16° Domingo del Tiempo Ordinario, 19 de Julio 2020, Ciclo A

San Mateo 13, 24-43

"Dejadlos Crecer Juntos Hasta la Siega"


Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M. 

1.-La Cizaña: desde que nacemos tenemos la cizaña ya metida en el alma y, aunque en el bautismo se nos perdone la culpa y la pena de nuestra fragilidad original, la inclinación al pecado, la cizaña, nos va a acompañar mientras vivamos. ¿Qué hacer? Confiar en la misericordia de Dios y en su perdón. E intentar juzgar a los demás con amor y misericordia. 
2.-El Trigo Bueno: Dios es el sembrador del buen trigo. La buena semilla son los hijos del reino». Debemos esforzarnos por ser trigo bueno y sembrar trigo bueno continuamente, eliminando todo lo que pueda causar daño. Ser «buena semilla» y «sembrar buena semilla» en el campo de la historia es una gran dignidad y un ideal supremo que hace que la vida cristiana, sea humana, sea bella y responsable; da serenidad y entusiasmo, da consuelo y descanso, especialmente en los momentos más difíciles y en las decisiones más importantes.
3.-El Grano de Mostaza: crece y se desarrolla, hasta convertirse en un árbol frondoso y hospitalario. El grano de mostaza representa el paso de lo pequeño a lo grande. El reino de Dios no es como el “cedro del Líbano” o como “las altas montañas” sino como la pequeñez de un grano de mostaza. 
4.-La Levadura: tiene fuerza para fermentar la masa. En Nazaret, Jesús ha visto cómo su madre y las vecinas salen al patio al amanecer para elaborar la masa del pan con un trozo de levadura. Él ha olido el pan recién horneado, debido a la solicitud de las mujeres. La misericordiosa paciencia de Dios sabe esperar, deja crecer, deja hacer. Lo sabía el padre del hijo pródigo que oteaba cada día desde la azotea la posible y la deseada vuelta del hijo. La omnipotencia de Dios se muestra en que espera y perdona.

REFLEXIÓN 

   En el campo del mundo como en el interior de la Iglesia todos andamos mezclados, los buenos y lo malos. A veces los buenos terminan siendo malos y los malos se hacen buenos. Nada hay decidido hasta el final. En nuestro mismo interior se alternan sentimientos buenos y malos, por eso unas veces obramos el bien y otras nos deslizamos por la pendiente del mal. Lo importante es mantener siempre bien orientada la nave en medio de las tempestades de la vida.
  • En la primera lectura, dos enseñanzas deducimos de la lectura. Una lección de bondad, de amor para con todos los hombres y otra de esperanza: el hombre no puede pretender por sí mismo ser impecable, pero le conforta el pensamiento de que Dios perdona a los que se arrepienten de corazón.
  • En la segunda lecturael Espíritu intercede por nosotros con gemidos inenarrablesPor la obra redentora de Cristo el Padre nos da su propio Espíritu, capaz de superar en nosotros el mal y transformarnos en hijos suyos.
  • En el Evangelio nos recuerda que el trigo y la cizaña deben crecer hasta la siega. Porque es eterno y paciente, Dios tolera el mal en los seres libres, hasta el día de su juicio en que dará a cada uno una eternidad según sus obras. 
   De ahí que el Señor no habla de otra semilla, sino que la llama cizaña, pues, ésta a primera vista, se asemeja al trigo. Seguidamente explica cómo procede el diablo en su asechanza: «mientras sus hombres dormían». No es pequeño el peligro que aquí amenaza a los superiores, a quienes está encomendada la guarda del campo; y no sólo a los superiores, sino también a los súbditos. Mientras el hombre vive en este mundo, sometido a la tentación y al pecado, siempre hay lugar al arrepentimiento, en todo momento, hasta el último, podemos convertirnos y volver a Dios.

 PARA LA VIDA 

   Cierto día, caminando por la playa reparé en un hombre que se agachaba a cada momento, recogía algo de la arena y lo lanzaba al mar. Hacía lo mismo una y otra vez. Tan pronto como me aproximé me di cuenta de que lo que el hombre agarraba eran estrellas de mar que las olas depositaban en arena, y una a una las arrojaba de nuevo al mar. Intrigado, le interrogué sobre lo que estaba haciendo, a lo cual respondió: “Estoy lanzando estas estrellas de mar nuevamente al océano, como ves, la marea está baja y estas estrellas han quedado en la orilla. Si no las arrojo al mar morirán aquí por falta de agua“. “Entiendo“, le dije, “pero hay miles de estrellas de mar sobre la playa. 
   No puedes lanzarlas a todas. Son demasiadas. Y quizá no te des cuenta de que esto sucede probablemente en cientos de playas a lo largo de la costa“. “¿No estás haciendo algo que no tiene sentido?“. El nativo sonrió, se inclinó y tomó una estrella, y mientras la lanzaba de vuelta al mar me respondió: “¡Para ésta, si lo tuvo!
   Existe la cizaña, es verdad, y mucha en nuestro mundo. Pero fijémonos mejor en el trigo que crece, que es mucho más. Hay más bien que mal, hay más personas buenas que malas. La cizaña será asfixiada por el mismo trigo, por el bien que hay en nosotros. Ya lo decía san Pablo: venced al mal, a fuerza de bien. Contra el mal, el bien; contra el odio, el perdón; contra el egoísmo, el amor; contra la guerra, la paz; contra la injusticia, la solidaridad; contra el individualismo, la fraternidad; contra la falta de sentido, la fe.