San Lucas 24, 35 - 48
“ Testigos Creíbles ”
- Creer: no es fácil creer en Jesús resucitado. En última instancia es algo que sólo puede ser captado y comprendido desde la fe que el mismo Jesús despierta en nosotros. Si no experimentamos nunca «por dentro» la paz y la alegría que Jesús infunde, es difícil que encontremos «por fuera» pruebas de su resurrección. Creer en el Resucitado no es cuestión de un día. Es un proceso que, a veces, puede durar años. Lo importante es confiar siempre en Jesús.
- Los Testigos: el testigo comunica su propia experiencia. No cree «teóricamente» cosas sobre Jesús; cree en Jesús porque lo siente lleno de vida. El testigo comunica lo que vive. Habla de lo que le ha pasado a él en el camino. Dice lo que ha visto cuando se le han abierto los ojos. Ofrece su experiencia, no su sabiduría.
- Partir el Pan: aquellos caminantes cansados que acogen al compañero desconocido de viaje, y se sientan juntos a cenar, descubren al resucitado «al partir el pan». Sin duda, la Eucaristía es lugar privilegiado para que los creyentes abramos «los ojos de la fe», y nos encontremos con el Señor resucitado que alimenta y fortalece nuestras vidas con su mismo cuerpo y sangres vivir como resucitados, es vivir como servidores, buscando la vida y la justicia por la que Jesús vivió y murió. El señorío de Jesús resucitado no significa solamente que Cristo sea reconocido por los creyentes, sino que seamos servidores como él lo fue. «El reino de Cristo se hace real en la medida en que haya servidores como él lo Fue».
REFLEXIÓN
Lucas describe el encuentro del Resucitado con sus discípulos como una experiencia fundante. El deseo de Jesús es claro. Su tarea no ha terminado en la cruz. Resucitado por Dios después de su muerte, toma contacto con los suyos para poner en marcha un movimiento de "testigos" capaces de contagiar a todos los pueblos su Buena Noticia: "Vosotros sois mis testigos".
Para despertar su fe, Jesús no les pide que miren su rostro, sino sus manos y sus pies. Que vean sus heridas de crucificado. Que tengan siempre ante sus ojos su amor entregado hasta la muerte. Que lo reconozcan al Partir el pan, que no es sólo una celebración cultual, sino un estilo de vivir compartiendo, en solidaridad con tantos necesitados de justicia, defensa y amor. No olvidemos que «comulgamos» con Cristo cuando nos solidarizamos con los más necesitados.
PARA LA VIDA
Érase una vez un niño indio que había sido picado por una serpiente y murió. Sus padres lo llevaron al hombre santo de la tribu y colocaron su cuerpo ante él. Los tres, sentados, lloraron durante largo rato.
El padre se levantó, se acercó al cuerpo de su hijo, puso sus manos sobre los pies del niño y dijo: a lo largo de mi vida no he trabajado por mi familia como era mi obligación. En ese momento el veneno salió de los pies del niño.
La madre se levantó también y colocando sus manos sobre el corazón del niño dijo: a lo largo de mi vida no he amado a mi familia como era mi obligación. En ese momento el veneno salió del corazón del niño.
Finalmente el hombre santo se levantó y extendiendo sus manos las puso sobre la cabeza del niño y dijo: a lo largo de mi vida no he creído en las palabras que decía como era mi obligación. En ese momento el veneno salió de la cabeza del niño.
El niño se levantó y también sus padres y el hombre santo y toda la tribu celebró una gran fiesta ese día