- El Servicio: la verdadera grandeza en el reino de Dios se mira por la capacidad de servir a los demás como Cristo mismo hizo, y nos mandó seguir su ejemplo."El primero entre vosotros será vuestro servidor, pues el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido". El servicio enaltece.
- Decir y Hacer: la coherencia debe ser la nota dominante de un cristiano; hacer y cumplir lo que Dios nos pide, amarlo a Él sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos; sabiendo que el que quiera ser el primero debe ponerse al servicio de los demás. Ojalá nuestra única medalla sean unas manos gastadas sirviendo a los demás y un corazón grande de tanto amar a nuestro prójimo. Sólo desde el testimonio personal y no sólo desde nuestras palabras podremos ser testigos del Reino de Dios.
- Las Ambiciones: Es muy difícil frenar las ambiciones del hombre. Todos, de una forma u otra, llevamos dentro el deseo innato de ser más, de tener más. En lugar de soñar con grandezas, en lugar de querer ser más de lo que se es, nos aconseja el salmista acallar y moderar los propios deseos, ser como un niño en brazos de su madre. Ser ambiciosos en el amor a Dios y a nuestros hermanos los hombres. Y no serlo para nada más.
- Hipocresia y Orgullo: el divorcio entre fe y vida, entre el creer y el actuar, entre el decir y el hacer, es hoy día una forma corriente de hipocresía. La Iglesia es de todos y la hemos de hacer entre todos. Laicos, religiosos y sacerdotes, hombres y mujeres, todos formamos un único Pueblo de Dios.
“Coherencia de Vida”
El Señor nos reclama coherencia. Nos da a todos la oportunidad de reconsiderar nuestra actitud ante el poder, el privilegio, el honor. Nosotros somos o seremos “padres”, “maestros” o “sacerdotes” y lo que se nos pide es no olvidar que estamos llamados a ser compasivos, humildes y misericordiosos y a servirnos unos a otros en el amor. La Eucaristía que celebramos nos recuerda que nuestro Jesús dio su vida en servicio por nosotros.
PARA LA VIDA
Un hombre sencillo, un pastor, por su fidelidad y su devoción a su rey fue elegido como primer ministro del reino. Los otros ministros, ofendidos y llenos de envidia, le declararon la guerra. Que un hombre sin apellidos famosos y sin títulos nobles hubiera sido honrado con semejante cargo les parecía una infamia. Espiaron su vida para poder acusarlo y eliminarlo, pero no encontraron nada. Alguien descubrió que una vez a la semana se encerraba con llave en una habitación durante una hora. Los ministros se lo comunicaron al rey y le dijeron que sospechaban que allí almacenaba las riquezas que robaba. El rey no les creyó, pero les permitió entrar en esa habitación secreta. Sólo encontraron unos zapatos viejos y ropa vieja. Lo llevaron ante el rey y éste le preguntó qué significaban esos zapatos y esa ropa vieja?. “Yo llevaba estos zapatos y esta ropa cuando era pastor. Me las pongo una vez a la semana para no olvidarme de lo que fui y cuan indigno soy de la confianza que su majestad ha depositado en mí”, contestó el primer ministro y pastor.