20° Domingo del Tiempo Ordinario, 18 de Agosto 2013, Ciclo C

San Lucas  1, 39 - 56
 
     


Nuestra Señora de la Asunción

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  1. Cercanía de María:  está cerca de cada uno de nosotros, conoce nuestro corazón, puede escuchar nuestras oraciones, puede ayudarnos con su bondad materna. Nos ha sido dada como "madre" a la que podemos dirigirnos en cada momento. Ella nos escucha siempre, siempre está cerca de nosotros; y, siendo Madre del Hijo, participa del poder del Hijo, de su bondad.
  2. El Amor y Servicio: nace de alguien que se ha despojado de sí misma y pone toda su voluntad en Dios para servir a toda la humanidad. Pone toda su vida en manos de Dios de una manera incondicional. Acepta lo que pueda venir, porque sabe que Dios no puede fallar. Dios nos ama gratuitamente y María corresponde a su amor. 
  3. María vive La Palabraquien piensa con Dios, piensa bien; y quien habla con Dios, habla bien, tiene criterios de juicio válidos para todas las cosas del mundo, se hace sabio, prudente y, al mismo tiempo, bueno; también se hace fuerte y valiente, con la fuerza de Dios, que resiste al mal y promueve el bien en el mundo. Su fe es confiada, pero no ciega. Pone su confianza en la Palabra, para decir "hágase en mí según tu palabra". 
REFLEXIÓN
 
   En el Evangelio vemos que en María se ha realizado lo que su cántico proclama. María fue capaz de confiar en el Señor, fue capaz de esperar por encima de todo, fue capaz de vivir apoyada en las promesas de Dios y no en sus méritos o su riqueza. Por ello Dios la escogió y la amó. 
   Porque Dios colma de bienes a los pobres, y a los ricos los despide vacíos. Porque Dios dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. Porque Dios cumple lo que promete a los hombres. 
   Porque Dios es fiel, y con Jesús nos ha marcado el camino hacia la vida. María ha creído. María ha acogido la oferta de vida que el Padre ha hecho a todos los hombres y la ha seguido. María, de este modo, se ha convertido en imagen de la Iglesia que camina hacia el Padre, modelo de esperanza e impulso para la humanidad entera.

EL BARRO

   Un ministro de agricultura recibió un día a uno de sus subordinados, que le presentó un informe minucioso sobre lo que los mercados rurales necesitaban. El ministro le miró y le dijo: "No voy a leer este informe hasta que no vea barro". - “¿Qué barro?”, le preguntó el manager. - "El barro en sus botas de recorrer todos esos campos", le contestó el ministro. "No quiero oír nada de usted sobre los mercados rurales hasta que no pueda decirme qué clase de cerveza beben esos agricultores, qué hacen sus hijos después de la escuela y de qué hablan esas gentes cuando salen el domingo de la iglesia". - “Pero este informe está basado en una investigación muy seria”, replicó el analista.  - “Barro, quiero ver barro en sus botas. A propósito, ¿tiene por casualidad un par de botas?” - “No”, dijo tímidamente el manager. - “Salga de mi oficina y no vuelva hasta que no haga lo que le he dicho”.

19° Domingo del Tiempo Ordinario, 11 de Agosto 2013, Ciclo C

San Lucas  12, 32 - 48
      
Estad Preparados

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  1. La Confianza:  nace de la fe, y la fe “es seguridad de lo que se espera y prueba de lo que no se ve”. También la fe se convierte en historia de salvación, de una salvación prometida por Dios y en la que el pueblo ESPERA. Abrahán, Isaac, Jacob, Sara… todos ellos y muchos otros, hasta hoy, esperaron y esperamos esa salvación con una confianza muy grande en que Dios cumple sus promesas.
  2. La Vigilancia: implica no quedarnos de brazos cruzados, pasivos y cómodos. “Estad preparados”, dice el Evangelio, “tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas”. La vigilancia nos hace estar en actitud de prestar atención a la vida, porque a través de ella descubrimos la acción de Dios 
  3. La Fesabemos que la Fe es un regalo de Dios. Y eso significa que tenemos toda su ayuda para que creamos en lo que esperamos y para que nuestra Fe no desfallezca nunca, aún en medio de las más complicadas situaciones.
  4. La Esperanza: el llamado a la espera vigilante en la expectativa del Señor es para todos, “a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más”.
 
REFLEXIÓN
 
   El Evangelio habla de nuestra relación con el Señor: con la lámpara del corazón ardiendo y siempre con la mejor disposición para servir al Maestro.  La constante vigilancia y la constante prontitud que con tanta fuerza hoy se nos inculcan, indica una orientación viva e intensa hacia el Señor. Aunque Él esté lejano de los ojos, debe estar siempre en nuestra mente, en nuestro corazón y también en nuestras manos servidoras. 
   Es en esta tensión espiritual de la esperanza como nuestra vida desde ya permanece llena de Él y como nos preparamos adecuadamente para la plena comunión gozando de su presencia visible. En este ejercicio no perdemos de vista que de diversas formas el Señor “ausente” continúa presente. 
   El Señor viene en el pan y el vino eucarísticos -su cuerpo y su sangre-, en su palabra, en los necesitados, en sus servidores, en aquellos testigos de Jesucristo que han plasmado su imagen en el encuentro vivo con Él.  

PARA REFLEXIONAR

"El psicólogo superficial":  Un hombre concertó una cita con el psicólogo, y le explicó: - "Doctor, siempre me siento deprimido. Haga lo que haga, la depresión me puede. Ya no sé qué hacer". El psicólogo lo miró y le dijo como encontrando la solución: - "Venga aquí junto a la ventana... ¿Ve aquella carpa? Es de un circo y es muy bueno. Son muchas las actuaciones bonitas que hay que ver, pero especialmente están las de los payasos. Y hay uno que es buenísimo. Le hará reír y reír. Vaya y véalo y le aseguro que ya no tendrá más motivos para deprimirse de nuevo". El hombre se volvió hacia el psicólogo y le dijo con sus ojos tristes: - "Doctor, ese payaso soy yo".

El psicólogo hizo el ridículo con aquel pobre payaso, demostró su superficialidad: debe profundizar su análisis del payaso para quitarle su depresión. Esta vez su misma clientela lo condena. Debemos ser fieles y profesionales para con aquellos que acuden a nosotros en busca de ayuda.

18° Domingo del Tiempo Ordinario, 4 de Agosto 2013, Ciclo C

San Lucas  12, 13 - 21
  
      


Lo que has acumulado, ¿de quién será?

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  1. La Riqueza:  la cuestión aquí no es ser dueño de posesiones, sino que las posesiones no sean dueñas de nosotros. El significado y propósito de nuestras vidas no están en el tener sino en el ser. Si nos basamos y confiamos en nuestras posesiones, en adquirir, en tener (dinero, estatus, prestigio, poder, riqueza, fama, etc.), perderemos el propósito de nuestras vidas y nos daremos cuenta que hemos sido engañados.
  2. La Codicia: “Mirad y guardaos de toda codicia.” Necesitamos más honestidad para guardarnos contra la codicia y de los motivos que orientan nuestras vidas hacia falsos valores. 
  3. La Vanidadequivale a vaciedad, algo que sólo tiene apariencia, una fruta que sólo tiene cáscara; una bombita de jabón que estalla de pronto, sin dejar rastro de su brillante colorido. Vaciedad, vanidad de vanidades, todo es vanidad. Sólo brillo externo.
  4. La Meta: aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra” (Col 3,1-2). En cuanto a las cosas de esta tierra, hay que estar como muertos; pero vivos en cuanto a las cosas del cielo: “Habéis muerto y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”
 
    REFLEXIÓN
       Hoy mucho parece girar en torno al dios-dinero: se trabaja para tener no sólo una seguridad económica razonable sino para tener la mayor abundancia posible. 

        Normalmente los que más tienen siempre quieren más, y más se aferran a lo que tienen. Cada vez más la vida gira en torno al tener: los que tienen para no perder lo que tienen y para tener más. Los que no tienen o tienen poco, para llegar a tener más. 

       El Señor nos invita a estar atentos para no ceder a la codicia, que nos lleva a poner nuestra seguridad última en las riquezas. Frente a la codicia, frente a la tendencia a aferrarme a lo que tengo, debo recordar constantemente esta verdad: yo no soy dueño de lo que poseo, sino sólo un administrador. 

       Dios me ha dado todo lo que soy, tengo y puedo alcanzar en la vida.

    PARA REFLEXIONAR

       Cuentan que Buda tuvo que refugiarse en la cabaña de un pescador a causa de una tormenta. El pescador, que no sabía quién era su huésped, le ofreció una humilde cena y una cama. A la mañana siguiente, al despedirse, Buda le dijo quién era, le dio las gracias por la hospitalidad y le dijo que le pidiera lo que quisiera.  "Quiero oro", le dijo el pescador. 
       Preocupado, Buda le aconsejó: - "El oro adquirido sin esfuerzo es una maldición, no una bendición. Te enseñaré por tanto la manera de adquirirlo. En la playa, en frente de tu casa, hay una piedra mágica. Si la encuentras y tocas con ella un trozo de acero, éste se convertirá en oro. El pescador, que llevaba una pulsera de acero, se puso de inmediato a buscar la piedra mágica. Tocaba su pulsera con las piedras y las lanzaba al mar. 
       El ansia del oro no le permitía descansar ni fijarse bien en lo que hacía. Y así fue lanzando todas las piedras al mar. Finalmente, miró su pulsera y, oh sorpresa, se había convertido en oro. Pero, ¿dónde estaba la piedra mágica? La había lanzado al fondo del mar.> (Félix Jiménez, escolapio). La piedra que transforma la vida entera en el oro de la felicidad es vivir con y para los demás desde el único mandamiento de Dios, el del amor. La seguridad verdadera viene de hacerse 'rico ante Dios'.

    17° Domingo del Tiempo Ordinario, 28 de Julio 2013, Ciclo C

    San Lucas  11, 1 -13 
         

    Padre Nuestro...
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    1. El Pedir:  es la actitud propia del pobre. A Dios hemos de pedir lo que no nos podemos dar a nosotros mismos: el aliento de la vida, el perdón pleno, la paz interior, la alegría infinita y la salvación eterna.
    2. El Buscar: no es solo pedir. Es, además, dar pasos para conseguir lo que no está a nuestro alcance. Así hemos de buscar ante todo el reino de Dios y su justicia: un mundo más humano y digno para todos. 
    3. El Llamares tocar a la puerta, insistir, gritar a Dios cuando lo sentimos lejos. La confianza de Jesús en el Padre es absoluta. Quiere que sus seguidores no lo olviden nunca: “el que pide, está recibiendo; el que busca, está hallando y al que llama, se le abre”.
    4. El Padre: de aquellos que le invocan con fe y, aun, de quienes viven de espaldas a él. Que espera al hijo pródigo que viene de lejos y al hijo mayor que, aun viviendo en casa, no sabe amar al hermano. “Que hace salir el sol sobre buenos y malos y manda la lluvia sobre justos e injustos”.
    5. El Orar: es «ponerse ante Dios» en silencio y a solas. Todo el que busca a Dios, nunca vuelve sin que lo haya escuchado como amigo en el fondo de su ser.
     
      REFLEXIÓN
        Necesitamos orar para encontrar silencio, serenidad y descanso que nos permitan sostener el ritmo de nuestro quehacer diario. Necesitamos orar para vivir en actitud lúcida y vigilante en medio de una sociedad superficial y deshumanizadora. 
       Necesitamos orar para encontrarnos valientemente con nuestra propia verdad y ser capaces de una autocrítica personal sincera. Necesitamos orar para no desalentarnos en el esfuerzo de irnos liberando individual y colectivamente de todo lo que nos impide ser más humanos. 
       Necesitamos orar para liberarnos de nuestra propia soledad interior y poder vivir ante un Padre, en actitud más festiva, agradecida y creadora.  Felices los que también en nuestros días sean capaces de experimentar en lo más profundo de su ser, la verdad de las palabras de Jesús: “Quien pide, está recibiendo, quien busca está hallando, y al que llama se le está abriendo”.

    PARA REFLEXIONAR

       Un piadoso musulmán rezaba todos los días ante Dios, y todos los días le suplicaba una gracia que deseaba le concediese. Se colocaba siempre, para su oración, en el mismo rincón de la mezquita y tantos años pasaron y tantas veces repitió su oración que, según cuentan, las señales de sus rodillas y de sus pies quedaron marcadas sobre el mármol del suelo sagrado. 
     
       Pero Dios parecía no oír su oración, parecía no enterarse siquiera de que alguien le invocaba. Un día, por fin, se le apareció al devoto musulmán, un ángel de Dios y le dijo: "Dios ha decidido no concederte lo que le pides". Al oír el mensaje del ángel, el buen hombre comenzó a dar voces de alegría, a saltar de gozo y a contar lo que le había sucedido a todos los que se reunían al verlo. 
     
       La gente le preguntó, sorprendida: "¿Y de qué te alegras, si Dios no te ha concedido lo que le pedías?" A lo que él contestó, rebosándole el gozo sincero en cada palabra: "¡Es verdad que me lo ha negado, pero, al menos, ahora sé que mi oración llegó hasta Dios! ¿Qué más puedo desear? ¿Qué me importa el haber recibido o no lo que le pido a Dios? Lo que cuenta es que Dios me oyó, que la oración me puso en contacto con Él".