9° Domingo del Tiempo Ordinario, 6 Marzo de 2011

San Mateo
7, 21-27

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( Hombre Prudente )
  1. La Roca y La Arena: Jesús, mediante la parábola de la casa sobre la roca y la casa sobre la arena nos invita a fundamentar toda nuestra vida en Dios mediante la oración, los mandamientos y, especialmente, las obras de amor y caridad en esta próxima cuaresma.
  2. La Roca y La Arena: Jesús, mediante la parábola de la casa sobre la roca y la casa sobre la arena nos invita a fundamentar toda nuestra vida en Dios mediante la oración, los mandamientos y, especialmente, las obras de amor y caridad en esta próxima cuaresma.
  3. El Hombre Imprudente: es aquel que escucha y no practica. Ha percibido el valor de las palabras de Jesús e incluso se deleita espiritualmente en ellas pero de ahí no pasa. Este hombre está condenado a su propia esterilidad. Le falta la riqueza de la Palabra de Dios.
  4. El Hombre Prudente: o el sabio, es quien dispone su corazón a la escucha de la Palabra de Dios; hace de Dios su roca y su fortaleza y luego, trata de ponerla en práctica. Su vida se fortalece así cada día.
  5. La Fe: La fe auténtica no consiste en decir la palabra mágica que salvará a quien la pronuncia. No es así. La fe auténtica implica la correspondencia entre lo que se expresa de palabra y lo que se vive en las obras. Una obra de caridad, no es otra cosa que la fe tomando rostro en los más necesitados.
REFLEXIÓN

La parábola del evangelio de este domingo nos invita a construir nuestra propia historia sobre la roca verdadera: Jesús Para ello hay que escuchar y alimentarnos de su palabra y cumplir la voluntad del Padre. La voluntad de Dios es que nos volvamos a los hermanos y construyamos un mundo más fraterno, más solidario, un mundo donde nadie esté excluido y donde todos se puedan sentir hijos del único Padre que está en los cielos.

ARTISTA DE TU PROPIA VIDA

El niño Jaime trabajó duro para conseguir un papel en la obra de teatro de la escuela. Su madre me había dicho que quería con todas sus fuerzas conseguir un papel aunque se temía que no le dieran ninguno. El día en que los papeles fueron distribuidos, fui con la madre a recoger al pequeño Jaime. Cuando vió a su madre se arrojó a sus brazos con los ojos alegres y lleno de orgullo. “Adivina, mamá”, gritó y luego pronunció aquellas palabras que conservaré siempre en mi memoria.

“He sido elegido para aplaudir y animar"