1. La Transfiguración: La transfiguración no es un evento exterior, no es solamente que el rostro y el vestido de Jesús se hayan transformado y se hayan puesto blancos y resplandecientes como la luz; se trata de una transfiguración, de una transformación interior, una transformación del corazón y en el contexto de este tiempo de cuaresma una transfiguración como sinónimo de conversión, imperativo para quienes creemos en Jesucristo.
2. La Oración: En la oración tomamos conciencia de la presencia de Dios y de la necesidad de escucharle y de responderle. Sin una experiencia asidua e intensa de oración personal es difícil hacer experiencia de Dios. La oración es camino de encuentro, de diálogo y de respuesta. El Tabor no está lejos, porque esa "montaña alta" en la que Jesucristo resplandece y colma de paz y gozo nuestra existencia, nos hace oír la voz del Padre y nos fortalece en la debilidad, está dentro de nuestro corazón.
3. La Cruz: Jesús hace un alto para mostrarles a sus discípulos más cercanos que, a pesar de que el camino acabe en cruz, su Padre Dios está con Él y le rescatará de la muerte. Por eso Jesús muestra su rostro transfigurado, glorioso, resucitado. Es una manera de transmitir confianza en el camino.
REFLEXIÓN
La transfiguración es el comienzo de su camino hacia la cruz. Esta ubicación tiene una intención catequética: los discípulos se sienten desanimados después de escuchar el anuncio de la pasión de Jesús y de conocer lo que pide a aquellos que quieren seguirle.
En este momento, la transfiguración es una palabra de ánimo, pues en ella se manifiesta la Gloria de Jesús y se anticipa su victoria sobre la cruz, como muestran las numerosas referencias a la resurrección: los vestidos de Jesús se vuelven blancos como la luz, lo mismo que los de los ángeles que anunciarán su resurrección, Jesús pide a sus discípulos que guarden en secreto esta manifestación hasta que resucite de entre los muertos.
PARA LA VIDA PRÁCTICA
Erase un hombre muy testarudo que se negaba a abandonar su casa a pesar de los repetidos avisos de amenaza de huracán. Al equipo de socorristas que le avisó les dijo: "No se preocupen. Dios se ocupará de mí!. A la mañana siguiente la primera planta de la casa estaba llena de agua. Nuestro hombre se refugió en la segunda planta. De nuevo el equipo de socorristas le invitó a subir a la barca y abandonar la casa. "No se preocupen. Dios se ocupará de mí". Por la noche toda la casa estaba inundada y nuestro hombre se sentó en el tejado. Un helicóptero vino a rescatarle pero se negó a subir y decía: "Dios se ocupará de mí". Sucedió lo que tenía que suceder. Nuestro hombre se ahogó. Cuando llegó al cielo le preguntó a Dios por su ausencia, por qué no le había socorrido cuando más lo necesitaba. Dios le contestó: te envié socorristas, te envié una barca, te envié un helicóptero. ¿Qué más podía hacer?