2° Domingo de Cuaresma, 13 de Marzo 2022, Ciclo C

 San Lucas 9, 28b-36

"Transfigurados con el Señor

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.-Oración: En este segundo domingo de Cuaresma, el evangelista Lucas subraya que Jesús subió al monte «a orar» junto con los apóstoles Pedro, Santiago y Juan y, «mientras oraba» acaeció el luminoso misterio de su transfiguración. Subir al monte para los tres apóstoles supuso quedar involucrados en la oración de Jesús, que se retiraba con frecuencia para orar, especialmente en la aurora o después del atardecer, y en ocasiones durante toda la noche. Ahora bien, sólo en esa ocasión, en el monte, quiso manifestar a sus amigos la luz interior que le invadía cuando oraba: su rostro se iluminó y sus vestidos dejaron traslucir el esplendor de la Persona divina del Verbo encarnado. La verdadera oración consiste precisamente en unir nuestra voluntad con la de Dios. La oración jamás es salirse de la realidad sino mas bien entrar plenamente en ella.

2. -Divinidad: El Señor Jesús manifestará a Pedro, Santiago y a Juan su identidad más profunda, oculta tras el velo de su humanidad. La luminosidad de sus vestidos manifiesta su divinidad. No está Dios «vestido de esplendor y majestad, revestido de luz como de un manto» El Mesías no es tan sólo un hombre, sino Dios mismo que se ha hecho hombre. 

 3.-Plenitud: La Transfiguración del Señor nos habla de la plenitud, nos habla que no existen carencias, ni limitaciones ni ausencias cuando se está en presencia del Señor. Cuántas veces las ausencias de los seres queridos son tremendos motivos de tristeza y de pena. Ausencias físicas unas veces, ausencias espirituales otras; ausencias producidas por una distancia que hay en kilómetros medibles, o ausencias producidas por una distancia afectiva. Aprendamos a compartir con Cristo todo lo que Él ha venido a hacer a este mundo. El saber ofrecernos, ser capaces de entregarnos a nuestro Señor cada día para resucitar con Él cada día. «Si con Él morimos -dice San Pablo- resucitaremos con Él. Si con Él sufrimos, gozaremos con Él». La Transfiguración viene a significar, de una forma muy particular, nuestra unión con Cristo.

REFLEXIÓN

   Evangelio nos invita a no nos quedemos simplemente viendo la Transfiguración como un misterio espectacular por parte de Cristo, sino que, viendo a Cristo Transfigurado, nos demos cuenta de que ésa es nuestra identidad, de que ahí está nuestra felicidad. Una felicidad que vamos a ser capaces de tener sola y únicamente a través de la comunión con los demás, a través de la comunión con Dios

   El Señor ha venido a salvar al ser humano, a reconciliarlo. No quiere que nadie se pierda. Él conoce los más profundos anhelos del corazón humano y sabe cómo saciar verdaderamente sus anhelos y sed de eternidad. A diferencia del padre de la mentira que ofrece una gloria vana, pasajera, el Señor ofrece a todo el que crea en Él la gloria auténtica, la que verdaderamente realiza al ser humano. Un destello de esa gloria es la que muestra cuando en el monte Tabor se transfigura ante Pedro, Santiago y Juan. Es esa la gloria de la que Dios quiere hacer partícipe a su criatura humana. El Tabor es para nosotros un punto fundamental de referencia en todo el Evangelio.

    Jesucristo nos pide y exige el que le sigamos cargados cada uno con nuestra propia cruz —la del deber, la del trabajo, la de la pobreza, la de la enfermedad, la de la lucha por la virtud, la cruz que sea—, y necesitamos un estímulo, un motivo, algo que nos convenza que nuestro seguimiento a Cristo no es cosa inútil y que nos vaya hacer arrepentirnos. ¿Qué recompensa nos espera? Como a Jesús, la resurrección. Pero, ¿cómo va ser esta resurrección? El Tabor nos da la respuesta: nos va dar a nosotros la misma gloria con que apareció Jesús en aquella visión grandiosa. 

   Con esta fe y esta esperanza, ¿quién se desanima?¡Venga, adelante! San Pablo nos lo dice con palabras de ánimo: En un mundo que se está secularizando y que pierde el sentido de lo divino, ¡qué bien nos vienen unas palabras como éstas! El placer pasa; el fruto del deber cumplido, permanece en premio eterno. Pidamos para nosotros la gracia de identificarnos con Cristo como fuente de felicidad. Pidámosla también para los que están dentro de nuestro corazón y para aquellas personas que no son capaces de encontrar que estar con Cristo es lo mejor que un hombre o una mujer pueden tener en su vida.

   Evangelio nos invita a no nos quedemos simplemente viendo la Transfiguración como un misterio espectacular por parte de Cristo, sino que, viendo a Cristo Transfigurado, nos demos cuenta de que ésa es nuestra identidad, de que ahí está nuestra felicidad. Una felicidad que vamos a ser capaces de tener sola y únicamente a través de la comunión con los demás, a través de la comunión con Dios.

   El Señor ha venido a salvar al ser humano, a reconciliarlo. No quiere que nadie se pierda. Él conoce los más profundos anhelos del corazón humano y sabe cómo saciar verdaderamente sus anhelos y sed de eternidad. A diferencia del padre de la mentira que ofrece una gloria vana, pasajera, el Señor ofrece a todo el que crea en Él la gloria auténtica, la que verdaderamente realiza al ser humano. Un destello de esa gloria es la que muestra cuando en el monte Tabor se transfigura ante Pedro, Santiago y Juan. Es esa la gloria de la que Dios quiere hacer partícipe a su criatura humana. El Tabor es para nosotros un punto fundamental de referencia en todo el Evangelio.

    Jesucristo nos pide y exige el que le sigamos cargados cada uno con nuestra propia cruz —la del deber, la del trabajo, la de la pobreza, la de la enfermedad, la de la lucha por la virtud, la cruz que sea—, y necesitamos un estímulo, un motivo, algo que nos convenza que nuestro seguimiento a Cristo no es cosa inútil y que nos vaya hacer arrepentirnos. ¿Qué recompensa nos espera? Como a Jesús, la resurrección. Pero, ¿cómo va ser esta resurrección? El Tabor nos da la respuesta: nos va dar a nosotros la misma gloria con que apareció Jesús en aquella visión grandiosa.

   Con esta fe y esta esperanza, ¿quién se desanima?¡Venga, adelante! San Pablo nos lo dice con palabras de ánimo: En un mundo que se está secularizando y que pierde el sentido de lo divino, ¡qué bien nos vienen unas palabras como éstas! El placer pasa; el fruto del deber cumplido, permanece en premio eterno. Pidamos para nosotros la gracia de identificarnos con Cristo como fuente de felicidad. Pidámosla también para los que están dentro de nuestro corazón y para aquellas personas que no son capaces de encontrar que estar con Cristo es lo mejor que un hombre o una mujer pueden tener en su vida.

 PARA LA VIDA

   En el jardín de una casa había tres ancianos. Señores, nos gustaría muchísimo que pasaran los tres, pero como solo podemos escoger a uno hemos decidido que con mucho gusto invitamos a Amor. Si es tan amable, acompáñeme, por favor. Amor, el anciano con más cara de bonachón, se acercó a él y juntos caminaron sobre la hierba. Entraron en la casa y la mujer le indicó que se sentara a la mesa. – Es un placer tenerle con nosotros, señor Amor. 

   El anciano sonrió y tomó asiento. En ese mismo instante, los otros dos se presentaron en el comedor. La familia se miró desconcertada y la mujer se acercó a ellos con amabilidad. – Pasen, por favor, están en su casa. Estamos felices de que también se unan a la cena, pero me gustaría saber por qué al final los tres aceptan nuestra invitación. Nos hicieron escoger a uno y decidimos que fuera Amor… ¡Perdonen, pero la verdad es que no entiendo nada! 

   El señor Amor miró a la niña que estaba sentada a su lado, le guiñó un ojo, y resolvió el misterio. – Verá, buena mujer, todo tiene una fácil explicación: si hubiera escogido el éxito o la riqueza los otros dos nos habríamos quedado afuera, pero me han elegido a mí, y a donde yo voy ellos van, pues donde hay amor, siempre hay éxito y riqueza.

1° Domingo de Cuaresma, 6 de Marzo 2022, Ciclo C

 San Lucas 4, 1 - 13

"No Tentarás al Señor, tu Dios

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.- Tentación: la tentación nos acompaña a través de nuestra vida. El tentador está solo, y es tan arrogante que no tiene ningún escrúpulo en tentar incluso al Hijo de Dios. El Evangelio claramente demuestra la increíble fidelidad de Dios hacia el hombre. En medio de los tiempos oscuros y de los momentos aparentemente desesperados de la historia, Dios camina fielmente con su gente en Egipto. Cuando Cristo es tentado por el diablo y más adelante cuando parece derrotado por la muerte, su Padre le fue fiel. Dios desea unir su fidelidad con la del hombre; Jesús unió su fidelidad a la del Padre de una manera extraordinaria.

2.- Preparación: mientras que las culturas y las costumbres cambian él ha ido cambiando sus tácticas, pero los ingredientes son siempre iguales: poder, conocimiento y placer. La sociedad moderna ofrece al tentador una avalancha de posibilidades para influir en la humanidad, y a menudo estamos indefensos y desprotegidos. Como creyentes afirmamos con orgullo nuestra fe en un mundo que se olvida a ratos de ella, la sofoca, o la deja de lado. Las tentaciones son una oportunidad de dar testimonio de Jesucristo, nuestro Señor y Dios, y a través de nuestro testimonio conquistar la tentación con el poder de Dios. No debemos asustarnos de la tentación. "Tu fe es la victoria que conquista el mundo".

 3.- Confianza: no nos dejes caer en la tentación. Los cristianos somos débiles como cualquier persona y lo sabemos. Pero también sabemos que tenemos gran poder de Dios, y que si confiamos en él podemos estar seguros que los ataques del tentador, no importa cuán poderosos sean, no pueden derrotarnos, las obras de Nuestro Corazón son el arma para vencer el mal. Al escucharlas, nos damos cuenta de que no estamos vivos, que nuestra vida no es vida. Que necesitamos liberarnos de nuestra avidez, egoísmo y superficialidad, para despertar en nosotros el amor y la generosidad. Necesitamos escuchar a Dios que nos invita a gozar creando solidaridad, amistad y verdadera fraternidad. 

REFLEXIÓN 

   Queridos hermanos, el miércoles pasado, con el rito de la ceniza, hemos comenzado un nuevo camino cuaresmal. Se abre ante nosotros un nueva Cuaresma, "tiempo fuerte”, tiempo de amor, limosna, ayuno oración, autocontrol y conversión, en el que Dios nos concede una gracia especial para fortalecernos en la lucha que debe llevarnos a una conversión profunda de nuestras vidas, y la meta de este tiempo es la mañana de Pascua, cuando el sepulcro de Cristo aparezca vacío, porque Él ya ha resucitado.

   Pero antes hemos de pasar por la experiencia dolorosa –siempre lo es– de la muerte de Cristo en la Cruz. Moisés haciéndole ver al pueblo elegido las maravillas obradas por Dios, le manda adorarlo sólo a Él por encima de todo. En el Evangelio vemos cómo el Espíritu empuja a Jesús al desierto, donde es colocado en la situación de guerra entre el bien y el mal que definirá toda su actuación mesiánica. Cuaresma es un tiempo de preparación, con ayuno, oración y limosna, para lo que nos aguarda: la Pascua de Resurrección.

   La Cuaresma es tiempo de reflexión, aprendizaje y discernimiento sobre la evolución y desarrollo de nuestras posibilidades como ser humano pleno. Examina tus tentaciones en este tiempo de cuaresma, tentaciones no solo ni principalmente de orden moral. También las de orden social y espiritual. Creer en Dios supone reconocer a los otros hombres y mujeres con la dignidad misma de hijos de Dios, amigos y hermanos intocables con los que estoy llamado a compartir y construir la historia. 

   Creer en Dios supone descubrir que el mal, la injusticia y la muerte no tienen la última palabra. La vida termina en Dios y es más grande que “esta vida”. Hay que «volver al desierto». Aprender de aquel Jesús que se negó a hacer milagros por pura utilidad, capricho o placer. Escuchar la verdad que se encierra en sus inolvidables palabras: «No sólo de pan vive el hombre sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios». 

PARA LA VIDA

   Yusuf el terrible turco era un luchador de 140 kilos que había salido de su Turquía natal y había emigrado a los Estados Unidos en busca de fama y fortuna. Pronto se convirtió en el luchador más popular. La gente de todos los rincones del país se arremolinaba para ver cómo derrotaba a sus oponentes. Yusuf era, realmente, un forzudo. Pero tenía una debilidad, el oro. Cada vez que Yusuf ganaba un partido, exigía que le pagasen en monedas de oro. Tan pronto como le pagaban, metía las monedas en el cinturón monedero que llevaba a la cintura.

   Un día, Yusuf anunció que su carrera como luchador se había acabado. Se retiraba y regresaba a su país natal. Ya no competiría más. Tenía todo el oro que necesitaba. A bordo de un gran vapor, Yusuf emprendió viaje hacia Turquía. Pero, en la segunda noche de la travesía, se desató una terrible tormenta. Pronto, el barco empezó a hundirse. La tripulación recibió orden de arrojar los botes salvavidas al agua.

   Yusuf cruzó corriendo la cubierta. Al ver un bote a la deriva a poca distancia del barco, el forzudo se arrojó al océano. Pero cuando empezó a nadar hacia el bote, el peso de las monedas de oro lo arrastró hacia abajo y él y su fortuna nunca más fueron vistos. Yusuf hizo que el oro fuese su tentación y este lo destruyó.

8° Domingo del tiempo Ordinario, 27 de Febrero 2022, Ciclo C

 San Lucas 6, 39-45

"Lo Que Rebosa del Corazón, lo Habla la Boca

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.-Juzgar: después de las exigencias del amor a los enemigos que escuchábamos el domingo pasado, hoy Jesús nos invita a revisarnos a nosotros mismos. Es fácil pensar que los demás son los que no hacen bien las cosas. Por eso hoy Jesús nos llama la atención y nos dice que no es posible que podamos ver la mota de polvo que tiene el otro en su ojo cuando intentamos quitársela, si no nos quitamos nosotros primero la viga que tenemos en el nuestro.

2.- Bondad: Jesús nos recuerda que cada árbol da el fruto que le corresponde: De un árbol bueno se espera que dé fruto bueno, mientras que de un árbol malo se espera que de fruto malo. Del mismo modo, de un hombre que tiene un buen corazón, lleno del amor de Dios, saldrán frutos de bondad, de amor y de misericordia hacia los demás, mientras que un corazón lleno de maldad, de rencor y de juicios hacia los demás sólo podrá dar furos de odio, de división y de maldad. Al acercanos a la Cuaresma, preguntemos: ¿cuáles son los frutos que estamos dando?

3.- Frutos: Pero no hemos de olvidar que quien llena nuestro corazón de bondad y de amor, es Dios, fuente de todo. Él es quien nos da la salvación y quien es capaz de convertir nuestro corazón de piedra por un corazón de carne. Es importante recordar esto: que no somos nosotros quienes podemos cambiar nuestro corazón, por mucho que nos esforcemos en ello. Es Dios, como nos dice san Pablo en la segunda lectura, quien nos da la victoria sobre el mal y sobre la muerte, es Él quien ha vencido a la muerte con su propia muerte. Así, si deseamos dar los buenos frutos que Dios espera de nosotros, lo primero que hemos de hacer es acercarnos a Él, con un corazón sencillo y humilde, para que Él llene nuestro corazón de la bondad y del amor.

REFLEXIÓN 

   Son los hechos, el modo de hablar y de actuar, los frutos, lo que muestra quién es y cómo es cada persona. Es lo que resume la famosa frase: "Por sus frutos los conoceréis". Lo importante es saber qué llevamos dentro, qué criterios y qué actitudes de fondo nos mueven a actuar. Porque si lo que llevamos dentro es bondad, lo que aflorará serán frutos de bondad, mientras que, si llevamos maldad, los frutos serán de maldad. Hay un "modo de ser", una manera de entender la vida y las relaciones con los demás, que es la del Reino, y otra que es contraria al Reino. 

   Está claro que necesitamos conversión un cambio en la manera de pensar y de ver las cosas. “Corrección fraterna”. Jesús nos propone a salir al encuentro del otro sin juzgarlo … una mirada de amor que acoge al otro en su fragilidad. El Papa Francisco hace referencia a la “corrección fraterna. Hoy, es una buena ocasión para preguntarnos: ¿Cómo me relaciono con los demás? ¿Salgo a su encuentro sin prejuicios? ¿Acojo su historia? ¿Me reconozco también pecador y necesitado del perdón del Señor? Aquello que existe en nuestro interior se manifiesta a través de nuestras palabras. 

   El perdón puede ser otra fuente de esperanza en nuestra sociedad. Las personas que no guardan rencor ni alimentan el odio, el juicio o la venganza, sino que saben perdonar desde dentro, siembran esperanza en el mundo. Junto a esas personas siempre crecerá la vida. Escomo un árbol al lado del rio. No se trata de cerrar los ojos al mal y a la injusticia del ser humano. Se trata sencillamente de escuchar la consigna de san Pablo: «No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien.» La manera más sana de luchar contra el mal en una sociedad tan dañada en algunos valores humanos es hacer el bien «sin devolver a nadie mal por mal...; en lo posible, y en cuanto de vosotros dependa, en paz con todos los hombres»

PARA LA VIDA

 

   El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa de éste y le dice: – Oye maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con maldad…– ¡Espera! – lo interrumpe el filósofo – ¿ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme? – ¿Las tres rejas? – Si. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
– No. Lo oí comentar a unos vecinos. – Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien? – No, en realidad no. ¡Al contrario…–! ¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
 A decir verdad, no.
 Entonces, dijo el sabio sonriendo. Si no sabemos si es verdad, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.

   Intentemos filtrar por las tres rejas todo lo que hablamos y pensamos. Eso nos ayudará a no murmurar, ni a criticar. QUITEMOS LAS VIGAS DE NUESTROS OJOS, Y VEREMOS LAS MARAVILLAS DE LOS DEMÁS.