15° Domingo del tiempo Ordinario, 10 de Julio de 2011

San Mateo 13, 1-23

Descargar Homilía del Padre Rector
( El Sembrador )

  • La Palabra: es representada como una semilla con un inmenso potencial de vida, que se desarrollará según la acogida que reciba. La colaboración empieza con la escucha atenta, intensa y solícita de la Palabra, de modo que penetre profundamente en el corazón y lo sane. Las entrañas del ser humano pueden estar enfermas por la insensibilidad, la superficialidad, la infinidad de intereses egoístas. Son lugares donde la semilla no podrá crecer. Cuando la Palabra es acogida con un corazón bueno, producirá muchos frutos de gracia, amor y bondad según la correspondencia de cada uno al Don de Dios.
  • La Cosecha: encuentra varios obstáculos para que la semilla alcance su período de madurez. Indican claramente que una parte más o menos grande de la semilla se pierde. A pesar de todo, el labrador logra una gran cosecha; el reino de Dios se establece en la tierra con un éxito desproporcionado a sus comienzos humildes y adversos. A pesar del fracaso aparente del Reino, de la predicación y del mensaje cristiano, el poder de Dios logrará que la esperanza del sembrador se vea colmada con abundante cosecha. Esto dependerá de las disposiciones de los oyentes ante la Palabra.
  • El Sembrador: comienza de nuevo cada año la siembra de sus tierras. Jesús, el divino Sembrador, no ha interrumpido su trabajo iniciado en Galilea y que se extiende de generación en generación. Las primaveras de la Iglesia nos prometen unas sementeras de juventud y fertilidad; pero es preciso que primero escuchemos: «El que tenga oídos, que oiga».

REFLEXIÓN

Todo nuestro peregrinar por la tierra no busca otra cosa que ser semejantes a Jesús, imagen del Padre, y en estar cada vez más unidos a Él. ¿Por qué hemos escuchado esta parábola del sembrador? Porque la comunión con el Señor es fruto de la unión de la fe, y la parábola del sembrador nos recuerda las exigencias para la cosecha definitiva. Jesús nos revela al Padre porque es la Palabra y la imagen del Padre. Nosotros únicamente podemos conocer al Hijo acogiendo su Palabra y creyendo en su nombre.

PARA PENSAR Y REFLEXIONAR

Una madre tenía tres hijos. Cuando se fueron a la universidad les regaló una planta para que alegrara sus habitaciones. Al final del curso fue a ayudarles a recoger sus cosas.

En la habitación del hijo mayor, la maceta sin planta. ¿Qué le ha pasado a la planta?, preguntó la madre. Me olvidé de sacarla y cuando lo hice ya estaba muerta.

Cuando fue a recoger al segundo hijo. Sólo había dos palitos secos clavados en la tierra. ¿Eso es todo lo que queda de la planta?, le preguntó la madre. Oh, no quería que lo vieras. La planta estuvo muy hermosa. Después vinieron los trabajos, las fiestas y me olvidé de regarla.

Finalmente fue a ver a su tercer hijo. Y, oh sorpresa, la planta estaba verde y hermosa. Tú no mataste la planta, dijo la madre. Claro que no. La planta me recordaba tu amor y yo sabía que tú quieres que la riegue y la cuide. La he regado todos los días y como puedes ver ha crecido mucho.