2° Domingo de Cuaresma, 20 Marzo de 2011

San Mateo 17, 1-9


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( La Transfiguración )

1. La Transfiguración: La transfiguración no es un evento exterior, no es solamente que el rostro y el vestido de Jesús se hayan transformado y se hayan puesto blancos y resplandecientes como la luz; se trata de una transfiguración, de una transformación interior, una transformación del corazón y en el contexto de este tiempo de cuaresma una transfiguración como sinónimo de conversión, imperativo para quienes creemos en Jesucristo.

2. La Oración: En la oración tomamos conciencia de la presencia de Dios y de la necesidad de escucharle y de responderle. Sin una experiencia asidua e intensa de oración personal es difícil hacer experiencia de Dios. La oración es camino de encuentro, de diálogo y de respuesta. El Tabor no está lejos, porque esa "montaña alta" en la que Jesucristo resplandece y colma de paz y gozo nuestra existencia, nos hace oír la voz del Padre y nos fortalece en la debilidad, está dentro de nuestro corazón.

3. La Cruz: Jesús hace un alto para mostrarles a sus discípulos más cercanos que, a pesar de que el camino acabe en cruz, su Padre Dios está con Él y le rescatará de la muerte. Por eso Jesús muestra su rostro transfigurado, glorioso, resucitado. Es una manera de transmitir confianza en el camino.

REFLEXIÓN

La transfiguración es el comienzo de su camino hacia la cruz. Esta ubicación tiene una intención catequética: los discípulos se sienten desanimados después de escuchar el anuncio de la pasión de Jesús y de conocer lo que pide a aquellos que quieren seguirle.

En este momento, la transfiguración es una palabra de ánimo, pues en ella se manifiesta la Gloria de Jesús y se anticipa su victoria sobre la cruz, como muestran las numerosas referencias a la resurrección: los vestidos de Jesús se vuelven blancos como la luz, lo mismo que los de los ángeles que anunciarán su resurrección, Jesús pide a sus discípulos que guarden en secreto esta manifestación hasta que resucite de entre los muertos.

PARA LA VIDA PRÁCTICA

Erase un hombre muy testarudo que se negaba a abandonar su casa a pesar de los repetidos avisos de amenaza de huracán. Al equipo de socorristas que le avisó les dijo: "No se preocupen. Dios se ocupará de mí!. A la mañana siguiente la primera planta de la casa estaba llena de agua. Nuestro hombre se refugió en la segunda planta. De nuevo el equipo de socorristas le invitó a subir a la barca y abandonar la casa. "No se preocupen. Dios se ocupará de mí". Por la noche toda la casa estaba inundada y nuestro hombre se sentó en el tejado. Un helicóptero vino a rescatarle pero se negó a subir y decía: "Dios se ocupará de mí". Sucedió lo que tenía que suceder. Nuestro hombre se ahogó. Cuando llegó al cielo le preguntó a Dios por su ausencia, por qué no le había socorrido cuando más lo necesitaba. Dios le contestó: te envié socorristas, te envié una barca, te envié un helicóptero. ¿Qué más podía hacer?

1° Domingo de Cuaresma, 13 Marzo de 2011

San Mateo 4, 1-11

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( Las Tentaciones )

1. Las Tentaciones: por ser inevitables ( como consecuencia de la concupiscencia propia de nuestra naturaleza humana, -que es frágil e inclinada al desorden y al pecado-) la maldad de las tentaciones se mide según se caiga en ellas. En el Padre nuestro no le pedimos a Dios que nos libre de la tentación. Le decimos:

" no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal”.

Las tentaciones del tener, del beber, del placer, del poder, de la vanidad, del egoísmo, de la lujuria, etc, las tenemos mientras vivamos. Superarlas, depende de nuestra unión con Cristo, la oración, la escucha de su Palabra y una vida de virtud y de gracia.

2. El Desierto: es el lugar en donde Jesús experimenta y supera las tentaciones del diablo. Con su triunfo, Jesús lo transformó en pradera, en tierra fértil, en tierra productiva. También Jesús transformará tantas situaciones de muerte en manantiales de vida. Jesús, a fuerza de gracia venció el pecado. El triunfo de Jesús nos advierte que Satanás es un espíritu inteligente y sagaz que quiere doblegar a los que amamos a Dios. La mayor herramienta con la cual Jesús se sobrepuso a Satanás fue que nunca se separó de Dios, de su Palabra divina, con la cual fortaleció su espíritu y su voluntad para serle fiel a Dios.

REFLEXIÓN

Los evangelios hablan de un tiempo de soledad de Jesús en el desierto inmediatamente después de su bautismo por Juan: «Impulsado por el Espíritu» al desierto, Jesús permanece allí sin comer durante cuarenta días; vive entre los animales, y los ángeles le servían.

Al final de este tiempo, Satanás le tienta tres veces tratando de poner a prueba su obediencia al Padre. Jesús rechaza estos ataques que recapitulan las tentaciones de Adán en el Paraíso y las de Israel en el desierto. El diablo, derrotado, se aleja de él «hasta otra ocasión».

La Iglesia siguiendo la experiencia del desierto vivida por Jesús el tiempo de cuaresma, como tiempo de reflexión e interiorización, para que llenándonos de Dios le resistamos al demonio y optemos por Jesús. Con su fuerza, venceremos el mal a fuerza de bien.

LA MURALLA CHINA

La gran muralla china es una de las maravillas que el hombre ha creado. Y dicen que es la única cosa de la tierra que se puede ver desde la luna. Cuando terminaron su construcción, la gente satisfecha se regocijó. Y se dijeron: “ahora sí que estamos a salvo, nadie podrá atacarnos, nadie podrá penetrar esta magnífica e inexpugnable muralla”. Pero sus enemigos un día entraron con toda facilidad. ¿Cómo? Sobornando, comprando a los guardianes. El guarda abrió la puerta y entraron sin ninguna oposición.

Jesús no abrió la muralla de su vida al tentador, No traicionó su vocación, No desobedeció el plan de Dios. Y nos enseñó la respuesta que debemos dar al tentador.

"No tentarás al Señor tu Dios".

9° Domingo del Tiempo Ordinario, 6 Marzo de 2011

San Mateo
7, 21-27

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( Hombre Prudente )
  1. La Roca y La Arena: Jesús, mediante la parábola de la casa sobre la roca y la casa sobre la arena nos invita a fundamentar toda nuestra vida en Dios mediante la oración, los mandamientos y, especialmente, las obras de amor y caridad en esta próxima cuaresma.
  2. La Roca y La Arena: Jesús, mediante la parábola de la casa sobre la roca y la casa sobre la arena nos invita a fundamentar toda nuestra vida en Dios mediante la oración, los mandamientos y, especialmente, las obras de amor y caridad en esta próxima cuaresma.
  3. El Hombre Imprudente: es aquel que escucha y no practica. Ha percibido el valor de las palabras de Jesús e incluso se deleita espiritualmente en ellas pero de ahí no pasa. Este hombre está condenado a su propia esterilidad. Le falta la riqueza de la Palabra de Dios.
  4. El Hombre Prudente: o el sabio, es quien dispone su corazón a la escucha de la Palabra de Dios; hace de Dios su roca y su fortaleza y luego, trata de ponerla en práctica. Su vida se fortalece así cada día.
  5. La Fe: La fe auténtica no consiste en decir la palabra mágica que salvará a quien la pronuncia. No es así. La fe auténtica implica la correspondencia entre lo que se expresa de palabra y lo que se vive en las obras. Una obra de caridad, no es otra cosa que la fe tomando rostro en los más necesitados.
REFLEXIÓN

La parábola del evangelio de este domingo nos invita a construir nuestra propia historia sobre la roca verdadera: Jesús Para ello hay que escuchar y alimentarnos de su palabra y cumplir la voluntad del Padre. La voluntad de Dios es que nos volvamos a los hermanos y construyamos un mundo más fraterno, más solidario, un mundo donde nadie esté excluido y donde todos se puedan sentir hijos del único Padre que está en los cielos.

ARTISTA DE TU PROPIA VIDA

El niño Jaime trabajó duro para conseguir un papel en la obra de teatro de la escuela. Su madre me había dicho que quería con todas sus fuerzas conseguir un papel aunque se temía que no le dieran ninguno. El día en que los papeles fueron distribuidos, fui con la madre a recoger al pequeño Jaime. Cuando vió a su madre se arrojó a sus brazos con los ojos alegres y lleno de orgullo. “Adivina, mamá”, gritó y luego pronunció aquellas palabras que conservaré siempre en mi memoria.

“He sido elegido para aplaudir y animar"

8° Domingo del Tiempo Ordinario, 27 Febrero de 2011

San Mateo 6, 24-34

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( C
onfianza en El Señor
)

  1. Dios y el dinero: El dinero dura poco, corre de un bolsillo a otro, como la gota de mercurio encima de una mesa y que, cuando cae al suelo, nadie se esfuerza en recogerla. Quien escoge a Dios en la singularidad de su interior, goza de una belleza, de un encanto y de un júbilo incomparable. Nosotros somos administradores de todo lo que Él nos ha prestado, pero sólo Él es nuestra mayor riqueza y la más grande dicha de nuestra vida.
  2. El Reino de Dios: La vida debe ponerse al servicio de lo que vale la pena: y lo que vale la pena no es el dinero, sino Dios. Por eso, el resumen de todo es la frase final: lo que hay que buscar es el Reino de Dios, y al servicio de esta búsqueda hay que poner todo lo demás. Jesús nos pide ayudarle a manejar este mundo con sabiduría para ganarnos el reino verdadero: el cielo.
  3. La Justicia: Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. El afán por las riquezas es un pecado netamente social y, por eso mismo, mucho más destructor que otro tipo de pecados, porque genera un pecado institucional, un sistema social injusto en el que la persona humana termina por ser considerada como un simple valor de intercambio comercial. La fe en Cristo postula un orden social en el cual la posesión de bienes y riquezas se someta a los postulados del Reino de Dios y su justicia.

REFLEXIÓN

Jesús advierte el riesgo de poner el corazón en la riqueza. Aquí la palabra de Jesús es clara: La idolatría del dinero es mala porque aparta de Dios y aparta del hermano. La preocupación por la riqueza casi ahoga la presencia de Dios. La crítica de Jesús al abuso de la riqueza se basa en el poder totalizador y absorbente de ésta. La riqueza quiere ser señora absoluta de aquél que la posee.

Nadie puede tener dos amos al mismo tiempo porque terminará por cumplir con uno solo o no cumplir con ninguno, de la misma forma y con más razón es incompatible el servicio a Dios con el servicio a las riquezas. Sólo queda, por tanto, elegir entre uno y otro: o el Reino de Dios y su justicia, o el reino del dinero y los riesgos que él conlleva. Jesús, como fino conocedor de la intimidad del hombre, sabe cuál es el tesoro de tu corazón: el amor, la entrega, la caridad.

PARA MEDITAR EN LA VIDA

Cuenta una leyenda que Dios bajó a la tierra cargado con un inmenso saco de oro, y en cada aldea iba extrayendo las monedas y dejándolas caer una a una sobre el polvo del camino.

Algunos hombres se precipitaban a tomar algunas, otros no se movieron temerosos a comprometerse, otros se indignaron por lo que consideraban una afrenta a su dignidad.

Por último, cuando se disponía Dios a abandonar una de aquellas aldeas fue asaltado por un ladrón que le exigió la totalidad del tesoro. Dios dudó pero ante la actitud amenazante del bandido cedió entregándole el saco.

Y cuentan las crónicas que el peso del oro aplastó al codicioso individuo.

“La ambición rompe el saco”.