Solemnidad de la Sagrada Familia, 27 de Diciembre 2020, Ciclo B

San Lucas 1, 26 – 38

"El Niño Iba Creciendo, Lleno de Sabiduría"

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M. 

1.-La Familia: Dios, que es Amor, ha entrado en una familia, queriendo hacer así de ella un lugar particular del amor y una verdadera "Iglesia doméstica". "Amar a la familia significa saber estimar sus valores y posibilidades, promoviéndolos siempre. Amar a la familia significa esforzarse por crear un ambiente que favorezca su desarrollo. "Es necesario que las familias de nuestro tiempo vuelvan a remontarse más alto. Es necesario que sigan a Cristo" (Exh. Apost. Familiaris consortio, 86).

-El Esposo: como San José, manifiesta su amor ganando el sustento para su casa con el trabajo de sus manos. «Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien» nos dice el Salmo (Sal 128).

-La Esposa: cuya maternidad compara el Salmista a la «vid fecunda» (Ibíd. 3), mujer y madre, corazón de la familia, que constituye verdaderamente la «intimidad de la casa» (Ibíd.), y en torno a la cual todos se congregan sintiendo su amor solícito.

-Los Hijos: que crecen desde niños en la familia «como brotes de olivo» (Ibíd.). No sólo «en torno a la mesa común» (Ibíd.), sino sobre todo en torno a sus padres, que deben ser el mejor modelo para «crecer en sabiduría y gracia» como Jesús en Nazaret.

 2.-La Salvación: vino a través del corazón de la Sagrada Familia y se enraizó en la historia del hombre una vez por siempre. La salvación del mundo, el porvenir de la humanidad de los pueblos y sociedades pasa siempre por el corazón de toda familia. Aquí se forma. Oremos hoy por todas las familias del mundo para que logren responder a su vocación tal y como respondió la Sagrada Familia de Nazaret.

3.-La Santidad: es el camino real y el recorrido obligado para construir una sociedad nueva y mejor, para volver a dar esperanza en el futuro a un mundo sobre el que pesan tantas amenazas. Por eso, las familias cristianas de hoy han de saber aprender de ese núcleo de amor y de entrega sin reservas que fue la Sagrada Familia. El Hijo de Dios hecho un niño, como todos los nacidos de mujer, recibía allí continuamente los cuidados de la Madre. 

REFLEXIÓN 

   La liturgia de este día nos propone a la familia de Jesús, como ejemplo y modelo para nuestras comunidades familiares. Las lecturas ofrecen indicaciones prácticas para ayudarnos a construir familias felices, que sean espacios de encuentro, lugares para el compartir, para la fraternidad, para el amor verdadero. 

   La primera lectura presenta, de forma muy práctica, algunas actitudes que los hijos deben tener para con los padres. Es una forma de concretar ese amor del que habla la segunda lectura.

   La segunda lectura subraya la dimensión del amor que debe brotar de las acciones de aquellos que viven “en Cristo” y aceptan ser “Hombres Nuevos”. Ese amor debe alcanzar, de forma muy especial, a todos los que comparten con nosotros el espacio familiar y debe traducirse en determinadas actitudes de comprensión, bondad, respeto, solidaridad, servicio. 

   El Evangelio presenta una catequesis sobre Jesús y la misión que el Padre le confió; pero, sobre todo, nos propone el marco de una familia ejemplar, la familia de Nazaret. En ese escenario hay dos ejes que puestos de relieve: se trata de una familia donde existe verdadero amor y verdadera solidaridad entre sus miembros; y se trata de una familia que escucha a Dios y que sigue, con absoluta confianza, los caminos propuestos por Él.

El secreto de la verdadera paz, de la mutua y permanente concordia, de la docilidad de los hijos, del florecimiento de las buenas costumbres está en la constante y generosa imitación de la amabilidad, modestia y mansedumbre de la familia de Nazaret, en la que Jesús, Sabiduría eterna del Padre, se nos ofrece junto con María, su madre purísima, y San José, que representa al Padre celestial. 

   Nuestro pensamiento se dirige sobre todo a la juventud esperanza y consuelo de la Iglesia y futuro sostén de la sociedad y más que nada —ya lo repetimos el pasado año— a cuantos jóvenes van a formar un hogar y no pueden por dificultades económicas. A todos deseamos una vida llena de la divina gracia, que se afiance en la defensa de los valores espirituales, y llena de la prosperidad y suavidad de los bienes de este mundo. 

PARA LA VIDA 

   Un esposo fue a visitar a un sabio consejero y le dijo que ya no quería a su esposa y que pensaba separarse. El sabio lo escuchó, lo miró a los ojos y solamente le dijo una palabra: Ámela. Y no dijo nada más. Pero es que ya no siento nada por ella. Ámela, repuso el sabio. Y ante el desconcierto del señor, después de un oportuno silencio, el sabio agregó lo siguiente: Amar es una decisión, no un sentimiento; amar es dedicación y entrega. Amar es un verbo y el fruto de esa acción es el amor. 

   El amor es un ejercicio de jardinería: arranque lo que hace daño, prepare el terreno, siembre, sea paciente, riegue y cuide. Esté preparado porque habrá plagas, sequías o excesos de lluvia, mas no por eso abandone su jardín. Ame a su pareja, es decir, acéptela, valórela, respétela, de le afecto y ternura, admírela y compréndala. Eso es todo... Ámela. Cuenta la leyenda que una mujer pobre pasaba con un niño en brazos delante de una caverna y escuchó una voz misteriosa que le decía: Entra y toma todo lo que desees, pero no te olvides de lo principal. Y recuerda que después que salgas, la puerta se cerrará para siempre. 

   Por lo tanto, aprovecha la oportunidad, pero no te olvides de lo principal. La mujer entró en la caverna y encontró muchas riquezas. Fascinada por el oro y por las joyas, puso al niño en el suelo y empezó a juntar todo lo que podía en su delantal. La voz misteriosa habló nuevamente: Te quedan sólo cinco minutos. Agotados los cinco minutos, la mujer cargada de oro y piedras preciosas, salió de la caverna y la puerta se cerró. Recordó que el niño había quedado dentro y la puerta se había cerrado para siempre. La riqueza duró poco y la desesperación siempre.

Solemnidad de la Natividad del Señor, 25 de Diciembre 2020, Ciclo B

 San Juan 1, 1 – 18

"Hoy os ha Nacido un Salvador"

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M. 

1.-La Natividad: es esta llegada del Verbo de Dios hecho hombre entre nosotros. Cada uno puede decir: ¡por mí! Navidad es este prodigio. Navidad es esta maravilla. Navidad es esta alegría. Nos vienen a los labios las palabras de Pascal: ¡alegría, alegría, alegría, llantos de alegría! Nace, por consiguiente, un Niño, el Hijo primogénito de María de Nazaret.

2.-La Alegría: llena toda la creación, llamada esta noche a compartirla de nuevo según estas palabras que descienden del cielo: «Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que Dios ama» (a los hombres de buena voluntad) (Lc 2, 14).

3.-El Don Mas Grande: ¡Esta noche cada uno de los hombres recibe el don más grande! Dios mismo se convierte en el don para el hombre. El hace de si mismo el «don» para la naturaleza humana. ¡Entra en la historia del hombre no sólo ya mediante la palabra que de El viene al hombre, sino mediante el Verbo que se ha hecho carne!

4.-La Soledad: en el vacío y en la soledad de esa noche de Belén, el amor «que dona» el Padre, viene al mundo en el Hijo, nacido de la Virgen: un Hijo se nos ha dado.

5.-La Luz:  aunque en estos días haya tanta luz en las calles, el mundo sigue viviendo en la oscuridad del pecado. Son las tinieblas de la muerte, del dolor, de la violencia, de la incomprensión entre las gentes, de los odios… Pero Dios, con su nacimiento, nos trae la luz que brilla en la oscuridad, que disipa las tinieblas. Ya no hay miedo, pues brilla la luz de la esperanza. Ya no hay tristeza, pues brilla la luz de la alegría. Ya no hay odio pues brilla la luz del amor. 

REFLEXIÓN 

   Hoy celebramos un misterio entrañable, tierno, el misterio de Dios hecho hombre que nace en Belén. Dios se ha hecho niño. Podemos contemplar el amor de Dios en la dulzura de un recién nacido. La inocencia y la fragilidad de un bebé envuelto en pañales y acostado en un pesebre es la muestra de que Dios quiere estar con nosotros. Descubrimos la grandeza de Dios en la pequeñez del niño Jesús. 

   El nacimiento de Dios hecho hombre fue un acontecimiento impresionante que marcó para siempre la historia de la humanidad. Y sin embargo este hecho aconteció en el silencio, en lo escondido, en un humilde portal porque no había sitio en la posada. Y fueron los primeros testigos de este magno acontecimiento unos humildes pastores que guardaban el rebaño.

   El anuncio de un ángel “No temáis, os traigo una gran alegría”, mueve el corazón de aquellos hombres sencillos que inmediatamente dejaron todo y fueron corriendo a adorar a ese niño. Aquellos testigos privilegiados dieron gloria a Dios, uniendo sus cantos a los de los ángeles del cielo. Ya no hay nada que temer, nuestro corazón de llena de alegría, pues en medio de nosotros está Dios, que ha nacido para traernos el amor, la paz y la felicidad que tanto necesita nuestro mundo. 

   ¡Aleluya! ¡Dios ha nacido! Esta exclamación, nada ni nadie la puede acallar. Lo esperado desde siglos, se hace realidad en Jesús. Y, hoy, amigos, este gran acontecimiento nos ha puesto en pie. ¡Esto si qué es la Navidad! También nosotros, como los pastores, hemos escuchado y sentido el anuncio del Ángel. “Hoy en Belén os ha nacido el Salvador”. Y ¿Cuál ha sido nuestra reacción? ¡La que tenía que ser! ¡Nos hemos puesto en movimiento! Hemos dejado todo en lo que estábamos entretenidos porque el Rey de Reyes merece nuestra cercanía, nuestra oración y nuestra acogida. La estrella luce; los pastores ofrecen; los reyes adoran; Herodes rabia…y nosotros, para no ser menos, brillamos con la luz de la fe, ofrecemos lo que somos y adoramos a Jesús conscientes de que, Rey, ¡sólo El! Llegar aquí, en esta mañana santa de la Navidad, es prolongar en el tiempo y en el espacio, lo que ayer noche en Belén se hizo prodigio, milagro, humildad y salvación: Dios en medio de nosotros. 

PARA LA VIDA 

   Dios nos tiene un amor muy especial Nos ama gratuitamente. Es el Enmanuel el Dios con nosotros. Que trae la salvación para todos, sin distinción. Se hace niño indefenso para ganar nuestro corazón. Dios está con nosotros y no lo conocemos, pues andamos entre otras cosas que nos ocultan la verdad de la Navidad. “Aquél que es la Palabra era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En él mundo estaba; el mundo había sido hecho por el y, sin embargo, el mundo no lo conoció” 

   Ese es el gran peligro que tenemos, pues al llenarnos de luces, regalos, brindis, pesebres nos olvidemos de lo más importante y esencial de toda Navidad: ¡CRISTO JESUS! Todos, pero todos tenemos muchas necesidades… Por eso en esta Navidad tendremos que descubrir… Si la necesidad fuese la cultura en Belén nacería un maestro. 

   Si la necesidad fuese la riqueza en Belén nacería un administrador. Si la necesidad fuese los conocimientos en Belén nacería un científico. Si la necesidad fuese la risa en Belén nacería un cómico. Pero, Dios que lo sabe todo, sabía, desde siempre, que nuestra mayor necesidad es el amor. 

   La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. Vemos a Dios entrando a la historia asumiendo como suya nuestra naturaleza. No se nos olvide, que hoy y para siempre, Dios mismo en cuerpo y raza humana. Lugar del mensaje y contenido

4° Domingo Adviento, 20 de Diciembre 2020, Ciclo B

 San Lucas 1, 26 – 38

"Concebirás y Darás a Luz un Hijo"

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M. 

1.-La Promesa: "El Señor Dios le dará el trono de David, su padre... y su reino no tendrá fin". Jesucristo será el descendiente de David y será también el verdadero templo de Dios no construido por manos de hombre.

2.-El Sí de María: al oír las palabras del ángel María “se turbó..." Al sentirse favorecida del Altísimo, no le responde que la deje pensar más despacio a fin de calcular mejor los riesgos. María reproduce el gesto de Abraham, padre de los creyentes, cuando deja su patria para irse hacia lo desconocido. La persona de fe se confía en Dios como el bebé en su madre. “Hágase en mí según tu palabra”

3.-La Esperanza: esta esperanza cristiana del Adviento, es la que nosotros debemos pedir hoy al Niño que va a nacer en Belén. Sin esperanza cristiana no se puede levantar y sostener el cristianismo. Sin esperanza cristiana nuestra vida camina por un túnel lóbrego y sin luz, una vida que camina hacia la nada, una noche que no amanece nunca. Nuestra esperanza es una esperanza anhelante, una esperanza que creemos y anhelamos que se convierta algún día en realidad. No serán nuestros méritos los que obren el milagro, serán los méritos de este Niño que va a nacer los que quiten nuestros pecados y los pecados del mundo. Por eso nos alegramos con su nacimiento, también nosotros exultamos en Dios nuestro Salvador.

4.-La Protagonista: en María, por su fe y obediencia, Dios cumplió su promesa: de ella nació el Hombre nuevo, el Hombre según el corazón de Dios, el Hombre que iba a ofrecer a todo hombre la gracia y posibilidad de realizar el proyecto original de Dios sobre los hombres: vivir en amistad y comunión con él, entrar en el círculo de vida y amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

REFLEXIÓN 

   La Liturgia de este último Domingo de Adviento se refiere, repetidamente, al proyecto de vida plena y de salvación definitiva que Dios ofrece a los hombres. Ese proyecto, anunciado ya en el Antiguo Testamento, se vuelve una realidad concreta, tangible y plena con la encarnación de Jesús. 

   La Primera Lectura presenta la “promesa” de Dios a David. Dios anuncia, por boca del profeta Natán, que nunca abandonará a su Pueblo ni desistirá de conducirle al encuentro de la felicidad y de realización plenas.  La promesa de Dios irá concretándose en un “hijo” de David, a través del cual Dios ofrecerá a su Pueblo la estabilidad, la seguridad, la paz, la abundancia, la fecundidad, la felicidad sin fin.

   Segunda Lectura llama a ese proyecto de salvación, preparado por Dios desde siempre, el “misterio”; y, sobre todo, garantiza que ese proyecto se manifestó en Jesús a todos los pueblos, a fin de que la humanidad entera forme la familia de Dios.

   El Evangelio se refiere al momento en el que Jesús se encarna en la historia de los hombres para traerles la salvación y la vida definitivas. Muestra cómo la realización del proyecto de Dios sólo será posible cuando los seres humanos, a los que Él llama, acepten decir “sí” al proyecto de Dios, acojan a Jesús y lo anuncien al mundo. 

   ¡Con qué ternura maternal debió pronunciar el nombre de Jesús la Virgen santísima, a quien contemplamos en la espera del nacimiento de su Hijo! En la oración que la Iglesia le dirige con el Avemaría, ella está asociada a la bendición misma de su Hijo: «Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús». Que María ponga en nuestros labios e imprima en nuestro corazón ese nombre santísimo, del que viene nuestra salvación.

   El "sí" de María y de José es pleno y compromete toda su persona: espíritu, alma y cuerpo. ¡Que así sea en cada uno de nosotros! Ojalá que Jesús, que dentro de pocos días vendrá a llenar de alegría nuestro belén, encuentre en cada familia cristiana una generosa acogida, como sucedió en Belén durante la Noche santa.

 PARA LA VIDA 

   Los tres árboles “Cuentan que una vez tres árboles jóvenes estaban conversando sobre lo que querían ser cuando fueran grandes. El primero decía: «A mí me gustaría ser utilizado en la construcción de un gran Palacio para servir de techo a Reyes y Príncipes. 

   El segundo dijo: «A mí me gustaría ser el mástil mayor de un hermoso barco que surque los mares llevando riquezas, alimentos, personas y noticias de un lado a otro de los océanos». 

   El tercero, por su parte, dijo: A mí me gustaría ser utilizado para construir un gran monumento de esos que se colocan en medio de las plazas o avenidas y que cuando la gente me vea, admire a Dios por su grandeza. 

   Pasaron los años, los árboles crecieron y llegó el tiempo del hacha y la sierra. Cada uno de los tres árboles fue a dar a distintos sitios: 

   El primero fue utilizado para construir la casita de un campesino pobre que con el tiempo fue destruida y abandonada. Con los restos se levantó un pequeño establo para que los animales se protegieran del frío y de la noche... 

   El segundo fue utilizado para la construcción de la barca de un pobre pescador que se pasaba la mayor parte del tiempo amarrada a la orilla de un lago... 

   El tercero fue utilizado para la construcción de una cruz, donde fueron ajusticiados varios hombres...” 

   No es fácil aceptar los planes de Dios cuando no se acomodan a los nuestros. Siempre que Dios nos llama a realizar un proyecto, tenemos la tentación de pensar que será como nosotros lo hemos programado; pero el Señor tiene sus caminos, que no son los nuestros. Él se encarga de realizar nuestros sueños y nuestros planes, pero a su manera. Lo importante es que encuentre en nosotros la disposición necesaria para dejarnos guiar y conducir por Él a través de las vicisitudes de nuestra vida.

3° Domingo Adviento, 13 de Diciembre 2020, Ciclo B

 San Juan 1, 6-8, 19-20

"Enderezad los Senderos del Señor"

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M. 

1.- Gaudete: Es una exhortación a la alegría que resuena ya en las primeras palabras de la antífona de entrada: "Alegraos siempre en el Señor; os lo repito: estad siempre alegres. El Señor está cerca".

2.- Gozo: es el gozo de ser de Cristo y para Cristo, y solo puede consistir en la renuncia al mal y en la fidelidad amorosa al Espíritu de Jesús. Tal es la voluntad del Padre para nuestra salvación.

3.- La Alegría: consiste en comprobar la continua presencia amorosa y solícita de Dios en la propia vida, y en reconocer la posibilidad de responder por la gracia a su amor. La oración cristiana no es solo de petición y acción de gracias, es también de afectos y de coloquio contemplativo sobre las perfecciones divinas. La oración, en su sentido más profundo, es fruto de la vida divina que invade al hombre y hace de el un verdadero hijo de Dios. A Él le llamamos Padre, y lo hacemos con toda propiedad.

4.- La Lámpara: para que no la apague el viento de la soberbia. Una lámpara puede encenderse y apagarse. Cristo, la luz de la gracia, traerá a todos el «alegre anuncio», inaugurará el año de la misericordia del Señor». El Señor vestirá a todos con «el vestido de la salvación», haciendo así «brotar la justicia» en todo el mundo 

5.- La Palabra: Jesús no es un personaje del pasado; Él es la Palabra de Dios que hoy sigue iluminando el camino del hombre; sus gestos —los sacramentos— son la manifestación de la ternura, del consuelo y del amor del Padre hacia cada ser humano. Que la Virgen María, «Causa de nuestra alegría», nos haga cada vez más alegres en el Señor, que viene a liberarnos de muchas esclavitudes interiores y exteriores. 

REFLEXIÓN 

Los textos litúrgicos de este período de Adviento nos renuevan la invitación a vivir a la espera de Jesús, a no dejar de esperar su venida, de tal modo que nos mantengamos en una actitud de apertura y disponibilidad al encuentro con él. La vigilancia del corazón, que el cristiano está llamado a practicar siempre en la vida de todos los días, caracteriza de modo particular este tiempo en el que nos preparamos con alegría al misterio de la Navidad.

la primera lectura el Profeta Isaías nos dice«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido». Para todo esto viene Cristo, el Mesías, el Ungido. Nosotros también hemos sido ungidos. Somos cristianos. Hemos recibido el mismo Espíritu de Cristo. Y también somos enviados a dar la buena noticia a los que sufren, a vendar los corazones desgarrados... además de acoger la acción de Cristo en nosotros, a favor nuestro –o mejor, en la medida en que la acojamos–, prolongamos a Cristo y su acción en el mundo y a favor del mundo, dejándole que tome nuestra mente, nuestro corazón, nuestros labios, nuestras manos..., y los use a su gusto., tanto necesidades materiales como espirituales... 

En la segunda lectura San Pablo nos indica las condiciones para ser «misioneros de la alegría»: rezar con perseverancia, dar siempre gracias a Dios, cooperando con su Espíritu, buscar el bien y evitar el mal (cf. 1 Ts 5, 17-22). Si este será nuestro estilo de vida, entonces la Buena Noticia podrá entrar en muchas casas y ayudar a las personas y a las familias a redescubrir que en Jesús está la salvación. En Él es posible encontrar la paz interior y la fuerza para afrontar cada día las diversas situaciones de la vida, incluso las más pesadas y difíciles. 

El centro del relato evangélico de Juan. Este hombre «enviado por Dios», viene para «dar testimonio de la luz». La «luz» de la cual se habla es Jesús, el Hijo de Dios, que está por entrar en el mundo y viene a quedarse en nuestro medio: el Verbo eterno que ilumina a todos los hombres, que el Padre ha enviado para «que viviera entre ellos y les manifestara los secretos de Dios» DV, n. 4). 

PARA LA VIDA 

   Un rey recibió como obsequio dos pequeños halcones y los entregó al maestro de cetrerías para que los entrenara. Pasados unos meses, el maestro informó al rey de que uno de los halcones volaba perfectamente, pero que al otro no sabía lo que le sucedía: no se había movido de la rama del árbol en la que le dejó desde el día en que le trajeron. El rey mandó llamar a curanderos y sanadores para que vieran al halcón. Pero, después de todo tipo de intentos, ninguno de ellos pudo hacer volar al ave. 

   Encargó entonces la misión a los miembros de la corte, pero nada consiguieron. El ave continuaba inmóvil en la rama del árbol. Como último recurso, cierto día decidió comunicar a su pueblo que ofrecería una recompensa a la persona que hiciera volar a su halcón. A la mañana siguiente vio, asombrado, a los dos halcones volando velozmente por los jardines. 

   El rey ordenó que llevaran ante él, inmediatamente, al responsable de ese milagro. Casi al momento le presentaron a un campesino. El rey habló: “Así que…eres tú el que hiciste volar al halcón. ¿Cómo lo lograste? ¿Eres mago? ¿Tienes algún poder?” El campesino, algo intimidado por la presencia del rey, le respondió: “Fue fácil mi señor. Corté la rama del árbol, el halcón se dio cuenta de que tenía alas y voló”

   Construyamos la verdadera alegría, esa alegría del halcón que se sintió libre al descubrir que tenía alas para volar, libre al sentir que ya no estaba atado al árbol que lo inutilizaba y le impedía dar lo mejor de sí mismo.  Y seamos cristianos de alegría, de sonrisa acogedora y sanadora, cristianos que demuestren que Cristo no es un mito ni un invento de la Iglesia, que en verdad vive y viene en cada instante a nuestras vidas.

2° Domingo Adviento, 6 de Diciembre 2020, Ciclo B

 San Marcos 1, 1 - 8

"Enderezad los Senderos del Señor"

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M. 

1. La Voz: En ella, resuena un mensaje lleno de esperanza, que invita a levantar la mirada al horizonte último, pero, al mismo tiempo, a reconocer en el presente los signos del Dios con nosotros. También hoy se eleva la voz de la Iglesia: "En el desierto preparadle un camino al Señor" (Is40, 3). Para las poblaciones agotadas por la miseria y el hambre, para cuantos sufren graves violaciones de sus derechos, la Iglesia se pone como centinela sobre el monte alto de la fe y anuncia: "Aquí está vuestro Dios.

2. La Paciencia: es impensable sin una esperanza en el horizonte. La salvación ya está aquí, "está ya cerca de sus fieles", nos dice el salmo 84. La esperanza alegra y dinamiza la paciencia, llevándola hasta límites insospechados. Dios, por ejemplo, “tiene mucha paciencia con vosotros”, porque espera “que nadie perezca”. Tengamos también paciencia nosotros, sin límites, y crezca nuestra esperanza también sin límites hasta que consigamos “un cielo nuevo y una tierra nueva, en que habite la justicia”.

3. La Esperanza: asumamos este mensaje: “esperad”. El tiempo no importa –un día o mil años–, lo que importa es la intensidad y la calidad: esperemos confiando en “la promesa del Señor”, esperemos con “una vida santa y piadosa”, esperemos siendo “inmaculados e irreprochables”. La misericordia de Dios y la fidelidad del hombre se encuentran, segura el salmo de hoy.

4. La Preparación: la sobriedad en el comer y en el vestir. ¡Cuánto dinero inútil gastamos muchos de nosotros en comprar vestidos que no necesitamos y en comer más, o más caro, de lo que pudiéramos y debiéramos! Por eso debemos nosotros fortalecer nuestro propósito de conversión, siendo sobrios en el comer y en el vestir, y siendo humildes, generosos y solidarios con las personas más pobres y desafortunadas que nosotros.

5. El Camino: debemos levantar los valles, es decir, no dejarnos vencer por nuestras cobardías y debilidades, levantar el ánimo; debemos abajar los montes y colinas, es decir, rebajar nuestra soberbia y vanidad; enderezar lo torcido e igualar lo escabroso, es decir, corregir nuestros desvíos sentimentales y pasionales, quitar las piedras emocionales y de comportamiento que dificultan nuestro caminar hacia Dios. Sabemos que en todo esto nos dio buen ejemplo el Señor Jesús, nacido en la pobreza de Belén, y señalándonos después con su vida cuál debe ser nuestro verdadero camino de vida.  

REFLEXIÓN 

   Yo os bautizo con agua... Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego La liturgia de este Domingo nos invita a despojarnos de esos valores efímeros y egoístas, a los que a veces damos una importancia excesiva, y a realizar un cambio de mentalidad, de forma que los valores fundamentales que dirigen nuestra vida sean los valores del “Reino”.

   En la primera lectura, el profeta Isaías presenta a un enviado de Yahvé, de la descendencia de David, sobre quien reposa la plenitud del Espíritu de Dios; y su misión será construir un reino de justicia y de paz sin fin, de donde estarán definitivamente desterradas las divisiones, los conflictos.

   La segunda lectura va dirigida a aquellos que recibieron de Jesús la propuesta del “Reino”: que al ser el rostro visible de Cristo en medio de los hombres, deben dar testimonio de unión, de amor, de solidaridad, de armonía, acogiendo y ayudando a los hermanos más débiles, siguiendo el ejemplo de Jesús.

   En el Evangelio, Juan Bautista anuncia que la realización de ese “Reino” está muy próxima. Pero para que el “Reino” se haga una realidad viva en el mundo, Juan invita a sus contemporáneos a cambiar la mentalidad, los valores, las actitudes, a fin de que en sus vidas haya lugar para esa propuesta que está para llegar. “Aquel que viene” (Jesús) va a proponer a los hombres un bautismo “con Espíritu Santo y fuego” que les transformará en “hijos de Dios” y capaces de vivir los valores del “Reino”. 

   ¡Preparad el camino al Señor! ¡Enderezad sus senderos! Que esto se realice en el sacramento de la reconciliación en la humilde y confiada confesión de Adviento, a fin de que, ante el recuerdo de la primera venida de Cristo, que es Navidad, y a la vez en la perspectiva escatológica de su Adviento definitivo, el pecado quede eliminado y expiado, para que la Iglesia pueda proclamar a cada uno de ustedes que ha terminado la esclavitud, y que el Señor Dios viene con fuerza. Preparadle el camino en sus corazones, en sus casas, en su comunidad parroquial.

PARA LA VIDA 

   En cierta ocasión, el gran Alejandro Magno se encontró con el famoso filósofo Diógenes. Delante de él, le dijo: - ¿Sabes? Yo soy Alejandro Magno. El filósofo le contestó: - Y yo soy Diógenes, el cínico Alejandro entonces le preguntó de qué podría servirle, y Diógenes le respondió: - ¿Puedes apartarte para no quitarme la luz del sol? No necesito nada más.

   En otra ocasión, estaba Diógenes cenando lentejas, cuando vio al filósofo Aristipo, que vivía confortablemente a base de adular al rey. Aristipo le dijo: - Si aprendieras a ser sumiso al rey, no tendrías que comer esa basura de lentejas. A lo que replicó Diógenes: - Si tú hubieras aprendido a comer lentejas, no tendrías que adular al rey.

    Aprendamos del filósofo Diógenes, un hombre sabio que no se callaba ni se vendía ante nadie, por muy Alejandro Magno que fuera. Que prefería, como Juan Bautista, la pobreza y el riesgo de la libertad a la riqueza de la comodidad y de la sumisión al poder. Ellos nos recuerdan que no es fácil se profeta, pero que no es imposible cuando nos mueven las más profundas convicciones.

1° Domingo Adviento, 29 de Noviembre 2020, Ciclo B

 San Marcos 13, 33 - 37

"Estad Alerta Ya Que No Sabéis Cuando Será el Tiempo"

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M. 

1.-Advientopodríamos decir que el Adviento es el tiempo en el que los cristianos deben despertar en su corazón la esperanza de renovar el mundo, con la ayuda de Dios. Para ello es importante:

-Vigilar: Jesús insiste en exhortarnos a la vigilancia, a no dejarnos atrapar por la rutina, la indiferencia, el desinterés por las cosas de Dios, que son también las de sus hijos hambrientos, enfermos, cautivos, perseguidos. Qué no es otra cosa que una llamada a vivir preparados para el encuentro inesperado con el señor.

-Velarvelar significa seguir al Señor, elegir lo que Cristo eligió, amar lo que él amó, conformar la propia vida a la suya. Velar implica pasar cada instante de nuestro tiempo en el horizonte de su amor, sin dejarse abatir por las dificultades inevitables y los problemas diarios… Pidamos al Señor que nos conceda su gracia, para que el Adviento sea para todos un estímulo a caminar en esta dirección. 

-Orares preparación interior para el encuentro con el Señor. Por tanto, dispongamos nuestro espíritu para emprender con alegría y decisión esta peregrinación espiritual que nos llevará a la celebración de la santa Navidad. «¡Ven hoy, Señor!»; ilumínanos, danos la paz, ayúdanos a vencer la violencia. ¡Ven, Señor! rezamos precisamente en estas semanas. «Señor, ¡que brille tu rostro y nos salve!»

2.- La Esperanzacon la que cada uno, por medio de un auténtico espíritu de oración, humilde y confiada, se prepara a recibir la venida del Señor Jesús. La actitud con la cual toda la humanidad, y de modo particular todos los cristianos, deberían predisponerse a recibir al “dueño de casa” es “la espera vigilante”. María, Madre de la espera y del silencio. Ella, que supo acoger humildemente la voluntad de Dios, sostenga la oración, las obras y la auténtica y permanente renovación del Cuerpo eclesial en la santidad.

 REFLEXIÓN 

   Este Domingo comienza el Adviento, un tiempo de gran profundidad religiosa, porque está impregnado de esperanza y de expectativas espirituales: cada vez que la comunidad cristiana se prepara para recordar el nacimiento del Redentor siente una sensación de alegría, que en cierta medida se comunica a toda la sociedad. En el Adviento el pueblo cristiano revive un doble movimiento del espíritu: por una parte, eleva su mirada hacia la meta final de su peregrinación en la historia, que es la vuelta gloriosa del Señor Jesús; por otra, recordando con emoción su nacimiento en Belén, se arrodilla ante el pesebre.

   En la primera lecturaante todo a Isaías, gran Profeta del único y santísimo Dios, que da expresión al tema de Dios que se aleja del hombre. En su maravilloso texto, un verdadero poema teológico, que hemos escuchado hace poco, nos da una imagen penetrante de la situación de su época y de su pueblo, el cual, después de haber perdido el contacto vital con Dios, se encontró en caminos impracticables: «Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema?» (Is 63, 17). El diagnóstico del Profeta es penetrante: Dios se aleja del hombre a causa de la culpa del hombre: la ausencia de Dios es resultado de que el hombre se haya alejado de Él.

   En la segunda lectura el apóstol san Pablo, escribiendo a los Corintios, los exhorta a confiar en la fidelidad de Dios y a vivir de modo que se encuentren «irreprensibles» (cf. 1 Co 1, 7-9) el día del Señor. 

Muy oportunamente la liturgia pone en nuestros labios la invocación del salmo: «Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación» (Sal 84, 8).

   El Evangelio nos invita hoy a estar vigilantes, en espera de la última venida de Cristo: «Velad -dice Jesús-: pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa» (Mc 13, 35. 37). La breve parábola del señor que se fue de viaje y de los criados a los que dejó en su lugar muestra cuán importante es estar preparados para acoger al Señor, cuando venga repentinamente.

PARA LA VIDA 

MENU DE ADVIENTO.... AGRADABLE A DIOS

Tener a mano:

 - Abrelatas, para abrir corazones endurecidos.

- Cuchillo, para cortar vicios. - Destapador, para destapar relaciones familiares

- Colador, para pasar por alto las ofensas y purificar intenciones 

- Delantal, para los ... 

Abstenerse:

- De comer prójimo (chismes, murmuraciones) - De condimentar el desquite.

- De consumir grasas de egoísmo. - Del vinagre que pone el mal genio y el negativismo.

- Evitar el cólera lavando muy bien el corazón.

- De los picantes que provocan enojos y maldiciones. - De consumir camarón que adormece la conciencia (camarón que se duerme se lo lleva la corriente).

- De consumir helados que congelen la conciencia. 

Menú Recomendado: 

 - Como plato fuerte: exquisita caridad con el prójimo.

- Caldo de atención a desprotegidos, excluidos y enfermos.

 - Ensalada de detalles de cariño para con los suyos.

- Pan abundante para convidar al hambriento.

- Vino de alegría para los tristes, desalentados y... para todos.

- Sopas de letras para escribir a los seres queridos.

- Sopa de zanahorias para ver con buenos ojos a los demás.

- Pan bendito para los afligidos (las penas, con pan son menos) 

Postre Recomendado:

- Peritas dulces para ser buena persona.

- Higos de tuna para tapar.. los defectos de los otros.

- Yogur de guayaba para repetir... los gestos de perdón. - Naranjas dulces y limón partido..."dame el abrazo que yo te pido".

- Abrazar y besar a sus seres queridos. 

Y no olvide: 

   Donde come uno, comen dos, échele siempre más agua a los porotos. Comparte tu vida con los demás Finalmente, el chef celestial recomienda sobre todo el alimento espiritual: 

"El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna"