25° Domingo del Tiempo Ordinario, 23 de Septiembre de 2012


San Marcos 9, 30-37
      


 Ser como niños" 
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  1. El primer lugar: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y servidor de todos». Importantes son los que, sin pensar mucho en su nombre, prestigio o tranquilidad personal, se dedican sin ambiciones y con total libertad a servir, colaborar y contribuir al proyecto de Jesús. “Hacer el bien, pensar bien, hablar bien” (San Benito).
  2. Servir: servir es el mejor sinónimo del amor. Donde hay envidia y peleas no hay justicia ni paz. Paz y justicia van unidas pero deben pasar por el servicio. Nos da miedo la entrega y el servicio. Sin embargo la mesa del Señor es mesa común, fraternal y evangélica. Dejémonos empapar por Cristo, por su pan fraterno, por su paz y dispongámonos como él a servir, así nacerá en nosotros la felicidad plena. 
  3. Seguir: “Seguir al Señor” es involucrarse y comprometerse con Él con todas las fuerza y a tiempo completo, sea cual sea nuestro estado de vida, soltero, casado, religioso… Es cooperar con Él en la construcción del Reino de Dios en este mundo. Como Jesús, todos venimos a este mundo con una misión que cumplir: la de ser felices y hacer felices a otros, lo que agrada mucho a Dios. 
  4. Educar: la instrucción sobre el discipulado, aunque larga y dura como el camino hacia el Calvario, conduce a la resurrección. El último y servidor de todos es el primero porque entiende la vida “no para servirse sino para servir”

REFLEXIÓN
   En aquel que sirve bien y con generosidad es donde se hace visible el Reino de Dios. En aquella persona que, sin ruido, hace bien (como afirmaba San Vicente de Paul), es donde se hace manifiesta la mano de Jesús. 
   En aquella persona que, sintiéndose pequeña por lo que hace, es donde emerge con verdad y evidencia el Evangelio en vivo. Y es que, aunque nos parezca difícil de entender, la grandeza de la vida cristiana está precisamente en eso: en multiplicarnos en pequeños detalles allá donde se nos requiera. 

PARA LA VIDA
   Tres hombres se perdieron en la montaña, y había solamente una fruta para los tres, quienes desfallecían de hambre. Apareció Dios y dijo: probaré su sabiduría para salvarlos. Qué puedo hacer por ustedes?. 
   El primero dijo: "Pues aparece más comida", Dios contestó que era una respuesta sin sabiduría, pues no se debe pedir a Dios que aparezca mágicamente la solución a los problemas sino trabajar con lo que se tiene. 
   Dijo el segundo: "Entonces haz que la fruta crezca para que sea suficiente", a lo que Dios contestó que No, pues la solución no es pedir siempre multiplicación de lo que se tiene, pues el ser humano nunca queda satisfecho. 
   El tercero dijo entonces: "Mi buen Dios, aunque tenemos hambre y somos orgullosos, haznos pequeños a nosotros para que la fruta nos alcance". 
   Dios dijo: "Has contestado bien, pues cuando el hombre se hace humilde y se empequeñece delante de mis ojos, verá la prosperidad".

24° Domingo del Tiempo Ordinario, 16 de Septiembre de 2012


San Marcos 8, 27-35
      

 Tomar la Cruz" 

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  1. ¿Quién es Jesús?: es importante saber qué dice la Sagrada Escritura, la Iglesia, el Papa o los teólogos a cerca de Jesús. Pero, en mi fe, lo decisivo es qué digo yo. La respuesta a esta pregunta, la da mi experiencia que tengo de Él, con Él y en Él. El día en que uno puede decirle a Cristo: «Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida. Tú eres mi Salvador. Tú eres el Hijo de Dios encarnado por mi salvación», nuestra vida comenzará a reavivarse con una fuerza y una verdad nuevas.
  2. La Cruz: en el Crucificado no hay poder ni éxito, ni salud, ni vigor, no hay lógica ni sabiduría. Sólo hay un “amor crucificado” humilde, discreto, insondable hacia el ser humano. Las palabras de Jesús son tajantes. Quien quiera «salvar» su tranquilidad, su cuenta corriente, su vida privada, sus intereses.., al margen del Evangelio, reducirá su vida a eso y se echará a perder como hombre, pues está prescindiendo de su verdadero fin. 
  3. Nuestros Pensamientos: Tú piensas como los hombres, no como Dios”.Desde una actitud típicamente judía, nosotros le seguimos pidiendo a la vida “señales”, es decir, signos claros de que las cosas marchan bien, resultados, éxito y eficacia. No sabemos qué pensar ni qué decir ante el fracaso, el sufrimiento inútil, la vejez o la enfermedad. Dejarse conducir por Jesús es encontrarse con un Dios diferente, más grande y más humano que todos nuestros pensamientos. 
REFLEXIÓN
   Hay que “cargar con la cruz” y “gastar la vida” por Jesús y por el Evangelio, para encontrar la VIDA verdadera. ¿Y cómo se hace esto? Siguiendo el mismo estilo de vida de Jesús. Todos queremos esa VIDA ETERNA que Dios nos promete, pero solo la encuentra aquel que la busca no para sí, sino para los demás, aquel que es feliz haciendo felices a los que están a su alrededor, aquel que pierde la vida dándola, amando a los demás, y posponiendo lo suyo… hasta dar la vida, como Jesús. 
   Ir por este camino, es llevar a la práctica la sentencia: “nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos”, que Jesús impetró en la última cena. 

PARA REFLEXIONAR
    “Un matrimonio pobre. Ella hilaba a la puerta de su casa pensando en su marido. Todo el que pasaba se quedaba admirado de la belleza de su cabello, negro, largo. Él iba cada día al mercado a vender algunas frutas. 
A la sombra de un árbol se sentaba a esperar, sujetando entre los dientes una pipa vacía.   No llegaba el dinero para comprar tabaco. 
   Se acercaba el día del aniversario y ella no cesaba de preguntarse qué podría regalar a su marido. Y, además, ¿con qué dinero? Una idea cruzó su mente. Vendería su pelo para comprarle tabaco. Ya imaginaba a su esposo en la plaza, sentado ante sus frutas, dando largas bocanadas a su pipa. Así lo hizo y obtuvo por su pelo unas cuantas monedas, pero eligió con cuidado el más fino estuche de tabaco. El perfume de las hojas arrugadas compensaba  el sacrificio de su pelo. 
   Al llegar la tarde regresó el marido. Venía cantando por el camino. Traía en su mano un pequeño regalo: eran unos peines para su esposa. Los acababa de comprar, tras vender su pipa. Al encontrarse, se rieron y se abrazaron llenos de gozo y de alegría”.
“Nadie tiene más amor que el que da su vida por sus amigos (Jn.15, 13)

“FELIZ DIA DE AMOR Y AMISTAD”

23° Domingo del Tiempo Ordinario, 9 de Septiembre de 2012


San Marcos 7, 31-37
      
 Ábrete" 
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  1. La Sordera: es urgente que los cristianos escuchemos también hoy esta llamada de Jesús. La primera sordera por curar es la del corazón. Se nos pide actuar con lucidez y responsabilidad. Sería funesto vivir hoy sordos a su llamada, desoír sus palabras de vida, no escuchar su Buena Noticia, no captar los signos de los tiempos, vivir encerrados en nuestra sordera. La fuerza sanadora de Jesús nos puede curar.
  2. El Aislamiento: es encerrarse en la ocupación de cada día sin más. Vivir sin interioridad. Caminar sin brújula. Sin reflexión ni apertura a la esperanza. Perder incluso la sed, el deseo de vivir con más hondura. 
  3. Escucha: son muchos los hombres y mujeres que se sienten incapaces de entablar un verdadero diálogo con su Creador. No saben escuchar a Dios y no saben hablarle. Se diría que son «sordomudos” ante El. Para encontrar a Dios no hay que recorrer largos caminos. Basta detenerse, cerrar los ojos, entrar en nuestro corazón y escuchar la vida que hay en nosotros mismos. Ahí, donde estamos ahora mismo, está Dios rodeándonos e impregnándonos con su vida.
  4. La Conversión: el egoísmo, la desconfianza y la insolidaridad son también hoy lo que más nos separa y aísla a unos de otros. Por ello la conversión al amor es camino indispensable para escapar de la soledad. El que se abre al amor al Padre y a los hermanos, no está solo. 

REFLEXIÓN
   Hoy se trata de un sordomudo al que Jesús le cura. El silencio y la soledad de aquel hombre se quebró de pronto. Por sus oídos abiertos ya, penetró el sonido armonioso de la vida. Su corazón, callado hasta entonces, pudo florecer hacia el exterior y comunicar su alegría y su gratitud. 
   ¡Effetá!, dijo Jesús, esto es, ábrete. Vayamos al sacerdote con toda humildad y confesemos nuestros pecados, acerquémonos limpios de toda culpa a la Sagrada Eucaristía y oiremos la voz del Maestro que, apiadado de nuestro mal, nos dice: ¡Effetá!, ábrete al amor de Dios. 

PARA LA VIDA
   Dicen que al profeta Elías le gustaba pasear por las calles del pueblo disfrazado. Quería observar a la gente en su salsa, de cerca. Un día se disfrazó de mendigo, ropas sucias y rotas. Fue a llamar a la puerta de una gran mansión. Se celebraba una gran fiesta. 
  Cuando lo vio el dueño sucio y andrajoso, lo despachó con un gran portazo. Elías se marchó. Volvió más tarde, ahora lujosamente vestido: traje, camisa de seda, sombrero, bastón con empuñadura de oro. Cuando llamó a la puerta fue recibido con todos los honores y sentado en la mesa de honor. 
  Todos le miraban con admiración. De repente Elías empezó a llenarse los bolsillos de comida y a derramar el vino por su ropa. La gente sorprendida le preguntó por qué se comportaba así. Elías contestó: cuando vine como rico me honraron y agasajaron, pero soy la misma persona. Sólo han cambiado mis vestidos. Ustedes no me recibieron a mí sino a mis vestidos y mis vestidos tenían que ser alimentados. 
   Los invitados bajaron la cabeza avergonzados y cuando la levantaron, Elías había desaparecido.

22° Domingo del Tiempo Ordinario, 2 de Septiembre de 2012


San Marcos 7, 1-8.14-15.21-23
      

 Manos limpias...corazón sucio?" 

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  1. Las Tradiciones: no hay que confundir jamás la voluntad de Dios con lo que es fruto de los hombres. Nuestra responsabilidad primera no es repetir el pasado, sino hacer posible en nuestros días la acogida de Jesucristo, sin ocultarlo ni oscurecerlo con tradiciones humanas, por muy venerables que nos puedan parecer.
  2. La Hipocresía: si hay ruptura entre el "dentro" y "fuera" es que estamos en la pendiente "hipócrita". "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí". Jesús se refiere al "corazón" como fuente de las acciones humanas, donde maduran las convicciones profundas, donde se estimulan las decisiones fundamentales, donde se determinan las orientaciones de la existencia. 
  3. El Corazón: Jesús, ve la necesidad y la urgencia de extirpar el mal que contamina a los demás en su misma raíz que anida en su propio corazón y crear un corazón nuevo que dé frutos de vida y de verdad.
  4. La Propuesta de Dios: es la salvación que sólo se alcanza por la fe en Jesucristo. El Espíritu Santo que se derrama en la Iglesia sobre los creyentes es el principio de una vida nueva, de un corazón nuevo. Sin su concurso no hay renovación posible, verdadera conversión, ni verdadera obediencia y escucha asidua de la Palabra de Dios que libera y edifica el Reino de Dios en la Iglesia y en el mundo. 

REFLEXIÓN
   En el evangelio, Jesús llama hipócritas a los fariseos y a los escribas que, en teoría, eran unos perfectos conocedores de todas las leyes y las prácticas religiosas que había que hacer, pero “el culto que me dan está vacío”, decía Jesús.  
   Lo importante en nuestra vida será tener una verdadera experiencia de Dios, de su amor, de su perdón. Y eso se verá reflejado en nuestro estilo de vida, en nuestra manera de vivir. 
   La Eucaristía ha de ser una experiencia de encuentro interior con Dios y exterior con los hermanos. Si no, será un rito vacío que no nos llevará a ningún sitio. 

PARA LA VIDA
   Un joven párroco se encontró con su congregación dividida. Durante la plegaria eucarística la mitad de los feligreses permanecían de pie y la otra mitad de rodillas. Cada grupo insistía en que su tradición era la verdadera. 
   Para solucionar, de una vez por todas, el gran conflicto, el joven párroco, con un miembro de los arrodillados y otro de los de pie, fueron a visitar al Obispo. Sr. Obispo, 
             ¿no es verdad que la tradición de arrodillarse durante la plegaria eucarística  ha sido siempre la correcta? 
  No, esa no fue siempre la tradición, contestó el Obispo. Entonces, estar de pie fue y es la tradición correcta. No, contestó el Obispo, esa no fue la tradición. 
  Sr. Obispo, dijo el joven párroco, lo que tenemos es el caos; la mitad arrodillados y la otra mitad de pie.  Ahora sí, dijo el Obispo, esa fue siempre la tradición.   
   Nuestra Eucaristía, nuestra presencia aquí, esta liturgia que juntos celebramos es un medio, sólo un medio. Lo importante, hermanos, es el fin.