29° Domingo del Tiempo Ordinario, 21 Octubre 2018, Ciclo B


San Marcos 10, 35-45 

“El que Quiera ser Grande, sea Vuestro Servidor”


Homilía Padre Rector Luis Guillermo Robayo M.

  1. El Primer Lugar: en la Iglesia todos hemos de ser servidores. Nos hemos de colocar en la comunidad cristiana, no desde arriba, desde la superioridad, el poder o el protagonismo interesado, sino desde abajo, desde la disponibilidad, el servicio y la ayuda a los demás. Nuestro ejemplo es Jesús. No vivió nunca «para ser servido, sino para servir». El que quiera ser el primero, que se ponga a servir a todos. En el servicio vemos más claramente el rostro del Señor.
  2. El que Sirve:  necesitamos en la Iglesia cristianos dispuestos a gastar su vida por el proyecto de Jesús, no por otros intereses. Padres que se desviven por sus hijos, educadores entregados día a día a su difícil tarea; hombres y mujeres que pongan su vida al servicio  de los más  necesitados como sirviendo al mismo Señor.
  3. Los “Grandes” Del Señor: son aquellos hombres y mujeres a los que se les encuentra en el momento oportuno, cuando se necesita la palabra de ánimo, la mirada cordial, la mano cercana. Padres sencillos y buenos que se toman tiempo para escuchar a sus hijos pequeños, responder a sus infinitas preguntas. Madres incansables que llenan el hogar de calor y alegría. Esposos que van madurando su amor día a día, aprendiendo a ceder, cuidando generosamente la felicidad del otro, perdonándose mutuamente en tantos pequeños roces de la vida. Creando su historia de salvación.
  4. Los Que Dan La Vida:  lo más grande que podemos dar es nuestra propia vida; lo que está vivo en nosotros, lo que nos da vida. Nuestra alegría, nuestra fe, nuestra ternura, nuestra confianza, la esperanza que nos sostiene y nos anima desde dentro. Dar así la vida es siempre un gesto que enriquece, que ayuda a vivir, que crea vida en los demás, que rescata, libera y salva a las personas.
REFLEXIÓN 

“El que no Vive para Servir, no Sirve para Vivir 

   Jesús nos invita a no dejarnos fascinar por el brillo del poder, por el aparente éxito de los ambiciosos.

   La situación de los apóstoles “no” es diferente de la nuestra. Nosotros muchas veces nos Indignamos ante los avances de los demás, simplemente porque no fuimos nosotros los que dimos ese paso. Como ellos también, nosotros mantenemos la secreta ilusión de que conseguiremos más fácilmente de Jesús lo que le pidamos, precisamente porque somos de los pocos que le hemos seguido de cerca durante tanto tiempo.

   Jesús aprovecha la ocasión para enseñarles que en su Reino el que quiere ser el primero debe ser el servidor de todos. En una comunidad que proclama el Reino de Dios, existe un modo especial de conducción, tan original como para ser visto en oposición con los criterios del mundo. Ese modo de conducción es el servicio a la comunidad, un servicio que supone una vocación y un carisma del Espíritu.

   En la Iglesia hay algunos que por vocación eligen servir a la comunidad desde una entrega total, y otros, reciben ese servicio y sirven, a su vez a otros más necesitados que ellos. En la persona de Jesús encontramos el modelo para aprender a gobernar. No gobierna bien el que manda solamente, aunque es propio del gobernante el mandar, sino fundamentalmente el que sirve y da la vida como Jesús. Un jefe que sirve, no sólo es jefe sino que es padre de los que gobierna. Jesús en el Evangelio da muchos ejemplos de la autoridad como servicio, pero la referencia mayor de su modo y estilo de gobernar la tenemos en la misma cruz.

PARA LA VIDA

   Durante la guerra de independencia americana una compañía de soldados, con su capitán al frente, estaba construyendo un fuerte con pesados maderos. Mientras los soldados sudaban por levantar el madero que haría de dintel, el capitán manos en las caderas, les gritaba y gritaba que levantaran el maldito madero. De repente en la distancia apareció un extraño que cabalgaba hacia el fuerte. 

   Cuando llegó y vio la escena se dirigió al capitán y le dijo: ¿por qué no les echa una mano? “Soy un oficial” fue su respuesta. El extraño se sumó al grupo de soldados y entre todos colocaron el madero. Al despedirse le dijo al capitán: la próxima vez que necesite ayuda, llámeme. Mi nombre es George Washington y soy el comandante en jefe del ejército de los Estados Unidos.

   El sacrificio personal, “no el triunfo”, el servicio desinteresados, y no el privilegio, es lo que nos hace auténticos discípulos de Cristo.

28° Domingo del Tiempo Ordinario, 14 Octubre 2018, Ciclo B


San Marcos 10,17-30

Maestro, ¿Qué Tengo Que Hacer Para Ser Bueno?


Homilía Padre Rector Luis Guillermo Robayo M.

  1. Los Mandamientos: son el camino de la salvación. El punto de referencia esencial para vivir en el amor, para distinguir claramente entre el bien y el mal, y construir un proyecto de vida sólido y duradero. Jesús nos pregunta si conocemos los mandamientos pero ante todo si los vivimos, si nos preocupamos de nuestra conciencia según la ley divina y si los ponemos en práctica.
  2. La Riqueza: en el joven del evangelio podemos ver una situación muy parecida a la de cada uno de nosotros. También nosotros somos ricos de cualidades, de energías, de sueños, de esperanzas: ¡recursos que tenemos en abundancia! nuestra misma edad constituye una gran riqueza, no sólo para nosotros, sino también para los demás, para la Iglesia y para el mundo. ¿Qué estamos dando a los demás?
  3. El Amor: la vocación cristiana nace de una propuesta de amor del Señor, y sólo puede realizarse gracias a una respuesta de amor: «Jesús invita a sus discípulos a la entrega total de su vida, sin interés humano, con una confianza sin reservas en Dios.
  4. El Desprendimiento: Jesús nos llama a ser desprendidos y, en definitiva, nos llama a vivir desde la fe en su persona, porque teniéndolo a él, lo tenemos todo. El joven rico que se encuentra con Jesús es un hombre honesto que nunca ha dejado de cumplir los mandamientos de Dios. Para seguir a Cristo, solo le falta una cosa: salir de su individualismo, desprenderse de algo, aprender a compartir lo suyo con los más pobres y necesitados y así ganarse un tesoro en el cielo. 

REFLEXIÓN 

   El texto del evangelio nos presenta a un personaje anónimo que se acerca a Jesús con el deseo de heredar la vida eterna (Mc 10,17-30). Es como la parábola de tres fracasos que marcan su existencia: el de la riqueza, el de la bondad y el del amor. 

   Se dice que este personaje “era muy rico”. Pero Jesús trata de ayudarle a entender que no es tan rico cómo parece. “Una cosa te falta”. Tiene todo, pero le falta el verdadero tesoro, que solo puede ser alcanzado desprendiéndose de todo.
   Los bienes más importantes no son los tesoros materiales, sino el amor al bien y a la verdad. Quien sigue al Señor ha de aprender el valor del desprendimiento. Y ha de recordar que, junto a los bienes prometidos por el Señor, entra también la persecución. 

   El relato evangélico termina como empezó. La vida definitiva que buscaba aquel personaje rico no queda asegurada por las riquezas. Y tampoco por el cumplimiento fiel de los mandamientos. Solo puede llegar a esa vida sin ocaso quien sigue de corazón al que es el Viviente y es la Vida. 

   Señor Jesús, tú conoces bien nuestra buena voluntad y nuestro deseo de alcanzar la vida eterna. Pero conoces también que nuestro corazón aspira todavía a los bienes, honores y tesoros de este mundo. Queremos ser libres para seguirte fielmente por el camino. Líbranos de toda codicia.  Que nada nos aparte de ti. 

PARA LA VIDA
   Un sabio hindú había llegado a las afueras de la aldea y acampó bajo un árbol para pasar la noche. De pronto llegó corriendo hasta él un habitante de la aldea y le dijo: - “La piedra!, La piedra! , Dame la piedra preciosa!” - “Qué piedra?”, preguntó el sabio. - “La otra noche se me apareció en sueños el Señor”, dijo el aldeano, “y me aseguró que si venía al anochecer a las afueras de la aldea, encontraría a un sabio que me daría una piedra preciosa que me haría rico para siempre”. 

   El sabio rebuscó en su bolsa y extrajo una piedra. - “Probablemente se refería a ésta”, dijo, mientras entregaba la piedra al aldeano. “La encontré en un sendero del bosque hace unos días. Por supuesto que te puedes quedar con ella”. El hombre se quedó mirando la piedra con asombro. ¡Era un diamante!. Tal vez el mayor diamante del mundo, pues era tan grande como la mano de un hombre. 

   Tomó el diamante y se marchó. Pasó la noche dando vueltas en la cama, totalmente incapaz de dormir. Al día siguiente, al amanecer, fue a despertar al sabio y le dijo: - Quiero que me des algo más. Dame la riqueza que te permite desprenderte con tanta facilidad de este diamante. El hombre de esta historia refleja nuestra sociedad, nos refleja a nosotros. Queremos vivir una fe que no nos comprometa a nada más que a cumplir los mandamientos, una fe exterior a nosotros, que no nos toque la cartera ni la cuenta del banco. 

27° Domingo del Tiempo Ordinario, 7 Octubre 2018, Ciclo B


San Marcos 10,2-16 

Serán los Dos una Sola Carne

Homilía Padre Rector Luis Guillermo Robayo M.
  1. El Matrimonio: Dios creó al varón y a la mujer para que fueran «una sola carne». El sacramento evoca, convoca y provoca para el futuro. El amor humano ha sido bendecido por Dios. Dios acoge con cariño la historia concreta de amor de dos personas que quieren unir sus vidas para siempre. Y eleva este amor a un nivel verdaderamente divino. A partir de este momento Dios ama a cada uno a través del amor del otro, y cada uno ama a Dios amando al otro.
  2. El Amor: es el mejor camino para entender y amar a Dios amor. Él está presente en medio de ellos y por eso “esta cuerda de tres hilos no es fácil de romper”, nos dice el Libro del Eclesiastés. Juntos deben dar gracias a Dios cada día por su amor porque él está en medio del hogar. Es El quien les nutre, une y hace posible su amor.
  3. Fidelidad: significa “FE”. Ella crece en la oración, los detalles, el diálogo, la confianza mutua y la comunicación…. Sólo se es fiel, cuando se tiene a Dios en el centro. Hay que ver las cosas no solo desde el punto de vista de cada uno, sino también como las ve el otro. Siempre debe reinar el respeto en la relación, mutua, y la oración como alimento diario. El dedicarse tiempo el uno al otro es fundamental. Hay que evitar todo aquello que pone en peligro al amor y favorecer lo que le hace crecer. Los esposos deben dejarse ayudar cuando vienen las dificultades, buscar apoyo: familia, amigos, cursillos, encuentros matrimoniales, grupos…. 

REFLEXIÓN 

   El Evangelio de hoy nos habla del matrimonio indisoluble. Nos propone un ideal presentado por Dios como modelo de perfección. Dios no puede lanzarnos al vacío a buscar metas imposibles. Sin embargo, así como el amor del hombre y la mujer a veces es victorioso, otras, es vulnerable y derrotado... El Sacramento del Matrimonio es una alianza entre Dios y los cónyuges. 

   Dios le propone y ayuda a lograr algo muy noble a dos bellos seres limitados e imperfectos que seguirán siendo débiles y pequeños pero grandes con la bendición de Dios. Ellos no han de renunciar a este proyecto. Sería desconfiar del poder inmenso de Dios. Conviene saber que el amor exige mil cuidados y las más delicadas atenciones. Por eso es necesario cultivarlo, alimentarlo y bendecirlo con la oración, el diálogo, el respeto y la tolerancia.
   La exclamación del primer hombre ante la primera mujer refleja la capacidad de ambos de unirse íntimamente en matrimonio. La actitud del hombre que aquí aparece respecto de la mujer es la propia del marido hacia la esposa. Éste, en efecto, ve en la esposa la realización del designio divino: No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada; y hace suya la exclamación de Adán, el primer esposo: “Ésta sí que es hueso de mis huesos…” 

   El auténtico amor conyugal supone y exige que el hombre tenga profundo respeto por la igual dignidad de la mujer: No eres su amo, escribe san Ambrosio, sino su marido; no te ha sido dada como esclava, sino como esposa. (…). Devuélvele sus atenciones hacia ti y sé para con ella agradecido por su amor” (San Juan Pablo II, Familiaris Consortio n. 25). 

PARA REFLEXIONAR 

   Joaquín y Rebeca llevaban ya 10 años de casados y no tenían descendientes. Joaquín decidió divorciarse y fue a ver al rabino para hacer los trámites del divorcio. El rabino le dijo: Joaquín recuerda que celebramos una gran fiesta el día de tu boda, es justo que también celebremos otra gran fiesta para tu divorcio. Durante la fiesta y siguiendo los consejos del rabino, Rebeca ofreció a su esposo el mejor vino. Y éste mientras bebía le dijo: Amor mío, puedes coger lo que más te guste de la casa y llevártelo a la casa de tu padre. Y se quedó dormido. 

   Rebeca lo acostó en la cama y con la ayuda de los invitados lo llevaron en su cama a la casa del padre de Rebeca. Cuando se despertó al día siguiente, preguntó: ¿qué estoy haciendo aquí? Y Rebeca le contestó: sólo he cumplido tus órdenes. Traje a la casa de mi padre lo que más me gusta y eso eres tú. Joaquín la abrazó y se olvidó del divorcio. Semanas más tarde Rebeca quedó embarazada. 

   El matrimonio no es sólo la llamada de la carne, del sexo, de lo incompleto; es también la llamada de Dios a transmitir la vida y a vivir en un estado nuevo el amor de Dios y de los hermanos. Es una vocación como la vocación al sacerdocio. En el matrimonio eres don de Dios para tu pareja.

26° Domingo del Tiempo Ordinario, 30 Septiembre 2018, Ciclo B


San Marcos 9,38-43.45.47-48

Jesús por Nosotros…Todos por Nuestro Señor


Homilía Padre Rector Luis Guillermo Robayo M.

  1. La Salvación: lo primero y más importante no es el crecimiento de un pequeño grupo, sino que la salvación de Dios llegue a todo ser humano, incluso por medio de personas que no pertenecen al grupo: «el que no está contra nosotros, está a favor nuestro». El que hace presente en el mundo la fuerza salvadora y liberadora de Jesús está a favor de Jesús y Jesús a favor de Él.
  2. Nuestros Sentidos: Jesús empleaba sus manos para bendecir, curar y tocar a los excluidos. No están hechas para herir, golpear, someter o humillar. Por muy dolorosas que sean, si los cristianos no hacen opciones que aseguren la fidelidad a Jesús, su proyecto no se abrirá camino en el mundo. Todos estamos llamados a tocar con las manos de Jesús, caminar tras los pasos de él, ver con su divina mirada, y tener los más puros sentimientos de Jesús.
  3. Hacer el Bien: además de la Iglesia católica, hay en el mundo un número incontable de hombres y mujeres que hacen el bien y viven trabajando por una humanidad más digna, más justa y más liberada. Jesús quiere que seamos capaces de reconocer la presencia y la acción de Dios en toda persona que se entrega para hacer el bien a los demás. Todo ser humano es mi «prójimo». De todos me he de sentir responsable, aunque sólo sea para «dar a beber un vaso de agua».             

REFLEXIÓN 

    “Nuestra mano, será lo que nosotros hacemos, nuestro pie, será el lugar hacia donde caminamos, nuestro ojo es nuestra manera de entrar en relación con los otros. Nuestra mano nos conduce al pecado si lo que hacemos nos desvía del evangelio. Nuestro pie nos lleva al pecado nos conduce lejos de los caminos de Dios. Y nuestro ojo nos dirige al pecado si se convierte en un instrumento de lujuria, de odio, y no propicia el encuentro y el diálogo con los demás. 

    Cristo nos invita hoy a estar abiertos a aquellos que quieren hacer el bien, ser edificados por sus compromisos, a admirar el bello trabajo que realizan aquellos que no pertenecen a nuestro grupo, a un partido político, a nuestra nacionalidad.
   En el fondo, el Evangelio de hoy es un llamado de atención para que sepamos ver que las personas que son diferentes a nosotros, o que pertenecen a grupos diferentes al de nosotros, tienen un cúmulo de tesoros, y todos, un objetivo común: El Reino de Dios. Entonces, lo que nos advierte el evangelio de hoy es sobre el peligro de pensar que nosotros, desde nuestro grupo, sea el que sea, somos portadores de la verdad y que podemos criticar a otros. 

   San Agustín, en este sentido, tiene una frase que bien podría resumir el evangelio de hoy. Dice así: “La verdad no es ni tuya, ni mía, para que pueda ser tuya y mía”. Es una conquista permanente. Quien no está contra nosotros, está con nosotros. Y esto es verdad, incluso cuando no se pertenece a la misma comunidad de fe.

PARA LA VIDA 

   Una vez visitó un cristiano a un maestro sabio y le dijo: - Permíteme que te lea algunas frases del Sermón de la Montaña. - Lo escucharé con sumo gusto, replicó el maestro. El cristiano leyó unas cuantas frases y se le quedó mirando. El maestro sonrió y dijo: - Quienquiera que fuese el que dijo esas palabras, ciertamente fue un hombre iluminado. Esto agradó al cristiano, que siguió leyendo.
   El maestro le interrumpió y le dijo: - Al hombre que pronunció esas palabras podría realmente llamársele Salvador de la humanidad. El cristiano estaba entusiasmado y siguió leyendo hasta el final. Entonces dijo el maestro: - Ese sermón fue pronunciado por un hombre que irradiaba divinidad. La alegría del cristiano no tenía límites. Se marchó decidido a regresar otra vez y convencer al maestro sabio de que debería hacerse cristiano. 

   Pero mientras iba de camino de vuelta escuchó que Jesús le decía: - Te felicito. Has conseguido que un maestro sabio confiese mi divinidad. En cambio a ti el orgullo de lo conseguido te ha hecho apartarte del camino de la humildad del Evangelio. ¿Por qué no imitas su humildad y dejas que simplemente sea un buen maestro, en lugar de que sea un mal cristiano como tú?.