25° Domingo del Tiempo Ordinario, 22 de Septiembre 2013, Ciclo C

San Lucas  16, 1 - 13
 
      
No Podéis Servir a dos Señores

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  1. La Riqueza: nosotros creemos ingenuamente que nos servimos del dinero. Jesús nos habla de que servimos al dinero. Pensamos que somos dueños de nuestro dinero y no vemos que es el dinero es el que nos somete y resulta ser nuestro dueño y señor. Creemos poseer las cosas y no nos damos cuenta que ellas son las nos poseen. El dueño de todo solo es Dios, que es nuestro Padre creador.
  2. El Administrador: el buen administrador es el que obra según la voluntad de Dios. El único modo de ser buenos administradores es un cambio radical, para devolver a su función los bienes. Hay que centrar todo sobre la construcción de la comunidad, de la familia de Dios y utilizar los bienes que nos presta para ayudar a los demás, para hacer posible que todos tengan acceso a la vida.
  3. La Fidelidad: qué hermoso es cuando somos testigos que las grandes cosas provienen de las pequeñas. Cuán grande es a veces un pequeño gesto. Una mínima palabra amorosa expresada en nuestros labios produce mucha más paz en quien la da y quien la recibe que todo un gran discurso.        
REFLEXIÓN 
   Una de las probables tentaciones al leer el Evangelio de hoy, es el pensar que todo su contenido va dirigido a otros. Nosotros no estamos envueltos en esos negocios sucios de los que leemos continuamente en los periódicos de cada día. Los listos, los nuevos ricos, los que han podido jugar con el dinero de los demás, los que se han enriquecido con el dinero de los demás, los que buscan tener dinero por el dinero. 
   Jesús los llama en el Evangelio de hoy "Los Hijos de las Tinieblas", aquellos que disfrazan lo ilícito de  “cierta legalidad”. La Parábola de hoy nos enseña a no dilapidar lo que se nos da gratis, y a usarlo para gloria de Dios, para el servicio a los demás, para la construcción de su Reino. 
   Todo lo demás es añadidura. Solo así, lo que llamamos nuestras posesiones, nuestros bienes, se transforman de la vileza, de lo mundano, de bienes terrenales, a ser instrumentos, que por la solidaridad con los pobres de la tierra, ayudan a la salvación. Ellos nos antecederán en el Reino de los Cielos, luego nosotros, si ayudamos a los más necesitados, por medio de los bienes y riquezas que Dios nos presta. Bella manera de extender a los demás, lo que viene de Él y pasa por nuestras manos.                
PARA LA VIDA
   John Wesley en su primer año de profesor de la Universidad de Oxford ganaba 30 Libras, un buen sueldo en el año 1700. Para vivir necesitaba 28 Libras, las dos que le sobraban las daba a los pobres. Su sueldo aumentaba cada año, pero sus gastos seguían siendo los mismos, 28 Libras. Así cuando ganaba 60, daba 32. 
   Cuando le subieron el sueldo a 90, daba 62. Cuando ganó 120, 90 eran para los necesitados. Cuando llegó a ganar 1.400, se desprendió de 1.372. Hizo esto durante toda su vida. Esto me impresionó. 
   He aquí un hombre que vivía su fe. "solamente se administran bien las riquezas, cuando estas son puestas al servicio de la perfección y del bien de los hermanos. Y así es. Al final de la vida, nada de ello, por muy alta que sea esta riqueza, se puede equiparar al bien de la Vida, que se nos da como regalo de Eternidad a todos los que confían y esperan en Dios, con humildad.

24° Domingo del Tiempo Ordinario, 15 de Septiembre 2013, Ciclo C

San Lucas  15, 1 - 10
 
 
La Misericordia Infinita de Dios


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  1. La Oveja Perdida: Es la experiencia del que se siente “perdido” y al que Dios no deja nunca de buscar. Es la experiencia del que “vuelve a casa” arrepentido y recibe un abrazo acogedor. Cuando nos acercamos al sacramento de la Reconciliación contamos con la garantía del perdón y de la misericordia de Dios, que ve el arrepentimiento sincero en nuestro corazón.
  2. El Pecador: El pecador ha de saber que siempre será bien acogido por Dios. Jesús, que come con los pecadores y les ofrece su compañía en la mesa y quiere hacerles sentir hasta qué punto se interesa Dios por en brazos a sus hijos. Nos quiere también impulsar a la conversión; quiere mostrar que Dios no es duro, que no repudia, que no rechaza. Que sus atributos más divinos son su misericordia y su perdón.
  3. La Misericordia: Jesús quiere abrir así nuestro corazón a la misericordia de Dios, no sólo de una manera pasiva, es decir, haciéndonos disponibles para acoger esta misericordia, sino también de una manera activa, a saber: practicando también nosotros mismos la misma misericordia y el amor en unión con Dios.        
REFLEXIÓN 
   La Palabra del Evangelio nos invita a revisar nuestro corazón. ¿No somos muchas veces como los fariseos que se incomodaban porque Jesús acogía a los pecadores? Pensando que somos justos, en muchas ocasiones despreciamos a quienes Dios tiene preparada una misericordia inmensa. Nuestras Eucaristías deben ser momentos de gran alegría: El Padre Bueno recibe, abraza, levanta y envía a quienes buscamos su misericordia perdonadora. 
   Nosotros nos conformamos, si se nos pierde algo pequeño.  Si a un vendedor de frutas se le cae un mango, y es difícil recuperarlo, lo abandona. Un financista podrá sobrellevar la pérdida del uno por ciento, pero no la pérdida del 99%. Pero el reino de Dios es un lugar donde las reglas normales de negocios no se aplican, y que refleja la naturaleza radical del amor de Dios.                
PARA LA VIDA
   El único sobreviviente de un naufragio llegó a la playa de una diminuta y deshabitada isla. El oró fervientemente a Dios pidiéndole ser rescatado, y cada día escudriñaba el horizonte buscando ayuda, pero no parecía llegar. Cansado, finalmente optó por construirse una cabaña de madera para
protegerse de los elementos y almacenar sus pocas pertenencias. Un día, tras merodear por la isla en busca de alimento, regresó a casa para encontrar su cabañita envuelta en llamas, con el humo ascendiendo hasta el cielo. 
   Lo peor había ocurrido... lo había perdido todo. Quedó anonadado con tristeza y rabia. "Dios: cómo me pudiste hacer esto a mí!" se lamentó. Temprano al día siguiente, sin embargo, fue despertado por el sonido de un barco que se acercaba a la isla. Había venido a rescatarlo. ¿Cómo supieron que estaba aquí?, preguntó el cansado hombre a sus salvadores. "Vimos su señal de humo", contestaron ellos. Es fácil descorazonarse cuando las cosas marchan mal. Pero no debemos desanimarnos, porque Dios trabaja en nuestras vidas, aún en medio del dolor, la incertidumbre y el sufrimiento. Él nos rescata…¡Ten fe! Dios está contigo y te ayudará a salir adelante.

23° Domingo del Tiempo Ordinario, 8 de Septiembre 2013, Ciclo C

San Lucas 13, 22 - 30
 
Jesús, nuestra mayor riqueza”
 

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  1. El Discípulo: “Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser mi discípulo”. Si uno vive evitando problemas y conflictos, si no sabe asumir riesgos y penalidades, si no está dispuesto a soportar sufrimientos por el reino de Dios y su justicia, no puede ser discípulo de Jesús. No se puede ser cristiano de cualquier manera. No hemos de confundir la vida cristiana con formas de vivir que desfiguran y vacían de contenido el seguimiento humilde y responsable a Jesús.
  2.  La Cruz: llevar la cruz tras él no es una llamada a sufrir simplemente, sino a sufrir en comunión con él, es decir, a «llevar la cruz» no de cualquier manera, sino «tras él», desde la misma actitud y con el mismo espíritu. Quien vive así la cruz, unido a Cristo y desde una actitud de confianza total en Dios, aprende a vivir el sufrimiento de una manera más humana. Con él, se hace más llevadera la cruz.
  3.  Lo Importante: en el caso de Jesús es seguirlo y ser su discípulo. Lo demás es relativo: familia o riqueza, prosperidad o salud, placer o fama. Jesús debe estar en primer lugar en nuestras vidas. Seguir a Jesús no es cuestión de un entusiasmo pasajero, de una súbita emoción, de una conversión superficial. Jesús nos invita a reflexionar, a calcular los gastos, a aceptar el riesgo, a mantenernos firmes.

 REFLEXIÓN

El Evangelio que propone Jesús es una manera de «construir» la vida. Un proyecto ambicioso, capaz de transformar nuestra existencia. Por eso no es posible terminar viviendo de manera evangélica sin detenerse a reflexionar sobre las decisiones oportunas a tomar en cada momento. También es claro el segundo ejemplo. Nadie se enfrenta de manera inconsciente a un adversario que le viene a atacar con un ejército mucho más poderoso, sin reflexionar previamente si aquel combate terminará en victoria o será un suicidio. Seguir a Jesús es enfrentarse contra los adversarios del reino de Dios y su justicia. No es posible luchar a favor del reino de Dios de cualquier manera. Se necesita lucidez, responsabilidad y decisión. Necesitamos «Sentarnos» para pensar con qué fuerzas hemos de construir el reino de Dios en la sociedad moderna. De lo contrario nuestra evangelización será una «torre inacabada».

PARA LA VIDA


Érase una vez una mujer que caminando por las montañas encontró una piedra preciosa en un riachuelo. Al día siguiente se encontró con un viajero hambriento. Nuestra mujer abrió su bolsa para compartir la comida. El viajero que vio la piedra preciosa, lleno de avaricia, se la pidió y ella se la dio sin más. El viajero siguió su camino feliz, sabía que esa piedra preciosa tenía mucho valor y le iba a proporcionar mucho dinero. Unos pocos días después, el viajero volvió y le devolvió la piedra a la mujer. He estado pensando y vengo a devolverle su piedra y espero me dé algo mucho mejor. Deme lo que usted lleva dentro y le da el poder de desprenderse, sin más, de esta piedra preciosa. ¿Verdad que esta historia viene a cuento con el evangelio de hoy? Sí, hay algo más precioso y más valioso que las joyas o las cadenas de oro que se pueden comprar en una joyería.

22° Domingo del Tiempo Ordinario, 1° de Septiembre 2013, Ciclo C

San Lucas  14, 1 . 7 - 14
       


Dichoso de ti, porque Dios te pagará

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  1. Los Invitados:  los pobres, lisiados, cojos y ciegos». Dios ama a todos, sin excluir a nadie, pero en su corazón de Padre, ocupan un lugar preferente los que no tienen sitio entre los hombres. Es muy importante mirar la vida desde los pobres. Hay que «invitar a nuestro banquete al pobre que no nos podrá pagar». Hay que buscar el bien de quien sufre aunque no sea rentable para nuestro bienestar egoísta. Esto es lo que salva y libera al ser humano
  2. El Banquete: en la Eucaristía, Jesús nos enseña a elegir el puesto de los “servidores”. El Señor está pensando en otro banquete de más trascendencia, el banquete de las bodas eternas. Allí cada uno tendrá su puesto, cada uno gozará de su propia dignidad. Entonces no valdrán los empujones ni las zancadillas para colocarse en los primeros puestos, no servirán las mentiras ni las apariencias. Entonces cada uno ocupará el puesto que realmente le corresponde, el suyo propio, ese que sólo Dios conoce. En el banquete del Señor, todos tenemos puesto. Distinto quizá de los que nosotros asignamos a los demás, o nos escogemos para nosotros mismos. 
  3. La Humildadla verdadera humildad depende de nuestra actitud y el reconocimiento de que Dios es el dador de todo lo bueno que somos. Tenemos que hacer lo mejor que podemos, no para estar sobre los demás, sino para desarrollar nuestros dones. Nuestra meta no debe ser vencer a los demás, sino usar lo bueno que tenemos para dignificar al hermano, al que más sufre.

    REFLEXIÓN
       Jesús actúa con libertad incluso cuando es vigilado, y enseña con una parábola a partir de lo que ve a su alrededor. Jesús no hace teoría, sino que reflexiona a partir de unos hechos, para enseñar a los que le rodean, para mostrarles lo que verdaderamente agrada a Dios. En un primer momento habla a quien es invitado a una boda, para después hablar al anfitrión. Al invitado, Jesús le pide humildad; al anfitrión le pide esperar la recompensa del Padre. 
       Ante ambos, Dios se muestra como modelo que invita a no discriminar a las personas. El invita a todos a participar del banquete preparado. “Serás feliz. Pues ellos (los pobres) no te pueden pagar, pero tú tendrás tu recompensa el día en que los justos resuciten”. Quizá podríamos interpretarla así: “Dichoso el que da sin esperar nada a cambio” ó “Dichoso el que espera la recompensa de la vida eterna”.
    UN ASIENTO DE PRIMERA
       En un vuelo de British Airways, una señora blanca y rica se encontró sentada junto a un hombre negro. Ésta llamó a la azafata para exponerle sus quejas y su disgusto. “Me han sentado junto a este negro y no puedo viajar así. Búsqueme otro asiento”. “Cálmese señora”, le dijo la azafata, “el avión está lleno, pero miraré a ver si queda algún asiento libre”. 
        Minutos más tarde, la azafata sonriente volvió con la buena noticia. “Señora, sólo queda un asiento en primera clase”. “Hacer un cambio de asiento es algo extraordinario, pero dadas las circunstancias, el capitán ha concluido que sería una grave desconsideración hacia el pasajero tener que volar junto a una persona tan desagradable”. Y dirigiéndose hacia el hombre negro le dijo: “Señor, recoja sus cosas y sígame, tengo un asiento preparado para usted en primera clase”. El resto de los pasajeros respondió con una fuerte ovación.

    21° Domingo del Tiempo Ordinario, 25 de Agosto 2013, Ciclo C

    San Lucas  13, 22 - 33
          
    Esforzaos en entrar por la Puerta Estrecha

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    1. La Puerta Estrecha:  el camino del mal es ancho. Pero sólo al principio. Al avanzar se les hace estrecho y muy amargo. El camino de los justos en cambio es estrecho al comienzo, cuando se emprende, pero después se transforma en una vía espaciosa, porque en ella se encuentra esperanza, alegría y paz en el corazón. .
    2. La Vida: es regalo pero es tarea. Ser humano es una dignidad pero es también un trabajo. No hay crecimiento sin desprendimiento; no hay libertad sin sacrificio; no hay vida sin renuncia. Uno de los errores más colosales de la sociedad permisiva es confundir la «felicidad» con la «facilidad». La advertencia de Jesús guarda toda su urgencia también en nuestros días. Sin renuncia no se gana ni esta vida, y mucho menos la eterna. 
    3. El Amorquien piensa con Dios, piensa bien; y quien habla con Dios, habla bien, tiene criterios de juicio válidos para todas las cosas del mundo, se hace sabio, prudente y, al mismo tiempo, bueno; también se hace fuerte y valiente, con la fuerza de Dios, que resiste al mal y promueve el bien en el mundo. Su fe es confiada, pero no ciega. Pone su confianza en la Palabra, para decir "hágase en mí según tu palabra".
     
      REFLEXIÓN
         La página del evangelio de hoy nos presenta dos grandes imágenes que sólo esperan ser interpretadas a la luz del contexto que las envuelve. Por una parte, está la imagen de la puerta estrecha, por la que hemos de esforzarnos en pasar, si queremos entrar; por otra, está la imagen del gran cortejo que se forma desde todas las partes de la tierra hacia aquella ciudad bendita en la que tiene lugar el banquete del Reino de Dios. 
         Con la primera imagen, Jesús no intenta ofrecernos una respuesta directa a los que le han preguntado si «son pocos los que se salvan»; se limita a invitarnos a la lucha, al compromiso, a la resistencia.  La segunda imagen nos pone ante una gran peregrinación en la que pueden participar todos los que, aunque no tengan vínculos de sangre con Abrahán, han heredado el don de la fe. Esta liturgia de la Palabra nos pone ante dos grandes verdades, ambas relacionadas con Dios y su proyecto de salvación.
      EL BARRO

         Un inglés, Hillaire Belloc, miembro del parlamento desde 1906-1910, fue abucheado por la gente durante la campaña electoral por ser católico. Belloc les respondió: “Señores, yo soy católico. Voy a misa todos los días si me es posible. Y esto que tengo en las manos es un rosario y me arrodillo para rezarlo. Si ustedes me rechazan por mi religión, agradezco a Dios que me haya ahorrado la indignidad de ser su representante”. 
         La multitud asombrada respondió con aplausos. Belloc puso a Dios en primer lugar. Thomas Moro, canciller de Inglaterra, dimitió el día en que el parlamento aprobó una ley por la cual todo el clero tenía que reconocer a Enrique VIII como cabeza de la Iglesia. Thomas Moro se negó y fue decapitado en 1535. Sus últimas palabras fueron: “Buen servidor del Rey, pero de Dios primero”. Esta valentía para proclamar a Dios frente a los enemigos es la puerta estrecha de la salvación.