San Marcos 22, 34-40
1.- Ver: todos podemos ser espiritualmente ciegos, aunque tengamos muy buena vista corporal. La vista social de las cosas, incluso la vista científica de la realidad, nos pueden ocultar la auténtica realidad de Dios en nuestro mundo.
2.- La Fe: la fe cristiana, sin anular, ni deformar la realidad social, política, económica y científica, debe llevarnos hasta el amor de Dios y el seguimiento de su Hijo, haciendo de él nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida. Esto no es algo fácil, viviendo como vivimos en esta sociedad mayoritariamente agnóstica en la que vivimos. Por eso, todos los días debemos gritar interiormente con fuerza, como el ciego Bartimeo: Jesús, ten compasión de mí, haz que mi fe me permita ver espiritualmente la auténtica realidad de tu Padre Dios, y seguirte a ti por el camino de la vida.
3.- El Consuelo: miremos en estos momentos de desconsuelo y desesperanza a nuestro Cristo perseguido, en el Huerto de los Olivos, exclamando abatido: si es posible, pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, si no la tuya. Al final, Dios, su Padre, le resucitó y le dio la gloria para siempre. También nuestra fe debe darnos ánimos a nosotros, en los momentos malos, para creer con todas nuestras fuerzas que Dios está con nosotros y nos salvará. El desconsuelo y la desesperanza no deben tener nunca, en la vida de un cristiano, la última palabra.
4.- La Compasión: lo más grande que nos puede pasar es encontrarnos con Jesús. Es un encuentro mutuo: nosotros le buscamos y Él se hace el encontradizo. Ante tanto desaliento como hay muchas veces en el ambiente, ante tanta desesperación, ante tanto estar "de vuelta", ante lo imposible, Jesús convierte en realidad nuestros anhelos. Es posible realizar nuestros deseos y proyectos de un mundo más justo y humano si colaboramos con Jesús. No nos cansemos de pedir como Bartimeo que nos ayude a ver, porque sin El no podemos hacer nada. Ese ver es recuperar el optimismo, la esperanza, las ganas de vivir y de trabajar por el Reino. Recuperemos la esperanza.
REFLEXIÓN
La liturgia del Domingo 30 del Tiempo Ordinario nos habla de la preocupación que Dios tiene porque el hombre encuentre la vida verdadera y señala el camino que es preciso seguir para alcanzar esa meta. De acuerdo con la Palabra de Dios que se nos propone, el hombre llega a la vida plena, adhiriéndose a Jesús y acogiendo la propuesta de salvación que él nos vino a presentar.
La primera lectura afirma que, incluso en los momentos más dramáticos del caminar histórico de Israel, cuando el Pueblo parecía privado definitivamente de luz y de libertad, Dios estaba allí, preocupándose por la liberación de su Pueblo y por conducirlo de la mano, con amor de padre, al encuentro de la libertad y de la vida plena.
La segunda lectura presenta a Jesús como el sumo sacerdote que el Padre llamó y envió al mundo a fin de conducir a los hombres a la comunión con Dios. Con esta presentación, el autor de este texto sugiere, antes de nada, el amor de Dios por su Pueblo; y, en segundo lugar, pide a los creyentes que “crean” en Jesús, esto es, que escuchen atentamente las propuestas que él vino a realizar, que las acojan en el corazón y que las transformen en gestos concretos de vida.
En el Evangelio, el catequista Marcos nos propone el camino de Dios para liberar al hombre de las tinieblas y para hacerle nacer a la luz. Como Bartimeo, el ciego, los creyentes están invitados a acoger la propuesta que Jesús les vino a traer, a dejar decididamente la vida vieja y a seguir a Jesús por el camino del amor y de la entrega de la vida. De esa forma, nos garantiza Marcos, podremos pasar de la esclavitud a la libertad, de la muerte a la vida. El grito de aquel ciego era un grito sincero de petición de auxilio.
Tantas veces nuestra vida se parece a la que aquel ciego. Tantas veces nosotros estamos echados al borde del camino de la vida, ciegos, sin ser capaces de ver ni de reconocer lo que sucede a un palmo de nuestros ojos, ciegos quizá por la tristeza, por el egoísmo, por nuestro afán de tantas cosas… Pero sin casi darnos cuenta Jesús pasa por nuestra vida.
PARA LA VIDA
Había una ciega sentada en la calle, con una taza y un pedazo de cartón, escrito con tinta negra, que decía: soy ciega ayúdeme. Un creativo de publicidad que pasaba frente a ella, se detuvo y observó unas pocas monedas en la taza. Sin pedirle permiso tomó el cartel, le dio vuelta, tomó un marcador negro que el llevaba y escribió otro anuncio. Volvió a poner el pedazo de cartón sobre los pies de la ciega y se fue. Por la tarde el creativo volvió a pasar frente la ciega que pedía limosna; su taza estaba llena de billetes y monedas.
La ciega reconoció sus pasos y le preguntó si había sido él, el que re escribió su cartel y sobre todo, qué había escrito. El publicista le contestó: "Nada que no sea tan cierto como tu anuncio, pero con otras palabras" Sonrió y siguió su camino. El nuevo mensaje decía: Hoy es primavera y no puedo verla Cambiemos de estrategia cuando no nos sale algo, y verán que puede que resulte mejor de esa manera. Nadie puede ser esclavo de su identidad: cuando surge una posibilidad de cambio, hay que cambiar. Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo.... del miedo al cambio.
"Si haces lo que siempre has hecho, obtendrás los resultados que siempre has obtenido“ El mundo exige resultados. No les cuentes a otros tus dolores del parto. Muéstrale al niño.