5° Domingo de Cuaresma, 6 de Abril 2014, Ciclo A

San Juan 11, 1 - 45 
 
 
 Yo Soy La Resurrección y La Vida

    Descargar  Homilia del Padre Rector
    SIN GRABAR AÚN
  1. La Muerte: Jesús nos anuncia que la muerte es un paso a la  resurrección! Nos da el perdón, nos da la vida. Pero ¿cómo? Si creemos como Marta, si estamos en camino, si vivimos con alegría nuestra condición de fe, a pesar de lo que nos ocurra. “El hombre no puede estar dispuesto a dar su vida como Jesús si no está convencido de que es indestructible. Jesús hace al hombre verdaderamente libre cuando lo libera del miedo a la muerte”. Podremos vencerla, unidos al que la venció.
  2. La Resurrección: Jesús se revela a sí mismo como nuestra Resurrección y nuestra Vida, y nos revela que la última palabra sobre la realidad no la tienen ni la muerte, ni el mal, sino el Padre que, por amor y fidelidad a nosotros, nos resucitará como resucitó a su Hijo Jesús. En medio de la confusión actual, cada uno hemos de responder a la pregunta de Cristo: « Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá... ¿Crees tú esto?»
  3. La Fe: en la resurrección, cuando crece de verdad en nuestros corazones, es siempre fuente de libertad. Ella puede y debe darnos a los creyentes la capacidad para vivir sin reservas, y luchar de manera incondicional por un hombre nuevo y liberado. Porque «el que cree que Jesucristo es la resurrección y la vida, aunque muera, vivirá».
REFLEXIÓN
   En el quinto domingo del Tiempo de Cuaresma, las lecturas de la misa de hoy nos hablan del poder del Señor sobre la muerte, y del destino del hombre en la eternidad. ¡Lázaro vuelve a la vida! No nos quedemos maravillados porque Lázaro tuvo la suerte de vivir algunos años más y la mala suerte de tener que morir otra vez. 
   Este milagro es solamente el anuncio de la verdadera resurrección, que no consiste en una prolongación de la vida, sino en la transformación de nuestra persona. La resurrección es ante todo espiritual, pero toca y afecta a toda nuestra persona. Empieza desde el primer momento en que la fe nos hace salir de nuestra limitada y caduca manera de vivir, para abrirnos a la vida de Dios. 
   En este tiempo de Cuaresma, a pocos días del comienzo de la semana Santa, las lecturas de la misa de este domingo nos llevan a reflexionar sobre nuestra necesidad de morir al pecado y a resucitar a la Vida de la gracia.
PARA LA VIDA
   Una serpiente mordió a un muchacho y murió. El veneno le quitó la vida y sus apenados padres llevaron su cuerpo al sacerdote y lo colocaron delante de él. Los tres sentados alrededor de su cuerpo lloraron durante largo rato. El padre se levantó, se inclinó sobre su hijo y con sus manos extendidas sobre los pies del niño dijo: durante toda mi vida no he trabajado por mi familia como era mi deber. Y el veneno abandonó los pies del muchacho. 
   La madre se levantó después y extendiendo sus manos sobre el corazón de su hijo dijo: durante toda mi vida no he amado a mi familia como era mi deber. Y el veneno abandonó el corazón del muchacho. Finalmente se levantó el sacerdote y extendiendo sus manos sobre la cabeza del niño dijo: durante toda mi vida no he creído en las palabras que he predicado. 
   Y el veneno abandonó la cabeza del muchacho. El muchacho se levantó, los padres y el sacerdote se levantaron y hubo gran alegría en el pueblo aquel día. El veneno en este cuento es símbolo del pecado. Reconocer y llorar nuestro pecado es arrojar el veneno y recuperar la vida.

5° Domingo de Cuaresma, 6 de Abril 2014, Ciclo A

San Juan 11, 1 - 45 
 
 
 Yo Soy La Resurrección y La Vida

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    SIN GRABAR AÚN
  1. La Muerte: Jesús nos anuncia que la muerte es un paso a la  resurrección! Nos da el perdón, nos da la vida. Pero ¿cómo? Si creemos como Marta, si estamos en camino, si vivimos con alegría nuestra condición de fe, a pesar de lo que nos ocurra. “El hombre no puede estar dispuesto a dar su vida como Jesús si no está convencido de que es indestructible. Jesús hace al hombre verdaderamente libre cuando lo libera del miedo a la muerte”. Podremos vencerla, unidos al que la venció.
  2. La Resurrección: Jesús se revela a sí mismo como nuestra Resurrección y nuestra Vida, y nos revela que la última palabra sobre la realidad no la tienen ni la muerte, ni el mal, sino el Padre que, por amor y fidelidad a nosotros, nos resucitará como resucitó a su Hijo Jesús. En medio de la confusión actual, cada uno hemos de responder a la pregunta de Cristo: « Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá... ¿Crees tú esto?»
  3. La Fe: en la resurrección, cuando crece de verdad en nuestros corazones, es siempre fuente de libertad. Ella puede y debe darnos a los creyentes la capacidad para vivir sin reservas, y luchar de manera incondicional por un hombre nuevo y liberado. Porque «el que cree que Jesucristo es la resurrección y la vida, aunque muera, vivirá».
REFLEXIÓN
   En el quinto domingo del Tiempo de Cuaresma, las lecturas de la misa de hoy nos hablan del poder del Señor sobre la muerte, y del destino del hombre en la eternidad. ¡Lázaro vuelve a la vida! No nos quedemos maravillados porque Lázaro tuvo la suerte de vivir algunos años más y la mala suerte de tener que morir otra vez. 
   Este milagro es solamente el anuncio de la verdadera resurrección, que no consiste en una prolongación de la vida, sino en la transformación de nuestra persona. La resurrección es ante todo espiritual, pero toca y afecta a toda nuestra persona. Empieza desde el primer momento en que la fe nos hace salir de nuestra limitada y caduca manera de vivir, para abrirnos a la vida de Dios. 
   En este tiempo de Cuaresma, a pocos días del comienzo de la semana Santa, las lecturas de la misa de este domingo nos llevan a reflexionar sobre nuestra necesidad de morir al pecado y a resucitar a la Vida de la gracia.
PARA LA VIDA
   Una serpiente mordió a un muchacho y murió. El veneno le quitó la vida y sus apenados padres llevaron su cuerpo al sacerdote y lo colocaron delante de él. Los tres sentados alrededor de su cuerpo lloraron durante largo rato. El padre se levantó, se inclinó sobre su hijo y con sus manos extendidas sobre los pies del niño dijo: durante toda mi vida no he trabajado por mi familia como era mi deber. Y el veneno abandonó los pies del muchacho. 
   La madre se levantó después y extendiendo sus manos sobre el corazón de su hijo dijo: durante toda mi vida no he amado a mi familia como era mi deber. Y el veneno abandonó el corazón del muchacho. Finalmente se levantó el sacerdote y extendiendo sus manos sobre la cabeza del niño dijo: durante toda mi vida no he creído en las palabras que he predicado. 
   Y el veneno abandonó la cabeza del muchacho. El muchacho se levantó, los padres y el sacerdote se levantaron y hubo gran alegría en el pueblo aquel día. El veneno en este cuento es símbolo del pecado. Reconocer y llorar nuestro pecado es arrojar el veneno y recuperar la vida.

4° Domingo de Cuaresma, 30 de Marzo 2014, Ciclo A

San Juan 9, 1.6-9.13-17.34-38
 
 
 Yo Soy La Luz del Mundo
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1.-LA CEGUERA: ¿Quién de nosotros no está ciego cuando andamos perdidos en las tinieblas del pecado, cuando nos cerramos a los demás, cuando nos fijamos en las apariencias sin darnos cuenta?. Como afirma el Principito: “sólo se ve bien con los ojos del corazón”. Como el ciego, tengo que dejarme mirar, ser tocado, mandado, enviado, lavado e iluminado por Jesús. Con y desde Él, sí podré ver con otra visión la vida, para transformarla en tiempo e historia de salvación. Sin Dios, sólo vemos las apariencias.
2.-LA FE: también es un “saber ver” y poder “reconocer” a Dios acompañando nuestras vidas, como al ciego, y también nuestras “cegueras espirituales”, que va curando poco a poco, en la medida en que dejamos de endurecer nuestro corazón y nos hacemos más dóciles a su Espíritu Santo. Sin Dios, vemos borrosos a los demás.
3.-LA LUZ: es el gran símbolo de la catequesis bautismal que hoy la Iglesia propone: éramos ciegos y el bautismo nos abrió los ojos; estábamos sin la luz de la fe y fuimos iluminados. Cada cristiano es como una luz que irradia luz y calor. Cada hogar cristiano debe ser un foco de esperanza que anime, que invite, que convoque a la experiencia de Dios. Con la luz de Dios, nuestro interior alumbra.
4. LA PALABRA: Escuchar la palabra es empezar a confiar, empezar a creer. Quien no escucha la palabra, quien se cierra en sí mismo nunca podrá llegar a ser salvado. En cambio, el que escucha y acepta la palabra, confía, espera, desea, suplica, no tardará en ser salvado.
REFLEXIÓN
El Evangelio nos trae el relato de la curación del ciego, en donde se contrapone la historia de un hombre ciego que llega a la luz física y espiritual de la fe, mientras que los que se creían videntes y dueños de la luz, se hundieron en las tinieblas más profundas. En los fariseos se nota un proceso de enceguecimiento, pues se niegan a aceptarlo a Jesús como enviado, ante la evidencia del milagro, porque esto los desacreditaría ante el pueblo y les haría perder sus privilegios. Por su parte, el ciego se convierte en un vidente para siempre, pues desde la sinceridad de su corazón acepta la luz de la verdad. Este es el efecto de la venida de Jesús: quienes lo aceptan ven la luz y se salvan. Quienes rechazan la verdad y se obstinan en la mentira y en el orgullo, se enceguecen y mueren. El proceso del ciego de nacimiento es una progresiva iluminación que fue recibiendo en lo relativo a la fe: pasó de ser un hombre común a ser un creyente, y en este sentido el signo que hizo Jesús con él de abrirle los ojos, no es más que la exteriorización de un proceso mucho más hondo que se dio en el interior de hombre.
PARA LA VIDA
La cueva oyó un día una voz que le decía: “Sal a la luz. Ven y contempla el brillo del sol.”. La cueva respondió: “No sé lo que dices, yo soy todo oscuridad”. Después de muchas invitaciones, la cueva se aventuró, salió y se sorprendió al ver tanta luz por todas partes. La cueva miró al sol y le dijo: “Ven conmigo y contempla mi oscuridad”. El sol aceptó y entró en la cueva. Ahora, le dijo el sol, enséñame tu oscuridad, pero ya no había oscuridad, todo era luz. Hoy a nadie le gusta ser espiado y a nadie le gusta que le prohíban hacer lo que le gusta y Jesús ni fue ni es un detective ni un profesor de moral. Nuestra ceguera consiste en que estamos tan obsesionados con nuestra innata maldad que no podemos ver ni celebrar las acciones maravillosas de Dios.
 
 

3° Domingo de Cuaresma, 23 de Marzo 2014, Ciclo A

San Juan 4, 5 - 42 
 
 
 Amad a Vuestros Enemigos

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  1. El Amor a los Enemigos: Amar al enemigo es no vengarnos de él, no hacerle daño, no desearle el mal. No devolver mal con mal, sino bien por mal. Tratarlo como quisiéramos que nos trataran a nosotros. Amar a quien nos hace daño no es fácil, pero es lo que mejor nos identifica con aquel que murió orando por quienes lo estaban crucificando: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen". Es el triunfo del amor sobre el odio.
  2. La Perfección: Lo dirá expresamente Jesús: "Sed perfectos, como mi Padre celestial es perfecto". San Lucas lo expresa así: "Sed misericordiosos, como vuestro Padre celestial es misericordioso". Es una aclaración muy provechosa, ya que es en la misericordia donde está el aspecto divino que podemos imitar. A Dios se le conoce por la bondad, el amor y el perdón. Hay que extirpar como mala hierba cualquier tendencia que nos incline al rencor o al odio. Hay otra forma que no sea el odio. EL AMOR.
  3. La Cordialidad: ayuda a las personas a sentirse mejor, suaviza las tensiones y conflictos, acerca posturas, fortalece la amistad, hace crecer la fraternidad. La cordialidad ayuda a liberarse de sentimientos de egoísmo y rechazo, pues se opone directamente a nuestra tendencia a dominar, manipular o hacer sufrir al prójimo. Quienes saben acoger y comunicar afecto de manera sana y generosa crean en su entorno un mundo más humano y habitable.
REFLEXIÓN
 
   La exhortación de Jesús se basó en la “ley del talión”, precepto nacido de la voluntad civil de evitar las venganzas desordenadas, especialmente si eran exageradas, usando un criterio de proporcionalidad entre el mal hecho y el “devuelto” y, sobre todo, reservando el ejercicio en el ámbito judicial. El intento evidente de Jesús no es la condena de la antigua “ley del talión” con todos sus rigores. 
   Lo que él pretende es una  nueva manera de vida, que sea conforme con la infinita bondad y misericordia del Padre celestial como comportamiento global de la vida, posible gracias al anuncio del reino. Los discípulos de Jesús deben portarse según un criterio que supera, en fuerza de un amor desbordante, la inclinación natural de exigir el respeto absoluto de los propios derechos. A quien es de Cristo se le pide vivir según la generosidad, el don de sí, el olvido de los propios intereses, no dejándose llevar por la tacañería, sino mostrándose benévolo, perdonando, dando prueba de grandeza de ánimo.
 
PARA LA VIDA
 
   Es la historia de dos agricultores que vivían cerca el uno del otro. Un día el perro de uno de ellos se soltó y a dentelladas mató al niño de dos años de su vecino. El padre del niño angustiado cortó la comunicación y la relación con su vecino y los dos hombres vivieron en amenazante enemistad durante años. Y un buen día el fuego arrasó la propiedad del agricultor dueño del perro y destruyó su granja y sus herramientas. 
   No podía ni labrar sus tierras ni sembrarlas y su futuro era negrísimo. Pero a la mañana siguiente se despertó y encontró sus tierras labradas y listas para la siembra. Preguntó y supo que el que había hecho esta buena acción no era otro que su enemigo, su angustiado vecino. Con mucha humildad salió en su busca y le preguntó por qué lo había hecho.  Su respuesta fue la siguiente: “Labré tus tierras para que Dios siga vivo”.