12° Domingo del Tiempo Ordinario, 21 de Junio 2015, Ciclo B


San Marcos 4, 35 - 41 

"Y Aún no Tenéis Fe?"
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  1. Tempestad: en la lectura de este domingo se perciben dos escenas. Jesús va con sus discípulos en la barca y se queda dormido. Un fuerte huracán los ataca, en la angustia, los apóstoles lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?». En la segunda escena Jesús se levanta y calma la tempestad. « ¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?». Es un llamado de atención de Jesús: ¿dónde está la fe? Las tempestades de dolor, enfermedad, soledad, muerte ¿Por qué son tantos nuestros miedos para afrontar estos tiempos cruciales, y tan poca nuestra confianza en Jesús? todas estas tempestades que nos rodean muchas veces nos hacen buscar otros medios para solucionar las tormentas que nos envuelven y no nos permiten ver el amor de Dios porque si él está ahí nada nos pasa.
  2. Seguridad: la fe y la esperanza que en cada una de nuestras tempestades Jesús está ahí para darnos su mano y salvarnos cuando lo necesitamos. ¿Por qué buscamos seguridad en las cosas, en la vano y no nos aferramos a Jesús que nos quiere "pasar a la otra orilla", es decir a la fe, a la esperanza y seguridad de su mano tendida?. Solo se nos pide fe, aunque sea como el granito de mostaza. Una fe que nos libere de tanto miedo y cobardía, y nos comprometa a caminar tras las huellas de Jesús. La fe cristiana no es una receta mágica para combatir los miedos, es la confianza cierta que el Creador no abandona su criatura, es sabernos en las manos del Padre y predilectos de su amor incondicional y eterno. En cada tempestad o borrasca que nuble nuestra fe, sintamos la humilde presencia del Señor, y como los discípulos, digamos: “Sálvanos, Señor”

REFLEXIÓN 

   En la vida hay momentos de prueba para nuestra fe, similares a los de la tormenta en el lago para los discípulos. Cuando la tempestad nos azota despiadada, cuando la Iglesia de Cristo es perseguida, cuando nos visita insistentemente el dolor como a Job, cuando el mal parece triunfar y se oscurecen los valores y la virtud, cuando sufrimos injustamente, cuando la pobreza, la desgracia o la muerte hacen su presencia apabullante en nuestra vida; cuando, en una palabra, nos duele el silencio de Dios, entonces surge espontánea la queja en nuestros labios: Señor, ¿no te importa que nos hundamos? Nuestro grito es oración, está bien; pero si es desconfianza en la Providencia, duda y falta de fe, en definitiva tendremos que escuchar el correctivo de Jesús: 
¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe? 
   El miedo es mala compañía. Puede ser el miedo a lo desconocido o al mañana, el temor a cualquier enemigo o a una enfermedad, algo que venga a turbar de alguna manera nuestra serenidad impidiéndonos la realización de la felicidad.

PARA LA VIDA

  Todavía recuerdo lo segura de mi misma. Realmente me sentía orgullosa de mi capacidad para conducir mi automóvil de la misma manera que conducía mi  propia vida. Muchas veces tomé caminos largos, oscuros y otras veces tuve que cambiar un neumático bajo un sol abrasador o una lluvia torrencial. Hasta que un día te encontré en el camino.  Te pregunté a dónde ibas, y respondiste: "A donde vayas tú"

   Y así fueron pasando muchos y muchos kilómetros y yo todavía insistía en conducir y no hacía caso de tus ofrecimientos para que te dejara conducir a ti, y descansara, hasta el día en que destrocé el auto.
   Humillada y quebrantada, con el automóvil de mis sueños destrozado, por fin te entregué las llaves. Con una sonrisa de alivio, empezaste a hacer las reparaciones. En poco tiempo continuamos el viaje; ahora eras tú el conductor y yo la pasajera. Renunciar a llevar el timón había sido mucho más difícil de lo que esperaba. Ibas por caminos que no conocía, hubo momentos de desaliento me decías, tranquila, confía en mí. Y lo mejor es que cuando obligaba a mi alma a estar tranquila y confiar, encontraba fuerzas y un valor que ni sabía que tenía. 

“Tenías toda la razón del mundo. Jamás me arrepentiré de haber pasado la vida contigo al volante. Gracias Señor Jesús”

11° Domingo del Tiempo Ordinario, 14 de Junio 2015, Ciclo B


San Marcos 4, 26 - 34 

"La Palabra Semilla de Vida"
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  1. Sembrar: Jesús vuelve a exponer su mensaje a través de parábolas. Tanto es su amor que busca la manera que su palabra se acomode a su entender. Les anima a trabajar siempre con realismo, con paciencia, con confianza y fe. No es posible abrir caminos al Reino de Dios de cualquier manera. Se tienen que fijar en cómo trabaja él. Lo primero que han de saber es que su tarea es sembrar, no cosechar. No vivirán pendientes de los resultados. No les han de preocupar la eficacia ni el éxito inmediato. Su atención se centrará en sembrar bien el Evangelio, los colaboradores de Jesús han de ser sembradores. Nada más. La Iglesia debe recuperar el gesto humilde del sembrador, olvidar la lógica del cosechador que sale siempre a recoger frutos y entrar en la lógica paciente del que siembra un futuro mejor.
  2. Semilla: esta parábola,  resalta el contraste entre la espera paciente del sembrador y el crecimiento irresistible de la semilla. Mientras el sembrador duerme, la semilla va germinando y creciendo «ella sola», sin la intervención del agricultor y «sin que él sepa cómo». La palabra en cada uno de nosotros debe ser la semilla que Dios siembra,  es como sembrar algo tan pequeño e insignificante como "un grano de mostaza" que germina secretamente en el corazón de las personas. Por eso, el Evangelio sólo se puede sembrar con fe. En cada uno de nuestros corazones el terreno debe ser preparado y abonado, para acoger y entender la palabra que Dios nos comunica, la manera más viva de mostrar que hay dentro de nosotros un buen fruto, que crece para mi bien y el de mis hermanos creciendo en la fe.

REFLEXIÓN 

    El reino de Dios es algo muy humilde y sencillo en sus orígenes. Algo que puede pasar tan desapercibido como la semilla más pequeña, pero que está llamado a crecer y fructificar de manera insospechada. Quizás necesitamos aprender de nuevo a valorar las cosas pequeñas y los pequeños gestos. No nos sentimos llamados a ser héroes ni mártires, pero a todos se nos invita a vivir poniendo un poco de dignidad en cada rincón de nuestro pequeño mundo. 
   Un gesto amistoso al que vive desconcertado, una sonrisa acogedora a quien está solo, una señal de cercanía a quien comienza a desesperar, un rayo de pequeña alegría en un corazón agobiado... no son cosas grandes. Son pequeñas semillas del reino de Dios, que todos podemos sembrar en una sociedad complicada y triste, que ha olvidado el encanto de las cosas sencillas y buenas. Dios sigue sembrando en las personas inquietud, esperanza y deseos de una vida más digna.
PARA LA VIDA

   «Hubo una vez un emperador que convocó a todos los solteros del reino, pues era tiempo de buscar pareja a su hija. Todos los jóvenes asistieron, y el rey les dijo: “Os voy a dar una semilla diferente a cada uno de vosotros. Al cabo de seis meses deberéis traerme en una maceta la planta que haya crecido, y la más bella ganará la mano de mi hija, y por ende el reino”. Así se hizo. Había un joven que plantó su semilla, y en vano esperó a que la planta brotara. Mientras tanto, todos los demás jóvenes del reino no paraban de hablar y mostrar las hermosas plantas y flores que habían sembrado en sus macetas. 

   Cuando pasaron los seis meses, todos los jóvenes desfilaron hacia el castillo con hermosas plantas. El joven estaba muy triste, pues su semilla nunca germinó; ni siquiera quería ir al palacio. Con la cabeza baja, y muy avergonzado  desfiló  con su maceta vacía. El rey  finalizando  la inspección, hizo llamar a su hija. Convocó, de entre todos, al joven que llevó su maceta vacía. El rey dijo entonces: “Este es el nuevo heredero del trono, y se casará con mi hija. 

   Os di una semilla infértil, y habéis tratado de engañarme plantando otras plantas. Este joven tuvo el valor de presentarse y mostrar su maceta vacía, siendo sincero, honesto y valiente, cualidades que un futuro rey debe tener”»

Solemnidad del Corpus Christi, 7 de Junio 2015, Ciclo B


San Mateo 14,  12 - 16 

"Eucaristía Pan de Vida"
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  1. El Gran Milagro: «Comulgar» con Jesús es comulgar con el Hijo de Dios que ha vivido y ha muerto «entregado» totalmente por los demás: “Su cuerpo es un «cuerpo entregado» y su sangre es una «sangre derramada» por la salvación de todos. Es una contradicción que nos acerquemos a «comulgar» con el cuerpo de Cristo, y por otro lado resistirnos egoístamente de ayudar a los demás. Nada hay más central y decisivo para los católicos que la celebración de esta cena del Señor. Por eso hemos de cuidarla tanto. Bien celebrada, la eucaristía nos moldea, nos va uniendo a Jesús, nos alimenta de su vida, nos familiariza con el evangelio, nos invita a vivir en actitud de servicio fraterno, y nos sostiene en la esperanza del reencuentro final con él, anticipado en la Santa Eucaristía.
  2. Comunidad: Jesús quería contagiarles su esperanza indestructible en el reino de Dios. Su muerte era inminente; aquella cena era la última. Pero un día se sentaría a la mesa con una copa en sus manos para beber juntos un «vino nuevo». Nada ni nadie podrá impedir ese banquete final del Padre con sus hijos e hijas. Celebrar la eucaristía es reavivar la esperanza: disfrutar desde ahora con esa fiesta que nos espera con Jesús junto al Padre. Jesús quería, además, prepararlos para el duro momento de su ejecución. No han de hundirse en la tristeza. La muerte no romperá la amistad que los une. La comunión no quedará rota. Celebrando aquella cena podrán alimentarse de su recuerdo, su presencia y su espíritu, ¿Cómo compartir el pan, la amistad y la oración con quienes viven lejos de Dios?

REFLEXIÓN 

    No se puede comulgar con Cristo sin preocuparnos de comulgar con los hermanos que sufren, o compartir el pan de la eucaristía e ignorar el hambre de millones de hermanos privados de pan, de justicia y de futuro. Toda la eucaristía está orientada a crear fraternidad. 
   No es lógico escuchar todos los domingos a lo largo del año el Evangelio de Jesús, sin reaccionar ante sus llamadas. No podemos pedir al Padre "el pan nuestro de cada día" sin pensar en aquellos que tienen dificultades para obtenerlo. 
   No podemos comulgar con Jesús sin hacernos más generosos y solidarios. No podemos darnos la paz unos a otros sin estar dispuestos a tender una mano a quienes están más solos e indefensos ante la crisis. 
   
También  olvidamos que hemos ofendido a nuestro hermano y con un corazón duro por el odio, la ambición, el olvido, el egoísmo, y recibimos el alimento puro que llena nuestra alma y la hace fuerte. ¿Jesús puede entrar ahí…? No. Él solo entra en un corazón dispuesto a aceptarlo, amarlo y guardarlo para la vida eterna.

PARA LA VIDA

    Un  Sacerdote  visitaba un enfermo y junto a su cama había una silla, -¿Supongo que me estaba esperando?, le dijo el sacerdote. No le dijo el hombre. -Soy el sacerdote que su hija llamó para que orase con usted; ¿está esperando una visita? no acérquese dijo José, le voy a contar algo. -Nunca le he dicho esto a nadie, pero toda mi vida la he pasado sin saber cómo orar. 

   Pero hace unos cuatro años, mi mejor amigo me dijo: -José, orar, es simplemente tener una conversación con Jesús. Te sugiero que hagas lo siguiente, siéntate en una silla y pon otra vacía frente a ti, luego empieza a conversar con Jesús, sabiendo por la fe que Él está sentado delante de ti. Pues ÉL mismo nos dijo: "Yo estaré siempre con ustedes”. Y  El sacerdote sintió una gran emoción al escuchar a José. -Lo que estás haciendo es muy bueno, nunca dejes de hacerlo. Luego hizo una oración con él, lo bendijo y se fue. 

   Dos días después, la hija de José llamó al sacerdote para decirle que su padre había fallecido. Y cómo fue su muerte? La hija le  explicó: salí de casa, regresé una hora más tarde ya había fallecido.-Pero hay algo extraño respecto de su muerte, añadió la hija. Aparentemente antes de morir, se acercó a la silla que estaba al lado de su cama y recostó su cabeza en ella, como si se apoyara sobre el regazo de alguien.

Solemnidad de La Santísima Trinidad, 31 de Mayo 2015, Ciclo B


San Mateo 28,  16 - 20 

"Padre, Hijo y Espíritu Santo"
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  1. Un Misterio de Fe: aunque vivamos llenos de dudas, no hemos de perder la fe en el Padre Dios a quien colocamos nuestra esperanza, gracias a su Divino Hijo. «Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor»Es el gran regalo que Dios ha hecho al mundo. Él nos ha revelado cómo es el Padre. Para nosotros, Jesús nunca será un hombre más. Mirándolo a él, vemos al Padre: en sus gestos captamos su ternura y comprensión. En él podemos sentir a Dios humano, cercano, amigo. Este Jesús, el Hijo amado de Dios, nos ha animado a construir una vida más fraterna y dichosa para todos. Es lo que más quiere el Padre. Nos ha indicado, además, el camino a seguir: «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo». Si olvidamos a Jesús, ¿quién ocupará su vacío?, ¿quién nos podrá ofrecer su luz y su esperanza? Él es el camino, la Verdad y la Vida.
  2. Comunidad de Amor: quien se abre así a Dios puede experimentar en su historia más íntima, que ese Misterio silencioso y lejano es, al mismo tiempo el más cercano y se traduce en el amor. Ese amor de Dios es la salvación del ser humano y el verdadero sentido de todo cuanto existe. A este amor de Dios intuido de alguna manera en lo hondo de nuestra existencia a través de lagracia que obra en cada uno. La meditación cristiana es alabanza e invocación confiada al Padre, escucha fiel del Hijo, transformación gozosa en el Espíritu Santo.

REFLEXIÓN 
   La Trinidad es  la señal del cristiano que ilumina nuestro caminar diario. Ella nos recuerda a un Dios cercano, entregado por nosotros. La señal de la cruz nos da esperanza, nos enseña el camino y nos asegura la victoria final en Cristo resucitado. Pero ese gesto tiene un significado más hondo. 
   Al hacer la cruz con nuestra mano, desde la frente hasta el pecho y desde el hombro izquierdo hasta el derecho, consagramos nuestra frente, boca y pecho, expresando así el deseo de acoger el misterio de Dios Trinidad en nosotros y la trayectoria que queremos dar a nuestra vida. 
   Esto es lo que queremos: que los pensamientos que elabora nuestra mente, las palabras que pronuncia nuestra boca, los sentimientos y deseos que nacen de nuestro pecho. La señal de la cruz es invocación a las tres personas divinas de vivir en busca de su bendición  "en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo"
   Para vivir desde una confianza total en el Padre, siguiendo fielmente al Hijoencarnado en Jesús, dejándonos impulsar por la acción de su Espíritu en nosotros. Amen 
PARA LA VIDA

    Un hombre regañó a su  pequeña hija de 5 años por desperdiciar todo un rollo de papel de regalo para envolver una caja. La niña, a pesar del regaño, dejó la caja envuelta en el cuarto de su padre. Y feliz se  la entregó a su padre diciéndole: "Esto es para ti, papi”. Él, sintió vergüenza de la reacción del día anterior y emocionado, abrió el regalo. 

   Pero al ver que en el interior de la caja no había nada, le dijo en tono molesto a su hija: "Señorita, cuando se hace un regalo siempre tiene que haber algo dentro”. La pequeña, medio llorando le dijo: "Pero papi, no está vacía, la llené de besos para ti". El padre, conmovido, abrazó a su hija y le pidió perdón. Con el tiempo, la niña creció y se fue a vivir muy lejos. 

   Su padre, cada vez que la echaba de menos, metía su mano en la caja y sacaba un beso imaginario. Así se llenaba de todo el amor que le regaló su hija.CONSAGRACION: Trinidad Santísima: Padre, Hijo y Espíritu Santo, presente y operante en la Iglesia, en la profundidad de mí ser te adoro, te doy gracias y te amo. 

   Y por las manos de María, mi madre Santísima, a ti me ofrezco, me entrego  como hermano y discípulo para amarte y vivir en unión, caridad y amor con mis hermanos. Que cada corazón se llene de tu amor profundo. Amen.