San Juan 6, 1-15
- El Alimento: si hay hambre en el mundo, no es por escasez de alimentos sino por falta de solidaridad. Hay pan para todos, falta generosidad para compartir. Nos da miedo compartir lo que tenemos, y la gente se muere de hambre por el egoísmo y la falta de sensibilidad y amor solidario.
- El Pan: el sabor a pan marca también el evangelio de este domingo. El secreto de la generosidad no está en la abundancia sino en la bondad del corazón. Al fin y al cabo, en el atardecer de la vida, nos examinarán del amor.
- La Solidaridad: la mayoría de nosotros no tendrá nunca ocasión de encontrarse cara a cara y en profundidad con hombres y mujeres que mueren de hambre y sed. La escena de la multiplicación de los panes es una invitación a compartir más nuestros bienes, aunque sólo tengamos «cinco panes» y «un par de peces».
- El Milagro: es signo del mundo querido por Dios: un mundo fraterno y solidario donde todos compartan dignamente la vida que reciben de Dios. El relato de Juan insinúa que es en la cena eucarística donde los creyentes han de alimentar su conciencia fraterna, responsabilidad y mano tendida.
REFLEXIÓN
La multiplicación de los panes y peces es un signo de liberación humana realizado por Jesús. Los cristianos debemos anunciar y multiplicar este amor que Cristo nos da, pero sabiendo que el protagonista es Jesús a través de la mano tendida de los generosos.El cristiano vive siempre la verdadera multiplicación de los panes que manifiesta a Jesús como Mesías. La Eucaristía es el milagro del amor alimento que nos ayuda a no desfallecer en nuestra tarea de multiplicar el amor de Dios.
ORACIÓN
Yo quiero ser, Señor
- cinco panes para que otros coman,
- cinco panes para que los demás vivan,
- cinco panes que se partan por los demás
- dos peces que alimenten en la escasez,
- dos peces en la mesa del necesitado,
- dos peces en la boca del hambriento.
Amén
PARA LA VIDA
Teresa tenía 8 años cuando oyó a sus padres que hablaban de su hermanito Andrés. Todo lo que supo era que su hermanito estaba muy enfermo y que no tenían dinero para la operación.
Teresa oyó decir a su padre: "Sólo un milagro puede salvar a Andrés". Teresa fue a su habitación y contó cuidadosamente las monedas que había ahorrado. Se fue a la farmacia y le dijo al farmacéutico: "Mi hermano está muy enfermo y quiero comprar un milagro. ¿Cuánto cuesta un milagro?" "Lo siento, pero aquí no vendemos milagros. No puedo ayudarte", le contestó.
El hermano del farmacéutico que estaba allí en aquel momento se agachó y le preguntó a la niña: "¿Qué clase de milagro necesita tu hermanito?" No lo sé. Mi madre dice que necesita una operación y quiero pagarla con mi dinero. "¿Cuánto dinero tienes?" le preguntó. Tengo un dólar y cinco centavos. Estupendo, qué coincidencia, sonrió el hombre, eso es exactamente lo que cuesta un milagro para los hermanitos.