2° Domingo de Adviento, Solemnidad de la Inmaculada Concepción, 8 de Diciembre 2013, Ciclo A


San Mateo  24, 37 - 14
   
 Ave María, Purísima 

Descargar  Homilia del Padre Rector
no se grabó
  1. Alegría: la alegría sólo puede nacer de la confianza en Dios. No estamos huérfanos. Vivimos invocando cada día a un Dios Padre que nos acompaña, nos defiende y busca siempre el bien de todo ser humano: que sea feliz.
  2. El Miedo:  muchos miedos brotan del pecado. Son los miedos que nos paralizan a los seguidores de Jesús. Miedo al mundo moderno y a la secularización. Miedo a un futuro incierto. Miedo a nuestra debilidad, a la conversión al Evangelio. El miedo nos está haciendo mucho daño. Nos impide caminar hacia el futuro con esperanza. 
  3. La Felicidad: nuesta felicidad será más sincera si lleva consigo el compromiso de vivir creando en nuestro entorno un clima más humano, empezando por las cosas más bien pequeñas, como no hacer a nadie la vida más difícil de lo que es, cuidar mejor el amor dentro del hogar, estar cerca de quien nos puede necesitar, etc. Todo ello brota si se tiene a Dios en el corazón como lo hizo María.
  4. El Adviento: Tiempo propicio para escuchar a Dios en el silencio del corazón; tiempo de espera gozosa y corazón vigilante como lo hizo María Santísima, que dispuso todo su ser para decir un SI total a Dios.“Este tiempo es decisivo para comprender el misterio central de la encarnación en la Navidad: Dios se hace hombre. Lo divino irrumpe en el interior de la humanidad».
REFLEXIÓN 
    Nos preocupamos mucho de que estos días no falte nada en nuestros hogares, pero a casi nadie le preocupa si allí falta Dios. Por otra parte, andamos tan llenos de cosas que no sabemos ya alegrarnos de la «cercanía de Dios». Y una vez más, estas fiestas pasarán sin que muchos hombres y mujeres hayan podido escuchar nada nuevo, vivo y gozoso en su corazón. 
   Y desarmarán pesebre y retirarán el árbol y las estrellas, sin que nada grande haya renacido en sus vidas. La Navidad no es una fiesta fácil. Sólo puede celebrarla desde dentro quien se atreve a creer que Dios puede volver a nacer entre nosotros, en nuestra vida diaria. Este nacimiento será pobre, frágil, débil como lo fue el de Belén. Pero puede ser un acontecimiento real. El verdadero regalo de Navidad es dejar nacer a Jesús. 
PARA LA VIDA
   Érase una mujer que fue expulsada del cielo. Al salir le dijeron que sería admitida de nuevo si traía el regalo más querido por Dios. Trajo gotas de sangre de un patriota que murió en la batalla. Trajo el dinero que una pobre viuda había dado a los pobres. Trajo una Biblia de un famoso predicador. Trajo el polvo de los zapatos de un famoso misionero. Trajo muchas reliquias de los santos. 
   Ninguno de esos regalos era el que más le agradaba a Dios. Un día vio a un niño que jugaba en una fuente. Un hombre a caballo se acercó para apagar su sed y al ver al niño recordó la inocencia y la alegría de su infancia.  Miró al agua y vio el reflejo de su cara arrugada y endurecida y toda su vida sucia y malvada pasó por su mente. 
   Lágrimas de arrepentimiento llenaron sus ojos y regaron sus mejillas. La mujer cogió una de esas lágrimas y la llevó al cielo y fue recibida con gran alegría por los ángeles y por Dios

1° Domingo de Adviento, 1 de Diciembre 2013, Ciclo A


San Mateo  24
 , 37 - 44 
      


 «Velad», «Estad alerta», «Vivid despiertos» 

Descargar  Homilia del Padre Rector

  1. Adviento: La palabra latina "ADVENTUS" significa “venida”. En el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Jesucristo. La liturgia de la Iglesia da el nombre de Adviento a las cuatro semanas que preceden a la Navidad, como una oportunidad para prepararnos en la esperanza y en el arrepentimiento para la llegada del Señor.
  2. Preparación:  Es importante saber hacer un alto en la vida para reflexionar acerca de nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios y con el prójimo. Todos los días, si abrimos el corazón a Dios, es Adviento. Él nos llama a estar atentos, como el agricultor con la semilla que nace. 
  3. Estar en Velaes vivir atentos a la realidad. Escuchar los gemidos de los que sufren. Como dos enamorados, están atentos el uno del otro y con el corazón latiendo de amor. Sin esta sensibilidad, no es posible caminar tras los pasos de Jesús. Velar con confianza, ante la certeza de quien viene. Sabemos de quien nos hemos fiado. Velar, viviendo “con dignidad” nos dice San Pablo. Nada de lujos, con sencillez y optando por lo esencial. Velar, dormidos o despiertos, porque el corazón que ama, no duerme esperando al amado. 
REFLEXIÓN 
   El Adviento es la gozosa expectación por la venida del Señor. Es un tiempo muy rico en la vida de la Iglesia que desea nos preparemos para el nacimiento de Jesús en Belén. Nos invita a comprender el amor de Dios que se decide a entrar en la historia humana de un modo tan humilde y misterioso. 
   Simultáneamente, el Adviento llama nuestra atención sobre la segunda venida de Cristo al final de los tiempos, cuando vendrá a juzgar a vivos y muertos. Aquí, “lo último” adquiere prioridad. Cristo que nace de María Virgen en la pequeñez de un recién nacido, vendrá al final de los tiempos en la majestad de su gloria para juzgarnos según nuestras obras. 
   Este primer domingo de Adviento subraya, sobre todo, la preparación de la segunda venida y nos invita a estar alertas y vigilar, porque no sabemos el día, ni la hora de la llegada. el profeta Isaías resume espléndidamente la actitud propia para este adviento: estamos invitados a salir al encuentro del Señor que nos instruye en sus caminos. 
   Vayamos a su encuentro, iluminados por la luz que irradia el amor de Dios en nosotros. 
¡VEN, SEÑOR, NO TARDES. VEN PRONTO SEÑOR¡

34° Domingo del Tiempo Ordinario, 24 de Noviembre 2013, Ciclo C


San Lucas  23
 , 35 - 43 
      


 VIVA CRISTO REY !!! 

Descargar  Homilia del Padre Rector

  1. Cristo Rey: Este Rey-Juez garantiza y administra una verdadera justicia a favor de los más necesitados. Cristo es la verdad y el sentido último de todas las cosas, principio y fin de la creación, alfa y omega, la luz que guía nuestros pasos. El reinado de Cristo está fundamentalmente, no en la fuerza ni en el poder, sino en la debilidad de la cruz y en la reconciliación. Su reinado es de humildad y servicio, un reinado de amor, de perdón, de paz y de misericordia.
  2. La Cruz:  «Si alguno viene detrás de mí... que cargue con su cruz y me siga». Para los seguidores de Jesús, reivindicar la Cruz es acercarse servicialmente a los crucificados; introducir justicia donde se abusa de los indefensos; reclamar compasión donde sólo hay indiferencia ante los que sufren. Esto nos traerá conflictos, rechazo y sufrimiento. Será nuestra manera humilde de cargar con la Cruz de Cristo. Abrazados a la cruz, el dolor pesa menos.
  3. El Reinoexige sacrificio y donación de uno mismo a los demás, en los cuales uno descubre el rostro de Jesús, en el que está hambriento, sediento, encarcelado, enfermo, moribundo, extranjero, refugiado, desnudo o marginado por la sociedad... Ellos son la llave de la entrada al Reino.  
REFLEXIÓN 
   En este último Domingo del año litúrgico, la Iglesia nos pone delante de los ojos, en el Evangelio de hoy, la figura del Crucificado, sobre el que hacen burla las autoridades, el pueblo y los soldados romanos y hasta los dos ladrones, probablemente revolucionarios zelotas, que sufrían el mismo suplicio. 
   En este Domingo, que quiere ser una recapitulación del mensaje cristiano, se nos vuelve a repetir la exhortación del viernes Santo: «Mirad el árbol de la cruz, en que estuvo clavada la salvación del mundo». Al mirar al Crucificado, deberíamos recordar instintivamente el dolor y la humillación de tantas víctimas desconocidas que, a lo largo de la historia, han sufrido, sufren y sufrirán olvidadas por casi todos. 
   Sería una burla besar al Crucificado, invocarlo o adorarlo como Rey, mientras seamos indiferentes e indolentes ante el sufrimiento de nuestro prójimo.
PARA LA VIDA
    Una vez un mendigo que estaba tendido al lado de la calle vio a lo lejos venir al rey con su corona y su capa. Pensó: "Le voy a pedir, él es un buen hombre, de seguro me dará algo". Cuando el rey pasó cerca, le dijo: “Majestad, ¿me podría, por favor, regalar una moneda?" (... aunque en su interior pensaba que él le iba a dar mucho). El rey le miró y le respondió: “¿Por qué no me das algo tú? ¿Acaso no soy yo tu rey?" El mendigo no sabía que responder y sólo atinó a balbucear: “¡Pero, Majestad...yo no tengo nada!". El rey contestó: “¡Algo debes tener!... ¡Busca!". 
   Entre asombro y enojo, el mendigo buscó en su morral y vio que tenía una naranja, un pedazo de pan y unos granos de arroz. Pensó que el pan y la naranja eran mucho para darlos, así que en medio de su enojo tomó unos granos de arroz y se los dio al rey. Complacido, él dijo: "¡Ves como sí tenías!". Y le dio 5 monedas de oro, una por cada grano de arroz. El mendigo dijo entonces: “Majestad... creo que por aquí tengo otras cosas...". Pero el rey lo miró a los ojos y, con dulzura, le dijo: “Solamente de lo que me has dado de corazón, te puedo yo dar".