San Mateo 13, 44 - 46
Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.
1.-El Tesoro Escondido: se trata de buscar, caminar, trabajar. La actitud de la búsqueda es la condición esencial para encontrar; es necesario que el corazón queme desde el deseo de alcanzar el bien precioso, es decir el Reino de Dios que se hace presente en la persona de Jesús. Es Él el tesoro escondido. Él es el descubrimiento fundamental, que puede dar un giro decisivo a nuestra vida, llenándola de significado.
2.-La Perla Preciosa: la valoración del valor inestimable del tesoro, lleva a una decisión que implica también sacrificio, desapegos y renuncias. Cuando el tesoro y la perla son descubiertos, es decir cuando hemos encontrado al Señor, es necesario no dejar estéril este descubrimiento, sino sacrificar por ello cualquier otra cosa. No se trata de despreciar el resto, sino de subordinarlo a Jesús, poniéndole a Él en el primer lugar. La gracia en el primer lugar.
3.- La Red de Pesca: se subraya que, como en el trigo y la cizaña, todos los peces son capturados en la misma red y al mismo tiempo. En la comunidad convocada por Jesús hay peces buenos y malos. Pero hay que ser pacientes: esperar el momento del juicio. Hasta entonces el Reino se abre camino en un mundo donde conviven el bien y el mal. Es la alegría de cada uno de nosotros cuando descubrimos la cercanía y la presencia consoladora de Jesús en nuestra vida. Una presencia que transforma el corazón y nos abre a la necesidad y a la acogida de los hermanos, especialmente de aquellos más débiles. El Reino es una oportunidad que nadie ha de dejar pasar. Hay que arriesgar.
REFLEXIÓN
Parábola del tesoro escondido. Todo se sacrifica a fin de conseguirlo. Nada supera a la Sabiduría que procede de Dios. San Pablo nos inculca el plan de Dios sobre nosotros que no es otro que el amor que Dios nos tiene y quiere que reproduzcamos en nosotros la imagen de su Hijo bien amado para compartir su gloria. Sólo así es posible entrar en el Reino de Dios y aquí en la tierra. Esto nos prepara, a su vez, para la santidad de vida y para la liberación y santificación consumada en la eternidad.
La primera lectura nos habla acerca del discernimiento, Salomón es en la historia de la salvación un símbolo típico de la exaltación de la sabiduría como actitud religiosa, como don gratuito y como responsabilidad bienhechora entre los hombres.
La segunda lectura nos propone que la sabiduría salvífica de Dios ha culminado su revelación en Cristo. Y nos ofrece el don de descubrir en Él la Sabiduría divina que nos ilumina y santifica. Su Corazón es el diseño perfecto que nos ha trazado el Padre.
En el Evangelio, la genuina sabiduría evangélica consiste en la apertura humilde y decidida a la gracia divina y a los dones salvíficos que el Padre nos ofrece amorosamente en Cristo y que transforman nuestras vidas. «Este tesoro en el cual están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia (Col 2,3), es el Verbo de Dios que parece escondido en la carne de Cristo, o bien las sagradas Escrituras en las que está guardado el conocimiento del Salvador.
Cuando alguien lo descubre en ellas, debe despreciar todas las ganancias de este mundo para poder poseer a aquel a quien ha encontrado. Lo que sigue: el hombre que lo encuentra, lo vuelve a esconder, no significa que lo hace por maldad sino por temor y como no quiere perder ese bien, esconde en su corazón el tesoro que ha preferido a sus antiguas riquezas».
PARA LA VIDA
El rico industrial del Norte se horrorizó cuando vio a un pescador del Sur tranquilamente recostado contra su barca y fumando una pipa.- « ¿Por qué no has salido a pescar?», le preguntó el industrial.- «Porque ya he pescado bastante por hoy», respondió el pescador.- «¿Y por qué no pescas más de lo que necesitas?», insistió el industrial.- «¿Y qué iba a hacer con ello?», preguntó a su vez el pescador.- «Ganarías más dinero», fue la respuesta.- «De ese modo podrías poner un motor a tu barca.
Entonces podrías ir a aguas más profundas y pescar más peces. Entonces ganarías lo suficiente para comprarte unas redes de nylon, con las que obtendrías más peces y más dinero. Pronto ganarías para tener dos barcas... y hasta una verdadera flota. Entonces serías rico, como yo». - « ¿Y qué haría entonces?», preguntó de nuevo el pescador. - «Podrías sentarte y disfrutar de la vida», respondió el industrial. - « ¿Y qué crees que estoy haciendo en este preciso momento?», respondió el satisfecho pescador.
Es lo que le pasa al pescador del cuento de hoy, que vive feliz en las cosas sencillas de las que disfruta sin hacer caso del capitalista consumidor que le ofrece más y más cosas materiales para ser feliz y al final llegar a lo mismo. Y es que hoy y siempre el ser humano busca ser feliz, llenar de respuestas sus preguntas existenciales, encontrar algo que colme sus vidas, dar sentido a su existencia. Ésos son el tesoro y la perla que buscan y buscamos todos, pero no siempre los encontramos en medio de esta sociedad nuestra que nos atiborra de cosas para hacernos olvidar que estamos llamados a ser felices de otra manera, en las cosas más sencillas de la vida.