San Lucas 16, 1 - 13
- La Riqueza: nosotros creemos ingenuamente que nos servimos del dinero. Jesús nos habla de que servimos al dinero. Pensamos que somos dueños de nuestro dinero y no vemos que es el dinero es el que nos somete y resulta ser nuestro dueño y señor. Creemos poseer las cosas y no nos damos cuenta que ellas son las nos poseen. El dueño de todo solo es Dios, que es nuestro Padre creador.
- El Administrador: el buen administrador es el que obra según la voluntad de Dios. El único modo de ser buenos administradores es un cambio radical, para devolver a su función los bienes. Hay que centrar todo sobre la construcción de la comunidad, de la familia de Dios y utilizar los bienes que nos presta para ayudar a los demás, para hacer posible que todos tengan acceso a la vida.
- La Fidelidad: qué hermoso es cuando somos testigos que las grandes cosas provienen de las pequeñas. Cuán grande es a veces un pequeño gesto. Una mínima palabra amorosa expresada en nuestros labios produce mucha más paz en quien la da y quien la recibe que todo un gran discurso.
REFLEXIÓN
Una de las probables tentaciones al leer el Evangelio de hoy, es el pensar que todo su contenido va dirigido a otros. Nosotros no estamos envueltos en esos negocios sucios de los que leemos continuamente en los periódicos de cada día. Los listos, los nuevos ricos, los que han podido jugar con el dinero de los demás, los que se han enriquecido con el dinero de los demás, los que buscan tener dinero por el dinero.
Jesús los llama en el Evangelio de hoy "Los Hijos de las Tinieblas", aquellos que disfrazan lo ilícito de “cierta legalidad”. La Parábola de hoy nos enseña a no dilapidar lo que se nos da gratis, y a usarlo para gloria de Dios, para el servicio a los demás, para la construcción de su Reino.
Todo lo demás es añadidura. Solo así, lo que llamamos nuestras posesiones, nuestros bienes, se transforman de la vileza, de lo mundano, de bienes terrenales, a ser instrumentos, que por la solidaridad con los pobres de la tierra, ayudan a la salvación. Ellos nos antecederán en el Reino de los Cielos, luego nosotros, si ayudamos a los más necesitados, por medio de los bienes y riquezas que Dios nos presta. Bella manera de extender a los demás, lo que viene de Él y pasa por nuestras manos.
PARA LA VIDA
John Wesley en su primer año de profesor de la Universidad de Oxford ganaba 30 Libras, un buen sueldo en el año 1700. Para vivir necesitaba 28 Libras, las dos que le sobraban las daba a los pobres. Su sueldo aumentaba cada año, pero sus gastos seguían siendo los mismos, 28 Libras. Así cuando ganaba 60, daba 32.
Cuando le subieron el sueldo a 90, daba 62. Cuando ganó 120, 90 eran para los necesitados. Cuando llegó a ganar 1.400, se desprendió de 1.372. Hizo esto durante toda su vida. Esto me impresionó.
He aquí un hombre que vivía su fe. "solamente se administran bien las riquezas, cuando estas son puestas al servicio de la perfección y del bien de los hermanos. Y así es. Al final de la vida, nada de ello, por muy alta que sea esta riqueza, se puede equiparar al bien de la Vida, que se nos da como regalo de Eternidad a todos los que confían y esperan en Dios, con humildad.