4° Domingo de Pascua, El Buen Pastor, 12 de Mayo de 2019, Ciclo C


San Juan 10, 27-30 

Jesús, El Buen Pastor

Homilía PadreLuis Guillermo Robayo M.
  1. El Pastor: nos conoce a cada uno, en una relación personal e íntima, de padre y madre, de hermano y amigo, todo a la vez.
  2. La Voz: para llegar hasta Jesús, Buen Pastor, hay que reconocer su voz; entre miles de voces, entre centenares de palabras, como nos abruman a lo largo del día, la voz del Buen Pastor puede pasar desapercibida. Pero si no escuchamos su voz, no podemos seguirle, no seremos capaces de mantenernos como discípulos suyos. Porque somos cristianos si sabemos escuchar.
  3. Escuchar: a Jesús es creer en él, es confiar en él: así nos convertimos en discípulos suyos; así es como entramos en comunión de vida con él compartiendo su misma vida divina. Cuando nosotros acogemos la Palabra de Dios creyendo de verdad en ella, el Señor se nos entrega, nos abre de par en par las puertas de su corazón. 
  4. El Llamado: es la vocación, es personal, para cada uno. Es hermoso caer en la cuenta de que Dios piensa en mí, y porque quiere que yo sea feliz, me llama. Así es nuestro Dios. Sólo tenemos que abrir bien nuestros oídos, ponernos a la escucha, y tener la valentía de seguir aquello que Dios quiere de nosotros.
  5. El Ministerio Sacerdotal: demos gracias al Señor porque, el Buen Pastor, sigue siendo en la inmensa mayoría de los consagrados, un modelo de referencia y de coherencia. Porque, el Buen Pastor, sigue siendo lo más importante y esencial en el corazón de cientos de miles de hombres que saben que, en la fidelidad, en el amor o en el silencio, en el trabajo de cada día o en el evangelio, es donde encuentran su apoyo y estímulo para seguir adelante. 
REFLEXIÓN

   No olvidemos que este cuarto Domingo de Pascua es el Domingo del Buen Pastor. Jesús nos dice que estamos en las manos de Dios y que nadie puede cuidarnos con más ternura y solicitud que Él. Esta es una verdad consoladora para todos los que creemos en la bondad de un Padre misericordioso y atento a nuestros desvelos y necesidades. 

   Dios nos invita a creer en Él, pero no nos fuerza, ni obliga. Es verdad que la gracia de Dios es, como su nombre indica, gratuita, pero no es menos verdad que esta gracia de Dios sólo será eficaz en nosotros, si libre y responsablemente la aceptamos y nos dejamos empujar y guiar por ella.

   No somos nosotros los que primero le hemos elegido a Dios, ha sido Dios el que primero nos ha elegido a nosotros, no somos nosotros los que primero le hemos amado a Él, sino que ha sido Él el que primero nos ha amado a nosotros. Por eso, somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

   Nada ni nadie puede desdibujar o desfigurar aquella imagen que tenemos de los pastores que intentan buscar el reino de Dios, el bien de las personas y desvivirse hasta más no poder por nuestras comunidades. ¿Qué no todo lo hacemos bien? ¿Qué no llegamos donde debiéramos? ¿Qué, una gota de tinta tiñe una gran jarra de agua cristalina? Es verdad. Pero, el Buen Pastor, siempre nos exige permanecer, perseverar, intentarlo.

   Pidamos al Señor que, en este día del Buen Pastor, los sacerdotes sean capaces de conducir (con ilusión y renovada esperanza) a todas las comunidades que tienen derecho a disfrutar de esos valles, de esos pastos, de esa comida que son –ni más ni menos– el semblante o el rostro del Dios vivo. 

PARA LA VIDA

   Un viejecito, ateo e incrédulo, fue a visitar a un sacerdote. Quería que le ayudase a resolver sus dudas de fe. No lograba convencerse de que Jesús de Nazareth hubiera resucitado. Buscaba pruebas de la resurrección. Cuando entró en casa del sacerdote, estaba ya alguien hablando con él. El sacerdote entrevió al anciano de pie en el pasillo, y corrió en seguida, sonriente, a ofrecerle una silla. Cuando el otro se despidió, el sacerdote hizo entrar al señor anciano. 

   Una vez conocido su problema, le habló largamente y, después de un denso dialogo, el anciano de ateo se convirtió en creyente y quiso volver a ponerse en contacto con la Palabra de Dios, recibir los sacramentos y recobrar la confianza y devoción a la Virgen María. 

   El sacerdote satisfecho, pero también un poco sorprendido por el cambio, le preguntó:  - Por favor, después de nuestro largo dialogo. ¿cuál ha sido el argumento teológico que yo le he dado y que le ha convencido de que Cristo de verdad ha resucitado y de que Dios existe? - El detalle de acercarme la silla para que no me cansase de esperar. – respondió el anciano.

   Seamos imagen del Buen Pastor, Cristo, que entregó su vida por sus ovejas, la imagen vida de un Dios que nos cuida, que está cerca en multitud de detalles que a veces no sabemos ver, como se nos dice en el cuento de hoy..