34° Domingo del tiempo Ordinario, Solemnidad Cristo Rey, 20 de Noviembre de 2011

San Mateo 25, 31-46

¡Tú reinarás, oh Rey Bendito, en nuestro corazón!
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( Cristo Rey
)

  1. Jesucristo es El Rey: su reinado no se basa en el poder sino en la entrega de su vida por nosotros. Jesucristo es Rey desde el servicio a los pobres y deshe­redados de este mundo. Jesucristo se deja encontrar en los que pasan hambre y sed, en los emigrantes, en los que carecen de casa y vestido, en los enfermos, en los encarcelados, en EL anciano, en el obrero en su taller.
  2. La Misericordia: El Señor es buen Pastor con todos y Juez misericordioso con los que le han reconocido y amado en los humildes, pues lo que a ellos hicisteis, ‘a mí me lo hicisteis’ “tuve hambre…tuve sed…estuve enfermo…”. Jesucristo es Rey del universo, porque su única ‘Misión’ es el amor universal.
  3. El Juicio Divino: En la hora del juicio, Cristo nos preguntará cuánto hemos amado al pobre, al que pasa hambre y sed, al emigrante, al marginado, al preso, al enfermo, al anciano. “Ellos revelan más de cerca el rostro de Dios”. No nos preguntará cuánto nos han conmovido, sino si les hemos prestado ayuda eficaz, si hemos sido capaces de reconocerle y socorrerle en los humildes. Ese día, sólo nos juzgará en el amor…
REFLEXIÓN

La solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, hace énfasis en:

  • Reino de la verdad y la vida, donde no tiene cabida la mentira, la manipu­lación, la censura del bien y la bondad; donde la vida es defendida y protegida como el don más grande del amor de Dios.
  • Reino de la santidad y la gracia, que nos asemeja a Dios y nos llama a alcanzar la perfección de nosotros mismos, porque es siendo santo como el hombre logra realizar el misterio de su propia humanidad.
  • Reino de la justicia, el amor y la paz, como valores que crean fraternidad y solidaridad entre los hombres y los pueblos.

Este es el Reino de Cristo que hoy celebramos, Reino que Él inauguró desde el trono de la Cruz y nos lo confió a nosotros, sus discípulos, para que lo extendiésemos por el mundo con nuestra palabra y nuestro testimonio, con nuestra fidelidad al Evangelio manifestada en todos los ámbitos y momentos de nuestra vida. Para eso celebramos la Eucaristía: aquí encontramos Gracia y fuerza para que el Reinado de Cristo se haga realidad en nosotros y por medio nuestro se abra paso en el mundo, hasta que Dios lo sea todo en todos.


HISTORIA

Una vez un rey que quiso compartir sus bienes con todos sus súbditos, los reunió en el patio de armas. Allí, cada uno podría coger lo que quisiera. Llegó el día y en el gran patio estaban expuestas todas las riquezas del rey: Joyas, relojes, alfombras, muebles, coches… En medio del patio, en un gran trono el rey examinaba a sus súbditos. En sus ojos brillaba la avaricia al admirar aquel enorme mercadillo gratis.

Una anciana se acercó al trono del rey y le preguntó: ¿Es verdad, majestad, que puedo elegir lo que quiera de lo que aquí veo? "Sí, puede elegir lo que usted quiera", le contestó el rey. "Entonces, yo elijo al rey", dijo la anciana. "Por haber elegido al rey, todo lo mío es también suyo". La ancianita, sabia y nada ambiciosa, eligió lo mejor, el rey, el dueño de las cosas, el señor del reino y entró a formar parte de la familia del Rey.

33° Domingo del tiempo Ordinario, 13 de Noviembre de 2011

San Mateo 25, 14-30
“Talento que no se da muere y uno con él
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( Los Talentos
)

  1. Los Talentos: hay de todo en nuestras asambleas cristianas, y todos tienen una posibilidad u otra: desde el abogado o el político prestigioso que se ha de plantear cómo coloca su trabajo al servicio de los más queridos por Dios (los pobres), hasta el anciano que quizá su gran aporte sea la oración, el testimonio de vida y el ejemplo a los que tiene a su alrededor. Todo esto son talentos. Cuáles son los tuyos?.
  2. El Administrador: Jesús nos pide que seamos administradores en su Reino. Que dediquemos la vida a hacer que sea realidad: lo que Jesús ama, lo que Jesús valora, lo que Jesús quiere. Por eso el pan y el vino de la celebración eucarística, símbolo de todo lo que somos y tenemos, se vuelven importantes para Dios y para nosotros. En este día, el Señor quiere decir a cada uno: “Siervo bueno y fiel... yo te confiaré mucho más. Ven a participar de mi alegría”. Esos talentos que Dios nos dio, los hacemos dar fruto?, o los escondemos y anulamos para que no crezcan?.
  3. La Confianza: es la iniciativa generosa del Señor para con nosotros según nuestras capacidades. Somos administradores de ‘sus’ bienes, los ‘bienes del Espíritu’; que son ante todo, el don precioso de la vida, el don de la fe que recibimos en el bautismo; el don de su Palabra en la Sagrada Escritura y proclamada cada domingo en la liturgia, los Sacramentos que el Señor pone a nuestra disposición para que sean nuestro alimento y nuestra fuerza mientras dura nuestra peregrinación por este mundo. En fin, los talentos recibidos cada día en tu vida..
REFLEXIÓN

Hay que trabajar los dones recibidos; no malgastarlos -ninguno de los tres siervos lo hace- sino multiplicar sus frutos. Cuando vuelva El Señor nos pedirá lo producido con los dones que nos había encomendado. No importa cuánto les dio, sino la diligencia que han empleado para administrar lo poco o lo mucho que recibieron.Sólo se tiene aquello que se da:

Moneda que está en la mano

quizá la puedas guardar;

la moneda del alma

la pierdes si no la das”


PARA NUESTRA VIDA

Érase un árbol muy viejo que parecía haber sido tocado por el dedo de Dios porque siempre estaba lleno de frutos. Sus ramas, a pesar de sus muchos años, nunca se cansaban de dar frutos y era la delicia de todos los viajeros que por allí pasaban y se alimentaban de sus frutos. Un día, un comerciante compró el terreno en que estaba el árbol y edificó una valla a su alrededor. Los viajeros le dijeron al nuevo dueño que les dejara alimentarse de los frutos del árbol como siempre lo habían hecho. "Es mi árbol, es mi fruta. Yo lo compré con mi dinero", les contestó. A los pocos días sucedió algo sorprendente. El árbol murió. ¿Qué causó esa muerte repentina? Cuando se deja de dar, se deja también de producir frutos y la muerte aparece inevitablemente. El árbol empezó a morir el día en que la valla empezó a subir. La valla fue la tierra que enterró el árbol.

32° Domingo del tiempo Ordinario, 6 de Noviembre de 2011

San Mateo 25, 1-13

Las vírgenes necias...
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( Vigilantes
)

1. La Vida: ¿Si hoy fuera el último día de mi vida, querría hacer lo que estoy a punto de hacer hoy día? y..., cada vez que la respuesta fuera un "no", por muchos días consecutivos, sabría que necesito cambiar algo. Todos vamos a morir tarde o temprano, y es urgente recargar nuestros corazones con el fuego de Dios para que cuando venga, estemos listos para él.

2. Vigilar y Orar: Nadie sabe ni el día ni la hora. El discípulo debe permanecer vigilante tal y como vigila un hombre para que el ladrón no robe su casa. Debe velar como vela en el cumplimiento de sus deberes un administrador fiel en ausencia de su señor, o como vela una doncella que se provee de suficiente aceite para su lámpara en caso que tarde en llegar el esposo. ¿Trabajamos como la hormiga o pasamos la vida como la cigarra?

3. La Esperanza: se sostiene con la lámpara de la fe encendida y nutrida por el aceite de las obras de la caridad. No dejes pasar este día para convertirte más al Amor. No dejes todo para "¡mañana!", "¡mañana, mañana!". ¡Hoy es el día favorable! ¡Hoy es día de misericordia! y..., cada día te la debes ganar, trabajando como la hormiga. Sí, Dios te ha prometido la salvación aquí y ahora pero debes ganártela.

REFLEXIÓN

"Yo dormía, pero mi corazón velaba"

El texto de hoy nos sitúa a los creyentes en un camino lleno de esperanza que nos permitirá encontrarnos cara a cara con el novio que viene a visitarnos; las doncellas del evangelio, sabían que el novio llegaría en cualquier momento y aunque había en su corazón alegría por tal acontecimiento, cinco de ellas fueron previsivas y las cinco restantes fueron necias, su previsión fue pobre.

Las primeras empuñando la antorcha de la fe que ilumina siempre la vida del creyente, esperaron con gozo al dueño de la fiesta; y tomando en sus manos la antorcha de la esperanza, aguardaron a Aquel que alimenta con su Espíritu la lámpara de su existencia. Estas cinco doncellas teniendo entre sus manos las lámparas de su corazón encendido con el aceite del amor y sin sueño y en absoluta vigilancia recibieron al novio, quien traía a sus vidas su presencia resucitada, traía consigo vida, en síntesis, les traía salvación.

PARA LA VIDA

Un día, paseaba un hombre por la ciudad y vio una enorme construcción y, curioso, preguntó a uno de los trabajadores: ¿qué estáis haciendo aquí? El trabajador le contestó: yo estoy poniendo ladrillos, eso es todo. Siguió caminando y preguntó a otro trabajador: ¿y usted qué está haciendo aquí? Este le contestó: yo estoy ganando el pan de mis hijos.

Se encontró con otro trabajador, le hizo la misma pregunta y obtuvo la siguiente respuesta: yo estoy haciendo una catedral.

Los dos primeros trabajadores viven el tiempo del reloj, duermen.

El tercero, su corazón está en vela, vive el tiempo interior, tiempo religioso, tiempo de la gracia, de la conexión con Dios y con los hermanos. Este pone ladrillos como el primero, gana el pan de sus hijos como el segundo, pero es consciente de lo que hace y para quien lo hace: para Dios.

31° Domingo del tiempo Ordinario, 30 de Octubre de 2011

San Mateo 23, 1-12

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( Coherencia
)

  1. El Servicio: la verdadera grandeza en el reino de Dios se mira por la capacidad de servir a los demás como Cristo mismo hizo, y nos mandó seguir su ejemplo."El primero entre vosotros será vuestro servidor, pues el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido". El servicio enaltece.
  2. Decir y Hacer: la coherencia debe ser la nota dominante de un cristiano; hacer y cumplir lo que Dios nos pide, amarlo a Él sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos; sabiendo que el que quiera ser el primero debe ponerse al servicio de los demás. Ojalá nuestra única medalla sean unas manos gastadas sirviendo a los demás y un corazón grande de tanto amar a nuestro prójimo. Sólo desde el testimonio personal y no sólo desde nuestras palabras podremos ser testigos del Reino de Dios.
  3. Las Ambiciones: Es muy difícil frenar las ambiciones del hombre. Todos, de una forma u otra, llevamos dentro el deseo innato de ser más, de tener más. En lugar de soñar con grandezas, en lugar de querer ser más de lo que se es, nos aconseja el salmista acallar y moderar los propios deseos, ser como un niño en brazos de su madre. Ser ambiciosos en el amor a Dios y a nuestros hermanos los hombres. Y no serlo para nada más.
  4. Hipocresia y Orgullo: el divorcio entre fe y vida, entre el creer y el actuar, entre el decir y el hacer, es hoy día una forma corriente de hipocresía. La Iglesia es de todos y la hemos de hacer entre todos. Laicos, religiosos y sacerdotes, hombres y mujeres, todos formamos un único Pueblo de Dios.

REFLEXIÓN

Coherencia de Vida

El Señor nos reclama coherencia. Nos da a todos la oportunidad de reconsiderar nuestra actitud ante el poder, el privilegio, el honor. Nosotros somos o seremos “padres”, “maestros” o “sacerdotes” y lo que se nos pide es no olvidar que estamos llamados a ser compasivos, humildes y misericordiosos y a servirnos unos a otros en el amor. La Eucaristía que celebramos nos recuerda que nuestro Jesús dio su vida en servicio por nosotros.

PARA LA VIDA


Un hombre sencillo, un pastor, por su fidelidad y su devoción a su rey fue elegido como primer ministro del reino. Los otros ministros, ofendidos y llenos de envidia, le declararon la guerra. Que un hombre sin apellidos famosos y sin títulos nobles hubiera sido honrado con semejante cargo les parecía una infamia. Espiaron su vida para poder acusarlo y eliminarlo, pero no encontraron nada. Alguien descubrió que una vez a la semana se encerraba con llave en una habitación durante una hora. Los ministros se lo comunicaron al rey y le dijeron que sospechaban que allí almacenaba las riquezas que robaba. El rey no les creyó, pero les permitió entrar en esa habitación secreta. Sólo encontraron unos zapatos viejos y ropa vieja. Lo llevaron ante el rey y éste le preguntó qué significaban esos zapatos y esa ropa vieja?. “Yo llevaba estos zapatos y esta ropa cuando era pastor. Me las pongo una vez a la semana para no olvidarme de lo que fui y cuan indigno soy de la confianza que su majestad ha depositado en mí”, contestó el primer ministro y pastor.