San Mateo 10, 37 - 42
Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.
1.-El Seguimiento: si decidimos seguirle, debe ser con todas las consecuencias. La persona de Cristo debe ser para el cristiano el centro y el valor absoluto de su vida. Lo demás debe quedar en segundo plano. Esto no quiere decir que no amemos o no nos preocupemos de nuestra familia, sino que sepamos priorizar. Estoy seguro de que el que ama a Jesucristo con todo su ser demuestra también su amor a los demás, comenzando por los suyos.
2.-El Amor: se demuestra con los hechos. Si estás dispuesto a perder tu vida por alguien, entonces sí que demuestras amor por él. Ese Alguien es Jesucristo. ¿Qué estás dispuesto a hacer por El? Curiosamente, el que pierde, encuentra. Consigue una vida mucho más plena. Pero amar a Jesús es amar a los hermanos. El movimiento se demuestra andando y el amor a Dios entregándose por el prójimo, especialmente el más necesitado. El que recibe a alguien en su casa, el que da un vaso de agua al sediento, acoge al que está solo, "pierde su tiempo" por los demás, no quedará sin recompensa.
3.-Tomar la Cruz: es asumir la que cada uno lleva. No hace falta crearse otras cruces, basta con saber llevar la que uno tiene: la cruz de tu timidez, la cruz de tus dolencias, la cruz de tu fracaso, la cruz de tu cansancio, la cruz de tu ceguera, la cruz de tus defectos. ¿Cómo llevas tu cruz? No se trata de resignarse, se trata de llevarla con entereza y siendo solidario con el hermano. Una vez que hayas asumido tu cruz, estás en condiciones de ayudar a los demás a llevar la suya. La cruz no es signo de muerte, es signo de amor y de vida. De la cruz de Jesucristo surgió la vida para todos, el triunfo definitivo sobre la muerte. Llevar la propia cruz y ayudar a llevarla al hermano es un signo de amor, y amar es dar vida.
REFLEXIÓN
En las lecturas de este Domingo, se nos viene a decir que el amor cristiano, la misericordia, el seguimiento de Cristo y las buenas obras van siempre de la mano. Donde hay amor, hay misericordia, buen obrar y, a Cristo, se le sigue de verdad. Sin amor, por el contario, no es posible la misericordia ni las buenas obras con mérito para la vida eterna y tampoco se dice sí a la llamada a seguir a Jesús. Si Dios es misericordia, es perdón y obra siempre bien, lo es porque es amor.
- En la primera lectura, un relato, en el que se nos hablaba de una de las catorce obras de misericordia. En concreto, la de dar posada al peregrino. Es realizada esta obra por una mujer sunamita (de un pueblo llamado Sunam) y su marido, y consistió en acoger en su casa con toda generosidad al profeta Eliseo, el hombre de Dios. Esta acogida fue recompensada por Dios dándole un hijo, que más tarde murió. También fue recompensada por el profeta, que en agradecimiento devolvió a la vida al hijo de esta mujer misericordiosa.
- En la segunda lectura a los Romanos 6,3-4.8-11: nos dice que quienes Por el bautismo fuimos sepultados con Él en la muerte para que andemos en una vida nueva. La vocación cristiana es, por su propia naturaleza, vocación de santidad cristiforme; ruptura total con el pecado y nueva existencia en Cristo.
- El Evangelio de este Domingo presenta diversas frases pronunciadas por Jesús, que se recogen en el llamado discurso apostólico, capítulo 10 del evangelio de San Mateo. Nos habla fundamentalmente de las renuncias propias de cualquier discípulo de Jesús y de cómo ha de ser la acogida que se da a sus discípulos. Para ser discípulo de Jesús, o lo que es lo mismo, para ser digno de Él, hay que amarle con un amor de entrega total, lo cual exige renunciar, hasta a la propia familia, y llevar la cruz de cada día: si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Muchas veces, sin embargo, nuestro modo humano de ver las cosas nos hace llevar una vida cristiana lejos de lo que el Señor quiere para nosotros.
PARA LA VIDA
Siento no saber tu apellido, pero tú tampoco sabes el mío. Estás en la misa de 12 todos los domingos. Te escribo para pedirte un favor. No conozco muy bien al sacerdote, pero me siento muy unida a ti. No sé cómo aprendiste mi nombre, pero cada domingo me sonríes y me llamas por mi nombre e intercambiamos unas palabras sobre el tiempo, mi sombrero y mi falta de puntualidad en alguna ocasión.
Quiero agradecerte el tiempo que me dedicas, tus sonrisas, tu amabilidad y tu cercanía. Ahora una petición. Harry, me estoy muriendo. Mi marido murió hace 16 años y mis hijos están lejos. Es muy importante para mí que cuando me lleven a la iglesia por última vez estés ahí, a la entrada. No me parecería bien que no me dijeras: Hola, Gret. Qué alegría verte. Si estás ahí, Harry, estoy segura de que tu cálida acogida será doblemente cálida en mi nueva casa en el cielo. Con amor y gratitud.
La Palabra de Dios es un canto a la hospitalidad. La hospitalidad que recibe el profeta Eliseo. Y la bendición del profeta: "para esta fecha el próximo año acariciarás un hijo". Todos bienvenidos a nuestra área de descanso en este domingo. ¿Alguien por primera vez?