6° Domingo de Pascua, 26 de Mayo de 2019, Ciclo C



San Juan 14, 23 -29


“Me Voy y Volveré a Ustedes”


Homilía PadreLuis Guillermo Robayo M.
  1. El Amor: si amamos a Dios, somos personas habitadas por Dios, espiritualmente llenas de Dios. Si amamos al Dios Amor, no podemos vivir de otra manera que, amando, porque, de lo contrario, no sería amor verdadero. Dejémonos amar por Dios, abramos las puertas de nuestro corazón a Dios, y Dios vivirá en nosotros como amor. Esto, que es algo gratuito por parte de Dios, exigirá de nuestra parte un gran esfuerzo, si de verdad nos decidimos a vivir como linaje de Dios, como hijos amados de Dios.
  2. La Paz: la paz del mundo es una paz llena de sobresaltos físicos, sociales y políticos; la paz de Dios es vivir en Él, con el alma siempre abierta al bien de los hermanos. Aprendamos a vivir nosotros hoy en paz, en la paz de Dios, aunque tantas circunstancias adversas, de todo tipo, nos inviten a vivir en continuo sobresalto. Los grandes santos fueron almas llenas de paz interior, de la paz de Dios.
  3. El Espíritu Santo: Él nos hace vivir en la presencia de Dios, en la escucha de su Palabra, sin inquietud ni temor, teniendo en el corazón la paz que Jesús nos dejó y que el mundo no puede dar (cf. Jn 14, 26-27). El Espíritu acompaña a la Iglesia en el largo camino que se extiende entre la primera y la segunda venida de Cristo: “Me voy y volveré a vosotros” (Jn 14, 28), dijo Jesús a los Apóstoles.
  4. La Oración:   igual que su sacrificio, se extiende hasta la consumación de los siglos. La oración de la Hora de Jesús llena los últimos tiempos y los lleva hacia su consumación. El Hijo que se ha hecho Siervo, es el Señor, el «Pantocrátor». Nuestro Sumo Sacerdote que ruega por nosotros es también el que ora en nosotros y el Dios que nos escucha. 

REFLEXIÓN 

    Cuando Jesús en este evangelio, promete su Espíritu, está diciéndonos que seguirá actuando en la comunidad, con la misma fuerza y dinamismo y con una presencia, que, si bien no es físicamente corpórea, es igualmente real y eficiente. Y en nuestro mundo de hoy, nos encontramos con el fenómeno del ateísmo, del materialismo, de la fecundación artificial de la mujer, de la libertad en la relación de los sexos, y muchos otros problemas y nos preguntamos ¿cómo actuar en estas situaciones, ¿cómo actuaría Jesús? ¿Cómo ser cristiano en esta cultura?, ¿qué responder antes los nuevos problemas y visiones de la realidad? 

   En la primera lectura de hoy, se plantea el primer conflicto histórico del cristianismo: los paganos que querían hacerse cristianos ¿tienen que circuncidarse y hacerse judíos para ser bautizados después? ¿Y cómo se resolvió el conflicto? El texto nos lo dice claramente. Esa primera Iglesia, no esperó una respuesta mágica y milagrosa del cielo; no tuvo el privilegio de escuchar una revelación especial de Cristo resucitado. Simplemente se reunió, discutió, reflexionó, y después tomó la decisión diciendo: Hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros...... Si, como escuchamos: El Espíritu Santo y nosotros. 

   Jesús mismo nos da hoy la respuesta. Él se manifiesta, a los que los que están unidos a Él por la fe y el amor. Él conoce el corazón de cada uno, y resucitado habita en los que lo aman y guardan su palabra. El Espíritu de Dios está presente en todos los cristianos, especialmente en quienes, a los ojos del mundo son relegados. Y ese Espíritu nos capacita a todos para comprendernos y para ver, con los ojos de Dios, a todos como hermanos, en busca de la eternidad. 

PARA LA VIDA 

   Cuenta una leyenda china que había un montón de arroz cocido y preparado como alimento. A su alrededor había muchas personas hambrientas, casi a punto de morir. No podían aproximarse al arroz, pero tenía en sus manos palillos de dos y tres metros de longitud. 

   Es verdad que llegaban a coger el arroz, pero no conseguían llevarlo a la boca, porque los palillos que tenían en sus manos eran muy largos. De este modo, hambrientos y moribundos, pero solitarios, morían de hambre delante de una abundancia inagotable. 
   Había también otro gran montón de arroz cocido y preparado como alimento. A su alrededor había muchas personas, hambrientas pero llenas de vitalidad. No podían aproximarse al arroz, pero tenían en sus manos largos palillos de dos y tres metros. Y con sus largos palillos, en vez de llevarlos a la propia boca, se servían unos a otros el arroz. Así, acallaban su hambre, juntos y solidarios, gozando de las personas y de las cosas.
   El amor verdadero no piensa en uno mismo, no posee, no reclama, se entrega, deja libertad, piensa en el otro, en ese gran Otro, en su plan, en su proyecto. Y Cristo tiene que marcharse para que venga el Espíritu Santo y pueda renovarnos por dentro y en profundidad. 

5° Domingo de Pascua, 19 de Mayo de 2019, Ciclo C



San Juan 13, 31-33a. 34-35


Les Doy un Mandamiento Nuevo: Ámense Unos a Otros



Homilía PadreLuis Guillermo Robayo M.
  1. El Mandamiento Nuevo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y principal mandamiento. El segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Mt 22, 35). Jesús nos amó es amarnos con un amor de absoluta generosidad, estando dispuestos hasta, si fuera necesario, morir por amor al prójimo. Jesús murió en acto de servicio, por amor a todos nosotros, glorificando así a su padre Dios y siendo glorificado por Él.
  2. La Predicación:  esto es lo que debe hacer siempre la Iglesia de Jesús, esto es lo que debemos hacer cada uno de nosotros: evangelizar, predicar la buena nueva, el evangelio de Jesús, con la palabra y con el ejemplo, haciendo todo en nombre del Maestro, sin buscar nuestra propia gloria, sino la mayor gloria de Dios, haciendo todo con mucho amor y sin escatimar esfuerzos. Sentirnos orgullosos no de lo que nosotros hacemos, sino de lo que Dios hace por medio de nosotros.
  3. La Identidad Cristiana: el amor es la marca del cristiano. Y si hacemos la señal de la cruz para identificarnos, es porque la cruz es el signo del amor más grande, el verdadero amor cristiano. “La señal por la que conocerán que sois mis discípulos”. El amor que da la vida por el amado; en la práctica quiere decir que hay que conservar a toda costa la virtud de la caridad que recibimos en el Bautismo, hay que huir del pecado mortal que nos la arrebata; hay que aumentarla con la Eucaristía, la oración y las buenas obras. El amor es la eterna juventud del mundo. Un árido código de preceptos envejece pronto, el amor no, porque es de Dios, porque Dios es amor.

REFLEXIÓN

   ¿Mandamiento nuevo? Nada más antiguo que el amor; es cosa de siempre; es la ley primera del hombre, la realidad esencial de la humanidad. Podemos afirmar que el ser humano es más humano cuando aprende a amar. Pero el mandamiento de Jesús es nuevo. Nuevo por la extensión y por la intensidad, por el estilo, el modo y las cualidades. La novedad del mandamiento no está en el “amaos” sino en el “como Yo os he amado”. Es decir, amar con la medida de Dios. Jesús nos pide que amemos como él. En eso está lo nuevo. Jesús ama con la mente; es un amor que no está basado en el instinto sino en el conocimiento y en la estima de cada persona: Él conoce a sus ovejas; “os he llamado amigos”. Jesús ama con el corazón: “Pedro ¿Me amas más que estos?” Jesús ama con respeto, con totalidad y profundidad; con cuerpo y alma hasta la muerte. Nuestro amor tiene que ser como el de Jesús, es decir, gratuito, generoso, universal, incondicional, sin límites. todos y del todo y en todo. 

El cristiano, aun en medio de las tribulaciones del mundo, tiene su corazón fijo en Cristo resucitado. El cristiano está en el mundo, pero no pertenece a él, porque posee vivo el sentido de su existencia como de un paso fugaz: su meta está en otro lugar. Por eso se compromete en este mundo para hacer ya visible la gracia del Resucitado por medio de la caridad, que nos une a todos en un mismo corazón. Un grupo joven ha adoptado este slogan que me parece muy significativo: “Cada hombre es tu hermano. Pero tu hermano no lo sabe”. Tienes que informarle. Debes decírselo tú. Se lo tienes que hacer entender con los hechos. En esta perspectiva, un amor manifestado con los hechos permite reconocer al cristiano a través del descubrimiento, la experiencia que uno hace de “ser amado”. 

PARA LA VIDA

Un anciano muy pobre se dedicaba a sembrar árboles de mango. Alguien le dijo: 
- ¿Cómo es que a su edad se dedica a plantar mangos? ¡Tenga por seguro
que no vivirá lo suficiente para consumir sus frutos!
El anciano respondió:
- Toda mi vida he comido mangos de árboles sembrados por otros. Ya es hora que los míos den frutos para quienes me sobrevivan. 

San Felipe Neri
Se dedicaba a recoger niños pobres y los llevaba a su casa, a la parroquia para atenderlos en sus necesidades materiales. Pero tenía que pedir ayuda de casa en casa. En una ocasión, recibió una respuesta negativa de parte de un señor muy rico. Como el santo sabía que ese hombre poseía bastantes riquezas, insistió y volvió a tocar la puerta de la casa. El señor salió molesto y furioso, lo insultó y lo escupió en la cara. San Felipe, sin inmutarse, se limpió el rostro y le dijo: “Bien, eso ha sido para mí. ¿Y qué me va a dar para mis muchachos?

4° Domingo de Pascua, El Buen Pastor, 12 de Mayo de 2019, Ciclo C


San Juan 10, 27-30 

Jesús, El Buen Pastor

Homilía PadreLuis Guillermo Robayo M.
  1. El Pastor: nos conoce a cada uno, en una relación personal e íntima, de padre y madre, de hermano y amigo, todo a la vez.
  2. La Voz: para llegar hasta Jesús, Buen Pastor, hay que reconocer su voz; entre miles de voces, entre centenares de palabras, como nos abruman a lo largo del día, la voz del Buen Pastor puede pasar desapercibida. Pero si no escuchamos su voz, no podemos seguirle, no seremos capaces de mantenernos como discípulos suyos. Porque somos cristianos si sabemos escuchar.
  3. Escuchar: a Jesús es creer en él, es confiar en él: así nos convertimos en discípulos suyos; así es como entramos en comunión de vida con él compartiendo su misma vida divina. Cuando nosotros acogemos la Palabra de Dios creyendo de verdad en ella, el Señor se nos entrega, nos abre de par en par las puertas de su corazón. 
  4. El Llamado: es la vocación, es personal, para cada uno. Es hermoso caer en la cuenta de que Dios piensa en mí, y porque quiere que yo sea feliz, me llama. Así es nuestro Dios. Sólo tenemos que abrir bien nuestros oídos, ponernos a la escucha, y tener la valentía de seguir aquello que Dios quiere de nosotros.
  5. El Ministerio Sacerdotal: demos gracias al Señor porque, el Buen Pastor, sigue siendo en la inmensa mayoría de los consagrados, un modelo de referencia y de coherencia. Porque, el Buen Pastor, sigue siendo lo más importante y esencial en el corazón de cientos de miles de hombres que saben que, en la fidelidad, en el amor o en el silencio, en el trabajo de cada día o en el evangelio, es donde encuentran su apoyo y estímulo para seguir adelante. 
REFLEXIÓN

   No olvidemos que este cuarto Domingo de Pascua es el Domingo del Buen Pastor. Jesús nos dice que estamos en las manos de Dios y que nadie puede cuidarnos con más ternura y solicitud que Él. Esta es una verdad consoladora para todos los que creemos en la bondad de un Padre misericordioso y atento a nuestros desvelos y necesidades. 

   Dios nos invita a creer en Él, pero no nos fuerza, ni obliga. Es verdad que la gracia de Dios es, como su nombre indica, gratuita, pero no es menos verdad que esta gracia de Dios sólo será eficaz en nosotros, si libre y responsablemente la aceptamos y nos dejamos empujar y guiar por ella.

   No somos nosotros los que primero le hemos elegido a Dios, ha sido Dios el que primero nos ha elegido a nosotros, no somos nosotros los que primero le hemos amado a Él, sino que ha sido Él el que primero nos ha amado a nosotros. Por eso, somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

   Nada ni nadie puede desdibujar o desfigurar aquella imagen que tenemos de los pastores que intentan buscar el reino de Dios, el bien de las personas y desvivirse hasta más no poder por nuestras comunidades. ¿Qué no todo lo hacemos bien? ¿Qué no llegamos donde debiéramos? ¿Qué, una gota de tinta tiñe una gran jarra de agua cristalina? Es verdad. Pero, el Buen Pastor, siempre nos exige permanecer, perseverar, intentarlo.

   Pidamos al Señor que, en este día del Buen Pastor, los sacerdotes sean capaces de conducir (con ilusión y renovada esperanza) a todas las comunidades que tienen derecho a disfrutar de esos valles, de esos pastos, de esa comida que son –ni más ni menos– el semblante o el rostro del Dios vivo. 

PARA LA VIDA

   Un viejecito, ateo e incrédulo, fue a visitar a un sacerdote. Quería que le ayudase a resolver sus dudas de fe. No lograba convencerse de que Jesús de Nazareth hubiera resucitado. Buscaba pruebas de la resurrección. Cuando entró en casa del sacerdote, estaba ya alguien hablando con él. El sacerdote entrevió al anciano de pie en el pasillo, y corrió en seguida, sonriente, a ofrecerle una silla. Cuando el otro se despidió, el sacerdote hizo entrar al señor anciano. 

   Una vez conocido su problema, le habló largamente y, después de un denso dialogo, el anciano de ateo se convirtió en creyente y quiso volver a ponerse en contacto con la Palabra de Dios, recibir los sacramentos y recobrar la confianza y devoción a la Virgen María. 

   El sacerdote satisfecho, pero también un poco sorprendido por el cambio, le preguntó:  - Por favor, después de nuestro largo dialogo. ¿cuál ha sido el argumento teológico que yo le he dado y que le ha convencido de que Cristo de verdad ha resucitado y de que Dios existe? - El detalle de acercarme la silla para que no me cansase de esperar. – respondió el anciano.

   Seamos imagen del Buen Pastor, Cristo, que entregó su vida por sus ovejas, la imagen vida de un Dios que nos cuida, que está cerca en multitud de detalles que a veces no sabemos ver, como se nos dice en el cuento de hoy..

3° Domingo de Pascua, Domingo de La Misericordia, 5 de Mayo de 2019, Ciclo C


San Juan 21, 1 - 19


"Apacienta Mis Corderos”



Homilía PadreLuis Guillermo Robayo M.

  1. Echar las Redes: significa, en primer lugar, creer en él y fiarse de su palabra y obrar en su santo nombre. También a nosotros, como los discípulos, Jesús nos pide que lo sigamos con fe sincera y firme. No fiándonos de nuestras capacidades sino del Señor. Gracias a nuestro pequeño esfuerzo, el Señor está realizando su pesca, aunque de momento no veamos el resultado.
  2. La Eucaristía: cada celebración de la Eucaristía, especialmente los domingos, día de la resurrección, es celebrar la alegría de Cristo resucitado. Hoy Jesús resucitado se reúne con nosotros porque quiere hacernos comunidad, porque quiere renovarnos en la fe, porque quiere hacernos testigos.
  3. El Llamado al Amor:  tres veces había negado Pedro al Señor, por tres veces le pregunta el Señor a Pedro si le ama. Pero a pesar de estas faltas de amor de Pedro, que por tres veces negó al Maestro, Jesús confía en él y le encomienda su rebaño. Finalmente le dice “sígueme”. Dios sólo espera de nosotros esto, que amemos. Que le amemos a Él y que amemos de verdad al prójimo. El mismo amor que Dios ha tenido por nosotros, hasta el punto de dar la vida en la cruz, es el que espera ahora de nosotros.
  4. Ser Testigos: El Señor llamó a los apóstoles para que fueran pescadores de hombres, es decir, para invitar a los hombres al Reino de Dios, pero esta misión sólo la podrán cumplir en estrecha comunión con Él.

REFLEXIÓN

   El Evangelio de hoy nos describe una realidad que se parece a la nuestra.  Pedro va a pescar y no pesca nada.  Hoy, nosotros también echamos las redes y no pescamos nada.  Ni acercamos a los que no conocen a Cristo, ni atraemos a los que se han alejado de él y de la Iglesia.

  En nuestras Iglesia cada vez somos menos, hay más bancas vacías, sobre todo de adolescentes y jóvenes.  Las causas son muchas.  Seguimos echando las redes, pero casi nadie cae en ellas.  Muchos papás y abuelos se sienten tristes de no haber podido transmitir la fe a sus hijos.  Muchos catequistas se preguntan, a veces, para qué sirve tanto esfuerzo y tantas energías gastadas en la catequesis. 

   Y muchos pueden sentirse cansados y decepcionados de tanto echar las redes y no conseguir nada.  Estamos en la noche de la fe.

Pero el Señor está ahí, en la orilla, sigue estando aquí también.  Y una vez más el Señor nos dice: “¡Animo, volved a echar las redes!”  Pero echemos las redes no fiándonos de nuestras capacidades sino del Señor. Gracias a nuestro pequeño esfuerzo, el Señor está realizando su pesca, aunque de momento no veamos el resultado. 

   Los discípulos consiguieron aquel día una gran pesca, porque se fiaron del Señor. Nosotros estamos llamados también a fiarnos de Él, a seguir echando las redes, con los hijos, con los nietos, con todas las personas que nos rodean, insistiéndoles para que no dejen la iglesia, hablándoles de la bondad de Dios, de lo bueno que es para vivir con plenitud, tener fe y confianza en Él. Manifestando sobre todo con nuestra vida, que realmente creemos. 

PARA LA VIDA 

   “Usted perdone”, le dijo un pez a otro, “es usted más viejo y con más experiencia que yo y probablemente podrá usted ayudarme”. Dígame, ¿dónde puedo encontrar eso que llaman Océano? He estado buscando por todas partes y no lo he encontrado”. “El Océano”, respondió el viejo pez, “es donde estás ahora mismo”. “¿Esto? Pero si esto no es más que agua. Lo que yo busco es el Océano”, replicó el joven pez, totalmente decepcionado, mientras se marchaba nadando a buscar en otra parte…

   Invitación a resucitar con Cristo, a sumergirnos en el océano de su amor, a amar de verdad, invitación a confiar y a no dudar de que estamos rodeados de Dios, rodeados del Océano infinito del Amor de Cristo Resucitado, como nos dice el cuento de hoy. Pero debemos tener bien abiertos los ojos de la fe, y sobre todo los del amor, para saber percibir su presencia, no nos vaya a pasar como al pequeño pez. Contemplémonos en el mar inmenso de su amor sin medida. Empecemos por resucitar nosotros y el mundo creerá que Jesús ha resucitado. Y sólo se notará que hemos resucitado cuando amemos de verdad como Cristo nos amó y demos testimonio coherente de este amor…

2° Domingo de Pascua, Domingo de La Misericordia, 28 de Abril de 2019, Ciclo C



San Juan 20, 19 - 31 


“ ¡ Señor Mío y Dios Mío ! 



Homilía PadreLuis Guillermo Robayo M.

  1. La Divina Misericordia: hoy es el domingo de la Misericordia que Jesús nos regala dando su vida en la cruz y perdonando nuestros pecados gracias a la fuerza de su resurrección.
  2. La Alegría: surge de la felicidad que otorga el reino de Dios y la presencia de Cristo Salvador. Se trata siempre de una alegría en el Señor, en la esperanza, de una alegría afirmada en la presencia de Cristo Resucitado.
  3. La Paz: será la mejor demostración de la resurrección de Jesús, porque nuestro mundo, necesita perdón y paz.
  4. El Perdón: puesto que sólo Dios puede perdonar los pecados, los perdonarán únicamente en nombre de Jesucristo y en virtud del poder de Dios. Este perdón es algo de lo que todo hombre siente necesidad, porque, si es sincero, se encontrará culpable.
  5. El Amor: como sucede con Tomás, con tal de afianzar su fe: "Acerca tu dedo y comprueba mis manos; acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino creyente" (Evangelio). Esta comprensión que el Viviente tiene de nuestras miserias, es realmente maravillosa.
  6. Edificar La Iglesia: mediante la predicación y la oración, mediante la realización de numerosos signos y prodigios, sobre todo de curaciones en nombre de Jesús.
  7. La Vida: Dios no nos la dio para pasar por ella, como se pasa por una feria, donde se llega, se ve, se disfruta, y se va... Dios nos la dio para vivirla conforme a nuestra dignidad humana y cristiana. Dios no nos dio la vida para pasarla bien, sino para pasar, como Jesucristo, haciendo el bien; no para pasear, como un turista, sino para construir un mundo mejor y más cristiano. 

REFLEXIÓN 
   El Evangelio hoy nos presenta dos escenas y dos motivos dentro de una experiencia pascual única: al atardecer del día de Pascua, Jesús irrumpe en medio de sus discípulos y les da la paz y una misión nueva, la de perdonar los pecados. Superada su incredulidad, les da su aliento, su Espíritu de vida nueva y les hace hombres con un quehacer nuevo, el perdón universal. 
   A los ocho días, Jesús reaparece para ganarse a la fe a Tomás, que por no haberse encontrado antes con él, no podía creer lo que le contaban los otros discípulos. 
   La condescendencia de Jesús con Tomás, no persigue sólo que Tomás crea. El Señor en este Evangelio, resalta y alaba a los que "creen" "sin necesidad de ver y tocar" el milagro.
   Aunque la afirmación de fe de Tomás es de las mejores de toda la Escritura, no es comparable con la de aquellos que no necesitan ver al Resucitado para creer en él. Nos dice el Evangelio que el primer don que la presencia de Jesús Resucitado trae a sus discípulos es la "alegría". Ese es el primero don que el Señor da a su comunidad: la alegría. 
   Y Jesús, vivo entre nosotros, nos trae, alegría, paz y perdón. Los testigos de Jesús Resucitado se saben enviados al mundo con la misión de perdonar. Precisamente porque Jesús, ha vencido la muerte y el pecado, el odio y la división; sus testigos no pueden reducirse a proclamarlo con palabras, tendrán..., "tendremos" que aportar hechos nuevos. Y no hay nada más renovador, nada más cristiano que el perdón. 
PARA LA VIDA 

  Érase una vez una familia feliz que vivía en una casita de los suburbios. Pero una noche se declaró un incendio en la cocina de la casa, un terrible incendio. Mientras las llamas se extendían, padres e hijos salieron corriendo a la calle. Entonces se llevaron un susto aún mayor: se dieron cuenta de que faltaba el más pequeño, un niño de cinco años. Al momento de salir, asustado por el crepitar de las llamas y por el acre olor del humo, había dado marcha atrás y había subido al piso de arriba. ¿Qué hacer? El padre y la madre se miraron desesperados, las dos hermanas se pusieron a gritar. 

   Aventurarse en aquel horno, todo llamas y humo, era ya imposible…Y los bomberos tardaban. Pero de pronto, arriba de todo, se abrió la ventana de la habitación, y el niño se asomó gritando de desesperación: ¡Papá! ¡Papá El padre corrió y gritó: ¡Salta! ¡Tírate! Mirando abajo, el niño sólo veía fuego y humo negro, pero sintió la voz y respondió: Papá, no te veo - Te veo yo, y basta. ¡Tírate! El niño saltó y se encontró sano y salvo en los brazos robustos de su padre, que le cogió al vuelo. Así, triunfó la vida. ALELUYA…