San Lucas 16, 1-13
” No Podéis Servir a Dios y al Dinero”
Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.
1.-A Quién Servimos? "No podéis servir a Dios y al dinero". Los bienes de este mundo pueden considerarse como una bendición de Dios, pero suponen también un grave peligro en la medida en que nos esclavizan y nos hacen "materialistas", con el consiguiente olvido de Dios y de todo lo espiritual.
2.-Los Pobres: son los dispensadores de los bienes que esperamos, son los porteros del Reino de los cielos, para abrir la entrada a los misericordiosos y cerrarla a los despiadados. Son los pobres vehementísimos acusadores, pero intercesores muy poderosos y favorables.
3.-El Dinero: el dinero es necesario en este mundo, pero no podemos, no debemos estar apegados a él, sino emplearlo honestamente, caritativamente. De tal modo utilicemos las cosas temporales para que no perdamos las eternas. con el dinero injusto, lo que podría sugerir que el dinero y los bienes materiales deben ser un instrumento para una buena comunicación con los demás hombres para que no se conviertan a la larga en instrumento de nuestra condenación.
4.-Administrar saber administrar los bienes materiales es el negocio pequeño del hombre, es lo que nadie puede eludir, es lo menos importante. El problema se complica porque, al fin y al cabo, los bienes materiales no son nuestra propiedad privada absoluta, sino que son algo ajeno que debemos administrar. si uno administra mal lo propio, en todo caso sólo se perjudicaría a sí mismo; pero los bienes materiales son patrimonio de toda la humanidad, o si se prefiere, del mismo Dios que hace salir el sol sobre buenos y malos.
La vida se nos da no para malgastarla. Alguien, con cierta razón, ha llegado a decir que nuestra vida es un cheque que Dios pone en nuestras manos para que pongamos la cantidad que necesitemos. Pero ¿qué ocurre? No siempre la administramos bien.
Jesús avisa a los discípulos de que la apuesta obsesiva por el “dios dinero” no es el camino más seguro para encontrar valores duraderos, generadores de vida plena y de felicidad. Es preciso, les sugiere, que comprendamos en qué debemos apostar.
REFLEXIÓN
La liturgia nos sugiere, hoy, una reflexión sobre el lugar que el dinero y los otros bienes materiales deben ocupar en nuestra vida. De acuerdo con la Palabra de Dios que se nos propone, los discípulos de Jesús deben evitar que la ganancia o el deseo inmoderado de lucro manipulen sus vidas y condicionen sus opciones; en contrapartida, son invitados a buscar los valores del “Reino”.
En la primera lectura, el profeta Amós denuncia a los comerciantes sin escrúpulos, preocupados por ampliar siempre más sus riquezas, pensando únicamente en explotar la miseria y el sufrimiento de los pobres. Amós avisa: Dios no está del lado de quien, a causa de su obsesión por el lucro, esclaviza a los hermanos. La explotación y la injusticia no son admisibles a los ojos de Dios.
En la segunda lectura, el autor de la primera carta a Timoteo invita a los creyentes a hacer de su diálogo con Dios una oración universal, donde quepan las preocupaciones y las angustias de todos nuestros hermanos, sin excepción. El tema no se une, directamente, con la cuestión de la riqueza (que es el tema fundamental de la liturgia de este domingo), pero la invitación a no quedarse cerrado en sí mismo y a preocuparse por los dolores y las esperanzas de los hermanos, nos sitúa en el mismo campo: el discípulo está invitado a salir de su egoísmo para asumir los valores duraderos del amor, del compartir, de la fraternidad.
El Evangelio presenta la parábola del administrador astuto. En ella, Jesús ofrece a los discípulos el ejemplo de un hombre que comprendió que los bienes de este mundo eran caducos y precarios, utilizándolos para asegurarse valores más duraderos y consistentes. Jesús avisa a sus discípulos para que hagan lo mismo.
Este evangelio invita a tomar conciencia de que todo lo que tenemos es prestado y algún día debemos devolverlo; hasta el último soplo de vida. Con el pasar de los años, la salud, las posesiones, el poder, la fama, el dinero, la vida misma se irán esfumando. Poco a poco tendremos que dejar todo lo acumulado y nos quedaremos con lo que hayamos entregado generosamente. Nuestra vida no debe estar centrada en el dinero. En sufrir porque no tenemos el dinero suficiente para vivir dignamente. En sufrir y desgastarnos más de la cuenta con el fin de ganar el dinero requerido para el consumo que exige el estatus social, o en sufrir para cuidar el dinero que ya tenemos y hacerlo producir más. Hay personas que se la pasan todo el tiempo quejándose por lo que no tienen y olvidan disfrutar de las cosas bellas que tienen. Sin embargo, hay también quienes con todo el dinero no son felices.
PARA LA VIDA
Oración
Padre y Madre Dios, te damos gracias por todas las cosas bellas que compartimos a diario.
Por el aire que respiramos, el agua que consumimos, por las personas que amamos y nos aman.
Por el trabajo, el descanso, los espacios para la oración y reflexión. Por tu Palabra que nos interpela, nos cuestiona, nos anima y nos llena de esperanza.
Por la vida que tenemos entre manos en medio de amenazas, pero también con tantas posibilidades para hacerla cada día más bella, digna y feliz.
Te damos gracias porque hoy abres nuestros ojos ante la necesidad real del recurso económico, así como ante el peligro que él encarna.
Ayúdanos a mantenernos siempre libres para vivir a plenitud como auténticos seres humanos.
No permitas que caigamos en la tentación de la injusticia, el egoísmo, la insolidaridad.
No permitas que caigamos en el pesimismo, en la pereza, en la mediocridad, en la desesperanza; en pensar que hemos nacido para ser pobres, miserables e infelices.
No permitas que caigamos en la tentación de acumular miserablemente una fortuna que represente miseria para los demás.
No permitas que caigamos en un consumismo banal que genere desequilibrio para nuestra vida.
Ayúdanos a ser equilibrados en el trabajo, en el consumo, en el ahorro, en el descanso, en el compartir con los más necesitados.
Inunda nuestros corazones de energía y de ganas de vivir.
Danos la sabiduría descubrir las oportunidades que nos ofrece la vida, aún en medio de las más duras amenazas y dificultades.
Te abrimos todo nuestro ser para que nos llenes de tu amor y vivamos felices, llenos de alegría, de generosidad, de compasión y de ganas de servir.
Amén.