“Tomad, Esto es mi Cuerpo, Tomad, Ésta es Mi Sangre”
Homilía PadreLuis Guillermo Robayo M.
- El Cuerpo: un pan siempre a punto de ser comido por todos. "Yo soy el pan bajado del cielo; quien come de este pan no tendrá más hambre". Porque el Reino del Padre que él inauguró era precisamente un banquete universal del que nadie era excluido. Hoy es el día de la caridad y del amor fraterno y nuestra eucaristía debe animarnos a querer salvar, por amor, a todas las personas necesitadas.
- La Sangre: es la sangre –la vida, pasión y muerte de Cristo– ofrecida sobre el ara de la cruz, lo que perdona nuestros pecados. En la eucaristía, cada vez que comemos el pan sacramentado y bebemos el vino, renovamos esta nueva alianza, en la que Dios perdona nuestros pecados por la sangre de Cristo.
- La Comida: en nuestra tierra hay recursos suficientes para que nadie se muera de hambre, es nuestro egoísmo, el egoísmo humano, el que condena a la muerte por hambre a muchas personas.
- La Caridad: la solidaridad y la común-unión, la urgencia del compartir y del convivir, la necesidad de poner en común los bienes, las capacidades, los sentimientos y las personas. La comida en común invita a la amistad. Se pone sobre la mesa un pan, que es nuestra vida, que somos nosotros. Lo que estaba disperso se reúne, lo que está reunido se compenetra y se funde para la unidad. Todo es para todos. Todos son para todos.
REFLEXIÓN
La fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo tiene el sentido de celebrar nuestra alianza con Dios por medio de Jesucristo, nuestro mediador, que hizo el pacto, en nombre nuestro, con su propia sangre. Jesucristo dice al partir el pan: “Tomen y coman, esto es mi cuerpo”; y entregando la copa dijo: “Esta es mi sangre”.
La Eucaristía es eso. Dios, nuestro Padre, nos da gratuitamente el alimento del Cuerpo de Cristo, siempre que lo queramos recibir con las debidas disposiciones.
No existe una eucaristía para ricos y otra distinta para pobres. Para Cristo, pan que alimenta nuestra alma, de vida eterna, todos somos iguales. Ante Cristo Eucaristía desaparecen todas las barreras económicas o sociales.
La Presencia Real de Cristo en la Eucaristía es presencia igualmente sacramental y existencial en el pobre y en el que sufre.
Corpus, es la fiesta de la caridad. El Pan de la Eucaristía es alimento de la fe y de la solidaridad, del compromiso por la justicia. Con razón en este día del Corpus se celebra el Día de la Caridad.
El alimento que da Jesús es sobreabundante. No sólo sacia el hambre de la gente, sino que sobra para alimentar a todo un pueblo. Sobran doce canastas llenas. Sobra tanta provisión, que se prevé que en el futuro cualquier generación de Israel podrá ser alimentada por Jesús.
El Corpus es la fiesta de la unidad: comulgamos a Cristo. Nos hacemos uno con él y en esta unión abrazamos a todos los hombres. En este día caemos en la cuenta de que Dios tiene con nosotros relación de Esposo: de intimidad, de la más profunda comunión que puede existir entre dos seres. Hoy todo vibra con amor. Comer su cuerpo y beber su sangre es fusionarse nuestro corazón y el de Dios.
PARA LA VIDA
Cuenta una leyenda, que un hombre que paseaba por el bosque vio un zorro que había perdido sus patas, por lo que el hombre se preguntaba cómo podría sobrevivir. Entonces vio llegar a un tigre que llevaba una presa en su boca. El tigre ya se había hartado y dejó el resto de la carne para el zorro. Al día siguiente Dios volvió a alimentar al zorro por medio del mismo tigre.
El hombre comenzó a maravillarse de la inmensa bondad de Dios y se dijo a sí mismo: “Voy también yo a quedarme en un rincón confiando plenamente en el Señor, y éste me dará cuanto necesito. Así lo hizo durante muchos días; pero no sucedía nada y el pobre hombre estaba casi a las puertas de la muerte cuando oyó una Voz que le decía: “ ¡Oh, tú, que te hallas en la senda del error, abre tus ojos a la Verdad! Sigue el ejemplo del tigre y deja ya de imitar al pobre mutilado.
Todos podemos dar algo por pobres que seamos. Como Cristo, que dio su vida por nosotros y se hizo Pan y Vino para alimentar nuestra fe y enseñarnos que sólo el camino del compartir conduce a la verdadera felicidad. No importa si no podemos ofrecer grandes cosas: podemos ofrecer pensamientos agradables, dulces palabras, sonrisas radiantes, una mano acogedora y firme y tantas otras cosas que alivian el corazón herido. En el este día de Caridad, no olvidemos que más que dinero, lo que el mundo necesita, lo que en verdad necesitamos es AMOR COMPARTIDO Y SOLIDARIO.