7° Domingo de Pascua, 20 de Mayo de 2012


San Marcos 16, 15 - 20  
       
 La Ascensión del Señor 
   Descargar   Homilía del Padre Rector 

  1. La Ascensión: ir al cielo no es llegar a un lugar sino entrar para siempre en el imperio del amor de Dios. Por fin, Dios ya no será alguien oculto e inaccesible. Aunque nos parezca increíble, podremos conocer, contemplar, gustar y disfrutar de su ser más íntimo, de su verdad más honda, de su bondad y belleza infinitas. Dios nos enamorará para siempre. Para quien no espera nada al final, los logros, los gozos, los éxitos de la vida son tristes porque se acaban. Para quien cree que esta vida está secretamente abierta a la VIDA DEFINITIVA Y ETERNA, los logros, los trabajos los sufrimientos y gozos son anhelo, anuncio, búsqueda de la Felicidad final.
  2. Confiar: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo». Esta fe nos lleva a confiar en la Iglesia: con dificultades y resistencias tal vez; con errores y debilidades siempre seguirá buscando ser fiel al Evangelio. Nos lleva también a confiar en el mundo y en el ser humano: por caminos no siempre claros ni fáciles el reino de Dios seguirá creciendo. Hoy hay más hambre y violencia en el mundo, pero también hay más conciencia porque sea más humano y porque en él, Reine Dios.
  3. Anunciar: esa es nuestra tarea. Para los cristianos es urgente reunirnos a leer, escuchar y compartir juntos los relatos evangélicos. Lo primero es creer en la fuerza regeneradora del Evangelio. Los relatos evangélicos enseñan a vivir la fe, no por obligación sino por atracción. El Evangelio ha de salir y desplazarse para alcanzar al «mundo entero» y llevar la Buena Noticia a todas las gentes, a «toda la creación».

    REFLEXIÓN
       En la fiesta de la ascensión del Señor recordamos un episodio muy significativo. Los discípulos quedan con la mirada fija en el cielo donde ha desaparecido el Señor. Entonces se presentan dos varones vestidos de blanco que les dicen: 
    «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?» 
       Probablemente, el relato trata de corregir la actitud pasmada de algunos creyentes. No es el momento de permanecer pasivos mirando al cielo, sino de comprometerse activamente en la construcción del reino de Dios, con la esperanza puesta en el Señor que un día volverá. 
       Buscar el cielo es reconocer que allá está nuestra meta y que en este mundo, aunque sea bello, todo es pasajero y vano. Al mismo tiempo, es creer que nuestros esfuerzos de crecimiento y búsqueda de una tierra más humana no se perderán en el vacío.
    PARA PENSAR

       Un muchacho fue a un monasterio. Allí, solicitó presenciar una de las charlas del abad, y obtuvo permiso para ello. Aquella tarde, el abad reflexionó sobre la importancia del trabajo de labranza. 
       Al final de la charla, el muchacho le comentó a uno de los monjes. -Me he quedado muy impresionado. Pensé que escucharía un sermón iluminado sobre las virtudes y los pecados, y el abad sólo hablaba de tomates, irrigación y cosas por el estilo.
        En el lugar de donde vengo, todos creen que Dios es misericordia, que basta con rezar. El monje sonrió y respondió: Aquí nosotros pensamos que Dios ya hizo su parte, y que ahora nos toca a nosotros continuar el proceso.

    Viernes 25 de Mayo

    • 7:15 a 8:30 pm 
      GRAN CONCIERTO EN HONOR A LAS MADRES 
      ( en la Capilla )
    •              6:30 pm Santa Misa
    •             6:00 pm Rezo del Santo Rosario

    6° Domingo de Pascua, 13 de Mayo de 2012


    San Juan 15, 9 - 17  

           
     El Mandamiento del Amor 
       Descargar   Homilía del Padre Rector 
    1. El Amor: en el pensamiento de Jesús es claro que, si no hay Amor: no hay vida, no hay comunicación con Jesús, no hay experiencia del Padre. Si falta el Amor en nuestra vida, no queda más que vacío y ausencia de Dios. Podemos hablar de Dios, imaginarlo, pero no experimentarlo como fuente de alegría verdadera. El Amor es la huella de Dios
    2. Servir: quien ama como Jesús, aprende a mirar los rostros de las personas con compasión. Es admirable la disponibilidad de Jesús para hacer el bien. No piensa en sí mismo. Está atento a cualquier llamada, dispuesto siempre a hacer lo que pueda. A todos nosotros nos falta, con frecuencia, la alegría de lo que se hace. Vivir en y con Amor.
    3. La Alegría: escuchamos las palabras de Jesús: «Os he hablado para que mi Alegría esté en vosotros, y vuestra Alegría llegue a plenitud». Nuestra alegría es frágil, pequeña, y está siempre amenazada. Pero algo grande se nos promete. Poder compartir la Alegría misma de Jesús. Su Alegría puede ser la nuestra. La Alegría del que sabe acoger la vida con agradecimiento y veneración. La Alegría del que ha descubierto que la vida entera es Gracia.

      REFLEXIÓN
         Hoy nos ha dicho el mismo Jesucristo en el Evangelio que se ha leído: "Como el Padre me ha Amado, así os he Amado Yo". Y San Juan que experimentó ese precioso don de Cristo por su propia cuenta y asimiló toda esa lección de Cristo, dice: "El Amor es de Dios. Dios es Amor". 
         Cuando entre nosotros falta verdadero Amor, se crea un vacío que nada ni nadie puede llenar de Alegría. Sin Amor no es posible dar pasos hacia un cristianismo más abierto, cordial, alegre, sencillo y amable donde podamos vivir como «amigos» de Jesús, según la expresión evangélica. 
         Jesús describe el Amor  de una manera sencilla pero que alegra el corazón: El Amor del Padre cae en cascada hasta Jesús. El Amor de Jesús cae en cascada hasta nosotros. El Amor de nuestro corazón cae en cascada en el corazón de los hermanos. ¿Lo vivimos así?
      PARA LAS MAMÁS

      Amado Señor, en tu Palabra, 
      nos enseñaste a honrar a nuestras Madres.
      En este día tan especial, te damos gracias 
       oramos por  todas las Madres.
      Acompáñalas en todo momento. 
      Pon en cada Madre el Amor y conocimiento de Dios 
      para que se lo enseñen a sus hijos, 
      ya que no hay mejor herencia para un hijo o hija
       que la de Fe y Esperanza en las promesas de Jesucristo. 
      Bendice a las Madres cuyos hijos están lejos en este día. 
      Anímalas en la ausencia.
      Si la distancia causa tristeza, haz que los corazones 
      se unan por el Amor de Jesucristo.  
      Amén 

      CONSAGRACIÓN

      Señor, derrama tu Bendición sobre estas mujeres
      a quienes has confiado el Don de la maternidad, 
      derrama sobre ellas tu Espíritu Santo para que 
      las fortalezca e inspire a hacer tu Voluntad, 
      que tengan siempre como modelo a tu madre, María, 
      y que como ella reciban en vida mu­chas Bendiciones 
      y sus hijos sean hombres y mujeres de bien. 

      Bendícelas por Siempre, SeñorAmén.

      Viernes 25 de Mayo



      • 7:15 a 8:30 pm 
        GRAN CONCIERTO
        ( en la Capilla )
      •              6:30 pm Santa Misa
      •             6:00 pm Rezo del Santo Rosario

      ¡ FELIZ DÍA PARA TODAS ¡ 

      5° Domingo de Pascua, 6 de Mayo de 2012


      San Juan 15, 1 - 8  
             
       La Vid Verdadera 
         Descargar   Homilía del Padre Rector 
           
      1. La Vid: Jesús es la «vid», Toda la vitalidad de los cristianos nace de él. Si la savia de Jesús resucitado corre por nuestra vida, nos aporta alegría, luz, creatividad, fuerza para vivir como vivía él. Si, por el contrario, no fluye en nosotros, somos sarmientos secos. Sin él, nos morimos.
      2. Los Sarmientos: todos somos «sarmientos». Sólo Jesús es «la verdadera vid». Lo decisivo en estos momentos es «permanecer en él»: aplicar toda nuestra atención al Evangelio; alimentar en nuestras familias, comunidades y parroquias el contacto vivo con él; no desviarnos de su proyecto. No separarnos de él, pues sin él no se puede nada.
      3. El Fruto: la llamada de Jesús que se escucha en nuestro interior no es una llamada entre otras, sino la que da sentido último a la vida. Quien toma en serio el evangelio y sigue de cerca a Cristo, cree en sus palabras: «El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante».
      4. La Fe: el cristiano es una persona que se encuentra con Cristo y en él va descubriendo a un Dios Amor que cada día le convence y atrae más. Lo dice muy bien Juan: «Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es Amor»
       
        REFLEXIÓN
           San Juan nos recuerda: “Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador. En este capítulo de San Juan. No se trata, por tanto, de un paseo por el árbol ni tampoco de un paseo fuera del árbol. Se trata de recibir la savia del árbol permanentemente, bien colocado en el sitio que le corresponde para dar fruto.
           No olvides esta hermosa comparación de la vida y los sarmientos. Estamos unidos en la Trinidad, bajo esta bella imagen:
        • El Padre es el Agricultor.
        • El Hijo es la Vid, el Árbol.
        • El Espíritu Santo es la Savia.
           Y cada uno de los seguidores de Cristo, pequeñas ramitas que deben florecer, aunque sea con sacrificio, para dar fruto. Posiblemente esto puede no ser lo más cómodo y, no tanto por la Trinidad Santa que nos sustenta, sino por las otras “ramitas” que nos acompañan y molestan. Es decir, los otros que pertenecen al mismo cuerpo de Cristo… No lo olvidemos, que sólo donde hay unidad y amor está Dios.
        PARA LA VIDA
         
        Un misionero en África tenía una planta eléctrica que iluminaba la iglesia y su pequeña casa. Un día le hicieron una visita unos hombres de unos campos lejanos. Uno de ellos se fijó en la bombilla que colgaba del techo de la sala. Cual no fue su sorpresa cuando el cura le dio al interruptor y la bombilla se encendió. 
          Uno de los visitantes le pidió una bombilla y pensando que la quería como adorno o Juguete le dio una bombilla fundida. En una de sus visitas a los poblados el misionero entró en la choza del que le había pedido la bombilla y la vio colgada de una cuerda cualquiera. 
          El misionero tuvo que explicarle que para que diera luz necesitaba una planta, unos cables, una conexión y una bombilla nueva. Hoy, nos visita el misionero Jesús en nuestra pequeña casa del Pilar y nos dice: 
        "No pueden producir frutos si no permanecen en mi"

        4° Domingo de Pascua, 29 de Abril de 2012


        San Juan 10, 11 - 18  
               
         El Buen Pastor 
           Descargar   Homilía del Padre Rector 
              
        1. El Buen Pastor: Jesús, sólo Él es el Pastor bueno. No un pastor más, sino el auténtico, el verdadero, el modelo a seguir por todos.  Esta bella imagen de Jesús, Pastor bueno, es una llamada a la conversión, dirigida a quienes pueden reivindicar el título de «pastores» en la comunidad cristiana. El pastor que se parece a Jesús, sólo piensa en sus ovejas, no «huye» ante los problemas, no las «abandona». Al contrario, está junto a ellas, las defiende, se desvive por ellas, «expone su vida» buscando su bien, salvando a la que está extraviada.
        2. Las Ovejas: son los enfermos, los marginados, los pequeños, los más indefensos y olvidados, los más perdidos. Hay ovejas que «no son del redil» y viven lejos de la comunidad creyente. Pero Jesús dice: «También a ésas las tengo que traer y escucharán mi voz.» Quien busca con verdad a Dios, escucha, tarde o temprano, esta voz de Jesús en el fondo de su corazón.
        3. Aprender a Vivir: los cristianos creemos que sólo Jesús puede ser guía definitivo del hombre. Sólo desde él podemos aprender a vivir. Precisamente, el cristiano es un hombre que desde Jesús va descubriendo día a día cuál es la manera más humana de vivir.  Seguir a Jesús como buen pastor es asumir las actitudes fundamentales que él vivió, y esforzarnos por vivirlas hoy desde nuestra propia originalidad, prosiguiendo la tarea de construir el reino de Dios que él comenzó. 
         
          REFLEXIÓN
             Hasta cinco veces repite el evangelio de Juan este lenguaje. El amor de Jesús a la gente no tiene límites. Ama a los demás más que a sí mismo. Ama a todos con amor de buen pastor que no huye ante el peligro sino que da su vida por salvar al rebaño. Por eso, la imagen de Jesús, "pastor bueno", se convirtió muy pronto en un mensaje de consuelo y confianza para sus seguidores. 
             Los cristianos aprendieron a dirigirse a Jesús con palabras tomadas del salmo 22: "El Señor es mi pastor, nada me falta... aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo… Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida".
          PARA PENSAR
           
          Érase una vez un joven príncipe que quería contratar soldados para que le protegieran de su peor enemigo, la muerte. Y éstos le dijeron: Príncipe, no hay protección posible contra la muerte. Entonces contrataré a un amigo para que muera por mí. Y le dijeron: Príncipe, no hay trato posible con la muerte. 
             Finalmente dijo quiero que me vistan con mis mejores galas para distinguirme de los campesinos y de la demás gente. Y le dijeron: Príncipe, la muerte borra todas las diferencias. El Príncipe, con tristeza, les contestó: entonces de nada sirve ser Príncipe si no se tiene poder sobre la muerte. Sólo hay un Príncipe que tiene poder para dar su vida y recuperarla: Cristo Jesús.