32° Domingo del tiempo Ordinario, 6 de Noviembre de 2011

San Mateo 25, 1-13

Las vírgenes necias...
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( Vigilantes
)

1. La Vida: ¿Si hoy fuera el último día de mi vida, querría hacer lo que estoy a punto de hacer hoy día? y..., cada vez que la respuesta fuera un "no", por muchos días consecutivos, sabría que necesito cambiar algo. Todos vamos a morir tarde o temprano, y es urgente recargar nuestros corazones con el fuego de Dios para que cuando venga, estemos listos para él.

2. Vigilar y Orar: Nadie sabe ni el día ni la hora. El discípulo debe permanecer vigilante tal y como vigila un hombre para que el ladrón no robe su casa. Debe velar como vela en el cumplimiento de sus deberes un administrador fiel en ausencia de su señor, o como vela una doncella que se provee de suficiente aceite para su lámpara en caso que tarde en llegar el esposo. ¿Trabajamos como la hormiga o pasamos la vida como la cigarra?

3. La Esperanza: se sostiene con la lámpara de la fe encendida y nutrida por el aceite de las obras de la caridad. No dejes pasar este día para convertirte más al Amor. No dejes todo para "¡mañana!", "¡mañana, mañana!". ¡Hoy es el día favorable! ¡Hoy es día de misericordia! y..., cada día te la debes ganar, trabajando como la hormiga. Sí, Dios te ha prometido la salvación aquí y ahora pero debes ganártela.

REFLEXIÓN

"Yo dormía, pero mi corazón velaba"

El texto de hoy nos sitúa a los creyentes en un camino lleno de esperanza que nos permitirá encontrarnos cara a cara con el novio que viene a visitarnos; las doncellas del evangelio, sabían que el novio llegaría en cualquier momento y aunque había en su corazón alegría por tal acontecimiento, cinco de ellas fueron previsivas y las cinco restantes fueron necias, su previsión fue pobre.

Las primeras empuñando la antorcha de la fe que ilumina siempre la vida del creyente, esperaron con gozo al dueño de la fiesta; y tomando en sus manos la antorcha de la esperanza, aguardaron a Aquel que alimenta con su Espíritu la lámpara de su existencia. Estas cinco doncellas teniendo entre sus manos las lámparas de su corazón encendido con el aceite del amor y sin sueño y en absoluta vigilancia recibieron al novio, quien traía a sus vidas su presencia resucitada, traía consigo vida, en síntesis, les traía salvación.

PARA LA VIDA

Un día, paseaba un hombre por la ciudad y vio una enorme construcción y, curioso, preguntó a uno de los trabajadores: ¿qué estáis haciendo aquí? El trabajador le contestó: yo estoy poniendo ladrillos, eso es todo. Siguió caminando y preguntó a otro trabajador: ¿y usted qué está haciendo aquí? Este le contestó: yo estoy ganando el pan de mis hijos.

Se encontró con otro trabajador, le hizo la misma pregunta y obtuvo la siguiente respuesta: yo estoy haciendo una catedral.

Los dos primeros trabajadores viven el tiempo del reloj, duermen.

El tercero, su corazón está en vela, vive el tiempo interior, tiempo religioso, tiempo de la gracia, de la conexión con Dios y con los hermanos. Este pone ladrillos como el primero, gana el pan de sus hijos como el segundo, pero es consciente de lo que hace y para quien lo hace: para Dios.