17° Domingo del tiempo Ordinario, 24 de Julio de 2011

San Mateo 13, 44-52


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( El Reino de Dios )

1. El Tesoro: el Reino de Dios está escondido a los ojos de muchos. Pero existe y es real. Sale a nuestro encuentro cuando menos lo sospechamos. Y exige de nosotros la disponibilidad para entregar todo lo que hacemos y tenemos. La parábola nos sugiere colocar nuestro corazón en el tesoro del cielo.

2. El Comerciante: el Reino de Dios puede estar expuesto a la luz pública. Pero sólo quien anda buscándolo, lo encuentra. Hace falta tener sed para encontrar la fuente que mana y corre. Hace falta la capacidad para conocer el valor que encontramos para arriesgarlo todo. La parábola nos habla de la aventura de la esperanza que impulsa al encuentro con Jesús.

3. La Red: el Reino de Dios es inabarcable como el mar. Requiere de nosotros arrojo y valentía, pero también la preparación y los instrumentos necesarios para captar su riqueza. Y el discernimiento necesario para apreciar el valor de las opciones. La parábola nos da la clave de la sabiduría que, sin duda, es el amor; el amor por lo que verdaderamente vale: EL REINO DE DIOS.

REFLEXIÓN

Después de tres domingos, hoy terminamos las parábolas del capítulo 13 de Mateo con la del tesoro escondido, la perla fina y la red que recoge de todo. Las tres van unidas en una misma intención: ser cristiano, haber conocido a Jesús; seguirlo en la comunidad de la Iglesia es el gran TESORO por el que merece la pena venderlo todo.

Pero nada de esto se puede descubrir sin un corazón dócil, como el que pide Salomón (1ª lectura). Podía haber pedido lo más noble, Dios lo escogió y le dio mucho más. Dios sabe dar a quien pide sabiamente.

PARA LA VIDA

Según una antigua leyenda, el rey Salomón tenía que tomar una decisión muy importante. Reunió a todas las criaturas existentes para que le aconsejaran. Salomón tenía en la mano una hermosa copa que estaba llena del agua de la vida para siempre. El que bebiera de esa agua no moriría, viviría siempre.


Todas las criaturas estuvieron de acuerdo en que el rey debería beberla. Todas a coro dijeron: Bebe, Oh rey, vive siempre ¡. Salomón preguntó si todas estabanpresentes y le dijeron que la paloma no había llegado.


Cuando llegó la paloma, Salomón le preguntó su opinión y ésta le dijo: Señor, si mi compañero muere yo también debo morir. ¿De qué me serviría vivir siempre y ser inmortal si todos mueren y muere todo lo que yo amo? Escuchado el consejo de la paloma, Salomón derramó el agua de la vida sin fin y no la probó. Póngase usted en el lugar de Salomón ¿cómo respondería a la propuesta de Dios? “Pídeme lo que quieras y yo te lo concederé”.

16° Domingo del tiempo Ordinario, 17 de Julio de 2011

San Mateo 13, 24-43


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( El Reino de Dios )

  • El Campo: el campo de la siembra es el mundo. En ese terreno amplio y a campo abierto, sembró Dios su infinito Amor desde el comienzo de la creación. Ya al principio su semilla cayó generosa. Sin embargo, la tierra no siempre respondió. Dios quiso al hombre libre y capaz de optar por el bien o por el mal. Y el hombre optó por el mal. Por eso, junto al buen trigo, creció la cizaña o la mala hierba. Junto al bien se cuela el mal.
  • La Cizaña: lo que nos separa de Dios. Lo que nos quiere hacer caer cada día. Es aquello que nos ahoga e impide crecer como cristianos y también, por qué no decirlo, como personas. Estamos tan habituados a vivir entre cizaña que, a duras penas, podemos distinguir el bien del mal, entre lo que es fruto y la simple hojarasca, entre lo que es trigo y la mala hierba.
  • La Pequeñez: las parábolas de la mostaza y de la levadura llevan consigo la idea de lo pequeño que puede más que lo grande y del crecimiento “del interior al exterior”, “de abajo a arriba” y sin espectáculo alguno, en silencio, como crece el trigo, como fermenta la harina para ser pan. La semillita que se hace arbusto, la levadura que fermenta la masa. Es el Reino en nosotros y somos nosotros en la humanidad. La Palabra germina en nosotros y al final toda nuestra vida se convierte en Reino.

REFLEXIÓN

La parábola del sembrador, la cizaña, la mostaza, la levadura, el árbol con sus frutos, la higuera, la mies que ya amarillea, la vid... Jesús habla del Reino con parábolas alusivas al campo. Son las parábolas del crecimiento de algo pequeño e insignificante, que se va haciendo irresistiblemente grande, que crece de dentro a fuera, que va camino de la madurez...

Jesús habla del Reino como de una VIDA QUE CRECE. La semillita que se hace arbusto, la levadura que fermenta la masa. Así es el Reino en nosotros y somos nosotros en la humanidad. La Palabra germina en nosotros y al final toda nuestra vida se convierte en Reino. Decía Teresita del Niño Jesús que Dios no necesita grandes obras, sino nuestro pequeño amor.

PARA LA VIDA

Anoche tuve un sueño raro. En la plaza mayor de la ciudad habían abierto una nueva tienda. El rótulo decía: REGALOS DE DIOS. Un ángel atendía a los clientes. ¿Qué es lo que vendes, ángel del Señor? le pregunté. Vendo todos los dones de Dios. ¿Cobras muy caro? No, los dones de Dios son todos gratis. Miré las estanterías, estaban llenas de ánforas de amor, frascos de fe, cajas de salvación y muchas cosas más.

Yo tenía gran necesidad de todas esas cosas. Cobré valor y le dije al ángel: Dame, por favor, bastante Amor de Dios, dame perdón de Dios, una bolsa de esperanza, un frasco de fe y una caja de salvación. Todo lo que había pedido me fue servido en una cajita diminuta. Sorprendido, le pregunté: ¿Está todo ahí? El ángel me explicó: Ahí está todo. Dios no da nunca frutos maduros. Él sólo da pequeñas semillas que cada cual tiene la obligación de cultivar.

15° Domingo del tiempo Ordinario, 10 de Julio de 2011

San Mateo 13, 1-23

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( El Sembrador )

  • La Palabra: es representada como una semilla con un inmenso potencial de vida, que se desarrollará según la acogida que reciba. La colaboración empieza con la escucha atenta, intensa y solícita de la Palabra, de modo que penetre profundamente en el corazón y lo sane. Las entrañas del ser humano pueden estar enfermas por la insensibilidad, la superficialidad, la infinidad de intereses egoístas. Son lugares donde la semilla no podrá crecer. Cuando la Palabra es acogida con un corazón bueno, producirá muchos frutos de gracia, amor y bondad según la correspondencia de cada uno al Don de Dios.
  • La Cosecha: encuentra varios obstáculos para que la semilla alcance su período de madurez. Indican claramente que una parte más o menos grande de la semilla se pierde. A pesar de todo, el labrador logra una gran cosecha; el reino de Dios se establece en la tierra con un éxito desproporcionado a sus comienzos humildes y adversos. A pesar del fracaso aparente del Reino, de la predicación y del mensaje cristiano, el poder de Dios logrará que la esperanza del sembrador se vea colmada con abundante cosecha. Esto dependerá de las disposiciones de los oyentes ante la Palabra.
  • El Sembrador: comienza de nuevo cada año la siembra de sus tierras. Jesús, el divino Sembrador, no ha interrumpido su trabajo iniciado en Galilea y que se extiende de generación en generación. Las primaveras de la Iglesia nos prometen unas sementeras de juventud y fertilidad; pero es preciso que primero escuchemos: «El que tenga oídos, que oiga».

REFLEXIÓN

Todo nuestro peregrinar por la tierra no busca otra cosa que ser semejantes a Jesús, imagen del Padre, y en estar cada vez más unidos a Él. ¿Por qué hemos escuchado esta parábola del sembrador? Porque la comunión con el Señor es fruto de la unión de la fe, y la parábola del sembrador nos recuerda las exigencias para la cosecha definitiva. Jesús nos revela al Padre porque es la Palabra y la imagen del Padre. Nosotros únicamente podemos conocer al Hijo acogiendo su Palabra y creyendo en su nombre.

PARA PENSAR Y REFLEXIONAR

Una madre tenía tres hijos. Cuando se fueron a la universidad les regaló una planta para que alegrara sus habitaciones. Al final del curso fue a ayudarles a recoger sus cosas.

En la habitación del hijo mayor, la maceta sin planta. ¿Qué le ha pasado a la planta?, preguntó la madre. Me olvidé de sacarla y cuando lo hice ya estaba muerta.

Cuando fue a recoger al segundo hijo. Sólo había dos palitos secos clavados en la tierra. ¿Eso es todo lo que queda de la planta?, le preguntó la madre. Oh, no quería que lo vieras. La planta estuvo muy hermosa. Después vinieron los trabajos, las fiestas y me olvidé de regarla.

Finalmente fue a ver a su tercer hijo. Y, oh sorpresa, la planta estaba verde y hermosa. Tú no mataste la planta, dijo la madre. Claro que no. La planta me recordaba tu amor y yo sabía que tú quieres que la riegue y la cuide. La he regado todos los días y como puedes ver ha crecido mucho.

14° Domingo del tiempo Ordinario, 3 de Julio de 2011

San Mateo 11, 25-30


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( Cansados y Agobiados )

  • La Revelación: Jesús, exultando en el Espíritu, eleva al Padre este himno de júbilo que revela el sentimiento de extrema pequeñez y confianza con el que, en cuanto hombre, se dirige a Dios, el Omnipotente, el Creador del cielo y de la tierra. Jesús es el «pequeño» al que le han sido revelados los misterios del Reino de los Cielos. Para hacerse «pequeño», Jesús se ha despojado de su Gloria divina, y nosotros, para llegar a ser pequeños, en el sentido evangélico, tenemos que despojarnos de la arrogancia, la soberbia y la altivez. Jesús se ha despojado de la Gloria divina y ha asumido nuestra condición humana; nosotros tenemos que despojamos de nuestra falsa grandeza, de nuestro orgullo y seguirlo.
  • El Espíritu Santo: cuando toca las cuerdas del corazón, las hace sensibles a las vibraciones de la Gracia y suscita en ellas un canto divino, la música del Amor. El tono del corazón de Jesús está lleno de la bondad de Dios y busca atraer a todos hasta Él con las notas suaves del Amor, de la sencillez, la mansedumbre, la nobleza y la humildad.
  • La Oración: lo primero que podemos aprender de Jesús en su oración es la frecuencia en hacerla. Por eso también nosotros hemos de orar a menudo,elevar nuestro corazón hasta Dios, para hablarle con sencillez y confianza, con humildad y constancia, y pedirle cuanto necesitemos, o cuanto necesitan los demás, en especial aquellos que se encomiendan a nuestras oraciones, o por los que tenemos más obligación de rezar.

REFLEXIÓN

Jesús quiere una comunidad donde los lazos de solidaridad, afecto y respeto hagan de ella gran familia consagrada a la realización del Reino. Una comunidad donde los sencillos, los pequeños hallen un lugar de importancia y sean los gestores de una nueva manera de organizar las relaciones humanas. Porque, como dice Pablo, sólo el ser humano espiritual es capaz de vivir la vida a plenitud, es decir, en armonía y paz con la humanidad.

PARA NUESTRA VIDA

Un día, un joven lleno de vigor y entusiasmo presumía en la plaza del pueblo de tener el corazón más sano y hermoso de todos. La gente se arremolinó y confirmaron que su corazón era perfecto, no tenía ni manchas ni rasguños y latía con la precisión de un reloj.

De pronto, un anciano se presentó también en la plaza gritando que su corazón era más hermoso que el del joven. La gente lo examinó y vio que tenía muchas cicatrices, que le faltaban trocitos y tenía grandes huecos.

El joven le dijo: "Déjate de bromas. Mi corazón es más perfecto. El suyo, anciano, es un montón de cicatrices, heridas y dolores." Es cierto, dijo el anciano, pero mira cada cicatriz es una persona amada. Arranqué trocitos de mi corazón para dárselos a las personas amadas. Otras veces, entregué un trozo de mi corazón a personas que no me ofrecían nada. Esos son los huecos que ves.

Dar amor es arriesgar y esas heridas me recuerdan que sigo amando.

Solemnidad de Corpus Christi, 26 de Junio de 2011

San Juan 6, 51-58

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( Corpus Christi )
  • El Pan: Jesús nos da a comer su propia carne inmolada en la cruz para que «vivamos para siempre». Si nos tomamos en serio estas palabras, descubrimos que la carne de Jesús inmolada en la cruz se convierte en la comunión eucarística en la unión profunda de vida con él. Uniéndose a nosotros, a nuestra debilidad, Jesús se transforma en nuestro pan. Quien come su cuerpo vive en Cristo y es transformado en una realidad eterna y desde ahora vive ya la vida eterna, que es propia de Dios.
  • La Carne:La palabra "carne" designa todo lo que constituye la realidad del hombre con sus posibilidades y debilidades. Insiste sobre todo en el valor salvífico de la encarnación. No hay posibilidad de fe más que a partir de Jesús. De un modo u otro hay que llegar a "comprender", a amar a este Jesús que posibilita el acceso a Dios.
  • LA EUCARISTÍA: La Eucaristía proporciona una comunión real de vida y de destino con la persona de Jesús. Lo acentúa nuestro texto de varias maneras: el cuerpo de Jesús nos hace participar en la resurrección, nos hace vivir "por Cristo", que es vida "para siempre". Ello hay que entenderlo no de una manera mágica, sino como una comunión auténticamente personal. Comunión de Cris to con el Padre, del discípulo con Cristo y del creyente con el Padre y con Cristo.

REFLEXIÓN

La condición que Jesús pone para permanecer en Él y para tener Vida Eterna es la de comer su Pan y beber su Sangre. Comer de este Pan que Jesús ofrece es una condición decisiva, comerlo es vivir eternamente; al no comerlo no se acepta tener vida con él. Desde nuestra experiencia vital esto es clarísimo. El que no come muere de hambre, y el que come poco está desnutrido, débil y sin fuerzas. Quien come el Pan de vida, que es Jesús, vivirá para siempre.

PARA LA VIDA

Una familia del este de Europa decidió emigrar a América. Sus familiares y amigos se reunieron para despedirles y como regalo de despedida les dieron pan y queso. La familia reunió pan y queso suficientes para que les durara durante toda la travesía. Viajaron en un viejo barco de vapor recluidos en su camarote durante todo el viaje para no malgastar sus pocos ahorros. Todas sus comidas consistían en pan y queso.


La víspera del desembarco, el más pequeño de los hijos, un muchacho de nueve años, suplicó insistentemente a su padre que le dejara salir para comprarse una manzana, estaba ya enfermo de tanto pan y queso. El padre de mala gana, le dio unos céntimos para que subiera a cubierta y se comprara la manzana.


El muchacho salió, el tiempo pasaba y no regresaba, su padre preocupado por la tardanza fue en su búsqueda. Lo buscó en el comedor del barco y cual no fue su sorpresa al verle comiendo una cena suculenta. Pensando en el gasto, se indignó y empezó a regañarle. El muchacho se levantó y le dijo: "Papá es todo gratis. Lo podíamos haber comido todos los días. La comida está incluida en el pasaje".