7° Domingo del tiempo Ordinario, 20 de Febrero 2022, Ciclo C

 Lucas 6,27-38

"Sed Misericordiosos como Vuestro Padre es Misericordioso

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.- Amad a vuestros enemigos… ¿Esto es sencillo? ¡Claro que no! Necesitamos de la gracia de Dios porque humanamente es muy difícil y casi imposible. El amor hacia los enemigos no es algo que brota fácilmente del fondo del corazón. Ante todo

 es un don de Dios que hay que pedir y saber aceptar para reconciliar la humanidad. Solo con la gracia de aquel que dijo en la cruz: “Perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34), podremos amar y perdonar a los enemigos.

2.- Haced el bien a los que os odian… El amor que tiene vocación de resanar heridas, no lleva cuenta de los delitos y de las ofensas, es un amor tan generoso que se goza con el perdón y con la alegría de la vuelta a la comunión de aquellos que por su cerrazón se fueron. El injusto agresor queda desarmado cuando el dedo acusador de la víctima se vuelve mano tendida que acoge.

3.- Poner la otra mejilla: no es resignación ni conformismo con la injusticia. No se trata de renunciar al derecho a la defensa sino a la violencia como método para hacer justicia. Se trata de arriesgar un poco, creer en la capacidad de cambio que tiene la otra persona y dar otra oportunidad para que mejore su vida.

4.- Tratar bien a los demás: Esto no es novedad en Jesús, es una regla de oro tanto en el judaísmo como en otras culturas y religiones. Lo novedoso en Jesús es tratar bien, inclusive a los enemigos.

5.- No juzgar: Es tener un profundo respeto por la persona, inclusive por el agresor. No se trata de perder la capacidad de análisis crítico de las personas y de los acontecimientos. No es abstenernos de denunciar aquello que a conciencia veamos injusto. Se trata de no juzgar sin misericordia y de no condenar para destruir la vida con la murmuración y el descrédito de los demás, mientras guardemos odios en nuestro interior seremos esclavos de nuestra propia sombra.

6.- Dar: Quien sólo espera recibir y nunca ejercita su capacidad de dar, se queda inmaduro para siempre y se vuelve mezquino y egoísta.  Cuando empezamos a dar y, sobre todo, a darnos, hacemos florecer en nosotros los más hermosos sentimientos humanos:

Oración y bendición por los perseguidores: Orar para no dejarse contaminar por el odio, que se cultiva en el corazón de todo ser humano cuando se siente constantemente agredido. Pedir a Dios la fuerza para que su amor sane nuestros dolores y los de los demás. La iniciativa del amor, del perdón y de la reconciliación, brotan de la persona que está unida a Dios. Por eso necesitamos la oración y apertura a la gracia.

PARA LA VIDA

   Un catequista, que preparaba niños para la primera comunión, les pidió que trajeran una bolsa de plástico transparente y unas papas crudas. Ya en la catequesis éste les dijo: por cada persona que te niegues a perdonar elige una papa y escribe en ella el nombre de la persona y la fecha de la ofensa, y colócala en la bolsa de plástico. Algunas bolsas eran bien pesadas y estaban bien llenas. 

   Luego les dijo: tienen que llevar la bolsa a todos los sitios que vayan y por la noche la colocan junto a su cama. La molestia e incomodidad de cargar cada día con la bolsa de papas con sus nombres y fechas les hizo sentir el peso espiritual que llevaban dentro. La condición de las papas con el tiempo empeoró y olían a feo. 

Moraleja: Este es el precio que pagamos por almacenar rencores y odios. A veces pensamos que el perdón es un regalo que hacemos a los otros; no, es un regalo que nos hacemos a nosotros.

6° Domingo del tiempo Ordinario, 13 de Febrero 2022, Ciclo C

 Lucas 6, 17 . 20 - 26

"Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.- La Confianza: el hombre no puede crecer sólo en el terreno de la temporalidad. No puede poner su apoyo en la carne, es decir, en sí mismo, en la materia. El hombre no puede construir sólo sobre sí y "confiar" solamente en el hombre. Debe crecer en un terreno diverso del de lo transitorio y de lo caduco de este mundo temporal. Es el terreno de la nueva vida, de la eternidad y de la inmortalidad el que Dios ha puesto en el hombre, al crearlo a su propia imagen y semejanza.

2.- La FeSignifica precisamente confiar en el Señor, tener confianza en El solo, una confianza tal que no podamos ponerla en el hombre, porque la experiencia nos enseña que el hombre está sometido a la muerte. Entonces somos como ese árbol que, plantado junto a la acequia y fertilizado por ella, da fruto: fruto bueno, fruto de vida eterna.

3.- La Felicidad: Se requiere un modo de vivir y de obrar totalmente nuevo. Pero esto sólo es posible con la fuerza del Espíritu Santo. Pues los cristianos esperamos la vida del Cielo. Esta Vida Eterna tiene un solo camino, que es el mismo camino que siguió Jesús: la cruz. La cruz, el sufrimiento, la entrega de la propia vida se convierten así en el camino que lleva a la Gloria. Es, en definitiva, seguir las huellas de Cristo, que no buscó el éxito aquí en la tierra, que no procuró tener de todo e incluso un poco más, sino que se reservó todo esto para el Cielo.

4.-La Resurreccion: hoy no toca hablar de la resurrección, pero sí, la fe en la resurrección es una fe fundamental para poder vivir como auténticos cristianos, sobre todo en determinados momentos de nuestra vida, cuando esta vida nos resulte demasiado difícil y costosa. La fe en la resurrección debe animarnos siempre, pero sobre todo en los momentos más duros de nuestra vida.

5.- Nosotros: entre otras cosas, la confianza en Dios, implica –además de abandonarnos en El– plantearnos pequeñas metas que denoten que somos de los suyos, que Dios no es una simple quimera o un sueño fugaz. Que es Alguien que lo sentimos cercano a nuestra vida y a nuestra realidad. Alguien, con cierta razón, llegó a decir: “la confianza en Dios es la mayor prueba que le podemos dar de que somos sus hijos”. Y hoy, por si no nos queda suficientemente claro, Jesús nos señala unos caminos para llevarnos hasta Dios: es el mensaje denso pero nítido de las bienaventuranzas.

REFLEXIÓN

   El mensaje cristiano es un mensaje lleno de esperanza. El Evangelio nos invita constantemente a mirar más allá de esta vida, pues creemos en un Dios que nos espera tras la muerte, en la Vida Eterna. Para ello, Dios nos invita a confiar en Él. Poniendo en Él nuestro corazón y viviendo como nos enseña en el Evangelio llegaremos a esta vida dichosa del Reino de los Cielos. Esta esperanza cristiana resuena a lo largo de la liturgia de la palabra de este domingo.

   En la primera lectura Jeremías nos recuerda, Maldito quien confía en el hombre, y bendito aquel que confía en el Señor. Dos senderos se abren ante nuestra libertad: un camino de salvación divina, para cuantos confían en la Palabra y en el amor de Dios; y un camino de maldición, para cuantos ponen su confianza idolátrica en los bienes de la tierra.

   La segunda lectura a los Corintios, San Pablo dice: Si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido. Las bienaventuranzas de Cristo tienen su garantía plena en su Resurrección redentora. Por el contrario, las bienaventuranzas humanas quedan todas ahogadas en el sepulcro. La resurrección de Cristo es el tema fundamental de la predicación de San Pablo y de toda la Iglesia. En nuestro tiempo, en que todo se centra sobre el progreso técnico y el bienestar material del hombre, es preciso acentuar lo que está en el origen de nuestra fe: la Resurrección de Cristo y nuestra propia resurrección futura.

   San Lucas en el Evangelio manifiesta, Dichosos los pobres; y ay de vosotros, los ricos. Cristo es personalmente la clave necesaria para interpretar sus bienaventuranzas. Son ellas un autorretrato fidelísimo de su Corazón ante el Padre y ante los hombres. «Aunque la abundancia de riquezas implica no pocas solicitaciones al mal, también en ellas hay más de una invitación a la virtud. Sin duda alguna, la virtud no tiene necesidad de ayudas, y la contribución de los pobres es más digna de elogios que la liberalidad de los ricos; sin embargo, a los que Él condena por la autoridad de la sentencia celestial, no son aquéllos que tienen riquezas, sino aquéllos que no saben usarlas»  

PARA LA VIDA

   Después de haber llevado una vida sencilla y tranquila, una mujer murió. Se encontró dentro de una larga y ordenada procesión de personas que avanzaban lentamente hacia el Juez Supremo. A medida que se iban acercando a la meta, escuchaba cada vez con mayor claridad las palabras del Señor. Oyó así que el Señor decía a uno:  Tú me socorriste cuando estaba accidentado en la autopista y me llevaste al hospital, entra en mi Paraíso. 

   Luego a otro: Tú hiciste un préstamo sin exigirle los intereses a una mujer viuda, ven a recibir el premio eterno. Y luego a un médico: Tú hiciste gratuitamente operaciones quirúrgicas muy difíciles a gente pobre que no las podía pagar, ayudándome a devolver la esperanza a muchos, entra en mi Reino. Y así sucesivamente. 

   La pobre mujer se iba asustando cada vez más, puesto que, por mucho que se esforzaba, no recordaba haber hecho en su vida nada extraordinario. Intentó apartarse de la fila para tener tiempo de reflexionar, pero no se lo permitieron: un ángel, sonriente pero decidido, no le dejó abandonar la larga fila. 

   Con el corazón latiéndole como un tambor y llena de miedo, llegó junto al Señor. Enseguida se sintió inundada por una sonrisa…y escuchó de los labios del Juez Supremo:  Tú has planchado, durante largos años y con mucho amor, todas mis camisas…Entra conmigo a la felicidad.

No debemos olvidar, como dice el cuento, que para Dios lo importante no está en las grandiosas cosas que hacemos sino en poner amor en todas las pequeñas cosas que cada día realizamos.

5° Domingo del tiempo Ordinario, 6 de Febrero 2022, Ciclo C

4° Domingo del tiempo Ordinario, 30 de Enero 2022, Ciclo C

3° Domingo del tiempo Ordinario, 23 de Enero 2022, Ciclo C

2° Domingo del tiempo Ordinario, 16 de Enero 2022, Ciclo C

Solemnidad del Bautismo del Señor, 9 de Enero 2022, Ciclo C

 Lucas 3, 15-16. 21-22

"Este Es Mi Hijo Muy Amado

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.- El Bautismotodo bautizado es el hijo esperado sobre el que se posa el Espíritu del Señor. Y así nosotros creyentes somos llamados, como la primera comunidad cristiana, a dar testimonio del camino recorrido por Jesús, que es el único que salva al hombre y lo conduce a la comunión con Dios.

2.- El Padre: Dios Padre busca hacer de la humanidad una familia más justa y fraterna. El mundo debe saber lo bueno que es este Dios que busca y acoge siempre a sus hijos perdidos porque sólo quiere salvar, no condenar. Quien no habla este lenguaje de Jesús, no hable le lenguaje del amor.

3.- El Hijo: Jesús, al ser bautizado por Juan, escuchó la bendición de Dios: «Tú eres mi Hijo, el amado». También a nosotros nos alcanza esa bendición de Dios sobre Cristo. Cada uno de nosotros puede escucharla en el fondo de su corazón: «Tú eres mi hijo amado». Eso será también este año lo más importante.

4.- El Espíritu Santo: nos hace invocar a Dios como Padre. Necesitamos el divino Espíritu que nos enseñe a pasar de lo puramente exterior a lo que hay de más íntimo en el hombre, en el mundo y en la vida. El divino Espíritu que nos enseñe a acoger a ese Dios que habita en el interior de nuestras vidas y en el centro de nuestra existencia, con sus siete dones.  

REFLEXIÓN  

   Hoy de nuevo se manifiesta Dios en su Hijo Jesús. Se manifiesta como Siervo que viene a restaurar la justicia y ser luz de las naciones. El viene a liberar, por eso el cristiano debe sentirse liberado desde su bautismo y enviado a ser como Jesús: luz que alumbre a su alrededor con amor. Ser bautizado es optar por luchar en hacer el bien y a favor de los demás. 

   La fiesta del bautismo de Jesús concluye el Tiempo de Navidad. Todo lo que en este tiempo festejamos con gozo que Dios, con la Encarnación de su Hijo, se haya vinculado de manera definitiva a la humanidad; que la venida de Jesús esté determinada por el Espíritu Santo y que él sea el Hijo del Altísimo.

   Como Jesús, todos los cristianos son llamados por Dios y consagrados por Él para evangelizar y colaborar en la construcción del Reino. Así el Reino llega a todos y con la colaboración de todos. 

   En el Evangelio se resalta la gran diferencia entre el bautismo de Juan y el de Jesús. El bautismo de Jesús es un bautismo en el que se hace presente el Espíritu Santo. Jesús nace para ser el salvador, pero el Espíritu Santo lo consagra como el enviado de Dios y su siervo en el bautismo del Jordán. 

   En su bautismo en el río Jordán, Jesús fue elegido por Dios como su enviado; allí fue llenado con la fuerza del Espíritu para que comience su predicación del Reino y para que realice los signos del Reino, aún con dificultades y a riesgo de su vida. El cristiano es alguien que, tras ser elegido por Dios para ser su hijo y mensajero, acepta esa elección y se entrega o consagra a Dios de por vida. 

PARA LA VIDA 

   Un hombre encontró un huevo de águila y lo puso en el nido de una gallina, en un corral. El aguilucho fue incubado junto con la nidada de polluelos, y creció con ellos. Y ella águila hacía lo que hacían los pollos del corral, creyendo que era uno de ellos. Escarbaba la tierra en busca de gusanos e insectos. Piaba y cacareaba. Y movía las alas y volaba unos pocos metros. 

   Pasaron los años y el águila envejeció. Un día vio un ave magnífica volando por encima de ella, en el cielo sin nubes. Se deslizaba con graciosa majestad entre las poderosas corrientes de aire, moviendo sus fuertes alas doradas. 

   La vieja águila miraba hacia arriba con asombro. - ¿Quién es ella? —peguntó. - Ella es el águila, la reina de las aves —le dijo su vecina—. Nadie vuela como ella, nadie puede cazar como ella. Ella pertenece al cielo. Nosotras, en cambio, pertenecemos a la tierra; somos gallinas. ¡Tú eres una gallina! Así, aquella pobre águila vivió y murió creyendo que en verdad era una gallina. 

   Estamos llamados a ser divinos, a volar alto, a soñar horizontes de paz, a ser cada día mejores, a vivir la plenitud del amor, hemos nacido con alas de águila, no de gallina. 

   Pero, mientras llega eso, tú y yo, cada uno de los que nos llamamos cristianos podemos intentar vivir en serio las consecuencias de nuestro bautismo. Este es el mensaje del Bautismo de Jesús y el mensaje de las consecuencias de nuestro propio bautismo. 

¡Que esta Semana y cada día se nos Note que Somos Bautizados y Testigos Alegres del Evangelio de Cristo!


Solemnidad de a Epifanía del Señor, 2 de Enero 2022, Ciclo C

Solemnidad de Santa María Madre de Dios, 1 de Enero 2022, Ciclo C

Solemnidad de La Sagrada Familia, 26 de Diciembre 2021, Ciclo C