Solemnidad Epifanía del Señor, 8 de Enero 2023, Ciclo A

gif animados cenefas de Navidad

 

                                                                                                       

San Mateo 2, 1- 12

Venimos a Adorar al Rey

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.- Epifanía: es la historia de un viaje de ida y vuelta. Dios vino a los suyos en pobreza y debilidad y los suyos no lo reconocieron ni lo recibieron. Este viaje es la Epifanía, la manifestación de Dios a los hombres. La vida del creyente es también la historia de un viaje, un viaje al encuentro de Dios. Si Dios sale a mi encuentro, yo también tengo que salir a su encuentro. Navidad es la cita del amor de Dios con cada uno de nosotros.

2.- Los Reyes Magos: representantes de los pueblos paganos, sirven de ejemplo para nuestra búsqueda de Dios: en efecto, ellos perciben su silenciosa presencia en los signos de la creación; para hallar la Verdad, que sólo habían entrevisto, emprenden un viaje lleno de incógnitas y de riesgos; su itinerario se concluye en un descubrimiento y en un acto de profunda adoración hacia el Niño Jesús, que ellos ven junto a su Madre: le ofrecen sus tesoros, recibiendo en cambio el don inestimable de la fe y del gozo cristiano.

3.- La Luz: que, en la noche de Navidad, brilló sobre la cueva de Belén, anticipando el canto de los ángeles: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que Dios ama» (Lc 2, 14). El profeta, señalando la luz, en cierto sentido señala a Cristo. Como sucedió a los pastores que buscaban al Mesías recién nacido, hoy esta luz resplandece en el camino de los Magos llegados de Oriente para adorar al Rey de los judíos recién nacido.

4.- El Regalo: el verdadero don es él: Jesús, el don de Dios al mundo. Debemos acogerlo a él, para llevarlo a cuantos encontremos en nuestro camino. Él es para todos la epifanía, la manifestación de Dios, esperanza del hombre, de Dios, liberación del hombre, de Dios, salvación del hombre. Los Reyes Magos Llevaron oro, incienso y mirra. 

   Esos dones, ciertamente, no responden a necesidades primarias o cotidianas. En ese momento la Sagrada Familia habría tenido mucha más necesidad de algo distinto del incienso /y la mirra, y tampoco el oro podía serle inmediatamente útil. Pero estos dones tienen un significado profundo: son un acto de justicia. De hecho, según la mentalidad vigente en aquel tiempo en Oriente, representan el reconocimiento de una persona como Dios y Rey: es decir, son un acto de sumisión. Quieren decir que desde aquel momento los donadores pertenecen al soberano y reconocen su autoridad. La consecuencia que deriva de ello es inmediata. 

REFLEXIÓN 

   Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la Promesa en Jesucristo, por el Evangelio. La liturgia de este Domingo celebra la manifestación de Jesús a todos los hombres. Es una “luz”, que se enciende en la noche del mundo y atrae hacia sí a todos los pueblos de la tierra. Cumpliendo el proyecto liberador que el Padre nos quería ofrecer, esa “luz” se encarnó en nuestra historia, iluminó los caminos de los hombres, los condujo al encuentro de la salvación, de la vida definitiva.

   La primera lectura anuncia la llegada de la luz salvadora de Yahvé, que transfigurará Jerusalén y que atraerá a la ciudad de Dios a pueblos de todo el mundo.

    La segunda lectura presenta el proyecto salvador de Dios como una realidad que va a afectar a toda la humanidad, uniendo a judíos y a paganos en una misma comunidad de hermanos, la comunidad de Jesús.

    En el Evangelio, vemos la concretización de esa promesa: al encuentro de Jesús vienen los “magos” de oriente, representantes de todos los pueblos de la tierra. Atentos a los signos de la llegada del Mesías, lo buscaron con esperanza hasta encontrarlo, reconocieron en él al “salvador de Dios” y lo aceptaron como “el Señor”. La salvación desechada por los habitantes de Jerusalén, se vuelve ahora un don que Dios ofrece a todos los hombres, sin excepción.

    Cada domingo tenemos una cita con el amor. Un cortísimo viaje nos separa de la casa donde nace el amor. ¿Dónde encajamos nosotros en esta fiesta de la Epifanía? Aquí venimos a tener una visión nueva, una epifanía. Nuestra fe no es una propiedad privada y vallada. Somos parte de una comunidad, la iglesia y viajamos en caravana. Nadie viaja solo. Nadie se salva solo. Todos necesitamos una estrella que nos guíe: un consejo, una palabra de ánimo de los hermanos, escrutar las escrituras, preguntar. Todos estamos en diferentes etapas del viaje: los viejos buscadores y los novatos, los que dudan, los que pecan, los que tienen un problema como Herodes, los que saben todo como los escribas, los que caminan rápido y los que caminan lentamente. Lo importante es alcanzar la meta y contemplar el rostro del Mesías. Epifanía, fiesta de la esperanza, fiesta de la luz para todos.

PARA LA VIDA 

   Una historia de Etiopía nos presenta a un anciano que, en su lecho de muerte, llamó a sus tres hijos y les dijo: No puedo dividir en tres partes lo que poseo. Os tocaría muy poco. He decidido dar todo lo que tengo, como herencia, al que se muestre más astuto y sagaz. Dicho de otra forma, a mi mejor hijo. Encima de la mesa hay una moneda para cada uno. Tomadla. El que compre con esa moneda algo que pueda llenar toda la casa se quedará con todo. Se fueron. 

   El primer hijo compró paja, pero sólo consiguió llenar la casa hasta la mitad. El segundo compró sacos de plumas y tampoco la llenó. El tercero -que consiguió la herencia- sólo compró un pequeño objeto. Una vela. Éste esperó hasta la noche, encendió la vela y llenó la casa de luz. La Navidad es la historia de un viaje de ida y vuelta. Dios vino en pobreza y en debilidad y los suyos no lo reconocieron ni lo recibieron. Este viaje es una epifanía, una manifestación de Dios.

La vida del creyente es también la historia de un viaje, un viaje al encuentro con Dios. Si Dios viene a mi encuentro, yo también tengo que salir a su encuentro. Navidad es la cita del amor. En el amor verdadero siempre hay dos corazones latiendo al mismo ritmo. Navidad es la cita del amor de Dios con cada uno de sus hijos. Navidad es el viaje de Dios que sale a nuestro encuentro. De pequeños todos hemos jugado a lanzar piedras en algún río, estanque. ¿Quién lanzaba la piedra más lejos? ¿Quién hacía más ondas? Jesús fue, por así decir, como una piedra lanzada en Oriente. La primera onda alcanzó a los judíos. 

   La segunda onda alcanzó a los gentiles. La tercera, la cuarta…. Hasta llegar a nosotros. Ondas de amor y de luz emanan de la piedra que es Cristo y llegan hasta nuestra orilla. El evangelio que hemos proclamado hoy, debería ser nuestra historia personal. No basta que digas qué suerte tuvieron los tres Magos de Oriente. No, tienes que dejarte tocar por el evangelio. Mi vida es una pregunta: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido para ir a adorarlo? Mi vida es esta búsqueda y este viaje hacia Dios.



Solemnidad Santa María Madre de Dios, 1 de Enero 2023, Ciclo A

 

San Lucas 2, 16 - 21

Encontraron a María y a José y al niño. Y a los ocho días, le pusieron por nombre Jesús

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.- La Palabra: tendió una mano a los hijos de Abrahán, como afirma el Apóstol, y por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos y asumir un cuerpo semejante al nuestro. Por esta razón, en verdad, María está presente en este misterio, para que de ella la Palabra tome un cuerpo, y, como propio, lo ofrezca por nosotros. La Escritura habla del parto y afirma: Lo envolvió en pañales; y se proclaman dichosos los pechos que amamantaron al Señor, y, por el nacimiento de este primogénito, fue ofrecido el sacrificio prescrito. El ángel Gabriel había anunciado esta concepción con palabras muy precisas, cuando dijo a María no simplemente «lo que nacerá en ti» —para que no se creyese que se trataba de un cuerpo introducido desde el exterior—, sino de para que creyéramos que aquel que era engendrado en María procedía realmente de ella.

2.- El Nacimiento: hace referencia siempre a un comienzo, al comienzo de lo que nace. La Navidad del Señor hace referencia a un comienzo singular. En primer lugar habla de ese comienzo que precede a todos los tiempos, del principio que es Dios mismo, sin comienzo. Durante esta octava nos hemos nutrido diariamente del misterio de la perenne generación en Dios, del misterio del Hijo engendrado eternamente por el Padre: «Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado» (Profesión de Fe).

3.- La Convivencia: entre los hombres será consiguientemente ordenada, fructífera y propia de la dignidad de la persona humana si se funda sobre la verdad… Ello ocurrirá cuando cada uno reconozca debidamente los recíprocos derechos y las correspondientes obligaciones.

4.-La Paz: hay que aprenderla continuamente. En consecuencia, hay que educarse para la paz, como dice el Mensaje del primer día del año. Hay que aprenderla honrada y sinceramente en los varios niveles y en los varios am­bientes, comenzando por los niños de las escuelas elementales, y llegando hasta los gobernantes. ¿En qué estadio de esta educación universal para la paz nos encontramos? ¿Cuánto queda todavía por hacer? ¿Cuánto hay que aprender aún? Hoy la Iglesia venera especialmente la Maternidad de María. Esta es como un mensaje final de la octava de la Navidad del Señor. El nacimiento hace referencia siempre a la que ha engendrado, a la que da la vida, a la que da al mundo al Hombre. El primer día del año nuevo es el día de la Madre.

REFLEXIÓN

    En este día, la liturgia nos sitúa delante de evocaciones diversas, aunque todas importantes. Se celebra, en primer lugar, la solemnidad de Santa María, Madre de Dios: estamos invitados a contemplar la figura de María, aquella mujer que, con su “sí” al proyecto de Dios, nos ofreció a Jesús, nuestro libertador. Se celebra, en segundo lugar, el Día Mundial de la Paz: en 1968, el Papa Pablo VI propuso a los hombres de buena voluntad que, en este día, se rezase por la paz en el mundo. 

   Se celebra, finalmente, el primer día del año civil: es el inicio de un camino recorrido cogidos de la mano de ese Dios que nos ama, que cada día nos llena de bendiciones y nos ofrece una vida en plenitud. Las lecturas que hoy se nos proponen exploran, por tanto, estas distintas coordenadas. Evocan esta multiplicidad de temas y de celebraciones.

   En la Primera Lectura, se subraya la dimensión de la presencia permanente de Dios en nuestro caminar y nos recuerda que su bendición nos proporciona vida en plenitud.

   En la Segunda Lectura, la liturgia evoca, otra vez, el amor de Dios, que envió a su Hijo al encuentro de los hombres para liberarlos de la esclavitud de la Ley y para hacerlos sus “hijos”. Es por esa situación privilegiada de “hijos” libres y amados como podemos dirigirnos a Dios y llamarle “abba” (“papá”).

   El Evangelio muestra cómo la llegada del proyecto liberador de Dios (que se hizo realidad plena en nuestro mundo a través de Jesús), provoca alegría y felicidad en aquellos que no tienen otra posibilidad de acceso a la salvación: los pobres y los marginados. Nos invita también a alabar a Dios por su amor y a testimoniar el designio liberador de Dios en medio de los hombres. María, es la mujer que proporcionó nuestro encuentro con Jesús, y el modelo de creyente que es sensible a los proyectos de Dios, que sabe leer sus signos en la historia, que acoge la propuesta de Dios en el corazón y que colabora con Dios en la realización del proyecto divino de salvación para el mundo. 

PARA LA VIDA

   Una mujer se llevaba muy mal con su marido. A pesar de todos los cuidados que daba al padre de sus hijos, ella tenía que aguantar todas sus maldades. Un día, queriendo transformar su vida en un idilio, decidió consultar a un adivino. ¿No tendrá usted un talismán que me ayude a cambiar el corazón duro y frío de mi marido? La leche de una tigresa. Procúramela y tu problema estará resuelto, dijo el adivino. Asustada pero esperanzada la mujer decidió remover cielo y tierra para encontrar la solución de sus problemas. Unos cazadores le dijeron que una tigresa amamantaba a sus crías en el bosque. 

   Compró un cordero y se puso a buscarla por el bosque. Cuando la fiera la vio pensando que sus crías estaban en peligro estuvo a punto de devorarla. Le lanzó el cordero y huyó. Unos días más tarde, volvió al bosque con un cabritillo que ofreció a la tigresa cuando llegó a su guarida. La fiera le permitió acercarse mientras engullía satisfecha su cabritillo. La mujer la acarició y la ordeñó. Regresó donde el adivino y le entregó la leche de la tigresa. Hija mía, con fuerza de voluntad, de dulzura y de inteligencia has conseguido domar un tigre. Vuelve a casa y haz lo mismo con tu marido. Esta otra fiera es más fácil de domar. La felicidad no está nunca lejos de nosotros.

   Todos buscan la felicidad Todos al comenzar un año se desean la felicidad y cada uno hace propósitos, pero la gran mayoría no los cumple. ¿Por qué no los cumplimos? ¿Por qué no cambiamos? El secreto del cambio no está en nosotros. Sólo el Señor hará el cambio si se lo permitimos. De ahí, podemos decir que somos fracasados, tristes y llenos de amargura porque no respetamos esos compromisos adquiridos en el mejor tiempo del Año: el comienzo. Celebramos hoy a María Virgen y Madre Esa mujer que nos trajo la divinidad. 

   Es la hija de Israel, de Sión donde Dios puso su mirada para ver la humillación de su esclava. María guardaba todo en su corazón y María, por la fe concibió a Jesús en su corazón antes que en su cuerpo. También celebramos la Jornada por la paz Una paz que la trae Jesucristo. "El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te conceda la paz". Números 6, 22- 27 La Navidad anuncia la paz a los hombres de buena voluntad. La paz no es un meteorito caído del cielo. LA PAZ que trae Jesús es un fruto que sólo crece en el corazón de los que lo reciben.

La Sagrada Familia de Jesús, María y José, 30 de Dic 2022, Ciclo A

San Mateo 2, 7 - 15 . 19 - 23

Toma al Niño y a su Madre y Huye a Egipto

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.- La Sagrada Familia  la fiesta de hoy nos invita a contemplar la Sagrada Familia de José, María y Jesús, y a admirar su armonioso entendimiento y su perfecto amor. A la luz de ese modelo podemos comprender mejor el valor de la institución familiar y la importancia de su serena convivencia.

2.- Vocación de la Familia: la familia es una vocación al amor, una comunidad de personas llamadas a vivir una experiencia específica de comunión (cf. Familiaris consortio, 21) dentro del vasto designio de unidad, que Dios estableció para la Iglesia y el mundo, y que tiene su modelo y su fuente en la comunión trinitaria.

3.- El Hijo: se hizo sacerdote en la Encarnación, pero precisamente en virtud de ese ministerio tuvo necesidad de una educación familiar. Jesús obedecía a María y a José: "Vivía sujeto a ellos", dice el Evangelio (Lc 2, 51). Esta sumisión contribuía a la unión del Niño con sus padres y al clima de perfecto entendimiento que reinaba en la casa de Nazaret. La educación recibida en familia preparó de hecho a Jesús para la misión que debía realizar en la tierra, según la revelación del ángel en el momento de la Anunciación.

4.- La Madre de Dios: Reina de la familia, título con el que podríamos de ahora en adelante invocarla en las letanías lauretanas, ayude a las familias de los creyentes a responder cada vez más fielmente a su vocación a fin de que lleguen a ser auténticas iglesias domésticas.

5.- José Padre: como padres de Jesús, en su vida diaria y oculta en Nazaret. Ellos, José y María se limitaban a guardar todo en su corazón, es decir, a aceptar la voluntad de Dios, a amar al niño, y a considerarse simples colaboradores de Dios en sus designios inescrutables. 

   Tanto José como María ya sabían bastante de esto: José ya había sabido guardar un asombroso silencio cuando vio que su prometida estaba embarazada antes de vivir con él y María había sabido aceptar, con profunda humildad, las palabras del ángel, antes de la concepción virginal de su hijo. 

   El profundo respeto que José había tenido ante el comportamiento extraño de María y el profundísimo respeto que José y María demostraron ante el comportamiento extrañísimo del niño en esta ocasión, son un ejemplo admirable para muchísimas familias de nuestro tiempo que pasan por momentos de convivencia complicada y difícil. El respeto entre todos los miembros de la familia es un magnífico mensaje que nos envía hoy a las familias de nuestro tiempo esta fiesta de la Sagrada familia. 

REFLEXIÓN

   La liturgia de este domingo nos propone a la familia de Jesús, como ejemplo y modelo para nuestras comunidades familiares. Las lecturas ofrecen indicaciones prácticas para ayudarnos a construir familias felices, que sean espacios de encuentro, lugares para el compartir , para la fraternidad, para el amor verdadero.

   La primera lectura presenta, de forma muy práctica, algunas actitudes que los hijos deben tener para con los padres. Es una forma de concretar ese amor del que habla la segunda lectura.

   La segunda lectura subraya la dimensión del amor que debe brotar de las acciones de aquellos que viven “en Cristo” y aceptan ser “Hombres Nuevos”. Ese amor debe alcanzar, de forma muy especial, a todos los que comparten con nosotros el espacio familiar y debe traducirse en determinadas actitudes de comprensión, bondad, respeto, solidaridad, servicio.

   El Evangelio presenta una catequesis sobre Jesús y la misión que el Padre le confió; pero, sobre todo, nos propone el marco de una familia ejemplar, la familia de Nazaret. En ese escenario hay dos ejes que puestos de relieve: se trata de una familia donde existe verdadero amor y verdadera solidaridad entre sus miembros; y se trata de una familia que escucha a Dios y que sigue, con absoluta confianza, los caminos propuestos por Él.

   Nazaret es la primera escuela de amor, donde empieza a entenderse la vida de Jesús. El contempló la actitud de sus padres y lo asumió. Hoy día la familia sigue siendo la primera escuela, donde el niño se impregna de los auténticos valores. Los niños son esponjas, que observan e imitan lo que hacen los padres. La familia, iglesia doméstica, es la primera escuela de educación en la fe, es donde se asume la actitud ante la sociedad y el prójimo. 

   Los hijos, han subrayado recientemente los obispos españoles, "aprenden a amar en cuanto son amados gratuitamente, aprenden el respeto a otras personas en cuanto son respetados, aprenden a conocer el rostro de Dios en cuanto reciben su primera revelación de un padre y una madre llenos de atenciones.

PARA LA VIDA

   Mi hijo hace poco llegó a este mundo, de manera normal. Pero yo tenía que trabajar, tenía tantos compromisos.  Mi hijo aprendió a comer cuando menos lo esperaba. Comenzó a hablar cuando yo no estaba. Mi hijo, a medida que crecía, me decía: "Papi, algún día seré como tú ¿Cuándo regresas a casa, papi?" -"No lo sé, pero cuando regrese jugaremos juntos... ya lo verás". Cuando mi hijo cumplió los diez años me dijo: "Gracias por la pelota papá, ¿quieres jugar conmigo? -"Hoy no, hijo; tengo mucho que hacer" -"Esta bien papá, otro día será". Se fue sonriendo y siempre en sus labios las palabras: "Yo quiero ser como tú. ¿Cuándo regresas a casa, papá? -"No lo sé, pero cuando regrese jugaremos juntos... ya lo verás" Mi hijo regresó de la universidad el otro día, hecho todo un hombre. "Hijito, estoy muy orgulloso de ti. 

   Siéntate y hablemos un poco de tu vida". -"Hoy no, papá, tengo compromisos... por favor préstame el auto para ir a visitar a unos amigos". Ya me jubilé y mi hijo vive en otro lugar. Hoy lo llamé: "Hola hijo, quiero verte" -"Me encantaría papá, pero es que no tengo tiempo... tú sabes, el trabajo, los niños... pero gracias por llamar, fue increíble escuchar tu voz."  Al colgar el teléfono me di cuenta que mi hijo había cumplido su deseo: era exactamente como yo. Y ahora lamento profundamente no haberle entregado mi tiempo cuando él lo necesitaba. Pero ya es demasiado tarde.

   Y por eso debemos dedicarle todo la atención y todo nuestro mejor tiempo, no nos vaya a pasar como al padre del cuento que, tarde, se dio cuenta de que no había puesto a su familia y a su hijo en los primeros puestos de su jerarquía de prioridades. Y es que la familia es la  primera comunidad donde se viven y se aprenden los principales valores de la vida, pero una familia que debe ser no sólo grupo, sino hogar, vivencia concreta del amor dado y recibido, preparación para vivir en sociedad en clave de respeto, tolerancia, solidaridad y responsabilidad. 

   Y si Dios está en medio, como lo estuvo entre José, María y Jesús, y como debería estarlo en toda familia que se declare cristiana, sin duda que esos valores se acentuarán y serán beneficiosos para la Iglesia y la sociedad en general. Revisemos hoy nuestra propia familia. ¿Es comunidad de amor? ¿Se cultiva el respeto, la generosidad, la solidaridad, el sacrificio por los demás, la alegría del tiempo compartido gratuitamente?. ¿Se vive y se educa en ella la fe? ¿Hay una autoridad que es ante todo signo de unidad y de feliz convivencia y no de imposición despótica? ¿Hay verdadero diálogo y consenso y participación de todos?.