianza.

   La segunda lectura presenta a los cristianos de Filipos (y a los cristianos de todos los tiempos y lugares) el ejemplo de Cristo: a pesar de ser Hijo de Dios, Cristo no hizo alarde con arrogancia y orgullo de su condición divina, sino que asumió la realidad de la fragilidad humana, haciéndose servidor de los hombres para enseñarnos la suprema lección del amor, entregando su vida. Los cristianos estamos llamados por Dios a seguir a Jesús y a vivir del mismo modo, en la entrega total al Padre y a sus proyectos.

   El Evangelio dice cómo se hace realidad el compromiso del creyente con Dios. El “sí” que Dios nos pide no es una declaración de buenas intenciones, sin implicaciones prácticas, sino que es un compromiso firme, coherente, serio y exigente con el Reino, con sus valores, en el seguimiento de Jesucristo. El verdadero creyente no es aquel que “da buena impresión”, que finge respetar las reglas y que tiene un comportamiento irreprensible desde el punto de vista de las convenciones sociales, sino que es aquel que cumple, en verdad, la voluntad de Dios.

 

PARA LA VIDA

   Un pobre gallo, flacucho y hambriento, buscaba afanosamente algo para comer. Picoteaba por todas partes, bajo los haces de leña, entre las matas de hierba, alrededor de las piedras e incluso escarbando en la tierra. De pronto el gallo se detuvo. Allí, ante sus ojos, había una piedra distinta de las otras, que brillaba de una manera especial. El gallo se quedó contemplándola, encandilado y perplejo. Luego, de pronto, entendió. Aquella no era una piedra cualquiera. Su forma, su brillo y sus dimensiones la delataban. - Los hombres te llamarán diamante, piedra preciosa – murmuró  el gallo hambriento – pero para mí, tú no vales más que un grano de trigo. Y se dio la vuelta para seguir picoteando, ajeno al valor de lo que había encontrado. 

   El cuento de hoy nos avisa para que no nos pase como al gallo, que encontró un precioso diamante y no quiso ver en él el gran valor que tenía, como muchos hoy día, que no saben valorar el diamante de la fe y los grandes valores que dan la felicidad, ocupados en picotear y acumular cosas materiales que los hacen ciegos a la presencia de Dios en sus vidas. No seamos como aquellos publicanos, que creyéndose en la propiedad de reclamar a Dios y atados a leyes que los deshumanizan, no sepamos ver los signos de la presencia del Señor en el mundo y en las personas, también en aquellos que humanamente puede parecer que están más alejados de Dios.