San Juan 10, 11-18
“Yo soy el Buen Pastor”
- El Pastor: da la vida por las ovejas; Jesús es el Buen Pastor porque nos conoce, nos ama, nos cuida, nos guía y siente lástima de los que andan como ovejas sin pastor. Él es el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, porque realmente ofrece su vida como sacrificio en el Altar de la Cruz, en rescate por todos. Gracias a su libre entrega ha reconciliado a la humanidad entera con su Padre, devolviendo la vida divina y eterna —perdida por el pecado— a quienes creen en Él (ver Jn 3,15).
- La Puerta: es la imagen de la libertad y de la confianza también: no se entra por las azoteas, por las ventanas, a hurtadillas, a escondidas. Sin puerta no hay entradas ni salidas, ni caminos ni proyectos. Jesús es la puerta por donde podemos entrar y salir para encontrar a Dios y para encontrar la vida. Quien esté fuera de esa puerta, quien pretenda construir un mundo al margen de Jesús lo puede hacer, pero no hay otro camino para encontrarse con el Dios de vida y con la verdad de nuestra existencia.
- El Llamado: Dios sigue llamando a los jóvenes. La Iglesia está necesitada de vocaciones religiosas, y muy necesitada de vocaciones para el sacerdocio. Hemos de pedir al Señor que sean abundantes las vocaciones para la vida consagrada, y que oiga nuestra oración y nos conceda muchas vocaciones sacerdotales para los seminarios.
- Llamados a la Santidad: en la última exhortación, el Santo Padre explica que ella consiste en la unión con Cristo y de la apertura al misterio de la gracia. Somos personas que tenemos que “hacer sentir la presencia cotidiana de Dios, la alegría, la esperanza y su perdón que nos reconcilia con él y con nosotros mismos.
Homilía Padre Rector Luis Guillermo Robayo M.
REFLEXIÓN
La admiración que la Palabra de Dios de este cuarto domingo de Pascua suscita en nosotros, se expresa en la figura del Buen Pastor que nos ha presentado el Evangelio. Jesús se identifica con el Buen Pastor, haciendo resaltar lo que esto significa por contraste con el pastor asalariado. ¿Cuáles son las notas o cualidades del Buen Pastor? Al pastor asalariado no le importan las ovejas, en cuanto ve el peligro las abandona y huye; en cambio el Buen Pastor las defiende del ataque de los lobos, hasta dar su vida por ellas.
Jesús aplica la comparación a sí mismo: la defensa que él hace de sus ovejas llega hasta dar la vida por ellas: “Yo doy mi vida por las ovejas”. Pero además, el buen pastor conoce a las ovejas y las ovejas conocen al pastor. Se trata de un conocimiento que es expresión de amor. Jesús nos conoce en tal grado y de tal manera que llega a decir “igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre”.
Nos conoce porque nos ama hasta el extremo de dar la vida. Con toda seguridad, él nos conoce y ama, pero ¿le conocemos nosotros a él?, ¿sabemos distinguir su voz de las de los asalariados, cuyo interés no son las ovejas sino su propia promoción? Este lenguaje del pastor y las ovejas, a lo mejor nos parece ya caduco, pero se trata sólo de una bella imagen que expresa una verdad fundamental: por nosotros, para librarnos de la perdición, del pecado y de la muerte, Cristo ha dado su vida.
El Buen Pastor no se conforma con velar por las ovejas que le han sido confiadas, no sólo atiende a las ovejas del propio rebaño, sino que se preocupa también de las que están fuera, de las ovejas “que no son de este redil: también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo Pastor”. Es que Cristo ha muerto por la salvación de todos; ha sido elevado sobre la cruz para atraer a todos hacia él. Su preocupación de Buen Pastor por todos los hombres se la encomendó a los apóstoles cuando les mandó ir por todo el mundo a hacer discípulos suyos a todas las gentes.
PARA LA VIDA
Cuentan que un pastor fue arrestado por haber robado una oveja. Él juraba que era inocente, que la oveja era suya y que hacía días que la echaba de menos. El caso fue llevado ante juez; éste perplejo, no sabía cómo resolver el caso. Finalmente decidió que trajeran la oveja a la sala y mandó al acusador que saliera de la sala y llamara a su oveja. La oveja no respondió a su voz, sólo levantaba la cabeza asustada. El juez mandó luego salir al acusado, y cuando éste comenzó a hacer su llamada habitual la oveja, esta saltó y corrió hacia la puerta. Estaba claro que la oveja conocía la voz de su dueño. Su oveja, dijo el juez, lo conoce. Con sabiduría salomónica declaró el caso cerrado.
¿Conocemos la voz de nuestro Pastor? ¿La distinguimos de las múltiples voces que solicitan nuestra atención? Jesús es el Buen Pastor y la puerta del redil, puerta para entrar y salir porque Jesús no nos ata, nos deja y nos quiere libres. Pensemos cada uno de nosotros si somos imagen del Buen Pastor, que conoce a cada una por su nombre, que las personaliza y las ama como únicas y dignas de ser amadas y cuidadas. Será el primer paso para hacerse interrogar a los jóvenes. Junto con la oración por las vocaciones y todas las iniciativas pastorales al respecto. Pero si no somos cercanos, si no nos dejamos conocer, si no les abrimos las puertas, de nada servirán todas las iniciativas que programemos, incluso aunque sean exitosas.