San Mateo 24, 37 - 14
“ Ave María, Purísima ”
- Alegría: la alegría sólo puede nacer de la confianza en Dios. No estamos huérfanos. Vivimos invocando cada día a un Dios Padre que nos acompaña, nos defiende y busca siempre el bien de todo ser humano: que sea feliz.
- El Miedo: muchos miedos brotan del pecado. Son los miedos que nos paralizan a los seguidores de Jesús. Miedo al mundo moderno y a la secularización. Miedo a un futuro incierto. Miedo a nuestra debilidad, a la conversión al Evangelio. El miedo nos está haciendo mucho daño. Nos impide caminar hacia el futuro con esperanza.
- La Felicidad: nuesta felicidad será más sincera si lleva consigo el compromiso de vivir creando en nuestro entorno un clima más humano, empezando por las cosas más bien pequeñas, como no hacer a nadie la vida más difícil de lo que es, cuidar mejor el amor dentro del hogar, estar cerca de quien nos puede necesitar, etc. Todo ello brota si se tiene a Dios en el corazón como lo hizo María.
- El Adviento: Tiempo propicio para escuchar a Dios en el silencio del corazón; tiempo de espera gozosa y corazón vigilante como lo hizo María Santísima, que dispuso todo su ser para decir un SI total a Dios.“Este tiempo es decisivo para comprender el misterio central de la encarnación en la Navidad: Dios se hace hombre. Lo divino irrumpe en el interior de la humanidad».
REFLEXIÓN
Nos preocupamos mucho de que estos días no falte nada en nuestros hogares, pero a casi nadie le preocupa si allí falta Dios. Por otra parte, andamos tan llenos de cosas que no sabemos ya alegrarnos de la «cercanía de Dios». Y una vez más, estas fiestas pasarán sin que muchos hombres y mujeres hayan podido escuchar nada nuevo, vivo y gozoso en su corazón.
Y desarmarán pesebre y retirarán el árbol y las estrellas, sin que nada grande haya renacido en sus vidas. La Navidad no es una fiesta fácil. Sólo puede celebrarla desde dentro quien se atreve a creer que Dios puede volver a nacer entre nosotros, en nuestra vida diaria. Este nacimiento será pobre, frágil, débil como lo fue el de Belén. Pero puede ser un acontecimiento real. El verdadero regalo de Navidad es dejar nacer a Jesús.
PARA LA VIDA
Érase una mujer que fue expulsada del cielo. Al salir le dijeron que sería admitida de nuevo si traía el regalo más querido por Dios. Trajo gotas de sangre de un patriota que murió en la batalla. Trajo el dinero que una pobre viuda había dado a los pobres. Trajo una Biblia de un famoso predicador. Trajo el polvo de los zapatos de un famoso misionero. Trajo muchas reliquias de los santos.
Ninguno de esos regalos era el que más le agradaba a Dios. Un día vio a un niño que jugaba en una fuente. Un hombre a caballo se acercó para apagar su sed y al ver al niño recordó la inocencia y la alegría de su infancia. Miró al agua y vio el reflejo de su cara arrugada y endurecida y toda su vida sucia y malvada pasó por su mente.
Lágrimas de arrepentimiento llenaron sus ojos y regaron sus mejillas. La mujer cogió una de esas lágrimas y la llevó al cielo y fue recibida con gran alegría por los ángeles y por Dios