San Marcos 10,2-16
“Serán los Dos una Sola Carne”
Homilía Padre Rector Luis Guillermo Robayo M.
- El Matrimonio: Dios creó al varón y a la mujer para que fueran «una sola carne». El sacramento evoca, convoca y provoca para el futuro. El amor humano ha sido bendecido por Dios. Dios acoge con cariño la historia concreta de amor de dos personas que quieren unir sus vidas para siempre. Y eleva este amor a un nivel verdaderamente divino. A partir de este momento Dios ama a cada uno a través del amor del otro, y cada uno ama a Dios amando al otro.
- El Amor: es el mejor camino para entender y amar a Dios amor. Él está presente en medio de ellos y por eso “esta cuerda de tres hilos no es fácil de romper”, nos dice el Libro del Eclesiastés. Juntos deben dar gracias a Dios cada día por su amor porque él está en medio del hogar. Es El quien les nutre, une y hace posible su amor.
- Fidelidad: significa “FE”. Ella crece en la oración, los detalles, el diálogo, la confianza mutua y la comunicación…. Sólo se es fiel, cuando se tiene a Dios en el centro. Hay que ver las cosas no solo desde el punto de vista de cada uno, sino también como las ve el otro. Siempre debe reinar el respeto en la relación, mutua, y la oración como alimento diario. El dedicarse tiempo el uno al otro es fundamental. Hay que evitar todo aquello que pone en peligro al amor y favorecer lo que le hace crecer. Los esposos deben dejarse ayudar cuando vienen las dificultades, buscar apoyo: familia, amigos, cursillos, encuentros matrimoniales, grupos….
REFLEXIÓN
El Evangelio de hoy nos habla del matrimonio indisoluble. Nos propone un ideal presentado por Dios como modelo de perfección. Dios no puede lanzarnos al vacío a buscar metas imposibles. Sin embargo, así como el amor del hombre y la mujer a veces es victorioso, otras, es vulnerable y derrotado... El Sacramento del Matrimonio es una alianza entre Dios y los cónyuges.
Dios le propone y ayuda a lograr algo muy noble a dos bellos seres limitados e imperfectos que seguirán siendo débiles y pequeños pero grandes con la bendición de Dios. Ellos no han de renunciar a este proyecto. Sería desconfiar del poder inmenso de Dios. Conviene saber que el amor exige mil cuidados y las más delicadas atenciones. Por eso es necesario cultivarlo, alimentarlo y bendecirlo con la oración, el diálogo, el respeto y la tolerancia.
La exclamación del primer hombre ante la primera mujer refleja la capacidad de ambos de unirse íntimamente en matrimonio. La actitud del hombre que aquí aparece respecto de la mujer es la propia del marido hacia la esposa. Éste, en efecto, ve en la esposa la realización del designio divino: No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada; y hace suya la exclamación de Adán, el primer esposo: “Ésta sí que es hueso de mis huesos…”
El auténtico amor conyugal supone y exige que el hombre tenga profundo respeto por la igual dignidad de la mujer: No eres su amo, escribe san Ambrosio, sino su marido; no te ha sido dada como esclava, sino como esposa. (…). Devuélvele sus atenciones hacia ti y sé para con ella agradecido por su amor” (San Juan Pablo II, Familiaris Consortio n. 25).
PARA REFLEXIONAR
Joaquín y Rebeca llevaban ya 10 años de casados y no tenían descendientes. Joaquín decidió divorciarse y fue a ver al rabino para hacer los trámites del divorcio. El rabino le dijo: Joaquín recuerda que celebramos una gran fiesta el día de tu boda, es justo que también celebremos otra gran fiesta para tu divorcio. Durante la fiesta y siguiendo los consejos del rabino, Rebeca ofreció a su esposo el mejor vino. Y éste mientras bebía le dijo: Amor mío, puedes coger lo que más te guste de la casa y llevártelo a la casa de tu padre. Y se quedó dormido.
Rebeca lo acostó en la cama y con la ayuda de los invitados lo llevaron en su cama a la casa del padre de Rebeca. Cuando se despertó al día siguiente, preguntó: ¿qué estoy haciendo aquí? Y Rebeca le contestó: sólo he cumplido tus órdenes. Traje a la casa de mi padre lo que más me gusta y eso eres tú. Joaquín la abrazó y se olvidó del divorcio. Semanas más tarde Rebeca quedó embarazada.
El matrimonio no es sólo la llamada de la carne, del sexo, de lo incompleto; es también la llamada de Dios a transmitir la vida y a vivir en un estado nuevo el amor de Dios y de los hermanos. Es una vocación como la vocación al sacerdocio. En el matrimonio eres don de Dios para tu pareja.