San Marcos 1, 12 - 15
“Conviértanse y Crean en el Evangelio”
- La Tentación: la experiencia de sentirnos “tentados” o inducidos al mal es una experiencia cotidiana. Superarla implica una lucha permanente. Todas las tentaciones de Jesús durante su vida en realidad se resumen en una sola: “vivir separado de Dios, y huir de la cruz”. Pero el Señor, se mantuvo firme como Cordero de Dios y Servidor sufriente.
- El Desierto: es “ésta” nuestra vida transitoria, durante la cual contamos con las promesas de Dios, pero también debemos pasar por duras pruebas. El camino de Jesús por el desierto de este mundo, terminó en la victoria sobre el malo y sobre el mal. Jesús no cayó ante las tentaciones de Satanás. También a nosotros, el Bautismo “no” nos dispone para una vida tranquila y cómoda, sino más bien para una constante lucha contra el espíritu del mal.
- La Conversión: es conversión a la persona de Jesucristo, como único Camino. Es dejar otros caminos, por muy atractivos que aparentemente puedan resultar, y tomar el camino de Cristo. Igualmente, la fe con la que somos invitados a responder, no es sólo una fe humana, ni una fe puramente ‘religiosa’, sino plena fe en Jesucristo Dios y Hombre; en su vida y en su doctrina como camino de salvación para el hombre.
- El Bautismo: El Bautismo hace partícipe a la persona concreta del don de la reconciliación que el Señor Jesús ha obtenido para la humanidad entera por el misterio de su Pasión, Muerte y Resurrección. Gracias a este sacramento todo bautizado queda liberado del pecado y regenerado como hijo de Dios (ver Catecismo de la Iglesia Católica. De este modo, «el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo» (2Cor 5,17-18).
Homilía Padre Rector Luis Guillermo Robayo M.
REFLEXIÓN
El pasaje evangélico de este primer Domingo de Cuaresma recoge la escena de las tentaciones. Jesús no ha conocido una vida fácil ni tranquila. Ha vivido impulsado por el Espíritu, pero ha sentido en su propia carne las fuerzas del mal.
- «El Espíritu empuja a Jesús hacia el desierto» No lo conduce a una vida cómoda. Lo lleva por caminos de pruebas, riesgos y tentaciones. Buscar el reino de Dios y su justicia, anunciar a Dios sin falsearlo, trabajar por un mundo más humano es siempre arriesgado. Lo fue para Jesús y lo será para todos nosotros.
- «Se quedó en el desierto cuarenta días» El desierto será el escenario por el que transcurrirá la vida de Jesús. Este lugar inhóspito y nada acogedor es símbolo de pruebas y dificultades. El mejor lugar para aprender a vivir de lo esencial, pero también el más peligroso para quien queda abandonado a sus propias fuerzas.
- «Tentado por Satanás» Satanás significa «el adversario, el divisor, la fuerza hostil a Dios y a quienes trabajan por su reinado. En la tentación se descubre qué hay en nosotros de verdad o de mentira, de luz o de tinieblas, de fidelidad a Dios o de complicidad con la injusticia. A lo largo de su vida, Jesús se mantendrá vigilante para descubrir a «Satanás» en las circunstancias más inesperadas.
- «Vivía entre alimañas y los ángeles le servían» Las fieras, lo seres más violentos de la tierra, evocan los peligros que amenazarán a Jesús. Los ángeles, los seres más buenos de la creación, sugieren la cercanía de Dios, que lo bendice, cuida y sostiene.
El Evangelio nos enseña que sólo unidos a quien todo lo puede, experimentaremos un modo nuevo de vivir, sano y gozoso, porque nuestro triunfo, será el triunfo del Señor en nosotros.
PARA LA VIDA
Érase una vez un rey que tenía una hija muy hermosa. Tenía muchos pretendientes, pero la joven quería encontrar el hombre que la amara más que a cualquier cosa. Para encontrar el esposo perfecto, el rey ideó un test que tenían que superar todos sus pretendientes. El rey mandó publicar un edicto por todo el país anunciando una carrera en la que podrían participar todos los ciudadanos, ricos y pobres, sólo se exigía una condición, que amaran a la princesa más que a nada en el mundo.
El que llegara primero se casaría con la princesa que estaría esperándole en la meta. El día señalado para la carrera todos los jóvenes del reino acudieron a la línea de salida, todos preparados para recorrer muchos kilómetros. Antes de comenzar la carrera se hizo el siguiente anuncio. El rey es muy rico y para que nadie corra en vano ha mandado esparcir a lo largo del recorrido gran parte de sus riquezas: joyas, perlas, bolsas de oro, sables...Cada participante podía detenerse a coger lo que quisiera.
La carrera comenzó e inmediatamente los jóvenes, seducidos por las riquezas, empezaron a llenarse los bolsillos y se olvidaron de la princesa y de su profesión de amor. Todos menos uno que ignorando todas esas baratijas, sin detenerse, corrió hacia la meta y allí recibió el premio de la carrera, la hija del rey. La tentación fue un simple test, mostró lo que había en cada corazón. ¿Qué hay en el nuestro?