Domingo Solemnidad de Pentecostés, 23 Mayo 2021, Ciclo B

San Juan 20, 19 - 23

Así También los Envío Yo

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M. 

1. Pentecostés: es la fiesta del Espíritu, el día en el que los apóstoles, con la recepción del Espíritu Santo recibieron una transformación interior tal que les cambió la vida para siempre. Cuando recibieron el Espíritu Santo y se les incendió el alma de vida espiritual y de espíritu cristiano cambiaron totalmente.

2. La Paz: es el primer mensaje que Jesús les da a sus discípulos cuando se les aparece. Paz interior y paz exterior, paz dentro de nosotros mismos y paz con los demás. La predicación del evangelio de Jesús debe hacerse siempre con valentía y con paz. Somos enviados por Jesús, el príncipe de la paz. Nuestra vida cristina, tanto de palabra como de obra, ha de producir siempre la paz y la alegría del espíritu.

3. La Iglesia:  en ella todos somos importantes; por ello es urgente que los laicos, que son la mayoría de los cristianos, encuentren su lugar y su carisma dentro de la Iglesia; así podrán desarrollarse de verdad los ministerios laicales. Pero para ello el laico o seglar tiene que abandonar su pasividad y participar plenamente en la vida de su comunidad.

4. La Alegría: con nuestra vida y con nuestra presencia en el mundo, los cristianos queremos dar testimonio de que  “con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (Papa Francisco). Vivir desde el espíritu, o mejor, dejar que sea el Espíritu el que viva en nosotros: esta es la fuente de la alegría que nadie nos podrá arrebatar, de la vida que nadie nos podrá arrebatar. Porque estamos llamados a una forma de existencia de una riqueza inagotable, de una alegría indescriptible. 

REFLEXIÓN 

   "Fiesta de las semanas” o “fiesta de las primicias” pues en ella se presentaban al Señor las primicias de los frutos cosechados siete semanas después de haberse iniciado la siega. Para los judíos era, por tanto, una fiesta de acción de gracias a Dios por la cosecha. Con el tiempo se convirtió en una fiesta que conmemoraba la promulgación de la Ley en el monte Sinaí. Por ello se la denominó también la fiesta del Sinaí o fiesta del Pacto. Se celebraba cincuenta días después de la pascua judía.

   Fue en la fiesta judía de Pentecostés cuando el Espíritu prometido por el Señor Jesús fue enviado sobre los Apóstoles: «Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos los creyentes reunidos en un mismo lugar». Desde entonces Pentecostés es, para los cristianos, la fiesta en la que se celebra el envío del Espíritu Santo sobre los Apóstoles reunidos en el Cenáculo en torno a Santa María, acontecimiento que tuvo lugar cincuenta días después de la Resurrección del Señor Jesús.

   Aquella “primicia de la Pascua”, el Espíritu Santo, fue entregado por el Señor a sus discípulos el mismo día de su Resurrección. En aquella ocasión el Señor sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo; a quienes ustedes les perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos».

   De este modo los hacía partícipes de su propia misión: «Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo». El Espíritu Santo, Don del Padre y del Hijo, es fruto de la Muerte y Resurrección del Señor. Los ministros del Señor, revestidos de este modo con el poder de lo Alto y en nombre de Jesucristo, son enviados con la misión específica de hacer partícipes a todos los hombres de los frutos de su obra reconciliadora.

El Espíritu santo se ha derramado también sobre nosotros para que salgamos de nuestros y demos testimonio del amor del Señor anunciando su Evangelio a todas las criaturas hasta los confines de la tierra. 

PARA LA VIDA 

   En New Port, Rode Island, está la comunidad de las Hermanas de Jesús Crucificado en la que cada hermana tiene un problema físico: la superiora es ciega, otras son sordas, otras parapléjicas… y cada Hermana edifica la comunidad desde su capacidad y recibe ayuda en su necesidad. La que ve guía a la ciega, las que pueden caminar llevan a las que no pueden, la que oye explica a la sorda… El defecto físico es un don, signo de la necesidad que tenemos de los demás. 

   La vida del Espíritu fluye en la comunidad porque nadie puede gloriarse de ser perfecto, nadie puede gloriarse de no necesitar a nadie. Todos nos necesitamos. Todos necesitamos del Espíritu. Hoy, Fiesta de Pentecostés, todos podemos recibir el regalo de Jesús: El Espíritu Santo. Para perdonar, alabar, pertenecer, hablar el idioma de Dios, congregar y revelar las mil caras de Dios.

Domingo de La Ascensión, 16 Mayo 2021, Ciclo B

San Marcos 16, 15 - 20

"Vayan a todo el mundo y proclamen el Evangelio"

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M. 

1. La Ascensión: en la Ascensión misma contemplamos al Señor resucitado que victoriosamente asciende al Cielo. ¿Quién asciende al Cielo, sino Aquel que antes ha bajado del Cielo? El misterio de la Ascensión hay que verlo como la culminación de un proceso kenótico-ascensional, es decir, un proceso mediante el cual el Hijo de Dios “se abaja” al asumir nuestra naturaleza humana para luego “elevarse” nuevamente al Padre con un cuerpo resucitado y glorificado (ver Flp 2 ,6-11).

2. La Misión: anunciar a todos los hombres el evangelio. De ahora en adelante él obrará a través de ellos y de sus sucesores. Ellos tienen la increíble misión de dar continuidad a la obra de Cristo. Esta misión sigue hoy vigente y la Iglesia tiene el deber siempre de evangelizar y anunciar la salvación por Jesucristo. La esencia de este evangelio es que “Jesús de Nazaret es Cristo el Hijo de Dios” (Cf Rm 10,9) y que en él tenemos la salvación y la plena revelación de Dios.

3. La Esperanza: es una invitación a seguir trabajando por construir la “civilización del amor” y “dar razón de nuestra esperanza a todo aquel que nos la pidiere”(1 Pt 3,15). El cristiano debe ser un hombre de esperanza y de luz en medio de un mundo de tanta tiniebla. “La evangelización comprende además la predicación de la esperanza en las promesas hechas por Dios mediante la nueva alianza en Jesucristo.

4. La Evangelización: se refiere a la importancia del propio testimonio en la acción evangelizadora. Insistir en la necesidad de un anuncio explícito del mensaje de la evangelización. Esto hoy se puede hacer de muchas maneras, pero lo importante es que todos sientan la responsabilidad de ser misioneros, es decir, enviados por Cristo a anunciar el evangelio. 

REFLEXIÓN 

   En esta fiesta de la Ascensión de nuestro Señor Jesucristo, que festejamos cuarenta días después de la Pascua, recordemos las palabras de San Agustín: ̈Hoy Nuestro Señor Jesucristo ha subido al cielo; suba también con Él nuestro corazón. 

   La Ascensión reafirma nuestra fe en el Resucitado: donde nos ha precedido Él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros. La comunidad cristiana, recién constituida, tiene necesidad del aliento del Señor (fuerza de lo alto); por eso, no se puede vivir con nostalgia (volvieron con gran alegría). Urge que los hombres conozcan que Dios ha estado con ellos, ha marcado un camino. Tenemos que exagerar la pasión de Dios. 

   Jesús tenía un tirón del Padre y el tirón de los amigos. Su corazón estaba roto por estas dos fuerzas. Siempre que les dice que se va, les dice que se queda. 

   Dios es ascensión continuada, aunque nunca se aleja de nosotros. Es meta cada vez más alta. Bajó para hacernos subir. Su Padre atrae desde arriba. Él empuja desde abajo. Por eso repitió tantas veces: levántate, vamos al monte, se levantó y se ciñó la toalla. 

   La Ascensión es un relevo. Nos ha entregado su muerte, su resurrección y su oferta de salvación. Los cristianos somos los últimos relevistas antes de la victoria. Corremos con el testigo en las manos y en el corazón. Ellos habían recorrido los caminos con Jesús y ahora se les va con una clara advertencia: predicad y sed testigos. La actitud de los doce es de adoración y de duda. 

   Se postraron y dudaron. No dudan del Resucitado, sino de su propia función. ¿Cuál será su papel ahora que ya no vive Jesús con ellos? «Yo estoy con vosotros». La marcha de Jesús no es definitiva. Si Él ha dicho que está con nosotros, estará con nosotros. Volverá como lo hemos visto subir: y se marchó después de haber pasado por la cruz. Los hombres necesitan saber que Dios ha estado con ellos; ha marcado un camino.

Mientras se elevaba, los bendecía. Todos los caminos están marcados por este gesto. Sus manos resucitadas están abiertas, sobre todos los caminos de los hombres, bendiciendo. 

PARA LA VIDA 

   Un día un niño vio cómo un elefante del circo, después de la función, era amarrado con una cadena a una pequeña estaca clavada en el suelo. Se asombró de que tan corpulento animal no fuera capaz de liberarse de aquella pequeña estaca, y que de hecho no hiciera el más mínimo esfuerzo por conseguirlo. 

   Decidió preguntarle al hombre del circo, el cual le respondió: "Es muy sencillo, desde pequeño ha estado amarrado a una estaca como ésa, y como entonces no era capaz de liberarse, ahora no sabe que esa estaca es muy poca cosa para él. Lo único que recuerda es que no podía escaparse y por eso ni siquiera lo intenta". 

   Soltemos las amarras que nos atan a una vivencia cristiana paralizada por el miedo, la tradición, la rutina, como le pasaba el elefante de este cuento de hoy. Abramos la mirada, miremos hacia lo alto y hacia dentro, como Cristo, y nuestros ojos se transformarán y nuestras manos se pondrán a trabajar y construir una Iglesia más auténtica, más sencilla, más positiva y cercana a los problemas e inquietudes del mundo de hoy, y a edificar un mundo más justo, más solidario, más pacífico y humano, en unión con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, sean de la religión que sean o sean sin ninguna religión, pero que compartan nuestros valores y nuestros sueños.

6° Domingo de Pascua, 7 Mayo 2021, Ciclo B

 San Juan 15, 9 - 17

"No Hay Amor más Grande que Dar la Vida por los Amigos"

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M. 

1.- La Búsqueda: todos los que buscamos a Dios, todos los buscadores de Dios, debemos considerarnos compañeros y hermanos en la búsqueda del único y verdadero Dios. Hagamos, pues, de nuestro cristianismo un cristianismo universal y católico, buscando siempre la fraternidad y el encuentro, más que la diversidad, en nuestra continua búsqueda del único Dios verdadero.

2.- El Amor: amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. Cristo nos amó hasta dar su vida por nosotros, por eso nosotros debemos amarnos unos a otros hasta gastarnos y desgastarnos en el servicio a los demás. Si no amamos a los demás no amamos a Dios, porque así nos lo enseñó Jesús.

3.- La Acogida: La iglesia, haciéndose eco del mandamiento de Jesús, nos insta a volcar nuestro amor en nuevas situaciones de sufrimiento y de dolor de los hombres, como es el caso de ciertos enfermos abandonados, desasistidos y rechazados a causa de su enfermedad. En muchas parroquias se celebra estos días el sacramento de la Unción de Enfermos.

4.- La Caridad: nos invita a seguir bebiendo en esa fuente de vida y de amor que es Dios, a través de Jesús. No hay mayor hazaña que la de entregarse olvidándose de uno mismo; el dar sin esperar nada a cambio; el ganar, aunque aparentemente ante el mundo estés perdiendo. ¿Dónde reside esta forma tan rara y tan extraña de amar perdiendo? Ni más ni menos que en Dios. El amor cristiano, que es distintivo de los seguidores de Jesús, nos hace ver a las personas como hermanos. O dándole la vuelta a la frase, porque nos vemos como hermanos, somos capaces de entregarnos los unos a los otros. 

REFLEXIÓN 

La liturgia del 6º Domingo de Pascua nos invita a contemplar el amor de Dios, manifestado en la persona, en los gestos y en las palabras de Jesús y día a día hecho presente en la vida de los hombres por la acción de los discípulos de Jesús.

   La primera lectura afirma que esa salvación ofrecida por Dios a través de Jesucristo, y llevada al mundo por los discípulos, está destinada a todos los seres humanos, sin excepción. Para Dios, lo decisivo no es la pertenencia a una raza o a un determinado grupo social, sino la disponibilidad para acoger la oferta que él realiza.

   La segunda lectura presenta una de las más profundas y completas definiciones de Dios: “Dios es amor”. La venida de Jesús al encuentro de los hombres y su muerte en cruz, revela la grandeza del amor de dios por los hombres. Ser “hijo de Dios” es “conocer a Dios”, dejarse envolver en este movimiento de amor y amar a los hermanos.

   En el Evangelio, Jesús define las coordenadas del “camino” que sus discípulos deben recorrer, a lo largo de su vida por la historia. Ellos son los “amigos” a quienes Jesús reveló el amor del Padre; su misión es testimoniar el amor de Dios en medio de los hombres. A través de ese testimonio, se realiza el proyecto salvador de Dios y nace el Hombre Nuevo.

Siendo, pues, el amor algo muy grande e invencible, y no consistiendo en solas palabras, manifestémoslo en las obras. Jesús nos reconcilió consigo, siendo nosotros sus enemigos. En consecuencia, nosotros, hechos ya sus amigos, debemos permanecer siéndolo. El comenzó la obra, nosotros a lo menos vayamos tras El. Él no nos ama para propio provecho, pues de nada necesita; amémoslo nosotros a lo menos por propia utilidad. El nos amó cuando éramos sus enemigos; nosotros amémoslo a Él, que es nuestro amigo.

PARA LA VIDA 

   Érase una vez un zapatero ya muy anciano y muy cansado. Deseaba morir para ir con el Señor y deseaba también que el Señor lo visitara en su tienda. Un día mientras rezaba oyó una voz que le dijo: Mañana iré a tu tienda. Se puso a trabajar más feliz que nunca pero no pasó nada especial. Al rato entró una señora quejándose de unos niños que la insultaban y le robaban parte de la compra. El zapatero habló con ellos y prometieron no hacerlo más. Más tarde entró un forastero preguntando por una dirección y lo acompañó hasta el lugar indicado. 

   Luego entró una niña que tenía el padre enfermo y juntos se fueron en busca de un médico para que lo visitara. Poco antes de cerrar la tienda llegó un mendigo que quería comer y lo llevó a la Carreta y le pagó la cena. Cerró su tienda y se dijo, el Señor no ha venido a verme. Ya en casa y antes de acostarse oró diciendo: Señor, he estado muy ocupado, hoy, espero no hayas venido a visitarme mientras estaba fuera. Y una voz dijo: Vine a visitarte en cada persona que ayudaste. Sé que disfrutaste con mi presencia. Estoy muy contento del buen trato que me diste. La palabra de Dios no sólo nos dice quién es el Señor sino quiénes somos nosotros y cuál es nuestra relación con él y con los hermanos. 

Oración 

  Únenos a Ti... Únenos en la caridad: del amor que no excluye, sino acepta; del amor que no ofende, sino que perdona; del amor que no hiere, sino cura las heridas. Mándanos, en fin, solamente amar; y seremos verdaderamente tus amigos, misioneros de tu presencia amorosa en el mundo.

Reflexiones Anteriores 5° Domingo de Pascua, 2 Mayo 2021, Ciclo B

 San Juan 15, 1 - 8

"El que Permanece en Mí, y Yo en él, da Mucho Fruto"

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M. 

1.- La Vid: Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Los frutos que se nos piden a todos son los mismos: el amor mutuo y la expresión concreta de ese amor en nuestras obras y relaciones humanas. Sin Cristo no podemos hacer nada que sea auténticamente cristiano; con Cristo lo podemos hacer todo.

2.- Los Sarmientos:  todos necesitamos ser podados por Dios, nuestro Padre, que es el mejor labrador, porque es el que mejor nos conoce y el que más nos quiere. El principal fruto, naturalmente, son las obras que manan de nuestro amor cristiano al prójimo con el que convivimos y a cualquier prójimo que pueda necesitar nuestra ayuda. Nadie nace tan perfecto que no necesite poda alguna a lo largo de su vida. Todos somos imperfectos mientras vivimos en este mundo, por eso necesitamos estar continuamente podándonos y dejando que Dios nos pode.

3.- La Acogida: los que somos cristianos desde que nacimos debemos dar gracias a Dios por todas aquellas personas convertidas al cristianismo. Toda casa necesita de unos cimientos y, toda persona, también requiere de unos principios o de unos valores que sean modelo, guía irrenunciable para entender la vida y para defender la de los demás.

4.- La Fe:  sin obras es una fe muerta, como nos dice el apóstol Santiago. Claro que es Dios el que nos salva, no nuestras obras, porque la salvación excede nuestras solas fuerzas. Pero debemos tener siempre en cuenta que “creer” en Cristo supone querer cumplir sus mandamientos. La verdadera fe exige siempre fidelidad, compromiso, con lo que creemos. El que diga que ama a Cristo y no haga lo posible por cumplir sus mandamientos es un mentiroso. 

REFLEXIÓN

La liturgia del 5º Domingo de Pascua nos invita a reflexionar sobre nuestra unión con Cristo; y nos dice que sólo unidos a Cristo tendremos acceso a la vida verdadera.

   La primera lectura nos dice que el cristiano es miembro de un cuerpo, el Cuerpo de Cristo. Su vocación es seguir a Cristo, formando parte de una familia de hermanos que comparte la misma fe, recorriendo juntos el camino del amor. En el diálogo y en el compartir con los hermanos es donde nuestra fe, nace, crece y madura y es en la comunidad, unida por lazos de amor y de fraternidad, donde nuestra vocación se realiza plenamente.

   La segunda lectura define el ser cristiano como “creer en Jesús” y “amarnos los unos a los otros como él nos amó”. Esos son los “frutos” que Dios espera de todos aquellos que están unidos a Cristo, la “verdadera vid”. Si practicamos las obras del amor, tenemos la certeza de que estamos unidos a Cristo y que la vida de Cristo circula por nosotros.

   El Evangelio presenta a Jesús como “la verdadera vid” que da los frutos buenos que Dios espera. Invita a los discípulos a que permanezcan unidos a Cristo, pues es de él de quien ellos recibirán la vida plena. Si permanecen en Cristo, los discípulos serán verdaderos testigos entre los hombres de la vida y del amor de Dios.

Nuestra relación con Cristo no es a distancia. Vivimos en Él. Y Él vive en nosotros. Por eso Él mismo insiste: «Permaneced en mí». Esta unión continua con Cristo es la clave del crecimiento del cristiano y del fruto que pueda dar. Toda la vida viene de la vid y nada más que de la vid. «Sin mí no podéis hacer nada». El que comprende de verdad estas palabras cambia por completo su modo de plantear las cosas. Cada acción realizada al margen de Cristo, cada momento vivido fuera de Él, cada palabra no inspirada por Él… están condenados a la esterilidad más absoluta. No sólo se pierde el cuándo se hacen cosas que no viniendo de Cristo no dan ningún fruto. Deberíamos tener horror a no dar fruto, a malgastar nuestra vida, a perder el tiempo.

PARA LA VIDA 

   Un misionero en África tenía una planta eléctrica que iluminaba la iglesia y su pequeña casa. Un día le hicieron una visita unos hombres de unos campos lejanos. Uno de ellos se fijó en la bombilla que colgaba del techo de la sala. Cual no fue su sorpresa cuando el cura le dio al interruptor y la bombilla se encendió. Uno de los visitantes le pidió una bombilla y pensando que la quería como adorno o Juguete le dio una bombilla fundida. En una de sus visitas a los poblados el misionero entró en la choza del que le había pedido la bombilla y la vio colgada de una cuerda cualquiera. 

   El misionero tuvo que explicarle que para que diera luz necesitaba una planta, unos cables, una conexión y una bombilla nueva.

"No pueden producir frutos si no permanecen en mi" ¿De qué sirve tener una bombilla colgada del techo si no está conectada? ¿De qué sirve tener una Biblia si uno no está conectada al que es la Palabra viva de Dios? ¿De qué sirve llevar el nombre de cristiano si uno no está conectado al Cristo que me da el nombre? ¿De qué sirve la hermosura del culto si no damos frutos? 

   Jesús hoy nos recuerda que…  "sin mí no pueden hacer nada". La vida cristiana, la vida del cristiano, sólo tiene plenitud y sentido si está conectada a Cristo. Podríamos decir que Jesús es la planta eléctrica y su Padre es el interruptor para que se haga la luz en su casa y para que cada uno de nosotros seamos bombillas que lucen y alumbran. Pero tenemos que estar conectados. Él es la fuente de nuestra energía y de nuestro vivir.


4° Domingo de Pascua, 25 Abril 2021, Ciclo B

 San Juan 10, 11 - 18

"El Buen Pastor da su Vida por las Ovejas"

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M. 

1.- El Buen Pastor: “da la vida por las ovejas". Sin haber cometido pecado sufre la pasión por nosotros, carga con nuestros pecados, sube al leño para curarnos. Nos defiende de todo peligro, no perecemos y nadie puede arrebatarnos de su mano. No hay otro guía que nos conduzca por verdes praderas y nos dé la vida eterna. Preguntémonos, ¿a quién seguimos?, ¿quién es nuestro pastor?, ¿qué voces seguimos? El Señor nos advierte sobre los falsos pastores, que se aprovechan del pueblo, se apacientan a sí mismos. Por sus frutos les conoceréis…

2.- El Llamado: sigue llamando a los jóvenes, la vocación de especial consagración es una alternativa de vida apasionante, que nada tiene que envidiar a la que ofrecen las mejores compañías del mundo. Con la metáfora del mundo empresarial, se avisa a los jóvenes de que pueden recibir la llamada del “jefe” más importante del mundo, que les ofrece trabajar en una “compañía” con presencia internacional, que siempre cotiza al alza, y que afronta desafíos para cambiar la vida de muchas personas. 

3.- La Noticia: el conocimiento de Cristo no se reduce al simple conocimiento de lo que el Evangelio nos cuenta acerca de Él, de las verdades que la Iglesia enseña –que no sólo son necesarias, sino urgentes.  El conocimiento que nos es dado de Cristo es la íntima comunión en su misma Vida, comunión que nos transforma y eleva a la realidad de hijos de Dios, por obra del Espíritu Santo recibido en el Bautismo. Por esto, somos llamados hijos de Dios «¡y lo somos realmente!». Este conocimiento, además, aun comprometiendo a toda nuestra persona, no depende de nosotros, sino que llega como «don»: hunde sus raíces en la soberana iniciativa de Dios, que asume la carne y la sangre en Jesucristo, el único Buen Pastor que ofrece la propia vida por las ovejas, por nosotros (cfr. Jn 10,17-18). 

REFLEXIÓN

   El 4º Domingo de Pascua es considerado el “Domingo del Buen Pastor”, pues todos los años la liturgia propone, en este Domingo, un trozo del capítulo 10 del Evangelio según Juan en el que Jesús es presentado como “Buen Pastor”. Este es, por tanto, el tema central que la Palabra de Dios pone, hoy, a nuestra reflexión.

   La primera lectura afirma que Jesús es el único salvador, ya que “bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos” (en este Domingo del “Buen Pastor” decir que Jesús es el “único salvador” equivale a decir que es el único pastor que nos conduce en dirección a la vida verdadera). Lucas nos avisa para que no nos dejemos manipular por otras figuras, por otros caminos, por otras influencias que nos presenten propuestas falsas de salvación.

   En la segunda lectura, el autor de la primera carta de Juan, nos invita a contemplar el amor de Dios por el hombre. Porque nos ama con un “amor admirable”, ya que Dios está empeñado en hacer que superemos nuestra condición de debilidad y de fragilidad. El objetivo de Dios es integrarnos en su familia y hacernos “semejantes” a Él.

   El Evangelio presenta a Cristo como “el Pastor modelo”, que ama de forma gratuita y desinteresada a sus ovejas, siendo capaz de dar la vida por ellas. Las ovejas saben que pueden confiar en él de forma incondicional, pues no busca el propio bien sino el bien de su rebaño. Lo decisivo para pertenecer al rebaño de Jesús es la disponibilidad para “escuchar” las propuestas que él hace y seguirle por el camino del amor y de la entrega.

   Esta debe ser nuestra respuesta al buen Pastor: tratar de imitarle en la medida en que podamos. No será nunca suficiente admirar las virtudes de Cristo como buen Pastor, si nosotros no vivimos realmente preocupados por seguirle e imitarle, dentro de nuestras posibilidades. En este domingo del buen Pastor todos nosotros, los cristianos, debemos hacer el propósito firme de hacer de nuestra vida una vida generosa y comprometida, religiosa y socialmente, con el mundo y sociedad en la que vivimos. Si no lo hacemos así, no estaremos celebrando cristianamente el domingo del buen Pastor.

PARA LA VIDA

   Un viejecito, ateo e incrédulo, fue a visitar a un sacerdote. Quería que le ayudase a resolver sus dudas de fe. No lograba convencerse de que Jesús de Nazareth hubiera resucitado. Buscaba pruebas de la resurrección. Cuando entró en casa del sacerdote, estaba ya alguien hablando con él. El sacerdote entrevió al anciano de pie en el pasillo, y corrió en seguida, sonriente, a ofrecerle una silla. Cuando el otro se despidió, el sacerdote hizo entrar al señor anciano. Una vez conocido su problema, le habló largamente y, después de un denso coloquio, el anciano de ateo se convirtió en creyente y quiso volver a ponerse en contacto con la Palabra de Dios, recibir los sacramentos y recobrar la confianza y devoción a la Virgen María. El sacerdote satisfecho, pero también un poco sorprendido por el cambio, le preguntó: El detalle de acercarme la silla para que no me cansase de esperar. respondió el anciano.

   Seamos imagen del Buen Pastor, Cristo, que entregó su vida por sus ovejas, que se preocupó de estar cercano a los que le buscaban y sobre todo a los más necesitados, como hizo el sacerdote con el anciano del cuento de hoy. Porque en realidad es son los detalles de acogida, amor, cercanía los que harán interpelarse y acercarse a la gente para preguntar qué nos mueve a actuar de ese manera.  Ése es el pastoreo de Jesús y debe ser el de los pastores de la Iglesia y de todos quienes tengan a su cargo personas. Sólo quien se acerca con humildad y cariño a las personas puede tener autoridad moral de pastor, al menos de pastor cristiano.