2. El Comerciante: el Reino de Dios puede estar expuesto a la luz pública. Pero sólo quien anda buscándolo, lo encuentra. Hace falta tener sed para encontrar la fuente que mana y corre. Hace falta la capacidad para conocer el valor que encontramos para arriesgarlo todo. La parábola nos habla de la aventura de la esperanza que impulsa al encuentro con Jesús.
3. La Red: el Reino de Dios es inabarcable como el mar. Requiere de nosotros arrojo y valentía, pero también la preparación y los instrumentos necesarios para captar su riqueza. Y el discernimiento necesario para apreciar el valor de las opciones. La parábola nos da la clave de la sabiduría que, sin duda, es el amor; el amor por lo que verdaderamente vale: EL REINO DE DIOS.
REFLEXIÓN
Después de tres domingos, hoy terminamos las parábolas del capítulo 13 de Mateo con la del tesoro escondido, la perla fina y la red que recoge de todo. Las tres van unidas en una misma intención: ser cristiano, haber conocido a Jesús; seguirlo en la comunidad de la Iglesia es el gran TESORO por el que merece la pena venderlo todo.
Pero nada de esto se puede descubrir sin un corazón dócil, como el que pide Salomón (1ª lectura). Podía haber pedido lo más noble, Dios lo escogió y le dio mucho más. Dios sabe dar a quien pide sabiamente.
PARA LA VIDA
Según una antigua leyenda, el rey Salomón tenía que tomar una decisión muy importante. Reunió a todas las criaturas existentes para que le aconsejaran. Salomón tenía en la mano una hermosa copa que estaba llena del agua de la vida para siempre. El que bebiera de esa agua no moriría, viviría siempre.
Todas las criaturas estuvieron de acuerdo en que el rey debería beberla. Todas a coro dijeron: Bebe, Oh rey, vive siempre ¡. Salomón preguntó si todas estabanpresentes y le dijeron que la paloma no había llegado.
Cuando llegó la paloma, Salomón le preguntó su opinión y ésta le dijo: Señor, si mi compañero muere yo también debo morir. ¿De qué me serviría vivir siempre y ser inmortal si todos mueren y muere todo lo que yo amo? Escuchado el consejo de la paloma, Salomón derramó el agua de la vida sin fin y no la probó. Póngase usted en el lugar de Salomón ¿cómo respondería a la propuesta de Dios? “Pídeme lo que quieras y yo te lo concederé”.