San Lucas 2, 41 - 52
“La Sagrada Familia de Jesús, José y María”
Homilía Padre Rector Luis Guillermo Robayo M.
- La Familia: es el santuario en el que sus miembros viven el encuentro con Dios y los hombres. Sin duda, es necesario también hoy estimular y promover la autoridad y responsabilidad de los padres, la obediencia de los hijos y la solidaridad familiar, valores sin los cuales fracasará la familia.
- La Educación: en el hogar, el niño puede captar conductas, valores, símbolos y experiencias religiosas, pero no de cualquier manera, sino con afecto. La fe depende, en buena parte, de que la persona haya tenido desde la infancia una experiencia religiosa positiva, como en el hogar de Nazaret.
- La Amistad: celebramos hoy la fiesta cristiana de la familia de Nazaret. Históricamente poco sabemos de la vida familiar de María, José y Jesús. En aquel hogar convivieron Jesús, el hijo de Dios en el que se encarnaba la amistad de Dios a todo ser humano, y María y José, aquellos esposos que supieron acogerlo como hijo con fe y amor.
- La Salvación: tiene su raíz en el amor. Así como Cristo despojándose de su gloria se hizo igual a nosotros y se puso por debajo de nosotros haciéndose nuestro servidor para cargar con nuestras culpas y liberarnos de ellas, así debe ser el sometimiento en la familia. Cuando en una familia uno se da cuenta de que ha hecho algo malo y sabe pedir perdón, ¡en esa familia hay paz y hay alegría.
REFLEXIÓN
Hoy la Iglesia festeja con alegría la Fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José. Dios al realizar sus grandes obras, no recurre a medios espectaculares, se vale de medios típicamente humanos.
La salvación de los hombres sólo se hace con la colaboración de la misma comunidad humana. Hoy sucede lo mismo: cada uno de nosotros nace y se educa en una familia. En una familia también crecemos y adquirimos personalidad y capacidad para ser miembros útiles de la comunidad.
Si tratamos de imaginarnos a la Sagrada Familia de Belén, nos imaginaremos una familia normal. No en una familia común y corriente, porque no era común, dado que sus miembros eran nada menos que María, la Virgen; José, el varón justo; y Jesús, Hijo de Dios y Salvador del mundo. Ni mucho menos, corriente, porque, ni en su pueblo ni en toda la historia, se conoce una familia semejante.
Pero sí, una familia normal. Con la normalidad propia de la santidad, que consiste en hacer con perfección y por amor a Dios, lo que hacen todos. Un padre carpintero, que inició al hijo en las artes de su oficio para servir a la comunidad a través de su tarea. Una madre generosa, capaz de guardar en el corazón los tesoros silenciosos de su experiencia de vida.
Un hijo que crecía en amor y sabiduría delante de los ojos de Dios y de todos los hombres, escuchando a sus padres y siguiendo las tradiciones de su pueblo. Seguramente que la Sagrada Familia fue una maravillosa escuela de diálogo, de comprensión y de oración. Un modelo donde todos los cristianos podemos encontrar el ejemplo de que es posible vivir de acuerdo con la voluntad de Dios.
PARA LA VIDA
Cuentan que un ángel llegó un día y se arrodilló a los pies de Dios y le dijo: - Señor, visité toda tu creación, estuve en todos los lugares, vi que eres parte de todas las cosas. Y por eso vine a ti para entender. ¿Por qué cada una de las personas sobre la tierra tiene apenas un ala? Los ángeles tenemos dos y podemos ir hasta el Amor que Tú representas siempre que lo deseemos y volar hacia la libertad siempre que queramos. Pero los humanos con su única ala no pueden volar.
Dios respondió: -Sí, ya sé que hice a los humanos con una sola ala. El ángel volvió a preguntar: Pero, ¿por qué diste a los humanos una sola ala si son necesarias las dos para volar? Sonriendo y sin prisa, Dios contestó: - Mi querido ángel, ellos sí pueden volar. Di a los humanos una sola ala para que ellos pudiesen volar más y mejor que nuestros arcángeles. Porque para volar, tú precisas de tus dos alas, y aunque libre, tú estás solo.
Pero los humanos, con su única ala, precisarán siempre de alguien para poder tener dos alas. Cada uno tendrá que buscar a otro para tener una segunda ala y así poder volar. Así, tendrán que ayudarse y aprenderán a no quebrar la única ala de la otra persona, que podría acabar con su oportunidad de poder volar. De este modo aprenderán que sólo amando se puede volar y que tocando el corazón de la otra persona, ellos podrán encontrar el ala que les falta. Y el ángel, admirado de la respuesta, comprendió que Dios hace bien todas las cosas.