21° Domingo del Tiempo Ordinario, 24 de Agosto 2014, Ciclo A


San Mateo 16, 13-20 

"Tú eres el Mesías, El Hijo de Dios"
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La Confesión de Fe:  el reconocimiento de Simón Pedro por la identidad de Cristo señala el momento culminante de la experiencia de los apóstoles y de la Iglesia, que tiene en Cristo su fundamento. Por lo que les pregunta acerca de lo que han aprendido, lo hace refiriéndose al tema de quien es el Mesías: Ellos responden desde lo que se escucha de la gente, eso es algo muy hermoso, la capacidad de saber escuchar el pensar y el sentir de la gente. 
   Parece que el mensaje estaba calando, porque van aprendieron a leer las voces de la gente, a no partir de sus propias ideas, sino de saber interpretar las necesidades y las inquietudes de la fe. Jesús reconoce que los apóstoles como la gente, saben que él es el Mesías, pero, queda una duda, ¿cómo entienden a Jesús? De ahí la pregunta: ¿Quién dicen ustedes que soy yo? Pedro, con la luz de Dios, responde: 

“Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”

   Evangelizar no depende de ideas, sino de un estilo de vida y de una experiencia con Jesús. Conocer y entender lo que la gente siente, cree y espera,  que toca la vida y lleva a la gente a asumir el estilo de vida de la persona de Jesús. 
Preguntémonos: 
  • ¿Las celebraciones, catequesis y vida espiritual nos llevan a asumir el estilo de vida de Jesús? 
  • ¿Generan transformaciones en la vida, en la forma de relacionarnos?, ¿ en el testimonio de vida?
  • ¿Quién es Jesús para cada uno de nosotros? 

REFLEXIÓN

¿La  iglesia, como Reino de Dios presente, debe tener en la tierra representantes y ser una y estar unida, puesto que un reino dividido contra sí mismo no subsistirá, mientras que la Iglesia, según la promesa evangélica, subsistirá hasta el final y las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella? 
   Esta era el signo del poder y de su capacidad de juzgar: «Si él abre, nadie cerrará; si cierra, nadie abrirá Como se explica en el Evangelio de hoy, este será el mismo símbolo que Jesús aplicará a Pedro para definir su misión: «Te daré las llaves del reino de los cielos y todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos y todo lo que desates en la tierra, será desatado en los cielo. 
   La fe brota del corazón sincero del hombre que se detiene a escuchar a Dios. La fe no está en nuestras afirmaciones o en nuestras dudas. Está más allá: en el corazón... que nadie, excepto Dios, conoce. Es la respuesta íntima del ser humano a la acción de Dios. 

PARA LA VIDA

Durante una guerra civil en Corea, cierto  general avanzaba implacablemente con sus tropas, tomando provincia tras provincia, y destruyendo todo lo que encontraba a su paso. El pueblo de una ciudad, al saber que el general se aproximaba –y habiendo oído historias de su crueldad– huyó a una montaña cercana. Las tropas encontraron las casas vacías. 
   Después de mucho buscar, descubrieron a un monje que había permanecido en el lugar. El general ordenó que viniese ante su presencia, pero el monje no obedeció. Furioso, el general fue donde se encontraba el monje. –¡Tú no debes de saber quién soy yo! –refunfuñó–. ¡Yo soy quien puede atravesar tu pecho con mi espada, sin parpadear siquiera! El monje se volvió hacia él y le respondió serenamente: –Usted tampoco debe de saber quién soy yo. 
  Yo soy aquel que puede ser atravesado por una espada, sin parpadear siquiera. Al escuchar esto, el general se inclinó, hizo una reverencia, y se retiró. Luego mandó un comunicado a la provincia pidiendo disculpas por su crueldad. El monje sabio, con su fe y amor a Dios vivió muchos años al frente de su comunidad unida por la fe y el amor de Cristo Jesús.

20° Domingo del Tiempo Ordinario, 17 de Agosto 2014, Ciclo A


San Lucas 1, 39-56 

"La Asunción de la Virgen"
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Gratitud y Alegría: 

 El Papa Pio XII definió el dogma de la Asunción: “…
Declaramos y definimos como dogma revelado, que la Inmaculada Madre de Dios, cumplido el curso de su vida terrena, fue elevada (Asunta) en cuerpo y alma a la gloria celeste…”. 
   Fijemos nuestra atención en dos motivos del texto evangélico que pueden tener una estrecha relación con la Asunción: el «arca de la Alianza» y las «grandes obras del Poderoso». 
   La liturgia nos habla hoy de la Asunción de María, elevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo. Y recurre a tres textos bíblicos para expresar este misterio. El Apocalipsis habla del signo grandioso de una mujer vestida de sol. El segundo, en la primera carta a los Corintios, explica que la resurrección tiene lugar siguiendo un orden determinado. 
   San Lucas habla de la Visitación, porque María expresó en aquella ocasión los sentimientos que debía de tener también en el gran día de su Asunción: son los sentimientos expresados en el Magníficat. El contacto con María es ocasión de gracias muy grandes. El evangelio dice que «cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura dio un salto en su vientre; Isabel se llenó de Espíritu Santo».

María es el modelo más digno a imitar, porque ella fue la única que tuvo la relación más íntima con Dios.

REFLEXIÓN

   La gloria contemplada hoy en el rostro de la Virgen, se descubre en cualquier rostro, especialmente los pobres, humildes y sencillos. La grandeza de la dignidad del hombre y su inestimable valor se fundamentan tanto en su origen como en su destino. Incluso en la gloria, la Virgen no deja de ser Madre, ni de conmoverse en cada momento con infinita piedad por nuestra debilidad, que le atañe de igual manera con la que pertenecemos a la gloriosa humanidad de Cristo. 
   El Calvario aún no ha sido desmantelado; a los pies de la cruz está la Madre, suya y nuestra, que recibió en sus brazos aquella cruz con la que no queremos cargar, la aflicción o congoja, el lamento y la angustia de su divino Hijo. Y así hasta el final de los tiempos, cuando todos seamos llamados a la gloria eterna del Hijo y de la Madre, en sus brazos «los miembros de Cristo no tendremos nunca más ni hambre ni sed». 

PARA LA VIDA

   Un día mi madre me hizo una pregunta ¿cuál es la parte  más importante del cuerpo? "Mis oídos, Mamá" Ella dijo: "No, muchas personas son sordas y viven felices.  Y es así que le dije: "Mamá, la vista es muy importante para todos, entonces deben ser nuestros ojos." Ella me miró y me dijo: “No, es correcta porque hay muchas personas que son ciegas, y salen adelante aun sin sus ojos”. 
   El año pasado, mi abuelo murió. Todos estábamos dolidos. Lloramos. Incluso mi padre lloró. Mi madre me miraba cuando fue el momento de dar el adiós final al abuelo. Volvió a preguntar. Me asusté cuando me preguntó justo en ese momento. Pero ella vio la confusión en mi cara y me dijo, " pero hoy es el día en que necesitas saberlo". Ella me miraba como sólo una madre puede hacerlo. 
   Vi sus ojos llenos de lágrimas, y la abracé. Fue entonces cuando apoyada en mí, me dijo: "Hijo, la parte del cuerpo más importante es tu hombro. Todos necesitamos un hombro donde sostener la cabeza de un ser  amado para llorar algún día en la vida, hijo mío. Yo sólo espero que tengas amor y amigos, y así siempre tendrás un hombro donde llorar cuando lo necesites, como yo ahora necesito el tuyo".

19° Domingo del Tiempo Ordinario, 10 de Agosto 2014, Ciclo A


San Mateo 14, 22-33 

"Señor, Aumenta Nuestra Fe"
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   Jesús Camina Sobre Las Aguas: Jesús regresa caminando sobre las aguas, Pedro decide hacer lo mismo de su maestro pero inmediatamente después, preso de la duda, empieza a hundirse; mientras siente que su hunde, pide ayuda a Jesús y la mano de Cristo le salva;  el Maestro y el discípulo suben a la barca; vuelve la bonanza, que asegura una navegación tranquila y segura estando en los brazos del Señor. 
   Los cristianos caminamos seguros en las dificultades de la vida cuando nos aferramos al Señor, a su la Palabra. Si duda de ella, se hunde irremediablemente. Como Pedro en las aguas del mar no podemos dudar, aunque las tormentas nos embistan. Aún a punto de sucumbir, no olvidemos que el Señor nos tiende su mano. No podemos dejarnos hundir por las adversidades o problemas. Tenemos la seguridad y la fe de tomarnos de la mano de Jesús junto con Su Palabra y Eucaristía. 
   Nuestra fe no se puede sentir escasa, como la de los discípulos; sin embargo, en el momento de mayor peligro, ese «poco de fe “no más grande que un grano de mostaza le hace brotar del corazón el grito de una auténtica oración gracias a la cual encuentra ayuda de inmediato. Con un corazón humilde y llenos del amor de Jesús evitemos el oleaje de las tristezas, del dolor y vivamos la alegría de la fe y el amor.“Señor, aumenta nuestra fe”

REFLEXIÓN

   Tarde o temprano, una o muchas veces tendremos que enfrentarnos a nuestros miedos y dudas, con nuestras frustraciones y cansancios, con nuestra profunda angustia y ganas de abandonar. ¡Esa verdad es liberadora! Esos somos también nosotros. Si habíamos creído otra cosa al ser capaces de alimentar a una muchedumbre, nos habíamos equivocado. Pero la presencia de Jesús está asegurada todos los días hasta el fin del mundo. 
   Cuando nos invita a no tener miedo, cuando nos agarra de la mano, cuando llega a la serenidad y la calma, recibimos como gracia comprender que nuestra misión no se basa en nuestra grandeza sino en su fidelidad absoluta. El discípulo conoce a la vez su propia verdad y la Verdad salvadora de vivir con Jesús de su mano salvándonos de las olas y de la angustia de perder la fe en su amor. 

PARA LA VIDA

    Una pareja que tenían una niña,  no practicaban la fe, ni  el amor de Dios, ni  sus enseñanzas; a  su pequeña jamás se  le  habló de Dios. Una noche,  cuando  ella tenía cinco años, sus padres pelearon y el papá le disparó a la mamá. Luego, él se suicidó; todo esto delante de la pequeña.  
   La niña fue enviada entonces a un hogar adoptivo, donde su nueva mamá, la llevó a la iglesia. Ese día la mamá le explicó a la maestra de la escuela que la niña jamás había escuchado hablar de Jesús y que por favor le tuviera paciencia. La maestra tomó una figura de Jesús y preguntó a los alumnos: ¿alguno de ustedes sabe quién es esta persona? La pequeña respondió: yo sé. Ése es el hombre que estuvo tomando mi mano la noche en que mis papás murieron. “El Señor es mi Pastor y me conduce con su dulce mano a verdes prados, me brinda frescas aromas y me alegra la vida”…Junto a Él, no temeré. 

Si hay alguien que no nos abandona ni en los momentos más difíciles, ese es un verdadero amigo.

18° Domingo del Tiempo Ordinario, 3 de Agosto 2014, Ciclo A


San Mateo 14, 13 - 21 

"La Multiplicación de los Panes y de los Peces"
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   EL Milagro de la Multiplicación: En el Amor de Jesús todo se multiplica. Panes que salen de su Corazón y que, a su vez, vienen de corazones generosos. Peces que se comparten y que quitan el hambre. Su Corazón grande, inmenso, siempre está en plena faena y movimiento. Hace falta que el Corazón de Jesús multiplique nuestro pobre pan y nuestras redes vacías en tantas ocasiones…
   Multipliquemos con gestos, cercanía, acción y amor las situaciones en las que la fe ayuda a que nuestros corazones latan al ritmo de ese incomparable Corazón que es el de Jesús. No olvidemos compartir panes y peces con los pobres. Acerquémonos cada domingo a la Eucaristía, en la que se nos ofrece el banquete del reino, para que Él entre en nuestras vidas y nosotros mismos nos convirtamos en pan ofrecido y sangre derramada, que se descubren en el amor multiplicado. 
   El milagro brota del corazón compasivo de Jesús: se le enternecieron las entrañas de compasión por las personas con hambre y cansancio. Hoy hay muchos cansados por la indolencia, indiferencia y falta de caridad de tantos a quienes les sobran muchas cosas y no comparten. La Eucaristía es el remedio ante el hambre que tantos padecen. Ojalá imitemos los sentimientos del maestro y multipliquemos las virtudes, el amor y el perdón. 

REFLEXIÓN

El Señor es grande, clemente y misericordioso, bondadoso con los que sufren, sus obras son obras de amor, está cerca de los que lo invocan. Sus acciones son calificadas de grandezas, proezas, hazañas, favores, gloria y majestad. Esta abundancia no es solo material como en el milagro de hoy; es espiritual: el estar con la gente que lo necesita que busca su amor, caridad. Enfoca la compasión con el más débil, enfermo y necesitado de amor y le abre sus brazos. El Dios hecho hombre se hace solidario del dolor y del pecado humano y acoge espontáneamente al hombre en el vía crucis de su existencia, en una historia donde da la impresión que prevalece el sufrimiento y la tribulación. Tres verbos escalonan la intervención del Salvador «vio”, “sintió compasión» y «curó>.   Multipliquemos el amor al prójimo.

PARA LA VIDA

   A diario podemos hacer muchos milagros.Un sabio se encuentra con un terrateniente de la zona, detrás va un estudiante del sabio escuchando la conversación; el terrateniente le pide al sabio que haga un milagro; él ha escuchado que este hombre hace milagros, el sabio le dice que solo Dios hace milagros. Bueno, quiero mirar a través suyo cuales son esos milagros que hace tu Dios. 
   Ves este sol radiante?...Si. Bueno, es el milagro de la luz del día. El terrateniente dijo: no, cure un animal herido, u oculte el sol y que se pueda apreciar la noche…El sabio le dijo: desea otro milagro?... tu esposa acaba de dar a luz; es un gran milagro la vida. El terrateniente un poco molesto por la actitud del sabio se aleja. El sabio ve un conejo mal herido, lo toma da un soplo y el animal es curado. El joven dijo: Maestro, te he visto hacer milagros como éste casi todos los días, ¿Por qué te negaste a mostrarle uno al caballero?, ¿Por qué lo haces ahora que no puede verlo?
-Lo que él buscaba no era un milagro, era un espectáculo. Le mostré dos milagros y no pudo apreciarlos. Para ser maestro, primero hay que ser alumno.

17° Domingo del Tiempo Ordinario, 27 de Julio 2014, Ciclo A

San Mateo 13, 44 - 52 

"Jesús, el Tesoro y la Perla de Nuestro Corazón"
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El Tesoro Escondido: El Reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido o una perla preciosa que hay que buscar y darlo todo por tenerlo. Jesús comenzó su vida pública en Galilea anunciando el reino de Dios, proclamando su venida, pero ¿en qué consiste ese reino y a qué podemos compararlo? Jesús, para enseñar a las gentes el misterio del reinado de Dios, hacía constantemente uso de parábolas, que tomaba de la vida cotidiana: el reinado de Dios se parece a un labrador que encuentra un tesoro en el campo y luego va y lo esconde de nuevo...
   Se parece también a un mercader que encuentra una perla fina en el mercado y, después de vender todo lo que tiene la compra… O a unos pescadores que echan la red y cogen pescados grandes y pequeños y luego, sentándose en la orilla Jesús. El Maestro se acercaba a cada cual hablando su lenguaje: al labrador le recordaba sus labores, al mercader sus negocios, a los pescadores sus faenas, y cuando se dirigía a las amas de casa de cómo se barre una habitación para encontrar una moneda extraviada... Sin embargo, el mensaje era el mismo para todos. Con su Evangelio tocaba la situación de todos para darles a conocer a su Padre y su Reino. 

Los invito a entrar a la página:
REFLEXIÓN

    En la homilía de este  domingo Jesús nos habla del tesoro escondido y de la perla de gran valor y riqueza para el seguidor de Jesús. Luego de sentir la llamada de Jesús y de descubrir el Reino, el camino se debe seguir con alegría, porque se ha encontrado todo. El Reino, en estas dos parábolas, es la realidad que supera a nuestro egoísmo. 
   Dejar las certezas efímeras del hoy, por la certeza mayor, hace que los caminos abiertos para que el reinado de Dios sea el mayor absoluto, que busca en todos los sentidos la transformación de tantas y tantas estructuras injustas. Descubriendo el mensaje que se revela por Jesús y su reinado, abre los horizontes hacia una nueva humanidad ante el valor absoluto que tiene el Reino. El Reino se convierte en el único tesoro  para quien lo descubre. 

Los invito a leer el blog sobre la familia: 
“Educar con Amor Duro”
Lunes 28 de Julio en: www.las2orillas.co

PARA LA VIDA

  Un hombre caminaba por la playa mientras pensaba en su vida y reflexionaba…" Si tuviera un auto nuevo, una casa grande, un excelente trabajo, una pareja perfecta, sería feliz". En ese momento, tropezó con una bolsita llena de piedras y empezó a tirarlas una por una al mar cada vez que decía: "Sería feliz si tuviera..." Así continuó pensando en todo lo que no tenía y que por lo tanto impedía su felicidad. Se dio cuenta de que solo le quedaba una piedrita en la bolsa y la guardó. 
   Al llegar a su casa y vaciarse los bolsillos vio que aquella piedrita, era un diamante muy valioso. ¿Cuántos arrojó al mar sin darse cuenta lo que tenía? Cuántos de nosotros pasamos arrojando nuestros preciosos tesoros, por estar esperando lo que creemos perfecto, o soñando y deseando lo que no tenemos, sin darle valor a lo que tenemos cerca. 
   Mira a tu alrededor y si te detienes a observar, te darás cuenta cuán afortunado eres, muy cerca de ti está tu felicidad Observa bien lo que tienes, tal vez sea un diamante valioso. En realidad, cada día es un diamante precioso.  Depende de cada uno aprovechar o botar los tesoros que Dios colocó en nuestro corazón-.