San Lucas 11,1-13
“Con Los Ojos Fijos en Jesús”
Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.
1.- Buscad al Dios Bueno: por otra parte, rezar al Padre del cielo es orar al que es Dios de todos, sin exclusión ni discriminación alguna. El Padre de los que le invocan con fe y de quienes viven de espaldas a él. El Padre que espera al hijo pródigo que viene de lejos y al hijo mayor que, aun viviendo en casa, no sabe amar al hermano. El Dios bueno “que hace salir el sol sobre buenos y malos y manda la lluvia sobre justos e injustos” Jesús tenía la costumbre de orar “elevando los ojos al cielo” pues nos sitúa mejor ante el Padre de todos, el que sólo sabe “dar cosas buenas a sus hijos”.
A Solas: la oración personal. Es «ponerse ante Dios» en silencio y a solas. No sé de nadie que haya vuelto a Dios sin haberlo escuchado como amigo en el fondo de su ser. La fe se despierta cuando la persona invoca a Dios, lo busca, lo llama, lo interroga, lo desea. Dios no se oculta a quien lo busca así. Más aún. Está ya presente en esa búsqueda.
2.- Comunicación Celestial: cuando los cristianos rezan el Padrenuestro no olvidan que se dirigen a un Padre “que está en el cielo”. Por eso, invocar a un Padre “que está en el cielo” es recordar, antes de nada, que Dios no está ligado en ningún lugar sagrado, no permanece encerrado en ningún templo ni es propiedad de ninguna religión. En cualquier momento y desde cualquier lugar, de día y de noche, desde lo alto de una montaña, desde el banco de una iglesia o desde el lecho de un hospital se pueden elevar los ojos al cielo para invocarlo como Padre querido.
3. Pedid y se os Dará: en las primeras comunidades cristianas se recordaban unas palabras de Jesús dirigidas a sus seguidores en las que les indica en qué actitud han de vivir: «Os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide, recibe, quien busca, halla, y al que llama, se le abre» No se dice qué pedir, qué buscar ni adónde llamar. Lo importante es la actitud de vivir pidiendo, buscando y llamando. Como un poco más tarde, Lucas dice que el Padre «dará su Espíritu Santo a los que se lo piden», lo primero que hay que pedir, buscar y llamar es el Espíritu Santo de Dios.
REFLEXIÓN
"LA FE SE DESPIERTA HABLANDO A SOLAS CON ÉL.”
Del “Padre nuestro” se ha dicho todo. Es la oración por excelencia. El mejor regalo que nos ha dejado Cristo. La invocación más sublime a Dios, pronunciada jamás por labios humanos. “Padre nuestro”. Es el primer grito que brota del corazón humano cuando el hombre vive habitado, no por el miedo y el temor a Dios, sino por una confianza plena en su amor creador. Un grito en plural, al que es Padre de todos. Una invocación que nos enraíza en la fraternidad universal y nos hace responsables ante todos los hombres.
REGALO DIVINO:
Necesitamos orar. No es posible vivir con vigor la fe cristiana y la vocación humana. Tarde o temprano la persona experimenta la insatisfacción que produce en el corazón humano, el vacío interior, la banalidad de lo cotidiano, el aburrimiento de la vida y la incomunicación con el misterio.
Necesitamos orar para encontrar silencio, serenidad y descanso que nos permitan sostener el ritmo de nuestro quehacer diario. Necesitamos orar para vivir en actitud lúcida y vigilante en medio de una sociedad superficial y deshumanizadora.
Necesitamos orar para enfrentarnos valientemente a nuestra propia verdad y ser capaces de una autocrítica personal sincera. Necesitamos orar para no desalentarnos en el esfuerzo de irnos liberando individual y colectivamente de todo lo que nos impide ser más humanos.
Necesitamos orar para liberarnos de nuestra propia soledad interior y poder vivir ante un Padre, en actitud más festiva, agradecida y creadora.
Felices los que también en nuestros días sean capaces de experimentar en lo más profundo de su ser, la verdad de las palabras de Jesús: «Quien pide está recibiendo, quien busca está hallando y al que llama se le está abriendo».
PARA LA VDA
Dice una linda leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron. El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena: HOY, MI MEJOR AMIGO ME PEGO UNA BOFETADA EN EL ROSTRO. Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo. Al recuperarse tomó un pequeño hierro y escribió en una piedra: HOY, MI MEJOR AMIGO ME SALVO LA VIDA.
Intrigado, el amigo preguntó: ¿Por qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra? Sonriendo, el otro amigo respondió: Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo; por otro lado cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo.