30° Domingo del tiempo Ordinario, 24 Octubre 2021, Ciclo B

 San Marcos 22, 34-40

"Maestro, Que Yo Pueda Ver 

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.- Ver: todos podemos ser espiritualmente ciegos, aunque tengamos muy buena vista corporal. La vista social de las cosas, incluso la vista científica de la realidad, nos pueden ocultar la auténtica realidad de Dios en nuestro mundo.

2.- La Fe: la fe cristiana, sin anular, ni deformar la realidad social, política, económica y científica, debe llevarnos  hasta el amor de Dios y el seguimiento de su Hijo, haciendo de él nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida. Esto no es algo fácil, viviendo como vivimos en esta sociedad mayoritariamente agnóstica en la que vivimos. Por eso, todos los días debemos gritar interiormente con fuerza, como el ciego Bartimeo: Jesús, ten compasión de mí, haz que mi fe me permita ver espiritualmente la auténtica realidad de tu Padre Dios, y seguirte a ti por el camino de la vida.

3.- El Consuelo: miremos en estos momentos de desconsuelo y desesperanza a nuestro Cristo perseguido, en el Huerto de los Olivos, exclamando abatido: si es posible, pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, si no la tuya. Al final, Dios, su Padre, le resucitó y le dio la gloria para siempre. También nuestra fe debe darnos ánimos a nosotros, en los momentos malos, para creer con todas nuestras fuerzas que Dios está con nosotros y nos salvará. El desconsuelo y la desesperanza no deben tener nunca, en la vida de un cristiano, la última palabra.

4.- La Compasión: lo más grande que nos puede pasar es encontrarnos con Jesús. Es un encuentro mutuo: nosotros le buscamos y Él se hace el encontradizo. Ante tanto desaliento como hay muchas veces en el ambiente, ante tanta desesperación, ante tanto estar "de vuelta", ante lo imposible, Jesús convierte en realidad nuestros anhelos. Es posible realizar nuestros deseos y proyectos de un mundo más justo y humano si colaboramos con Jesús. No nos cansemos de pedir como Bartimeo que nos ayude a ver, porque sin El no podemos hacer nada. Ese ver es recuperar el optimismo, la esperanza, las ganas de vivir y de trabajar por el Reino. Recuperemos la esperanza.

REFLEXIÓN

   La liturgia del Domingo 30 del Tiempo Ordinario nos habla de la preocupación que Dios tiene porque el hombre encuentre la vida verdadera y señala el camino que es preciso seguir para alcanzar esa meta. De acuerdo con la Palabra de Dios que se nos propone, el hombre llega a la vida plena, adhiriéndose a Jesús y acogiendo la propuesta de salvación que él nos vino a presentar.

   La primera lectura afirma que, incluso en los momentos más dramáticos del caminar histórico de Israel, cuando el Pueblo parecía privado definitivamente de luz y de libertad, Dios estaba allí, preocupándose por la liberación de su Pueblo y por conducirlo de la mano, con amor de padre, al encuentro de la libertad y de la vida plena.

   La segunda lectura presenta a Jesús como el sumo sacerdote que el Padre llamó y envió al mundo a fin de conducir a los hombres a la comunión con Dios. Con esta presentación, el autor de este texto sugiere, antes de nada, el amor de Dios por su Pueblo; y, en segundo lugar, pide a los creyentes que “crean” en Jesús, esto es, que escuchen atentamente las propuestas que él vino a realizar, que las acojan en el corazón y que las transformen en gestos concretos de vida.

   En el Evangelio, el catequista Marcos nos propone el camino de Dios para liberar al hombre de las tinieblas y para hacerle nacer a la luz. Como Bartimeo, el ciego, los creyentes están invitados a acoger la propuesta que Jesús les vino a traer, a dejar decididamente la vida vieja y a seguir a Jesús por el camino del amor y de la entrega de la vida. De esa forma, nos garantiza Marcos, podremos pasar de la esclavitud a la libertad, de la muerte a la vida. El grito de aquel ciego era un grito sincero de petición de auxilio. 

   Tantas veces nuestra vida se parece a la que aquel ciego. Tantas veces nosotros estamos echados al borde del camino de la vida, ciegos, sin ser capaces de ver ni de reconocer lo que sucede a un palmo de nuestros ojos, ciegos quizá por la tristeza, por el egoísmo, por nuestro afán de tantas cosas… Pero sin casi darnos cuenta Jesús pasa por nuestra vida.

PARA LA VIDA

   Había una ciega sentada en la calle, con una taza y un pedazo de cartón, escrito con tinta negra, que decía: soy ciega ayúdeme. Un creativo de publicidad que pasaba frente a ella, se detuvo y observó unas pocas monedas en la taza. Sin pedirle permiso tomó el cartel, le dio vuelta, tomó un marcador negro que el llevaba y escribió otro anuncio. Volvió a poner el pedazo de cartón sobre los pies de la ciega y se fue. Por la tarde el creativo volvió a pasar frente la ciega que pedía limosna; su taza estaba llena de billetes y monedas. 

   La ciega reconoció sus pasos y le preguntó si había sido él, el que re escribió su cartel y sobre todo, qué había escrito. El publicista le contestó: "Nada que no sea tan cierto como tu anuncio, pero con otras palabras" Sonrió y siguió su camino. El nuevo mensaje decía: Hoy es primavera y no puedo verla Cambiemos de estrategia cuando no nos sale algo, y verán que puede que resulte mejor de esa manera. Nadie puede ser esclavo de su identidad: cuando surge una posibilidad de cambio, hay que cambiar. Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo.... del miedo al cambio.

   "Si haces lo que siempre has hecho, obtendrás los resultados que siempre has obtenido“ El mundo exige resultados. No les cuentes a otros tus dolores del parto. Muéstrale al niño.

29° Domingo del tiempo Ordinario, 17 Octubre 2021, Ciclo B

 San Marcos  10, 35 - 45

"El Hijo del Hombre ha Venido Para Dar su Vida en Rescate por Todos 

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.- Ser Importante: Cristo no condena el deseo de ser importante ni habla mal de quien quiere tener el primer puesto. Más bien se trata de mostrar en dónde radica la verdadera "importancia" y cuál es el "primer puesto" al que hay que aspirar. Esto es muy importante para poder entender en qué consiste la humildad cristiana: no es tanto "hacer de cuenta" que no me interesa lo que en realidad sí me interesa, sino encauzar ese interés según la mente de quien mejor me conoce y ama, que es Dios.

2.-La Grandeza: Grande es el que hace algo grande. La grandeza no está en lo que cada uno dice de sí mismo, ni en lo que obliga a otros a decir, sino en las obras, en la realidad, en los hechos. En el mundo todo funciona según el ego, en el plan de Dios todo funciona en clave de servicio, amor y entrega.

3.- Lo Que Debemos Hacer: el servir, el amar hasta hacerse siervo, ese es el modo de conseguir la verdadera grandeza. Así Cristo, así nosotros. Cristo y su obra siguen siendo, aun después de conocidos, un profundo misterio. La Escritura, por eso, se esfuerza en presentarlo en sus diversas facetas. Hay que volver continuamente a él; hay que meditarlo, hay que analizarlo, hay que profundizarlo, hay que contemplarlo. No se agota nunca; siempre encontramos cosas nuevas.

4.- La Sagrada Eucaristía: Cristo nos ama, nos escucha, nos atiende e intercede por nosotros. Puede condolerse de nuestra debilidad, pues él la llevó sobre sí, siendo hombre. No quedaremos jamás defraudados. Cristo está entre nosotros. La Santa Misa nos recuerda y nos repite el sacrificio de Cristo en toda su amplitud. Ahí está como Siervo que se entrega por nosotros. Aparece como Sumo Sacerdote que ofrece una Víctima por nuestros pecados. Allí el cáliz, allí la oración al Padre pos nosotros. La servidumbre de Cristo llega hasta hacerse alimento por nosotros. 

REFLEXIÓN

   La liturgia del Domingo 29 del Tiempo Ordinario nos recuerda, una vez más, que la lógica de Dios es diferente a la lógica del mundo. Nos invita a prescindir de nuestros proyectos personales de poder y de grandeza y a hacer de nuestra vida un servicio a los hermanos. Es en el amor y en la entrega de quien sirve humildemente a los hermanos, en donde Dios ofrece a los hombres la vida eterna y verdadera.

   La primera lectura nos presenta la figura de un “Siervo de Dios”, insignificante y despreciado por los hombres, pero a través del cual se revela la vida y la salvación de Dios. Nos recuerda que una vida vivida en la sencillez, en la humildad, en el sacrificio, en la entrega y en la donación de uno mismo no es, a los ojos de Dios, una vida maldita, perdida, fracasada; sino que es una vida fecunda y plenamente realizada, que traerá liberación y esperanza al mundo y a los hombres.

   En la segunda lectura, el autor de la Carta a los Hebreos nos habla de un Dios que ama al hombre con un amor sin límites y que, por eso, está dispuesto a asumir la fragilidad de los hombres, a descender a su nivel, a compartir su condición. Él no se esconde detrás de su poder y de su omnipotencia, sino que va al encuentro de los hombres para ofrecerles su amor.

   En el Evangelio, Jesús invita a los discípulos a no dejarse manipular por los sueños personales de ambición, grandeza, poder y dominio, sino a hacer de la vida un don de amor y de servicio. Llamados a seguir al Hijo del Hombre, los discípulos deben dar testimonio de un nuevo orden y proponer, con su ejemplo, un mundo libre del poder que esclaviza: “el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”.

PARA LA VIDA

   Había una vez un gran jefe que era muy orgulloso. Un día se paseaba por la ciudad y gritaba para quien quisiera oírle: "Soy grande. No hay nadie más grande que yo". Una anciana que lo oyó, se le acercó y le dijo: Yo conozco a uno que es verdaderamente grande. El gran jefe se sorprendió y enojado le dijo: ¿Quién es más grande que yo? La sabia anciana dijo: Venga a mi casa mañana cuando el sol esté en lo más alto del cielo y yo se lo presentaré. Al día siguiente, el jefe vestido con sus mejores ropas y joyas fue a visitar a la anciana mientras se repetía por el camino: No hay nadie más grande que yo. 

   Cuando el jefe entró en la casa vio a la anciana sentada contra la pared y a un niñito gateando junto a ella. ¿Dónde está ese gran jefe del que me hablaste ayer? La anciana cogió en sus brazos al niño y dijo: Éste es el grande del que le hablé. Al gran jefe no le agradó este anuncio. Muy enfadado gritó a la anciana: ¿Qué es esto? No intentes engañarme. Esto no es más que un bebé. El niño asustado por el grito súbito y poderoso comenzó a llorar. El jefe se conmovió. No quería asustarle. 

   Arrodillado, se quitó las plumas de águila y halcón que llevaba en el pelo y acarició las mejillas del niño. Sacó la bolsa de las medicinas y las colocó debajo de su nariz. Se quitó finalmente sus collares que hicieron de sonajero a los oídos del niño. Poco a poco el niño dejó de llorar y comenzó a escuchar y mirar. 

   La anciana sonriendo le dijo: Se da cuenta, incluso usted el gran jefe, tuvo que dejar de hablar y cuidar del niño. En cada casa, el niño es verdaderamente grande porque incluso el jefe más grande, como usted, tiene que convertirse en el servidor de un niño. A partir de aquel día nadie oyó al gran jefe proclamar su grandeza.

Por eso la mejor autoridad, según Cristo, está en servir a los hermanos.

28° Domingo del tiempo Ordinario, 10 Octubre 2021, Ciclo B

 San Marcos 10, 17 - 30

"Vende lo que Tienes y Sígueme

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.- Cumplir los Mandamientos: también muchos de nosotros podríamos hacernos a nosotros mismos esta misma pregunta: yo, ni robo, ni mato, voy a misa todos los domingos y hago lo que la Iglesia manda, ¿me salvaré? Es decir: ¿el cumplimiento literal de las normas religiosas es suficiente para salvarse? También muchos de nosotros podríamos hacernos a nosotros mismos esta misma pregunta: yo, ni robo, ni mato, voy a misa todos los domingos y hago lo que la Iglesia manda, ¿me salvaré? Es decir: ¿el cumplimiento literal de las normas religiosas es suficiente para salvarse? podemos ser buenos cumplidores de la Ley religiosa y, no obstante, no ser buenos cristianos.

2.- El Reino de los Cielos: es la alternativa que Jesús propone para todo el que quiera ser cristiano. Se desarrolla en el presente y tendrá su culminación en el futuro. Entrar en el Reino de Dios, es decir en la alternativa que Jesús propone, es vivir un tipo de vida en el que el dinero no es un valor. Esto sólo es posible en la medida en que se descubre otro valor radical: Dios. El descubrimiento de Dios lleva a un modelo de vida fraterno, realmente nuevo. Pertenecer al Reino significa fundamentalmente haber descubierto a Dios. A Dios se le descubre sólo como Padre.

3.- Seguir a Jesús: más allá del cumplimiento de los mandamientos, más allá de las obras de caridad o de limosnas, más allá, incluso, de la pobreza voluntaria, hay un camino, comienza el camino de Jesús y de los que le siguen. La pobreza es una condición necesaria para recorrer ese camino, pero no basta para recorrerlo. Seguir a Jesús no es propiamente "imitarle", haciendo exactamente lo que él hizo, sino hacer lo que cada uno tiene que hacer, pero como lo hizo Jesús, esto es, viviendo para los demás. 

4.- La Eucaristía: cada domingo nos reunimos los cristianos alrededor del altar para celebrar nuestra fe. Celebramos el amor de Dios, que se nos da en el pan de la Eucaristía. Pan compartido, Cuerpo entregado que comulgamos y que nos invita a hacer nosotros lo mismo dando lo que somos y lo que tenemos, como le pidió Jesús al joven rico del pasaje del Evangelio de hoy. Pero es necesario primero escuchar la palabra de Dios y dejar que ésta llegue hasta el fondo de nuestra vida. Es la palabra de Dios la que nos cambia, la que nos llama y nos hace capaces de seguir a Jesús.


REFLEXIÓN

   La liturgia del Domingo 28 del Tiempo ordinario nos invita a reflexionar sobre las elecciones que hacemos; nos recuerda que no siempre lo que reluce es oro y que es necesario, a veces, renunciar a ciertos valores perecederos, a fin de adquirir los valores de la vida verdadera y eterna.

   En la primera lectura, un “sabio” de Israel nos presenta un “himno a la sabiduría”. El texto nos invita a adquirir la verdadera “sabiduría” (que es un don de Dios) y a prescindir de los valores efímeros que no realizan al hombre. El verdadero “sabio” es aquel que elige escuchar las propuestas de Dios, aceptar sus desafíos, seguir los caminos que él indica.

   La segunda lectura nos invita a escuchar y a acoger la Palabra de Dios propuesta por Jesús. Ella es viva, eficaz, actuante. Una vez acogida en el corazón del hombre, lo transforma, lo renueva, le ayuda a discernir entre el bien y el mal y a realizar las opciones correctas, indicándole el camino seguro para llegar a la vida plena y definitiva.

   El Evangelio nos presenta a un hombre que quiere conocer el camino para alcanzar la vida eterna. Jesús le invita a renunciar a sus riquezas y a elegir el “camino del Reino”, camino de compartir, de solidaridad, de donación, de amor. Es en ese camino, asegura Jesús a sus discípulos, donde el hombre se realiza plenamente y donde encuentra la vida eterna. El joven no se dejó conquistar por la mirada de amor de Jesús, y así no pudo cambiar. Sólo acogiendo con humilde gratitud el amor del Señor nos liberamos de la seducción de los ídolos y de la ceguera de nuestras ilusiones. El dinero, el placer, el éxito deslumbran, pero luego desilusionan: prometen vida, pero causan muerte. El Señor nos pide el desapego de estas falsas riquezas para entrar en la vida verdadera, la vida plena, auténtica y luminosa. 

PARA LA VIDA

Un sabio hindú había llegado a las afueras de la aldea y acampó bajo un árbol para pasar la noche. De pronto llegó corriendo hasta él un habitante de la aldea y le dijo:  “La piedra!, La piedra! , Dame la piedra preciosa!”  “Qué piedra?”, preguntó el sabio. “La otra noche se me apareció en sueños el Señor Shiva”, dijo el aldeano, “y me aseguró que, si venía al anochecer a las afueras de la aldea, encontraría a un sabio que me daría una piedra preciosa que me haría rico para siempre”. El sabio rebuscó en su bolsa y extrajo una piedra.  “Probablemente se refería a ésta”, dijo, mientras entregaba la piedra al aldeano. “La encontré en un sendero del bosque hace unos días. Por supuesto que te puedes quedar con ella”. El hombre se quedó mirando la piedra con asombro. ¡Era un diamante!. Tal vez el mayor diamante del mundo, pues era tan grande como la mano de un hombre. Tomó el diamante y se marchó. Pasó la noche dando vueltas en la cama, totalmente incapaz de dormir. Al día siguiente, al amanecer, fue a despertar al sabio y le dijo:  Quiero que me des algo más. Dame la riqueza que te permite desprenderte con tanta facilidad de este diamante.

El hombre de esta historia refleja nuestra sociedad, nos refleja a nosotros. Queremos vivir una fe que no nos comprometa a nada más que a cumplir los mandamientos, una fe exterior a nosotros, que no nos toque la cartera ni la cuenta del banco. Queremos una fe de buenas intenciones, una fe burguesa, acomodaticia. Que no venga Jesús ahora a decirnos lo que no queremos oír: que ser cristiano es estar dispuesto a dejarlo todo, a desprenderse de todo, no para ahorrarlo, sino para compartirlo. Porque en realidad, Jesús está describiendo la realidad de nuestro mundo: la de una minoría de ricos frente a una mayoría de empobrecidos a causa de esa riqueza acumulada. Por eso, donde se pone a prueba nuestra fe es en esta capacidad real de compartir con los más necesitados. Sin solidaridad, no hay espiritualidad, sin caridad, no hay fe.

27° Domingo del tiempo Ordinario, 3 Octubre 2021, Ciclo B

 San Marcos 10, 2 - 16

"Que el Hombre No Separe Lo Que Dios Ha Unido

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.- Cuidar El Amor: amor en el matrimonio. El amor humano ha sido bendecido por Dios. Dios eleva este amor a un nivel verdaderamente divino. A partir de este momento Dios ama a cada uno de los esposos a través del amor del otro, y cada uno ama a Dios amando al otro. La unión del hombre y la mujer ha sido bendecida y santificada por Dios. 

2.- La Fecundidad del Amor: dar vida: los hijos, fruto del amor. Pero debe ser fecundo para los demás. No se trata solamente de mirarse el uno al otro, sino también de mirar juntos a los demás, para que el amor sea también bendición para otros muchos. Juntos pueden cambiar el mundo. Las personas que les quieren os siguen necesitando: familia, amigos, compañeros. Los esposos se comprometen a vivir siempre juntos. Pero hay que saber priorizar en la vida: el amor es lo más importante, es un tesoro. 

3.- La Iglesia y La Familia: "Ante tantas familias rotas, la Iglesia no se siente llamada a expresar un juicio severo e indiferente, sino más bien a iluminar los diversos dramas humanos a la luz de la Palabra de Dios, acompañada del testimonio de su misericordia”. 

4.- El Compromiso del Hombre y La Mujer: Dios no nos ha hecho distintos para que nos peleemos, sino para que nos complementemos. Un hombre y una mujer bien unidos pueden llegar más lejos que si actúan separados o desunidos.

5.- Contrato o Amor: no podemos caer en el error de pensar que amor es igual a contrato temporal con una persona. Ya sé que, todo esto, a muchos les sonará a chino, rancio, sacrificado o que, incluso a otros, les parecerá un imposible. Pero, los imposibles, también están para los cristianos. No es bueno, entender el amor o el matrimonio, como aquel amigo que, después de jugar durante una temporada con otro amigo, se aburrió de permanecer con él porque ya no le divertía y lo abandonó. El amor no es un juego ni, los amantes, son juguetes. Ni el matrimonio es un viaje en busca de placer. Dios reconoció que a su gran obra le faltaba algo. Que al hombre le faltaba una compañera. No sé por qué me da que, también al mundo, a la sociedad también le falta “algo” el amor auténtico, fiel, dialogado, recíproco y transparente.

REFLEXIÓN

   Las lecturas del Domingo 27 del Tiempo Ordinario presentan, como tema principal, el proyecto ideal de Dios para la mujer y para el hombre: formar una comunidad de amor, estable e indisoluble, que les ayude mutuamente a realizarse y a ser felices. Ese amor, hecho donación y entrega, será para el mundo un reflejo del amor de Dios.

   La primera lectura nos dice que Dios creó al hombre y a la mujer para que se complementen, para que se ayuden, para que se amen. Unidos por el amor, el hombre y la mujer serán “una sola carne”. Ser “una sola carne”, implica vivir en comunión total uno con otro, dándose uno al otro, compartiendo la vida el uno con el otro, unidos por un amor que es más fuerte que cualquier otro vínculo.

   La segunda lectura nos recuerda la “calidad” del amor de Dios por los hombres. Dios amó de tal forma a los hombres, que envió al mundo a su Hijo único “en provecho de todos”. Jesús, el Hijo, se solidarizó con los hombres, compartió la debilidad de los hombres y, cumpliendo el proyecto del Padre, aceptó morir en la cruz para decir a los hombres que la vida verdadera está en el amor que se da hasta las últimas consecuencias. Ligando el texto de la Carta a los Hebreos con el tema principal de la liturgia de este Domingo, podemos decir que la pareja cristiana debe testimoniar, con su donación sin límites y con su entrega total, el amor de Dios por la humanidad.

   En el Evangelio Jesús, confrontado con la Ley judía del divorcio, reafirma el proyecto ideal de Dios para el hombre y para la mujer: ellos fueron llamados a formar una comunidad estable e indisoluble de amor, de compartir y de donación. La separación no está prevista en el proyecto ideal de Dios, pues Dios no considera un amor que no sea total y duradero. Sólo el amor eterno, expresado en un compromiso indisoluble, respeta el proyecto primordial de Dios para el hombre y para la mujer.

PARA LA VIDA

   El rey, en su avaricia, había apresado y encarcelado a Háyarat Isa, a quien todo pueblo veneraba y reverenciaba como a hombre de Dios y profeta de su pueblo, e hizo saber que no lo pondría en libertad hasta que el pueblo pagase una muy elevada cantidad de dinero por su rescate. Una manera un poco primitiva y salvaje de cobrar impuestos. El rey sabía que el pueblo veneraba al santo, y pagaría. Pagaron mucho, en efecto, pero la cantidad recaudada no llegaba aún a lo estipulado. 

   Una viejecita de un pueblo muy lejano se enteró también de lo que sucedía y quiso contribuir en su pobreza. Era hilandera, y todo su capital en aquel momento eran cinco ovillos de hilo. Las tomó y se encaminó a palacio a entregarlas para el rescate. La gente, al verla pasar, se contaba unos a otros su caso, y no podían menos de sonreírse ante la ingenuidad de su gesto y la inutilidad de su esfuerzo. ¿Qué valían cinco ovillos de hilo en un rescate de millones? Pero ella seguía su camino y contestaba: No sé si pondrán en libertad a Háyarat Saheb o no. 

   Lo único que pretendo es que cuando Dios en su juicio me pregunte qué hice yo cuando Háyarat Saheb estaba en la cárcel, no tenga yo que bajar los ojos avergonzada. Y presentó su ofrenda. El rey, a cuyos oídos había llegado ya su historia, liberó al hombre de Dios. Sabemos que el alma de la humanidad está en la cárcel. ¿Cuándo nos pondremos en camino con nuestros cinco ovillos? 

Contaban a modo de chiste, que un par de marineros habían bebido durante toda la noche en una isla cercana al puerto. En la madrugada, salieron muy tomados. Subieron a su bote al cual apenas pudieron llegar. A duras penas empezaron a remar, y al amanecer uno de ellos se dio cuenta de que ¡no habían desamarrado el bote! 

26° Domingo del tiempo Ordinario, 26 Septiembre 2021, Ciclo B

 San Marcos 9, 38-43. 45. 47-48

"El Que No Está Contra Nosotros Está con Nosotros

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.- La Misión del Profeta: es la de transmitir esperanza en un mundo desesperanzado. Hay falsos profetas que se regodean en el anuncio de desgracias, que sólo ven lo negativo. Otros dicen lo que conviene a cada momento con el fin de alagar a la autoridad o mantenerse en el poder a cualquier precio. El auténtico profeta se distingue por su coherencia de vida. Echar demonios hoy es liberar de esclavitudes y de todo aquello que deshumaniza.

2.- La Misión del Cristiano: el esfuerzo del cristiano a favor de la justicia y de la paz debe unirse al de otras organizaciones que persiguen el mismo fin: hacer un mundo más humano. Nosotros lo llamamos Reino de Dios, o “civilización del amor” (Pablo VI). Otros hablarán de “un mundo mejor”. Da igual, lo importante es que se haga realidad la voluntad de Dios de que todos los hombres vivamos como hermanos. 

3.- Tenemos una Misión: es construir un mundo más humano. El Papa recordaba en la JMJ de Río de Janeiro que un cristiano sabe que la felicidad “no es andar por la vida dormido o narcotizado”, sino entregarse a los demás. Es decir, levantarse del sofá, “ponerse los zapatos y salir a caminar por senderos nunca soñados siguiendo la “locura” de un Dios que nos enseña a encontrarlo en el hambriento, el sediento, el desnudo, el enfermo, el preso, el inmigrante, o el vecino que esta solo”. Tu familia, tu comunidad, la parroquia, el mundo te necesita 

4.- Las Riquezas: Vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están apolillados… El jornal defraudado a los obreros que han cosechado vuestros campos está clamando contra vosotros.  Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste. Todo discípulo de Cristo debe luchar con todas sus fuerzas contra esta desigualdad social y económica en la que, actualmente, vivimos en esta sociedad nuestra del siglo XXI. Y no miremos exclusivamente a nuestra sociedad en general; mirémonos cada uno de nosotros a nosotros mismos en nuestras relaciones con los demás. 

 REFLEXIÓN

   La liturgia del Domingo 26 del Tiempo Ordinario presenta varias sugerencias para que los creyentes puedan purificar su opción y formar parte, de forma plena y total, de la comunidad del Reino. Una de las sugerencias importantes (que la primera lectura presenta y que el Evangelio recupera), es la de que los creyentes no pretendan tener la exclusividad del bien y de la verdad, sino que sean capaces de reconocer y aceptar la presencia y la acción del Espíritu de Dios a través de tantas personas buenas que no pertenecen a la institución eclesial, pero que son signos vivos del amor de Dios en medio del mundo.

   La primera lectura, presentando un episodio de la marcha del Pueblo de Dios por el desierto, enseña que el Espíritu de Dios sopla donde quiere y sobre quien quiere, sin estar limitado por reglas, por intereses personales o por privilegios de grupo. El verdadero creyente es aquel que, como Moisés, reconoce la presencia de Dios en los gestos proféticos que ve acontecer a su alrededor.

   La segunda lectura invita a los creyentes a no poner su confianza y su esperanza en los bienes materiales, pues son valores perecederos, que no aseguran la vida plena para el hombre. Además: las injusticias cometidas por quien hace de la acumulación de los bienes materiales la finalidad de su existencia, lo apartan de la comunidad de los elegidos de Dios.

   En el Evangelio tenemos una instrucción, a través de la cual Jesús intenta ayudar a los discípulos a situarse en el ámbito del Reino. En ese sentido, les invita a constituir una comunidad que, sin arrogancia, sin envidias, sin presunción de poseer en exclusiva el bien y la verdad, intenta acoger, apoyar y estimular a todos aquellos que actúan en favor de la liberación de los hermanos; les invita, también, a no excluir de la dinámica comunitaria a los pequeños y a los pobres; les invita, todavía, a apartar de la propia vida todos aquellos sentimientos y actitudes que son incompatibles con la opción por el Reino.

PARA LA VIDA 

   “Cuando yo era niño, mi madre trabajaba mucho cosiendo. Yo me sentaba en el suelo, miraba y preguntaba qué es lo que estaba haciendo. Ella me contestaba que estaba bordando. Todos los días yo hacía la misma pregunta y ella me respondía de la misma manera. Como siempre observaba la cara inferior de la tela que ella bordaba, no me casaba de repetir: ¿Mamá, que es lo que estás haciendo? Le decía que, desde donde yo miraba, lo que estaba haciendo todo me parecía muy extraño y confuso. 

   Solo podía ver un montón de nudos e hilos de diferentes colores, largos, cortos, unos gruesos y otros finos... Yo no entendía nada. Ella sonreía, me miraba y de manera amable siempre me decía: Hijo, sal un poco a jugar, y en cuanto termine mi trabajo te permitiré que veas el trabajo desde mí posición. Pero yo seguía preguntándome desde abajo donde estaba: ¿Por qué ella usaba algunos hilos de colores oscuros y otros claros? ¿Por qué me parecían tan desordenados y enmarañados? ¿Por qué estaban tan llenos de nudos y puntos? ¿Por qué había tantos nudos e hilos enredados entre si? ¿Por qué no tenían aún una forma definida? ¿Por qué tardaba tanto para hacerlo? 

   Un día, cuando yo estaba afuera jugando, ella me llamó. Hijo, ven aquí para tomarte en mis brazos y enseñarte lo que hice. Me levanto del piso y entonces me sorprendí al ver el bordado. ¡No lo podía creer! ¡Desde abajo me parecía tan confuso! Pero, desde arriba, he podido ver un paisaje maravilloso. Entonces ella me dijo: Hijo, desde abajo mi bordado te parecía confuso y desordenado porque tu no podías ver que en la parte de arriba había un bello diseño... Pero, ahora, mirando el bordado desde mí posición, puedes ver qué es lo que yo he estado haciendo”