17° Domingo del Tiempo Ordinario, 28 de Julio 2013, Ciclo C

San Lucas  11, 1 -13 
     

Padre Nuestro...
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  1. El Pedir:  es la actitud propia del pobre. A Dios hemos de pedir lo que no nos podemos dar a nosotros mismos: el aliento de la vida, el perdón pleno, la paz interior, la alegría infinita y la salvación eterna.
  2. El Buscar: no es solo pedir. Es, además, dar pasos para conseguir lo que no está a nuestro alcance. Así hemos de buscar ante todo el reino de Dios y su justicia: un mundo más humano y digno para todos. 
  3. El Llamares tocar a la puerta, insistir, gritar a Dios cuando lo sentimos lejos. La confianza de Jesús en el Padre es absoluta. Quiere que sus seguidores no lo olviden nunca: “el que pide, está recibiendo; el que busca, está hallando y al que llama, se le abre”.
  4. El Padre: de aquellos que le invocan con fe y, aun, de quienes viven de espaldas a él. Que espera al hijo pródigo que viene de lejos y al hijo mayor que, aun viviendo en casa, no sabe amar al hermano. “Que hace salir el sol sobre buenos y malos y manda la lluvia sobre justos e injustos”.
  5. El Orar: es «ponerse ante Dios» en silencio y a solas. Todo el que busca a Dios, nunca vuelve sin que lo haya escuchado como amigo en el fondo de su ser.
 
    REFLEXIÓN
    Necesitamos orar para encontrar silencio, serenidad y descanso que nos permitan sostener el ritmo de nuestro quehacer diario. Necesitamos orar para vivir en actitud lúcida y vigilante en medio de una sociedad superficial y deshumanizadora. 
   Necesitamos orar para encontrarnos valientemente con nuestra propia verdad y ser capaces de una autocrítica personal sincera. Necesitamos orar para no desalentarnos en el esfuerzo de irnos liberando individual y colectivamente de todo lo que nos impide ser más humanos. 
   Necesitamos orar para liberarnos de nuestra propia soledad interior y poder vivir ante un Padre, en actitud más festiva, agradecida y creadora.  Felices los que también en nuestros días sean capaces de experimentar en lo más profundo de su ser, la verdad de las palabras de Jesús: “Quien pide, está recibiendo, quien busca está hallando, y al que llama se le está abriendo”.

PARA REFLEXIONAR

   Un piadoso musulmán rezaba todos los días ante Dios, y todos los días le suplicaba una gracia que deseaba le concediese. Se colocaba siempre, para su oración, en el mismo rincón de la mezquita y tantos años pasaron y tantas veces repitió su oración que, según cuentan, las señales de sus rodillas y de sus pies quedaron marcadas sobre el mármol del suelo sagrado. 
 
   Pero Dios parecía no oír su oración, parecía no enterarse siquiera de que alguien le invocaba. Un día, por fin, se le apareció al devoto musulmán, un ángel de Dios y le dijo: "Dios ha decidido no concederte lo que le pides". Al oír el mensaje del ángel, el buen hombre comenzó a dar voces de alegría, a saltar de gozo y a contar lo que le había sucedido a todos los que se reunían al verlo. 
 
   La gente le preguntó, sorprendida: "¿Y de qué te alegras, si Dios no te ha concedido lo que le pedías?" A lo que él contestó, rebosándole el gozo sincero en cada palabra: "¡Es verdad que me lo ha negado, pero, al menos, ahora sé que mi oración llegó hasta Dios! ¿Qué más puedo desear? ¿Qué me importa el haber recibido o no lo que le pido a Dios? Lo que cuenta es que Dios me oyó, que la oración me puso en contacto con Él".