Domingo de Resurrección, 1 Abril 2018, Ciclo B


San Juan 20, 1 - 9

Jesús ha Resucitado, ¡Aleluya, Aleluya!

    Homilía Padre Rector Luis Guillermo Robayo M.

  1. La Resurrección: es la gran noticia de nuestra fe, pues nos hace tomar conciencia que nuestra fe en Aquel que murió en la cruz y que fue sepultado dando su vida por nosotros en la cruz, halla su máxima expresión en la resurrección. Es ahí donde nos  reconcilia con el Padre. Jesús que nos amó hasta el extremo, no se quedó en la oscuridad de la muerte, sino que RESUCITÓ!!!!. Está vivo y ha vencido a la muerte, y está junto a nosotros. En la resurrección del Señor, Dios ha pronunciado su última palabra de Victoria sobre la muerte y el pecado. 
  2. El Cristiano:  está llamado a resucitar con Cristo y a “buscar las cosas de arriba”. Él es una creatura nueva, lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado y su vida está escondida con Cristo en Dios.
  3. El Amor: Dios suscita en el corazón de los hombres anhelos de conversión, de bien, de transformación, y, con su Providencia Divina los conduce por caminos de salvación.
  4. Las Mujeres: las primeras mensajeras de la resurrección del Señor, incluso antes que los apóstoles. Por su feminidad la mujer tiene una particular sensibilidad religiosa y humana. Comprende más rápida e intuitivamente las verdades religiosas y las verdades humanas. Se inclina espontáneamente al valor religioso, a la protección de la vida humana, al cuidado de los más débiles. A ella se le encomendó anunciar el triunfo definitivo de Cristo sobre la muerte.
  5. María: reconoció a Jesús resucitado cuando escuchó pronunciar su nombre. Quizá muchos de nuestros fieles puedan descubrir a Cristo resucitado cuando experimenten su amor, cuando comprendan su pasado, su presente y su futuro a la luz de este amor. Cuando hagan la experiencia de Cristo resucitado en sus propias vidas. 
REFLEXIÓN

   ¡Cristo vive! Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe. Jesús, que murió en la cruz, ha resucitado. Ha triunfado de la muerte, del poder de las tinieblas, del dolor y de la angustia. El tiempo pascual es tiempo de alegría. De una alegría que no se limita a esa época del año litúrgico, sino que se instala en todo momento en el corazón de los cristianos, porque Jesús está vivo.

   La Resurrección de Cristo es la realidad central de la fe católica. La importancia de este milagro es tan grande, que los Apóstoles son, ante todo, testigos de la Resurrección. Anuncian que Cristo vive, y este es el núcleo de toda su predicación. Esto es lo que, después de veinte siglos, nosotros anunciamos al mundo: ¡Cristo vive! La Resurrección es el argumento supremo de la Divinidad de Nuestro Señor.

   Después de resucitar por su propia virtud, Jesús glorioso fue visto por los discípulos, que pudieron cerciorarse de que era Él mismo: pudieron hablar con Él, le vieron comer, comprobaron las heridas de los clavos y de la lanza. Los Apóstoles declaran que se manifestó con numerosas pruebas, y muchos de estos hombres murieron testificando esta verdad. Jesucristo vive. Y esto nos colma de alegría el corazón. Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe.

   Jesús, que murió en la cruz, ha resucitado, ha triunfado sobre el dolor y la muerte. En Él, encontramos todo. Fuera de Él, nuestra vida queda vacía.

   María de Magdalena fue a visitar el sepulcro de Jesús, al amanecer del primer día de la semana. Todas las apariciones de Jesús Resucitado ocurren en el día domingo. El día del Señor, fue el amanecer de la Nueva Creación en Jesucristo. En el Señor fue renovada la primera creación, que había caído bajo la corrupción del pecado. Por eso los cristianos santificaron desde el comienzo este día.
   El Señor ha resucitado de entre los muertos, como lo había dicho. Alegrémonos y regocijémonos todos, porque reina para siempre, aleluya! 

PARA LA VIDA
   Los niños de un colegio representaban la Pasión del Señor. Los padres del pequeño Mateo recogieron a su hijo al final de la obra y le dijeron que le habían dado el papel menos importante. Oh no, dijo el niño, yo he sido la piedra que deja salir a Jesús Resucitado. La piedra movida por el amor de Dios hace que Cristo resucite y siga viviendo en medio de nosotros. La piedra movida es la religión que nos invita a ponernos en múltiples movimientos solidarios. La Resurrección como acontecimiento no fue captada por ningún ojo humano. Fue experimentada no por los corazones de piedra sino por los corazones de carne. 

   Creer en el Resucitado es esperar que las horas alegres, las experiencias amargas, las "huellas" que hemos dejado en las personas y en las cosas, lo que hemos construido o hemos disfrutado generosamente, todo quedará transfigurado. Ya no conoceremos la amistad que termina, la fiesta que se acaba ni la despedida que entristece. Dios será todo en todos. Creer en el Resucitado es creer que un día escucharemos las palabras que proclama el libro del Apocalipsis: "Yo soy el origen y el final de todo. Al que tenga sed, yo le daré gratis del manantial del agua de la vida". Ya no habrá muerte ni habrá llanto, no habrá gritos ni fatigas porque todo eso habrá pasado. 

“Felices Pascuas de Resurrección”