San Mateo 1, 18-24
1. El Pecado: pretende convertir la mentira en verdad. Es engañarse a sí mismo. Es la soledad del hombre por estar lejos de Dios. Y Jesús, que nos viene a salvar de los pecados, viene a devolvernos la compañía de Dios y la compañía de nuestros hermanos los hombres.
2. La Justicia: decir de una persona que “es justo” es lo mismo que decir que “es bueno”, “es santo”. “Aquel de vosotros que esté sin pecado que le arroje la primera piedra”. La justicia de Jesús, como, en este nuestro caso, la de José, fue una justicia misericordiosa, una justicia basada no en la Ley de Moisés, sino en la ley del mandamiento del amor a Dios y al prójimo.
3. Emmanuel: significa “Dios con nosotros”. La preparación propia del Adviento debe consistir en eso: en hacer posible que Dios, el Niño que va a nacer, pueda quedarse a vivir con nosotros.
4. La Esperanza: tal vez, también nosotros, como José… tengamos dudas y hasta temores.
¿No será mucho lo que Dios nos pide? Dejemos que la próxima Navidad nos invada con su Misterio. Soñemos y, en el sueño, ojala que Dios nos dé la oportunidad de soñar con El. ¿Hemos soñado alguna vez con el cielo?
¿Hemos soñado con Dios, con María, con Jesús o con el Espíritu?
REFLEXIÓN
Apuremos estos últimos instantes. ¡Dios está a la puerta! ¡Dios está llamando! ¡Que no pase de largo! ¡Que, con José y María, preparemos ya –interna y externamente– nuestros hogares y nuestras almas para que de verdad se note que un Niño nos va a nacer! Si Jesús, al nacer, no encontró más riqueza que el amor y la ternura de José y María que, por lo menos encuentre también en nosotros el mejor pesebre donde hacerse presente: nuestro corazón.
PARA LA VIDA PRÁCTICA
Un día, cuando yo era niño, un anciano me colocó sobre sus rodillas y puso su mano sobre mi cabeza como si me fuera a dar una bendición. Alexis, me dijo, te voy a decir un secreto. Eres muy pequeño para entenderlo ahora, pero mira, ni el cielo ni la tierra son suficientemente grandes para contener a Dios, sólo el corazón humano es bastante grande para albergar a Dios. Así pues, Alexis, ten mucho cuidado, que mi bendición te acompañe siempre y nunca, nunca, hieras el corazón de otra persona. Este Dios que se hace presente y entra en la historia del mundo y en nuestras vidas no es un meteorito caído del espacio, ni un extraterrestre venido de otro planeta.